miércoles, 18 de marzo de 2015

DE LA DEFINITIVA CONSTATACIÓN DE QUE YA TODO ES POLVO Y CENIZA.

Amanece un nuevo día. Azotados por los vientos siquiera matutinos, la todavía incipiente calenda, propensa a la esperanza vinculada al deseo de albergar lo justo, pasa lista a sus componentes. La rutina tiene aquí una de sus más duras facetas así, casi con deportividad, asume la falta a la obligatoria cita de algunos, presa que lo fueron de la constatación de que definitivamente, los miedos nocturnos ayer lo fueron a algo más, a algo que definitivamente les justifica, ahora ya sí, para siempre.

Pero no es lo único malo, ni con mucho lo peor, que aquí haya muerto un poeta, que allí lo haya hecho un músico. Ni siquiera que aquí nos falta algún Filósofo ¡coMo sí anduviéramos sobrados de los de semejante calaña! Lo peor, en contra de lo que pueda parecer dada lo absoluta de la condición que la muerte aporta, pasa por asumir que para los que quedamos vivos, solo lo peor puede quedarnos reservado, huyendo pues de nuestra cita con la Parca.

Porque solo así, enfocado no desde un aspecto melodramático, sino más bien desde el único aspecto al que nos dejan referirnos; bien pudiera ser que ni siquiera pronto, ni siquiera tarde, a lo sumo ya, que hayamos de comenzar a asumir la necesidad de comprender el mundo, el nuevo mundo…¿o resulta igual de adecuado decir el viejo mundo?
Porque al final, a pesar de todo, o más bien gracias al ingente compendio que el todo genera, será que podemos optar cuando no a comprender, sí a tratar de sobrevivir asumiendo que solo la ignorancia nos hará no en este caso librea, cuando sí más bien, a lo sumo, supervivientes.

Pero supervivientes de qué, dirán algunos. Pues de nosotros mismos. Porque nadie ha de confundirse, sobre todo porque el error a estas alturas no constituye una opción: Todos, inexorablemente una vez más, somos como nunca, o de nuevo cayendo en la paradoja como nunca, responsables de nosotros mismos.
Y puestos a escuchar que no a cantar las verdades del barquero, lo cierto es que una vez superadas ciertas limitaciones que por otro lado tenían claramente señalizado el peligro del que nos protegían, ya ni tan siquiera a la falacia del Tiempo que podemos hacer mención:

“¡Nefasto siglo éste y malhadada edad la que permite que campen por sus respetos éstas gentes! ¡Qué lejos quedan los tiempos en que la caballería andante imponía sus nobles fueros!”

Por si todavía quedase pues tentación de aportar sobre la variable Tiempo, ya fuera por su conveniencia o ingratitud, naturaleza de moraleja, decir nos queda que, si bien la fuente de tales palabra, que no de su mensaje, parece lastrada en el pasado, en un para algunos remoto pasado; lo cierto es que la esencia de las mismas resulta tan actual, que parecen no, están, dotadas de una absoluta actualidad.

Y por ende, que no por más, que su autor sigue de la siguiente guisa:
Pues nunca que caballero alguno atacó a traición ni por la espalda, porque de haberlo hecho, el baldón y la vergüenza más ignominiosa hubieran caído no ya sobre él, sino sobre toda su casta, y su pueblo todo. Por eso digo y repito que infeliz la época en que esto que ayer nos pasó puede pasar impunemente. (…) Ayer te digo y hoy te repito: la cobardía nada defiende, ni con ella pueblo alguno alcanzará la libertad.”

Sobradamente creo pues llegado el momento de retar a cualquiera, ya sea presente o pasado, me abstengo del futuro por estar éste desmedidamente hipotecado, a quitar una coma, ni con mucho a añadir un solo punto, a lo hasta ahora expuesto lo cual, que por más que parezca a la luz de las formas de adolecer de cierto humor a rancio, que dirían algunos; lo cierto es que por lo demás, en especial atenidos a la obligación semántica, no solo de pretéritos no hace ascos, cuando sí más bien que de la lección que de los mismos extrapola bien podrían beber los que hayan de pagar, más pronto que tarde, la hipoteca del mentado futuro, al que antes hacíamos distraída mención.

Porque si de locura parecía adolecer el otrora protagonista de encuentros en fusta y leal servicios, bendita la sociedad que en tales bríos podía osar verse representada. Hoy, al contrario, no es lo malo que la conducta sana sea la que va en detrimento de todo lo que se salga un tanto de la norma. Una conducta que ve como normal que se saque de su casa a familias con niños para luego subastar esas casas, otrora hogares, o que entiende (otorgando en tanto que calla) que los sus gobernantes se rían no ya a carcajadas, a mandíbula vatiente, cuando las nuevas leyes recién aprobadas sirven para meter en vereda, o directamente en la cárcel, a quienes osaron, porque de eso se trata ya, de verdadera osadía, no ya a enfrentarse a las autoridades cuando sí más bien a sugerir, que lo que está pasando, que lo que están haciendo, a lo mejor no está del todo bien. ¡Y para llegar a tamaña conclusión no han tenido que leer El Ingenioso Hidalgo!

Y aunque si bien es cierto que haberse granjeado la amistad de Don Quijote habiéndose mostrado digno de su confianza pasando con él al menos un par de jornadas no es un requisito imprescindible; no resulta menos cierto que la ausencia, digamos curricular de tamaños acervos, sí que sirve no para poner en solfa, cuando sí más bien para justificar a título de tentación confesa las voluntades de los que de manera más o menos velada, empiezan a clamar de manera disimulada (si es que tal convección resulta viable) de una suerte de voto censitario. ¿Alguien me da pues otra explicación cuando el alma se sonroja al comprobar el daño que hace constatar la certeza de la afirmación “urnas llenas de votos procedentes de la Ignorancia”?

¡No por favor, no empiecen a sonrojarse aún! Sean tan amables de esperar no tanto a que acabe con mis desarrollos, cuando sí más bien  con su paciencia. Aunque tampoco les garantizo evitar el efecto devastador que puede llegar a suponer que, pasado un rato, ya sea después, ya sea durante la exposición de mi sarta de tropelías; lleguen a considerar la posibilidad de que, aún de manera parcial, ustedes y yo pudiésemos estar de acuerdo, al menos en parte. Será entonces cuando podrán mostrar en todo su esplendor y valía, el efecto que mis desinencias procedimentales y semánticas les provocan. Vayamos pues con la mejor: ¿A alguien más que a mí le resulta el actual estado de clamoroso silencio la enésima muestra del estado de acogotamiento, castración física y no solo química, y depravación institucional, más que inconcebible; la constatación palmaria de que todo, absolutamente todo, está perfectamente orquestado?

Así y solo así, o si los prefieren de manera metafórica viendo cómo el Sr. Del Valle-Inclán monta en cólera por la malversación de caudal intelectual que supone ver a estos golfos ataviado con levita pervertir su imagen cuando no concepto de los esperpentos; que podemos rubricar “con firma que bien la hubiera envidiado un notario” (como la que Panza empleó para soliviantar el asunto de la Ínsula) como definitiva certeza la hasta ahora mesurable duda en base a la cual los pájaros disparan definitivamente a las escopetas.

Porque a título de conclusión, lo malo no es que España no tenga solución. Lo realmente sangrante por concluso, es que no tanto España, como sí más bien los españoles, no merezcamos ser salvados. No tanto porque la ruina en la que como cerdos nos revolcamos no responda sino a hechos perfectamente conocidos a la vez que juzgados, de los cuales insisto el presente es sentencia; como sí más bien al hecho de que como cerdos consecuentes, cuando no incluso agradecidos, que no dudamos en mostrar nuestro regocijo entre revolcón y revolcón.

Y si lo de el homenaje al porcino puede parecer excesivo, máxime cuando constatamos que al contrario de lo que ocurre con la mayoría de las personas, del cerdo se aprovechan hasta los andares; podemos acudir unos instantes a la granja de los équidos.. Allí, sin exceso de contemplación ni por supuesto elocuencia de menester, no tardaremos en encontrarnos por ejemplo con gallardos ejemplares plomizos, tanto por su color, como por lo oscuro de sus intenciones, los cuales por otro lado no dudarán en mostrarnos si nos dejamos, las bondades de los pastos que crecen en los pastos que configuran sus tierras. Pastos frescos aunque muy selectos, probablemente ni su cabalgadura ni la mía pueda congratularse de tan hermoso yantar; ubicados a los vientos de tramontada del Pirineo, concretamente en la vecina aunque no por ello menos desconocida Andorra.

Aunque como justa imagen no del actual escenario, como sí más bien de los que componemos el paciente plantel de extras, la que nos proporciona la cabaña bóvida porque ¿Acaso a alguien se le ocurre un animal mejora a la hora de apostar por el tamaño del “cuajo” que hoy por hoy hace falte no para aguantar a esta caterva, cuando sí más bien para no mandarlos a todos a…?


LUIS JONÁS VEGAS VELASCO.

http://cadenaser.com/ser/2015/03/18/videos/1426665442_231210.html?ssm=14092012-Ser-rs-1-Fb

No hay comentarios:

Publicar un comentario