jueves, 5 de mayo de 2011

EL VIAJE HACIA LO LÓBREGO, CUANDO NO HAY VUELTA ATRÁS.


Hemos traspasado la última frontera, y lo hemos hecho con la contundencia que le es propia al que confía en lo absoluto, en lo dogmático. Con la contumacia que es exclusiva de aquél que cree en la Verdad Última; con la arrogancia del que se cree además en posesión de esa verdad.

Hemos traspasado el umbral de lo correcto, y lo hemos hecho con el ruido manifiesto de unos, y con el silencio estrepitoso de otros.

De otros que en cualquier caso son más responsables, ya que sobre ellos descansaba la obligación de defender eso, “La Última Frontera”. Ese lugar a partir del cual no hay más que el miedo a lo desconocido, el silencio de lo terrible. La convicción de que nada volverá a ser lo mismo.

La muerte del malo, de Bin Ladem, de la reencarnación del Mal en toda su extensión, no ha sido sino la prueba de esa convicción que muchos tenemos, de que la Persona, el Ser Humano, no es sino el traje con el que nos travestimos los días de fiesta. Nuestra Realidad es otra. Es la propia del animal, que sale en manada, a regocijarse con los comunes de la muerte de eso, de un común.

Y de nuevo, nadie se pregunta. Qué lleva a uno de los nuestros, de un común, a dar un giro tan radical a su vida como para convertirse en sí mismo en eso, en el Mal.

Pero la Caterva ha alcanzado su máximo nivel, ese en el que no sólo no cabe pensar, sino que cualquier atisbo de razonamiento es mal visto, por ser signo de debilidad.

Es entonces cuando uno vuelve la vista hacia sus dirigentes, hacia sus representantes. Se supone que algo ha de haber en ellos que les hace diferentes, algo que les “otorga el privilegio” de ostentar sus cargos. Publio Cornelio SCIPIÓN lo dijo el día que aceptó el mando de las Legiones Malditas de Sicilia: …Acepto este nombramiento no como cargo, sino como mandato en pos de ensalzar vuestro nombre, Pueblo de Roma, así como el de nuestros Sagrados Descendientes. Quieran los Dioses que vuelva más rico en esos tesoros que lo que me voy. De lo contrario quieran los dioses que no regrese.”

Pero el Tiempo de los Dioses pasó. Una Sociedad en la que quepan dirigentes como SCIPIÓN no tiene sentido. En su lugar nos quedan panoplias de gobernantes, que como las carroñeras del ARES se pelean por ser las primeras en degustar los restos que los nuevos semi-dioses tienen a bien dejarles. Del resultado de esa pelea redundará su posición en la nueva escala de valores y mandos. Una escala en la que la Mediocridad es el instrumento, y el olvidado llanto de lo vergonzante es el gran olvidado.

Y en medio España. Donde nuestros dirigentes, plañideras unos, y arpías otros, se pelean por los restos del festín.

Un festín que amenaza con indigestión. Bajo el vergonzoso apelativo de la ambigüedad que proporcionan términos abstractos como crisis, los mediocres que hoy coordinan nuestros actos. Esos cobardes que toman nuestras decisiones. Esos insidiosos que toman nuestra palabra para pervertirla en sus discursos; se erigen en paladines de una falsa libertad, en tanto que responde a leyes falsas, a leyes que están a su entera disposición. Leyes que se pueden manipular a su entera discreción, amparados en la ambigüedad de ese gran peligro, que es la interpretación del “Corpus Legis”

Y no contentos con afligirnos con el dolor de la perversión, nos insultan con la bofetada de la incompetencia. El día que la incompetencia sea delito, habremos primero de hacer más cárceles, para luego considerar la posibilidad de hacer más escuelas. Escuelas en las que se pueda volver a los Orígenes, donde la Moral no tenga que disfrazarse avergonzada, y donde la Razón no haya de sumergirse en el etanol para no abrirse las venas.

Hasta que llegue ese momento, habremos de permitir que psicólogos del rebuzno, los nuevos adalides de la situación, nos convenzan de que la mediocridad es el nuevo formato de la Felicidad. Mediocre es el que está en la media.

En la media. ¿Qué es estar en la Media.? Mejor aún. ¿Será estar en la media lo que promueve el estado mental de la actualidad?. Ese estado mental según el cual empezamos por cerrar periódicos (alguno seguro que se acuerda), para, una vez visto lo laxo del resultado atreverse con toda un Ley de Partidos. Pero no, ese no es todavía el límite. El límite se empieza a intuir cuando este caterva, enervada por sus éxitos, se atreve a ir más allá, saltándose abiertamente los límites que ellos mismos se impusieron.

Porque, una vez que el Tribunal Constitucional tenga esta noche que emerger de ese mar de heces en el que unos y otros le han sumergido. Una vez que el ponente, sea este quien sea, y responda a la ideología a la que responda, tendrá que enfrentarse a lo inevitable de su decisión por ende Sentencia:

Si permite a los malos presentarse, la bofetada a las estructuras va a ser definitiva. ¿Dónde quedará entonces la legitimación de nuestras Instituciones, a saber último bastión de lo sagrado que sobrevive en nuestra Sociedad.?

Los “malos” se presentarán, y obtendrán su recompensa, una recompensa que no es otra que el voto como confirmación de que tienen la confianza de muchos ciudadanos, aquellos que certifican que en Democracia, hasta las ideas más denostables tienen cabida, y todo por el mero hecho de ser Ideas, de Ser Pensables.

Si por el contrario no permite que se presenten, la separación de poderes recibirá un golpe del que me atrevo a decir no se recuperará. Nuestra Querida Democracia se enfrentará a sus demonios, en todos los sentidos. Y lo hará en inferioridad de condiciones. Una inferioridad que procede de haber estado largos años “repanchingada”, en el cómodo sillón que proporciona el “mirarse el ombligo” desde la falsa seguridad que posee el que cumplió con su obligación. Pero de eso hace treinta años. El enemigo ha crecido, ha cambiado, y se ha hecho fuerte.

Un enemigo que acude a Europa, donde recibe no sólo sitio, sino también amparo en el más amplio de los sentidos. Un amparo que se traduce en que como los Tribunales Europeos les den la razón, pueden hacer tambalearse los cimientos de nuestro edificio. Pueden hacer incluso repetir las elecciones.

Y entonces, ¿Dónde quedará la Pompa y el Boato de este, nuestro Estado.?

Entonces, no será malo que los adalides de la “Política del Solar” obtengan su triunfo. Lo malo será si ni tan siquiera quedará alguien para celebrarlo.

Luis Jonás VEGAS VELASCO.

MAYO DE 2011

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