Puede parecer mentira. Incluso, tal vez hasta insólito. Pero
si nos detenemos siquiera un instante a contemplar qué periodos son los más
propensos a registrar actividad política, incluso revolucionaria, comprobaremos
sin el menor género de dudas que el mes
de abril encabeza sin duda la potencial lista
que en pos de contener tan importantes eventos, podamos llegar a construir.
La verdad es que, si lo pensamos con detenimiento, tal hecho
no solo no ha de ser sorprendente, sino que a medida que lo reflexionamos,
mayor es el número de procederes que no por estar ligado a la actividad humana
(la cual como todos sabemos se ha desvinculado de limitaciones naturales como pueden ser los instintos y las frecuencias de
conducta a los mismos asociados); no es por ello menos cierto que se halla más propensa a llevar a cabo
ciertos menesteres en ciertos momentos.
De parecida manera a como el ciclo natural vinculado a las estaciones vincula así mismo al Hombre a la propia tierra, obligándolo a
asumir ciertos preceptos ya sea en forma de periplos, o de procederes; no hace
falta ser tan diametral para encontrar otros aspectos cuyo vínculo es más cultural. Así, puestos a desarrollar trabajo de campo en materia social y
demográfico, resulta de obligado
cumplimiento resaltar cómo el pico de
natalidad que hasta bien superados los cincuenta se daba en España y que
ponía en aviso a las matronas de las maternidades de todo el territorio
nacional era fácilmente predecible, usando para ello los dedos de ambas manos,
pues para predecirlo bastaba con contar los nueve meses que habrían de
transcurrir una vez finalizado el periodo de Cuaresma.
No hace falta ser tan pragmático, o tal vez sí, ¡quién puede
llegar a saberlo! En todo caso, si bien El
Refranero Castellano, tantas veces expresión del Saber castellano afirma que “Altas
o bajas, en abril pascuas”; no es menos cierto que otras ocasiones han sido
si se prefiere más brillantes a la
hora de poner de manifiesto el papel que siquiera a título de contexto ha
jugado el mes de abril en la
conformación, desarrollo o percepción de los que acabaron por erigirse en
fundamentales momentos de la Historia Política del Mundo.
4 de abril de 1917. Palacio de Táuride. A su regreso del
exilio suizo el todavía solo líder
bolchevique Vladímir Ilich Uliánov (Lenin) recién llegado de la capital
(Petrogrado), es reclamado por la masa para que pronuncie el que podría ser un
discurso improvisado. Sin embargo, para nadie que por aquel entonces conociera a
Lenin, y para la mayoría de los que a partir de ese momento le incluyan ya en
el papel que de cara a la Historia habrá de jugar, la mera posibilidad de que
Lenin improvise algo tiene el menor sentido.
Más al contrario, el discurso servirá para que nuestro
protagonista vierta sobre el mundo lo
que él mismo determina como Las Veinte
Tesis del Mundo a saber, un conjunto de preceptos, normas y por supuesto
directrices de comportamiento llamadas en principio a continuar la que fuera Revolución de Febrero pero que, en
realidad, persiguen la superación no ya solo del Gobierno Provisional que sí
más bien del compendio de disposiciones transitorias que según los bolcheviques no vienen sino a poner de
manifiesto la debilidad de un régimen traidor toda vez que no es capaz de
proporcionar al Pueblo las consecuciones que en materia de bienestar y libertad
éste le exigió en el momento en el que facultó el derrocamiento de la Dinastía Romanov
y sus más de trescientos años de gobierno.
Muchos años después la pluma de George ORWELL (pseudónimo de
Eric BLAIR) vuelve a trasladarnos a Abril, curiosamente (o tal vez no tanto) a
otro cuatro de abril para participarnos los miedos de un Winston SMITH
totalmente sometido a los procedimientos de una sociedad que amparada en el dominio
presente y futuro no solo de los actos, más bien de los pensamientos y de toda
capacidad de pensar, se construye en “1984” .
“(…) Se echó para
atrás, y lo primero que tenía que pensar era si aquella era verdaderamente la
fecha. ¿Podía asegurar que en realidad era 4 de abril de 1984? Sin duda la
fecha bien podía ser aquella pero ¡Cualquiera sabe hoy con certeza en qué año
vive!”
Hechas y sabidas todas las consideraciones que resulten
pertinentes, dando especial relevancias a las que se empecinen en desacreditarnos
afirmando que utilizando de manera quién sabe si torticera elementos propios de
la Realidad, con otros procedentes de
la Ciencia Ficción
no logramos sino desacreditar la validez del contenedor llamado a almacenar
nuestras tesis; replicaremos diciendo que no en vano a menudo la realidad es
poco más que una interpretación resultante del devenir racional y moral de
personas que bien podrían estar influidas en ese o en parecidos momentos por el
proceder narrado en novelas como la que el propio ORWELL nos regala. De no ser
así, cómo considerar que el lema en ésta contenido, y que a la sazón vehicula
todo el drama psicológico desarrollado a lo largo de la novela, bien podría
formar parte de cualquier ensayo cuya
bibliografía fuera tan actual como real.
Pocos lo aceptarán. Pero más lamentable que tener que
levantarse ahora mismo para ir a consultar en la obra si la cita es correcta,
resulta el que muchos que no conocen a ORWELL bien pueden llegar a pensar que
la misma procede de cualquier panfleto, pasquín o incluso publicación seria
dotada de plena actualidad.
Y es ahí precisamente donde radica toda la esencia de la
reclamación que hacemos hoy. Una reclamación no basada tanto en la desaparición
del mes de abril, como sí más bien en el hecho de que los deseos, anhelos y
consecuciones protagonizados otrora por tantos y tantos, han desaparecido sin
dejar rastro. Porque no hay rastro de las demandas, ni por supuesto de que las
mismas hayan sido conseguidas. ¿Será a causa de la Ginebra de la Victoria? ¿O será por el efecto de la telepantalla?
En cualquier caso: EL GRAN HERMANO TE VIGILA.
Luis Jonás VEGAS VELASCO.
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