Hace algunos siglos, más bien en plena Edad Media, una familia de alto estamento nobiliario vivía aparentemente tranquila intramuros de la que siempre había sido su casa. En los últimos años, observaban con cierta preocupación, procedente esta sobre todo de los hijos, el hecho manifiesto de que la muralla exterior empezaba a desmoronarse. Poco a poco al principio, y con cierta contumacia en los últimos años. Convocaron al Consejo Superior para someter a consideración no ya si había que construir una muralla nueva, sino para considerar si verdaderamente la muralla se caía. El Noble afirmó que no. La muralla había aguantado durante generaciones, y seguiría haciéndolo dios sabe hasta cuando. Por otro lado, el Consejo Superior, presidido por uno de los mayores enemigos de la Familia, jaleó efusivamente la decisión, no en vano el presente que les había tocado vivir era el mejor y más brillante de los que recordaba el Reino. ¿Cómo las firmes murallas de la ciudad no iban a ser testigo de este hecho...?
Si a alguien le queda alguna duda, la muralla se cayó. La lástima es que en su caída arrastró tanto al "pater familie", como al Consejero aspirante a reyezuelo.
Hoy, vivimos una situacion parecida. Todos nos regodeamos del buen estado de nuestra muralla. Parece que nuestra Democracia es inalterable ante los ataques del tiempo, o a desgastes atroces como aquellos que producen la acción de vandalismos como los que está promoviendo una perversión de la Ley de Partidos. Siguiendo con los paralelismos, algo falla de manera radical cuando los dos Partidos Políticos por antonomasia ansían colgarse el mérito, por otro lado pernicioso, de castrar a la Democracia impidiendo que un Partido Político legal, en tanto que cumple con todas las cargas que han necesitado para jalonar su camino, pueda presentarse a las próximas elecciones del 22 de mayo. ¿A qué tanto miedo.? ¿Es que tantos son los votos que la Autodenominada Izquierda Abertxale puede arrancar en Euskadi.? Y aunque así sea. ¿Cómo vamos a vestir a la lagarterana que lo impida.?
En un paralelismo histórico, antes de que la Ley de Partidos viese la luz, recordemos bajo el Gobierno de Aznar, la Democracia tenía sus propios métodos para defenderse de los presuntos ataques que un Partido pudiera lanzarle. A saber ataques políticos, fundamentados en el debate, y articulados en la Palabra. Y no sólo se defendía bien solita, sino que salía reforzada de ellos. Hoy, con toda una Ley para defenderla, solo logramos que palabras como la de la Plataforma Biltu por el Ayto de Bilbao resuenen en nuestras conciencias: "Si la Democracia se define mediante argumentos policiales, muchos no nos sentimos identificados por esta la Democracia española." Creo que analizado con la tranquilidad de unas horas, el argumento es difícilmente refutable, y lo será tanto para Rubalcaba como para Cospedal.
Mientras, los imputados por Madrid en el caso "Gürtell" protagonizan el último chiste de la Asamblea de Madrid, y mañana abandonarán sus escaños. Dejan de ser aforados, pero lo importante es que más de dos años después de estallar la trama, los señores miembros de la Asamblea hacen caso a la demanda de los ciudadanos, madrileños o no, y se van. En cualquier caso, la sensación de falta de respeto es evidente, si bien no lo es en menor medida que las declaraciones de la Sra. Aguirre, cuando afirmó que si bien ella llevaba imputados en su lista, es porque no todas las imputaciones son iguales. Creo que Kant podría explicarle que una prevaricación, un cohecho, o una apropiación indebida no tiene niveles. Es delito, y en política se paga con la excomunión.
Aunque donde estuvo brillante fue a la hora de atacar a un Alcalde socialista de un pueblo de su influencia donde en el transcurso de un acto, falló lamentablemente el sonido. "Parece que el pitufo dio instrucciones." Fueron sus declaraciones al día siguiente.
Sra. Aguirre, los pitufos son azules, y pequeños. Seguro que los pitufos del PP son azules de corazón, Arios de pensamiento, y con el rabo largo. O sea, más que los pitufos son los "protas" de Avatar, que da más caché.
Luis Jonás VEGAS
ABRIL DE 2011
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