miércoles, 11 de marzo de 2015

DE LA ESPAÑA SUJETA CON ALFILERES, A LA ESPAÑA SUSTENTADA SOBRE ESPEQUES.

Y todo ello sin abandonar durante un solo instante no tanto  la España, como sí  más bien la atmósfera propia no tanto del hoy por hoy conmemorado CERVANTES, como sí más bien del todo y por ello absolutamente inmersos en los escenarios que prestos parecen querer acudir a reunirse con los personajes que sin lugar a dudas le son propios y a la sazón, inmortales.

Porque dados en un momento en el que la incertidumbre parece ser el único recurso cuando no medio de cuya prestancia podemos estar absolutamente seguros; lo único que a estas alturas parece preconizarse en un momento como el que nos rodea pasa de manera a priori inexorable por comprender, cuando no por asumir, el grado de sinrazón, colapso y certeza de corcusido a partir de cuya comprensión poder albergar cuando menos la esperanza de merecer, en amplio sentido de la acepción, esto es la de ser dignos, de merecer algo mejor.

Porque a pesar de la constatación de certeza de la sensación de colapso que dentro de un mundo como el que nos ocupa, en el que por otro lado todo es precisamente percepción; lo cierto es que ni esa ni por supuesto muchas como esa, al menos en rango en disposición, pueden ni deben erigirse como excusas en pos de justificar no ya lo propio de los ruidos, cuando sí más bien lo clamorosos de los silencios con los que se ha venido a acompañar las declaraciones emitidas por nuestro insigne Ministro de Hacienda, para más seña Sr. MONTORO, el cual la pasada semana ni corto ni perezoso afirmó que: A estas alturas nadie puede obviar el hecho por el que parece quedar claro que lo único que puede convertirse en un problema capaz de obstaculizar el evidente tono de mejoría por el que pasa la Economía es, precisamente, el ejercicio de la Política.”

Una vez que las declaraciones han macerado, esto es han sufrido en carne propia el efecto por otro lado en la mayoría de los casos dulcificante de el paso de el tiempo; constatamos por otro lado dos únicas verdades. A saber por un lado las que pasan por comprender hasta qué punto ni tan siquiera un milenio es capaz de dulcificar cierta cantidad de hiel; en tanto que por otro lado lo que procede de constatar la sorpresa que en mí mismo produce el haber estado tanto tiempo sin bramar al respecto no sé si por las declaraciones en sí mismas, o más bien por el sonrojo que me produce el constatar la suerte de pacto de silencio que unos y otros han urdido, encaminado muy probablemente a que las mismas, hay que decirlo gracias a su crudeza cuando no manifiesta desvergüenza; pasen de una u otra manera desapercibidas.

Y aunque si bien lo cierto es que en la mayoría de las ocasiones el tiempo acabe por mostrarse como el bálsamo universal, de la experiencia extraemos el cómo a menudo ese mismo tiempo no hace sino convertir en vinagre lo que otrora fueron excelentes caldos, arruinando con ello la mejor de las fiestas si un descuido supera la acción del mejor de los sumilleres.

Abandonando así pues la metáfora, y entrando por ello de manera evidente en el mundo propio al esperpento, lo cierto es que cuanto más pienso en el calado y en la profundidad de las declaraciones efectuadas, no debemos olvidarlo, por un miembro del actual Gobierno; más se incrementa en mí la certeza que no la sensación de que sin el menor género de dudas muchos, y sin duda todos ellos de gran trascendencia habrán de ser los cambios a los que en breve, más pronto que tarde, todos habremos de enfrentarnos.

Porque de la múltiple compilación de realidades que pueden subyacer a las no menos numerosas interpretaciones de las que las palabras del Sr. MONTORO pueden ser objeto, al menos dos merecen para mí una especial atención. Por un lado, resulta evidente y no por ello menos significativo el degustar la píldora con la que uno de los miembros tecnócratas del presente Equipo de Gobierno se nos despacha en pos de satisfacer su triunfo máximo, el que inevitablemente pasa por constatar cómo la Política queda definitivamente subyugada a la Política.
Por otro lado, aunque no por ello menos importante, la actitud, ¿o deberíamos decir aptitud? devengada por el Sr. Ministro parece poner de manifiesto un hecho absolutamente contradictorio toda vez que resulta difícil de comprender cómo alguien que se siente no ya desvinculado sino abiertamente comprometido con la destrucción de la Política; se empecina en llevar a cabo los que no parecen sino denodados esfuerzos en pos de mantener no tanto al Sistema, cuando sí más bien el sillón, menesteroso símbolo de un Poder en que como ha quedado puesto de manifiesto, nunca se ha creído, no al menos si como tal consideramos el obligado cumplimiento para con el grado de compromiso que se espera en base al cargo.

Dicho lo cual, y ahondando en las palabras que hoy son objeto de nuestra disquisición, lo cierto es que de manera paradójica hemos en este caso de acudir al exterior, a la perspectiva para más seña, si queremos perseverar no tanto en la búsqueda de esencias, como sí más bien de las claves que nos permitan intuir el cúmulo de variables desde el que las palabras del Sr. Ministro pueden llegar a constituir una fuente casi inagotable de certezas, la mayoría de las cuales, como suele pasar con todo lo importante,  empezarán a mostrar la verdadera intensidad de su contenido macabro, dentro de mucho tiempo.
Es entonces cuando sin dejarnos arrastrar por el dramatismo circundante en pos del ya inminente Viernes 13, procedemos a constatar en la variable que indirectamente proporciona el contexto la que pronto se manifiesta como más interesante de cuantas variables pueden verse participadas en aras de tratar de hacer comprensibles las por otro lado ladinas declaraciones.

Es así que sin demasiado esfuerzo, contexto, dos mil quince y escenario de múltiples procesos electorales se presentan ante nosotros de manera “clara y distinta” que diría el precursor del Racionalismo para  hacernos un esquema, cuando no un croquis destinado sin duda a hacer comprensible incluso a aquellos que, bien por ser abiertamente duros de mollera, bien por padecer los influjos de quienes siguen preconizando las bondades de este Gobierno a título de materialización de las reformas como tal efectuadas, parecen querer ignorar, ya sea de manera consciente o inconsciente el hecho según el cual, tal y como todo parece indicar no se trata ya de que verdaderamente lo tenga harto complicado, jodido lo diría yo, para rememorar no ya otra mayoría absoluta, tan siquiera para obtener una victoria. El hecho que asusta verdaderamente a unos y a otros, y que les une en su silencio, pasa por la a estas alturas ineludible constatación de que no tanto las reglas, como sí más bien el marco desde el que la próxima y por ende las siguientes citas electorales que se plantearán este año, ha cambiado inexorablemente.

Y es ahí precisamente donde radica como parece a estas alturas evidente, el éxito de PODEMOS. ¿De qué manera si no interpretar el gesto de un Montoro que está dispuesto a sacrificarlo todo, incluyendo la Política, con tal de que los desarrapados no toquen pelo?
Éste y solo éste, incluyendo eso si la multitud de variantes a las que las mismas pueden dar lugar, constituyen el escenario desde el que posicionarnos para tratar de acceder a la sin duda nueva realidad a la que la formación todavía extraparlamentaria nos ha traído.

Una nueva realidad que mostrándose incluso ajena a los efectos de la manipulación, ya proceda ésta del escenario mediático o del electoral, pasa por la innegable constatación de que sin duda, algo, por no decir todo, ha cambiado y lo que es mejor, probablemente lo haya hecho para siempre.
Como en los mejores tiempos. Siguiendo al pie de la letra manuales escritos por los maestros de la utopía, los que pensaban que jamás nadie leería sus divagaciones; un nuevo proceso se ha puesto en marcha. Desde dentro, desde El Sistema, ha procedido con el desarrollo de todas y cuantas demandas sean necesarias para hacer saltar por lo aires al propio Sistema.  Lo ha hecho con paso firme, decidido, convencido de que nada volverá a ser igual.

Es así como PODEMOS, obtenga o no el que pueda ser considerado como un buen resultado electoral, ha conseguido dos cosas fundamentales. Por un lado ha puesto de manifiesto las debilidades de un modelo que por otra parte todos consideramos eterno en tanto que único.
En cualquier caso, tan solo el constatar el estado de nervios al que mucho están siendo conducidos, basta revisar por una y última vez las declaraciones ministeriales que han dado lugar a la presente disquisición, me llevan a dar por bien empleados los minutos empleados en la elaboración de la  misma.


Luis Jonás VEGAS VELASCO.

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