Cincuenta mil euros tienen la culpa. A eso se reduce al parecer el dilema. Cincuenta mil euros parecen ser en sí misma la culpa, y por eso ahora mismo el debate parece estar encaminado hacia cual debe ser la forma de recaudarlos en tanto que menos dolosa.
Definitivamente, a estas alturas, la responsabilidad política de Valencia y de los valencianos, no puede ni debe ser tasada en cincuenta mil euros. La verdad es que el hecho derivado de que su Presidente sea ya, ahora sí sin duda alguna, elemento que va a ser juzgado por un caso con indicios más que evidentes de Cohecho Impropio, tampoco puede quedar soslayado por el hecho de que este señor, en pleno proceso de instrucción de su cargo, acceda de nuevo a la presidencia del Gobierno de Valencia con una mayoría absoluta.
Citando a su anterior Cuestor en el Cargo, a saber el señor Aznar: “ Las mayorías quitan y ponen gobernantes, pero no pueden crear verdades” Qué gran frase, y que a tiempo.
Y en medio de esto D. M. Rajoy. No le arriendo las ganancias. De órdago hubieron de ser las llamadas de teléfono. Inimaginable el efecto del Sr. Camps declarando en los juzgados, aunque sea en los de su “íntimo amigo”, en pleno mes de octubre, en plena campaña electoral. Eso, unido al puck psicológico que lleva atesorado el ir a votar el veinte de octubre, verdaderamente hubiera sido demasiado, incluso para ellos.
Y de un alemán que resultó decisivo hace doscientos cincuenta años, a otros que lo son en la actualidad. Hoy se reúnen en Bruselas en Consejo de Emergencia los 27. La idea es atroz por lo sencilla. O salvamos el Euro, y la Política Económica Comunitaria que representa, o se va todo al demonio. Y de nuevo una alemana, en este caso su Canciller, es el óvolo en torno al que gira todo el orbe.
Y de nuevo la Banca, la nueva Banca. Bankia, y los sustos de salida a bolsa (El Sr. Rato estuvo a punto de comerse la campana), sin embargo vamos a ser sus cliente, aquellos que una vez lo fuimos de una Caja de ahorros, los que pronto empecemos a comernos los efectos de lo que supone estar en un banco. Se acuerdan de aquellos tiempos en los que teníamos nuestros ahorros en un banco. Teníamos participación en una obra social, que entre otras cosas llevaba por nuestros pueblos acción cultural. Ahora habremos de disfrutar con los nuevos colores.
A propósito, se acuerdan de esa otra empresa que, allá por 1996 se privatizó, incluyendo en su venta un monopolio de telecomunicaciones y una cartera de clientes. Al poco su Presidente fue nombrado mejor empresario del año. A lo mejor el Sr. Rato también recibe una recompensa.
Y mientras, a esperar el milagro, seguro que el mero paso del tiempo, trae asociado el progreso.
Luis Jonás VEGAS VELASCO.
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