miércoles, 28 de enero de 2015

AHORA QUE YA CONOCÉIS MI PALABRA ID, Y PREDICADLA POR EL MUNDO.

La afirmación, cuya autoría dada nuestra evidente connotación occidental es perfectamente reconocible sobre todo a partir en este caso de las intoxicaciones  que inexorablemente han acompañado el proceso de conformación de la realidad que reconocemos como propia, viene en este caso a cuenta de las emociones tan enfrentadas que en mí ha provocado el discurso con el que el Sr. Presidente de, no lo olvidemos, todos los españoles, decidió hace apenas unas jornadas clausurar la denominada Convención Política Nacional. O sea, una suerte de arenga destinada como ninguna otra a poner las pilas a los suyos, tal vez para asegurarse de que no dejan de serlo, una vez que parece evidente la cada vez más clara imposibilidad de sumar si quiera por medio de métodos ultraortodoxos, savia nueva al Partido.

En mitad pues de un proceso que a todas luces obedece más a lo pasional que a lo estrictamente racional, que a lo estrictamente político, la suerte de interpretación que del más que estresante año quince algunos hacen sobre todo en materia evidentemente electoral (o quién sabe si electoralista) nos lanza, desgraciadamente a todos a una suerte de vorágine de la cual nadie, absolutamente nadie, puede aspirar a salir ileso. La carrera de autos locos en la que parecen incurrir todos y cada uno sin excepción de cuantos de alguna manera podían verse implicados en el proceso, no hace sino poner de manifiesto el cada vez más claro y por ello si cabe más preocupante, ambiente de camaradería en el que la identificación del enemigo común parece haber sumido a los que a la sazón tienen la sagrada obligación de seguir siendo los abanderados de la acción política, que una vez fue sin duda democrática, por medio de la cual se sostiene, no lo olvidemos, esta ficción que llamamos Democracia.

Pero a la Democracia le ocurre como a la Física que acompaña al movimiento asociado al movimiento de una bicicleta, a saber, que su estabilidad, imprescindible por otro lado, depende de un equilibrio por definición inestable. En consecuencia, la supervivencia de tal movimiento está inexorablemente ligada a la aparición de dos variables que pueden darse o no en concurrencia. Por un lado, la propia de la habilidad que en términos de aptitud demuestre el que pedalea. La otra, mucho más recurrente, en tanto que menos exigente en todos los términos, pasa por sustituir el equilibrio por el mero efecto de la fuerza, resumido el proceso en el lacónico tú mira hacia delante y no pares por ningún motivo.

Dicho así, parece más que evidente que disponer de un Miguel INDRAIN, que tener a mano a un Pedro DELGADO, bien podrían convertirse en circunstancias dignas de envidia toda vez que, al menos a priori, contar con un buen profesional dedicado a la consecución de aquello que constituye el objetivo, ya sea éste individual o colectivo, se pone rápidamente de manifiesto como una de las mejores opciones.

Sin embargo, resumiendo en un hecho la derivada del paradigma castellano hermosamente esbozado en el “con estos bueyes hemos de arar”, incurrimos en el baño de realidad que supone levantarse cada mañana con la constatación de que efectivamente, Mariano RAJOY sigue siendo Presidente del Gobierno de España.
Asumida semejante premisa, constatada pues la larga sucesión de procesos hipotético-deductivos que de la misma estamos obligados a sacar; es desde donde uno ha de inferir las connotaciones que desde un carácter que yo me atrevería a describir como propensas a lo psicosomáticos; pueden impulsar a las denominadas personas integrantes del Común, a votar de manera consciente las propuestas encabezadas por el Partido Popular. Reduzco de forma voluntaria el espectro a la connotación física, al propio del que muestra connotaciones pragmáticas toda vez que sigo creyendo, quién sabe si por estulticia, que con el componente ideológico, con el que forma parte del Programa Oculto, jamás llegarían a tragar, aunque solo sea si no por dignidad, sí al menos por salud.

Pero si el contexto electoralista puede traducirse en un ambiente tan pernicioso que lleve a algunos a alimentar aunque sea vagamente, la idea de que hoy por hoy  de verdad existe gente a quien la interpretación de las políticas desarrolladas por el Partido Popular le permiten asegurar que han influido positivamente en su vida, devengándose de tal hecho la coherencia evidente en forma de voto activo para tales consignas; de lo que creo no cabe la menor duda es de que pocos son los que habiendo votado de manera digamos dubitativa al Partido Popular, o sea los que condicionaron su voto a la verdadera y sincera interpretación de un Programa Electoral puedan, hoy en día, renovar de forma activa su confianza en el partido que indefectiblemente se ha reído de ellos una y otra vez bajo el paraguas extenso que les proporcionaba el argumento de la herencia recibida.

Es por ello que, a título literal de corolario, podemos extraer sin excesiva enjundia que pocos son o serán los que activamente estén dispuesto a renovar su confianza para con las consignas que, no lo olvidemos, a título de adelanto de los protocolos que luego habrán de conformarse en las formas de gobierno, constituyen previamente el Programa con el que se concurre a cada una de las citas electorales. Y es aquí donde estamos casi seguros que hasta el Sr. Presidente, a pesar del sin duda desgaste que los muchos quehaceres propios de la acción de gobierno puedan traer aparejados, le lleva sin duda a la evidente conclusión de que malo es que te engañen una vez, pero si dejas que te lo hagan dos veces no consigues sino que alguien acabe por espetarte el grado de merecimiento que semejante conducta tiene para con quien la lleva a cabo. Y la corriente de calor que te sube por el cuerpo a título de catalizador de la mala leche española que semejante descubrimiento infunde, es algo que estoy seguro no le gusta a nadie, incluyendo por supuesto a los electores confesos del Partido Popular.

Por eso, Sr. Presidente, aún lejos de encontrarse en mi ánimo el dar consejos, no resulta menos evidente que la interpretación efectuada por figuras de la talla del Sr. Arriola, en base a la cual todos y cada uno de los males pasados, presentes y futuros que asolan el más que furibundo panorama que sirve para describir el escenario de presagio electoral en el que se mueve el Partido Popular, están exclusivamente vinculado a una mala elección en lo concerniente a la política de comunicación; no obedece sino a la constatación evidente del último acto de enajenación mental transitoria al que resulta imprescindible recurrir para inferir un día después al de cada una de las citas electorales que están por venir en el que el Partido Popular pueda renovar ni una sola de las posiciones con las que parte.

Es por ello que, sin acritud. ¡Viva el vino!

Con todo y con ello, no me resisto a determinar que espero sinceramente que no quede ni un solo resquicio por el que puedan osar colarse las consabidas lavadas de cara, propias de los periodos pre y electorales. Que nadie sienta la menor tentación de sentir lástima de quienes no han dolido en prenda a la hora de traducir sus políticas en acciones tan conocidas como específicas, algunas de las cuales han tenido su interpretación específica en el sufrimiento de por ejemplo esos padres que hasta ayer mismo tuvieron que estar padeciendo para que les devolvieran los servicios del profesional sanitario que les habían recortado bajo el inhumano argumento de que como su hijo no alberga esperanzas de sanación, los servicios de un fisioterapeuta son innecesarios.

Obras son amores, y no buenas razones. El aforismo, netamente traído a cuenta, parece subyacer a la constatación evidente de que una vez que les hemos visto gobernar, una vez que han metido la patita por debajo de la puerta, a nadie puede caberle la menor duda al respecto de quiénes son, y lo más importante, para qué han venido.
Por ello Sr. Rajoy, una vez que el confeti ha sido barrido, como lo han sido la mayoría de las ilusiones de los integrantes de la generación en la que me integro. Una vez que el olor del autobombo ha sido sustituido por el olor de la angustia de ese padre que no sabe a ciencia cierta si sus hijos van o no a comer hoy; lo único cierto es que considero poco menos que ofensivo el que usted achaque todo, incluyendo lo que a mi entender es hoy por hoy un compromiso de responsabilidad, a una mera cuestión de incomunicación inducida por una mala elección de la estrategia comunicativa.


Luis Jonás VEGAS VELASCO.

miércoles, 21 de enero de 2015

DE CUANDO LA MOFA SE INSTAURA COMO SEÑA DE IDENTIDAD. DE LOS PACTOS DE LA MONCLOA, A LOS PACTOS DE SILENCIO.

Subyugado una vez más por la realidad, inicio de nuevo mi atavío en pos de tratar de comprender la realidad, para lo cual si cabe hoy más que nunca, he de prestar especial esmero a mi ardua labor la cual prosigue envolviendo la actualidad en jirones de esperanza, procedente ésta no tanto de esperar dádivas del futuro, como sí más bien de preparar mi maleta con ropa cálida y recuerdos del pasado, una vez definitivamente convencido de que habré de buscar en el pasado las respuestas, comprobado una vez más que nos han robado nuestro futuro.

Empachado que no ahíto. Intoxicado que no saciado, lo cierto es que cuando me dispongo un día más a emprender el viaje siguiendo los pasos de Alicia, buscando como ella la realidad en El País de las Maravillas una vez comprobado hasta qué punto hablar con conejos blancos que buscan sus guantes de ceremonia, o jugar a las cartas con la Reina de Corazones no tiene que suponer un ejercicio de ficción mucho más estresante que ver en cualquier informativo cómo mamarrachos carentes de cualquier forma de vergüenza se esfuerzan por arrebatarnos la nuestra; no deja por el contrario de someterme a una presión que cada día gana en intensidad, catalizada ésta por las acusaciones veladas de unos en forma de silencio, las cuales para otro adoptan formas de lo más variadas, mas no por ello menos hirientes.

Es por ello que sabiendo como especialmente trascendental el resultado que hoy pueda dirimirse al final de la redacción de estas pocas líneas, lo cierto es que acudo a las mismas con la sensación tranquila que da el saber no solo que no soy el único que adolece de tal estado, sino que personajes mucho mejor dotados que yo para esto de la reflexión como bien puede ser el Maestro Gabilondo han firmado terceras de la talla del “Estamos hartos de estar hartos” reflexión que siempre desde mi particular punto de vista, bien podría constituirse en uno de esos tan escasos y tal vez por ello más valiosos puntos de fuga, a partir de los cuales comenzar la reconstrucción de todo esto una vez tengamos las agallas suficientes para asumir que lejos de haber tocado fondo, en este país llamado España sus ciudadanos tienen los santos cojones de seguir cavando. Y todo por la templada convicción de que al enemigo no hay que darle agua, y en verano a lo sumo, polvorones. Para luego sentarnos a ver cómo se ahoga.

Confeso pues de la desazón, a nadie habrá de sorprender que exprese lo  inconfundiblemente español del escenario que contempla mis andanzas si digo que a escasos centímetros de mi mano descansa un ejemplar de Los Pactos de la Moncloa; mientras que en el suelo, lugar que ocupa  no por dilación ni por zozobra, sino que por motivos a mi entender suficientemente justificados; descansa un recorte de prensa que reza: Bárcenas abandona la cárcel tras reunir los 200.000 euros constitutivos de la fianza.

Es así que si una torre conforma el símbolo de sendos países como Francia o Gran Bretaña; otro monumento, en este caso erigido en pos de la mediocridad parece hoy constituir no ya el mejor homenaje, cuando sí la descripción más ajustada a derecho que de nuestra querida España puede hacerse.

Porque presentados ya los personajes, bien podemos ir dando por comenzado el espectáculo. Y ya el preámbulo promete porque…¿Cómo es posible que lapso de tiempo por el que apenas transita una Generación Sociológica a este país le dé tiempo a firmar respectivamente uno de los periplos más dignos de su Historia, y uno de sus episodios más vergonzosos y vergonzantes respectivamente?

Convencido como estoy de que lo patético del hecho no subyace tanto al hecho especifico de la excarcelación del todavía presunto delincuente, como sí más bien al que convivamos en un Estado cuyas Leyes convierten en absolutamente legal a la sazón que legitimo el que tal excarcelación se produzca; lo cierto es que todo esto me conduce una vez más a plantear la cuestión otras vez barajada en función de la cual es más que probable que en contra de lo que la mayoría pudiera llegar a pensar, en este país no hemos avanzado mucho, es más, tras un somero proceso de observación bien pudiera darse el caso de que nos sobrecogiésemos ante el impacto que causarían los por otro lado más que flagrantes casos de evidente retroceso.

Y en medio de todo esto, la Ciudadanía. Lejos no ya solo de ser, cuando incluso tan siquiera de parecer inocentes, la conducta del Pueblo, o más concretamente la ausencia de ésta, pone de manifiesto hasta qué punto los ardides y maniobras ejercidos por aquéllos que necesitan la complicidad unas veces, y el silencio otro, han triunfado generando con su victoria, a modo quién sabe si de variable secundaria una correlación de suertes y sucesos que como en el caso de la teoría del barrido de la mariposa han acabado por confeccionar un escenario en el que las sucesión de disparates y triquiñuelas hubieran dejado estupefacto al mismísimo VALLE-INCLÁN.

Pero lo cierto es que los esperpentos constituían, una vez más, verdadero Arte, escrito por ello con mayúsculas. Sin demorarnos mucho más de lo justo, y por supuesto no menos de lo necesario, resumiremos diciendo que todo, y por supuesto el contexto en forma de detalle, se cuidaba hasta la extenuación. Hoy, por el contrario, solo lo chabacano priva.

Por eso, por la necesidad de navegar en el contexto; y cómo no, por estar una y mil veces convencido de que efectivamente el Demonio descansa con fruición en los detalles, es por lo que me resisto a tachar solo de insultante el más que cercano paseo que el Sr. Bárcenas nos dedicará a lo sumo mañana cuando un compendio de decisiones de leguleyo confabulado con la mediocridad le regalen una bocanada de aire fresco.

Recordando el corto espacio que separa aquél lamentable “Luis, sé fuere, mañana te llamo”, de aquél otro “Luis el cabrón.” Transitando por el conocido “No todo lo que usted dice es cierto, a lo sumo algunas cosas.” Lo cierto es que solo desde la perspectiva que proporciona el tiempo cuando se erige en nexo de cohesión destinado a dotar de supremacía a tamañas disposiciones, es cuando por otro lado podemos empezar a intuir la magnitud del bochorno que se nos avecina. Máxime cuando ésta es solo concebible desde la perspectiva que nos proporciona lo ya sufrido. ¿O es que de verdad alguien ha pensado sinceramente que el espectáculo ha pasado?

Para ir haciéndonos una vaga idea de lo que es objeto de lo que se está dirimiendo, se me antoja suficiente una sola pista: cualquier caso en el que el encausado ya no se halla en prisión, pierde todo viso de prioridad a la hora de dirimir la vista. Por si a alguien no le queda claro, la posibilidad de que el comienzo del juicio por el denominado Caso Bárcenas pudiera coincidir con la Campaña Electoral de, por ejemplo las Elecciones Autonómicas y Municipales, ha quedado totalmente conjurado.
Pero si alguien necesita más, le invito a que añada el espectáculo dado no hace muchas calendas en relación al traslado del Juez Responsable.

¿El puzzle adquiere forma, o les hago un dibujito?

Sea como fuere, lo cierto es que no se trata ya de si efectivamente, esto solo pasa en España. Lo que a mí me deja absolutamente maravillado, es de nuevo comprobar el grado de sosiego con el que el español medio se lo toma todo.

Pues nada señores, repitamos una vez más la ya vieja discusión de si son galgos o son podencos, y contemplemos una vez más dichosos cómo nos comen la merienda.

Lo tendremos, como casi todo, absolutamente merecido.



Luis Jonás VEGAS VELASCO.

miércoles, 14 de enero de 2015

UNA SOCIEDAD QUE ACCEDE A PERDER LIBERTAD A CAMBIO DE GANAR EN SEGURIDAD, NO ES DIGNA NI DE LO UNO, NI DE LO OTRO.

                                               A. Lincoln

La frase, atribuida al decimosexto Presidente del Gobierno de los Estados Unidos, a la sazón el primero en ostentar tal cargo como activo de las consignas de los Republicanos, parece, al menos como pocas responder a la vieja cuestión por otro lado tantas y tantas veces defendida desde estas mismas líneas, en base a la cual pocas son las cuestiones que realmente son dignas de lucir la etiqueta de novedosas, por más que el periodo en el que ejercen su control pueda estar, efectivamente vinculado a la realidad que nos es propia.

Sin embargo, basta un ligero repaso a esa misma actualidad, cuando no a la realidad en general, para comprender hasta qué punto la mediocridad, denominador común bajo cuya consigna se instauran no ya personalidades políticas concretas, sino más bien regímenes políticos enteros los cuales parecen competir en una alocada carrera sin sentido en la que la última sinrazón parece erigirse en la pionera en una suerte de Olimpiada del sin tino, en la que los primeros puestos de esa malograda clasificación, parecen estar todavía vacantes. Pero lo creamos o no, hay auténticas bofetadas por las medallas.

La situación, digna por si sola de acaparar no solo la portada de actualidad de cualquier semanario de humor de cualquier país de Europa; parece conducirnos hacia el perfil más propio de la ironía, de no ser por que sencillamente, es trágica. Así, en un ejercicio descabellado, en el que, repito, no podemos establecer con plena sensación de dominio qué es lo que verdaderamente responde a lo propio de la realidad, y qué lo por el contrario se ubica en los perfiles propios de lo rocambolesco; no hace sino aproximarnos de manera un tanto baga a la intensidad del surrealismo en cuyo seno se debate no ya la realidad, en tanto que tal, cuando sí más bien, y ahí subyace precisamente el peligro, la integridad de los individuos sobre cuya existencia, no lo olvidemos, recae la responsabilidad de mantener vivo este proyecto denominado Sueño Europeo.

Aparece así pues una vez más, y si cabe con mayores bríos, la sensación tantas y tantas veces rememorada en base a la cual será nuestra y solo nuestra la responsabilidad de que el mencionado sueño sobreviva. Cualquier intento de excusa plañidera a posteriori, vincula ¡cómo  no! a la acusación de incompetencia vinculada a la dejación de funciones desarrollada por nuestros políticos, que no ya gobernantes (de cuya encomienda hace ya tiempo que dimitieron) no solo no será atendida, sino que más bien dará lugar al bochorno generalizado en forma de chufla castellana toda vez que del mismo se extraerá además la firme conclusión de la negligencia desde la que a su vez se habrá conducido el ciudadano, otrora o de nuevo demasiado confiado en ceder a otros sus responsabilidades que se muestra incompetente hasta para reconocer tales conductas una vez éstas ya se han producido, pudiéndose así mismo reconocer sus consecuencias sin demasiado esfuerzo.

Así, entre comentarios propios de memos, como los atribuidos hoy mismo al Primer Ministro Británico vinculados a su voluntad de cierre sobre cierta red social, o las incongruencias morales pronunciadas por un Mariano RAJOY que hoy se ha empeñado en mostrar coherencia conductual para con lo que hasta ahora era solo incoherencia semántica; viajando como alma que lleva el diablo a Grecia no tanto a apoyar a los Socialdemócratas, como si más bien a apagar el incendio que se prevé masivo en toda Europa en forma de subimiento de Partidos cuya semántica de triunfo hay que buscarla en la ira crecida de la apatía de los ciudadanos. Curiosa la sensación que ha despertado el escuchar sus palabras en Rueda de Prensa. No se trataba solo de que no haya necesitado plasma. ¡Por un momento hasta me he hecho a la idea de que nuestro Presidente sabia hablar en público! Al final los hechos han catalogado tal afirmación como carente de razón a la vista de la realidad. Pero lo cierto es que ver a Mariano desenvolverse en un feudo en el que las cosas van todavía peor que en el suyo, que por cierto es también el nuestro, ¡me ha dado qué pensar!

Pero lo cierto es que una vez recuperada la compostura, lo único que nos queda es el drama que subyace a comprobar cómo todo, absolutamente todo se desenvuelve de acuerdo a una semántica por otro lado del todo estructurada.
Así y solo así podemos llegar a entender cómo en el momento adecuado, en el instante preciso, una sucesión de acontecimientos, a cada cual más lamentable en tanto que dramático, acude en su magnitud en ayuda no tanto de unas exiguas instituciones, cuando sí de unos desvencijados gobernantes los cuales han mostrado por otro lado de manera expeditivas sus carencias en pos de diseñar el modelo no ya para el que recibieron su encomienda, como sí más bien el que hoy resulta imprescindible para Europa.

De esta manera, la obsolescencia generalizada parece haber hecho presa generalizada no tanto en Europa, como sí más bien en el mundo entero justificando, cuando no promoviendo una abulia generalizada que llega a los ciudadanos en forma de apatía la cual se vuelve caldo de cultivo inmejorable para converger en un contexto a partir del cual considerar como viable la generación de cualquier escenario, de cualquier realidad.

Así, desde el instante del ya, introduciendo la variable tiempo, la que nos faltaba para completar este cóctel contextual, unos y otros se las ingenian para, mediante la barrabasada de la legislación en caliente, lograr meternos goles, cuando no abiertamente comulgar con ruedas de  molino, a la hora de hacer justificables condicionantes que de haber sido sometidos a la cuestión pública hace tan solo unos pocos días, hubieran sin duda recogido su premio en medio de merecidos pitos y chanzas.

Pero como decíamos, la situación tiene de todo, menos gracias. Así, situaciones propias de instituciones totalitarias, cuando no abiertamente fascistas, se habren hoy por hoy paso de manera no solo desvergonzada, sino francamente cargadas de absoluta autoridad. Y todo ello desde el vergonzante silencio de la mayoría. Un silencio espeso, agotador en tanto que agobiante, en tanto que se extiende como solo el toque a difunto sabe hacerlo por las calles de nuestros pueblos.

La pregunta es obvia: ¿Quién ha muerto? La respuesta es obvia, pues todos nosotros morimos un poco. Y lo peor es que lo hacemos de manera vergonzante, pues morimos como traidores al ser incapaces de plantar cara a un enemigo que en realidad nos resulta desconocido, aunque para defendernos de su potencial ataque hipotecamos de manera absolutamente real derechos y libertades que tal vez por ser del todo nuestros, en tanto que nos han sido dados, no estamos preparados para defender.

Hace ahora setenta años necesitaron de una Guerra para ponernos en nuestro sitio. Ahora, con trece minutos de disparos y setenta y dos horas de drama, les ha bastado para quebrar un modelo, el de las libertades, que si bien no era perfecto, sí que se asemejaba a lo mejor que podíamos imaginar.

Ahora que vengan a convencerme de que el mero paso del tiempo implica siempre, progreso.



Luis Jonás VEGAS VELASCO.

miércoles, 7 de enero de 2015

DETRÁS DE MÍ, EL DILUVIO

Esa es a todas luces la conclusión, que ni siquiera el desarrollo, que parece extraerse de la larga a la par que sucesiva concatenación de declaraciones y contradeclaraciones que se han producido a colación de una más que interesada filtración vinculada, no lo olvidemos, en un principio y sin más que a un rotativo; por más que éste sea alemán. Por más que las mencionadas declaraciones puedan pertenecer a la que parece ser la reencarnación de Dios en la Tierra, a saber la Canciller no del mundo, cuando sí más bien de los cielos, la Todopoderosa Ángela MERKEL.

Rechazando desde un primer momento la tentación de entrar a discernir sobre la viabilidad de tales declaraciones en lo atinente a sus desarrollos técnicos y funcionales, y justificando este rechazo en una conjunción de desgana y prudencia toda vez que la condición de realidad estrechamente vinculada al sector económico me lleva a confesar la solidez de mi ignorancia ante tamaña condición; lo cierto es que de lo que no me abstraigo por un segundo más es de mostrar mi absoluto rechazo ante la ingente marabunta de ¡silencios! que las mismas han traído aparejadas.

Es así que, tal y como suele ocurrir con la mayoría de las cosas que poseen en sí mismas cierta importancia hoy en día, la constatación de esa importancia viene a deducirse no tanto de lo aberrante de las declaraciones que provoca, como sí más bien de lo bochornoso del escandaloso silencio con el que son acompañadas.
Siguiendo si no con la misma, sí con parecida técnica, para comprender la magnitud de la, en este caso bomba mediática que sin duda las mencionadas declaraciones deberían haber provocado, hemos de proceder a sumergir nuestra nave no tanto en las intrincadas como sí más bien a todas luces procelosas aguas en las que se convierte el río de las lecturas en segunda derivada. Río de tránsito cada vez menos recomendable, no son pocos los que a pesar de acumular gran experiencia en el conocimiento de su discurrir, han terminado por sucumbir a su cada vez más turbulenta corriente. Una corriente traicionera, llena de remolinos impredecibles, en los cuales se esconde y regocija el devenir de la bestia que más que condicionada por la lectura entre líneas, se siente no en vano cada vez más fuerte, preparada para devorar primero y quién sabe si regurgitar después a su segunda víctima.

Es así que una vez se ha comido piezas menores, no en vano dirigentes políticos, partidos enteros después, han venido a constituir la que podríamos llamar su dieta de mantenimiento, nada ni nadie parece hoy por hoy competente para poner coto a semejante capacidad para fagocitar. Así, hoy no hace falta ser muy avispado para comprender hasta qué punto ha decidido que para saciar su apetito no le basta con el menú. En un salto de calidad, ha pasado a considerarse digna de comer a la carta. Su próximo plato, La Política, en sí misma, una vez que aliñada con esos silencios a los que antes hacíamos alusión, le hemos servido a la Democracia, de la que por cierto, no va a dejar ni los huesos.

Llegados a este punto, y una vez que el drama supera con mucho al cinismo, haciendo con ello más patente la desazón; se nos antoja del todo imprescindible ampliar la perspectiva de nuestras indagaciones toda vez que parece ya del todo evidente que otros son los verdaderos parámetros que desde un principio instigaron la que es ya que no un festín, como sí más bien una orgía a la que parecen haberse invitado todas las jaurías que vienen a componer una biodiversidad durante largo tiempo ignorada.

Entonces, de ser así, ¿dónde subyacen los condicionantes cuya verdadera alineación ha venido a desencadenar tamaño desastre?
Dado que sin duda hay que buscar un condicionante cuya proporción, bien sea en magnitud, o por integración con otros, permita evaluar su impacto en los términos conocidos, posicionados éstos además en un grado adecuado de afección tanto en términos de pasado, como por supuesto de presente y por ende de futuro, pocos son los elementos que tanto en el terreno de lo político, como por supuesto en el de lo económico, y en el de lo sociológico, pueden aspirar a responder a tal cuestión.

Es así que una vez más la crisis, en este caso no desde el talante propio del recurso de la justificación, como sí más bien desde uno de los propios que servirá a la postre para ayudar a entenderla en su más amplia expresión, se presenta de nuevo ante nosotros para convertirse en la fórmula integradora sin cuya pauta, muchos, por no decir la mayoría de los nuevos axiomas que comenzamos a percibir como grandes integradores de esta nueva realidad a la que inefablemente nos vemos abocados, parecen en realidad no solo tener sentido, sino que además, en un ejercicio propio de toda labor especulativa de esta magnitud que se precie; comienza a rodearse de una suerte de misticismo que se traduce en esa conocida sensación de, verdaderamente, no poder comprender qué hemos hecho realmente todo este tiempo sin ella.

Es así que la crisis justifica la falta de honestidad. La crisis justifica, cuando no predispone, para el pragmático ejercicio de la incompetencia.
Antaño, cuando de todo tuvimos, hasta el punto que de todo llegó a sobrar;  se dio el caso de que no es que hubiera más corrupción, es que sencillamente ésta se entendía, incluso se justificaba. Antes, cuando de todo sobraba, se dio el caso de que la incompetencia, verdaderamente, parecía menos grave…
Hasta el punto de que todo, se comenzó a perdonar.

Y aquí estamos hoy, enfrentados con una realidad en la que una vez digeridos los que fueron los aperitivos, hoy nos toca comprobar cómo se preparan para degustar los platos fuertes.

Pero claro, tal y como suele pasar, salvo en las bodas, mediado el segundo plato comienzan las miradas inquisitivas en pos de averiguar sobre quién recaerá tamaño dispendio. Dicho de otra manera. ¿Quién va a hacerse cargo de la cuenta?
Porque que nadie se despiste, ni mucho menos, que espere compasión ante el primer síntoma de debilidad.

Llegado el momento de hacerse cargo de la cuenta, es cuando nos toca despertar de este sueño precioso que desde el final de la Segunda Guerra Mundial viene siendo el mundo. Un mundo que se ha movido no atendiendo a Newton, cuando sí más bien a Keynes y otros por la sazón. Responsables todos ellos de trazar una broma macabra que para todos los que no tenemos las claves se resume en un concepto: Socialdemocracia.

Ha sido la Socialdemocracia la gran estafa del pasado siglo. Confeccionada como un gran bluf destinado a satisfacer las ansias de libertad y las coartadas que le son propias en Política a los Desheredados de la Revolución fallida, proporcionaba un paño de lágrimas imposible de rechazar a quienes habiendo constituido la mayoría otrora conservadora que había justificado cuando no abiertamente causado los desastres de su época en tanto que habían obrado activamente por el mantenimiento de las desigualdades; se cubrían ahora con el traslúcido velo de la compasión.

Pero claro, comprobar el mal resultado que dan los matrimonios de conveniencia, o dicho de otra manera, hacer gala de la certeza que da saber que no es bueno poner a la zorra a cuidar de las gallinas; mal que bien, y andado un amplio tramo del camino, podemos llegar a afirmar que el tiempo de las estafas ha finalizado. Sencillamente, porque la vaca no da más leche.

Pero en cualquier caso, de ingenuos sería suponer que los que mandan iban, sin más, a dejar de hacerlo. O dicho de otra manera más campechana, de tontos sería pensar que los que van a gusto en la burra vayan a bajarse así, sin más. O cuando menos sin dar la última batalla.

Y en esas estamos  precisamente. En la última batalla, o al menos, en sus antecedentes.

Una vez más, y como extraño presagio de un macabro ritual tantas y tantas veces representado, los dos ejércitos se alinean en el campo del honor. Cada uno muestra sus mejores armas, haciendo con ello honor de sus valías.
Sin embargo, al tratarse ésta de una conflagración global esto es, que viene repitiéndose desde  hace muchas épocas, corremos el peligro de que algunas variables otrora imprescindibles, puedan de facto, pasar desapercibidas.

Se trata en suma, de hacer bueno el tributo que “El Africano” a la Historia cuando en el desarrollo de los encuentros que precedieron a la Segunda Batalla de Zhama, afirmó que “las batallas no se pierden por el impacto de la fuerza recibida, como sí más bien por el efecto de la fuerza percibida.”

Y…¿Existe alguna percepción más dramática que el miedo, sobre todo si se consolida incluso antes de la batalla propiamente dicha?

Es así como todo, de repente, adquiere su sentido. En especial, el estruendo del silencio de unos, frente al gemir lastimero cercano al plañir que unos pocos aciertan a entonar.

El entierro se acerca, sin duda.


Luis Jonás VEGAS VELASCO.