domingo, 22 de mayo de 2011

UNA NOCHE DE CONSECUENCIAS PARA EL FUTURO.


La Noche Electoral es ya un hecho pretérito. Atrás han quedado los panfletos, los discursos… los dimes y los diretes. La suerte está echada, y lo único que a estas alturas queda claro es que el cambio ha llegado, y lo ha hecho para quedarse.

Lo más difícil está hecho, y lo más difícil no era sino devolvernos a todos el derecho a volver a creer, si no en la clase política, sí al menos en la propia Política. Los datos nos dan la razón, o al menos lo hacen aquellos datos que en realidad deberían preocuparnos, los que se refieren a la participación. EL PUEBLO ha salido a manifestar su opinión, y lo ha hecho con autoridad, con la autoridad que proporciona el saberse de nuevo depositarios de la PROPIA AUTORIDAD. El clamor está claro. Por primera vez en mucho tiempo los idiotas en las Polis han dejado abiertamente su lugar a los políticos.

Ahora es el momento de las responsabilidades. Responsabilidades que han de alcanzar tanto a los que se vean directamente implicados en ellos; como a aquellos que por omisión no sean capaces de pedir esas mismas responsabilidades. Y me estoy refiriendo directamente a los resultados de BILDU, y a la compleja implicación que estos tienen a la hora de dibujar no ya sólo el Mapa Político del país, sino especialmente a las consecuencias que las “maniobras” que a partir de mañana se desarrollen en pos de formar gobierno algunos estén dispuestos a efectuar. Así, el PNV tiene ahora una difícil tarea, aquella que se deriva del hacho objetivo de encajar en su trama los grandes resultados de BILDU, sin que parezca que la postura de la que en todo momento hizo gala en el penoso proceso de la legalización, les lleve ahora a patinar por aquello de la excesiva efusividad.

Pero si a alguien le afecta la responsabilidad derivada, en este caso del “Movimiento del 15 de mayo”; es a los denominados partidos minoritarios. Que a nadie se le escape. La segunda lectura del resultado electoral no es otra que la llamada de atención hacia el bipartidismo. Un bipartidismo que, de todas, todas, ha de interpretarse no ya en clave de Elecciones Autonómicas y Locales, sino en términos netamente ligados al medio plazo. Un medio plazo que no sólo afecta a las decisiones del propio movimiento del 15 de mayo, que a estas alturas no sólo permanece en las calles, sino que “amenaza”, bendita amenaza, con permanecer en las calles. Un medio plazo que afecta por otro lado a las aspiraciones del Partido en la Oposición.

Porque llegados a este punto, ha de recordarse necesariamente un hecho histórico. Las Elecciones no las gana el que opta, las pierde el que ha gobernado. Y este hecho, que es una realidad, se cierne en este caso como una Realidad amenazante. Una amenaza que parte del hecho cuyas semillas se han sembrado abiertamente a lo largo de la Campaña Electoral por parte del Partido que opta a gobernar. Un hecho que no es otro que el de convertir estos resultados en plebiscito en pos de las Elecciones Nacionales, sustrayéndonos con ello el derecho a elegir abiertamente a nuestros representantes más cercanos.

En esencia, es probable que nuevamente en la Historia de España, nos levantemos mañana en un escenario totalmente distinto a aquél en el que nos acostamos.

Luis Jonás VEGAS VELASCO

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