jueves, 21 de julio de 2011

DE LA ÉTICA DE KANT, A CINCUENTA MIL EUROS DE CAMPS


Cincuenta mil euros tienen la culpa. A eso se reduce al parecer el dilema. Cincuenta mil euros parecen ser en sí misma la culpa, y por eso ahora mismo el debate parece estar encaminado hacia cual debe ser la forma de recaudarlos en tanto que menos dolosa.

Sin embargo, antes de que el discurrir de las palabras en el teclado, que a saber en redacción es el mejor paralelismo que se puede establecer respecto del tiempo, hemos de hacer todo lo posible por no caer en los dislates, cuando no abiertamente en los desmanes de aquellos que, bien por profesión, o bien en el ejercicio de ciertas obligaciones nunca lo suficientemente aprendidas, caen abiertamente en la necesidad cuando no en el descrédito derivado de hacer todo lo posible por convertir lo blanco en negro.

Muchos recordarán la imagen de una famosa tonadillera que, ante un hecho delictivo relacionado en este caso con un impago y posterior fraude a la Hacienda Pública, afirmó sin trauma alguno que, a una peseta que donara cada español, su deuda quedaría saldada.

Así, en términos de fácil comprensión E. KANT dice en La Crítica de la Razón Práctica, publicada a mediados del siglo XVIII, que la medida de la culpa, y en consecuencia el valor moral (y ético) del esfuerzo de restitución que es exigible, no depende del volumen del dolo. El daño ético, y por ende el moral, son absolutos en sí mismos, esto es, no son restituibles atendiendo a criterios de proporcionalidad, en tanto que la acción es mala o negligente en sí misma.

Definitivamente, a estas alturas, la responsabilidad política de Valencia y de los valencianos, no puede ni debe ser tasada en cincuenta mil euros. La verdad es que el hecho derivado de que su Presidente sea ya, ahora sí sin duda alguna, elemento que va a ser juzgado por un caso con indicios más que evidentes de Cohecho Impropio, tampoco puede quedar soslayado por el hecho de que este señor, en pleno proceso de instrucción de su cargo, acceda de nuevo a la presidencia del Gobierno de Valencia con una mayoría absoluta.

Citando a su anterior Cuestor en el Cargo, a saber el señor Aznar: “ Las mayorías quitan y ponen gobernantes, pero no pueden crear verdades” Qué gran frase, y que a tiempo.

Y en medio de esto D. M. Rajoy. No le arriendo las ganancias. De órdago hubieron de ser las llamadas de teléfono. Inimaginable el efecto del Sr. Camps declarando en los juzgados, aunque sea en los de su “íntimo amigo”, en pleno mes de octubre, en plena campaña electoral. Eso, unido al puck psicológico que lleva atesorado el ir a votar el veinte de octubre, verdaderamente hubiera sido demasiado, incluso para ellos.

Y en medio de todo esto, ahora quedan los marrons que habrán de tragarse los flamantes vencedores de las recientes autonómicas. Si el cabreo de la Sra de Cospedal ha de ser igual de flamante, ya no se habla de sus facturas, y la petición de inhabilitación para el Sr. Barreda no ha hecho ni ruido; ahora habremos de prepararnos para la carga de la Brigada Ligera. Como muestra, un botón. Esta mañana Dª Luisa Fernanda, recién nombrada Presidenta de Aragón, ha tenido que capear el temporal en el que se ha convertido su primera entrevista en Radio Nacional, con perlas como aquella según la cual (…) si bien ir a 180 por hora es un delito, el ser responsable de la muerte de alguien lo es también, y a nadie se le ocurre compararlos. Sra. Luisa Fernanda. Ud es tasadora de profesión, por ello ha de ser más responsable en sus catalogaciones relativas a las cuantificaciones. O dicho de otra manera, ¿Ve usted por qué es necesario leer a Kant?

Y de un alemán que resultó decisivo hace doscientos cincuenta años, a otros que lo son en la actualidad. Hoy se reúnen en Bruselas en Consejo de Emergencia los 27. La idea es atroz por lo sencilla. O salvamos el Euro, y la Política Económica Comunitaria que representa, o se va todo al demonio. Y de nuevo una alemana, en este caso su Canciller, es el óvolo en torno al que gira todo el orbe.

Y de nuevo la Banca, la nueva Banca. Bankia, y los sustos de salida a bolsa (El Sr. Rato estuvo a punto de comerse la campana), sin embargo vamos a ser sus cliente, aquellos que una vez lo fuimos de una Caja de ahorros, los que pronto empecemos a comernos los efectos de lo que supone estar en un banco. Se acuerdan de aquellos tiempos en los que teníamos nuestros ahorros en un banco. Teníamos participación en una obra social, que entre otras cosas llevaba por nuestros pueblos acción cultural. Ahora habremos de disfrutar con los nuevos colores.

A propósito, se acuerdan de esa otra empresa que, allá por 1996 se privatizó, incluyendo en su venta un monopolio de telecomunicaciones y una cartera de clientes. Al poco su Presidente fue nombrado mejor empresario del año. A lo mejor el Sr. Rato también recibe una recompensa.

Y mientras, a esperar el milagro, seguro que el mero paso del tiempo, trae asociado el progreso.

Luis Jonás VEGAS VELASCO.

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