jueves, 25 de agosto de 2011

DE LAS DESINENCIAS DE UN ESTADO QUE SE DICE LAICO, DE CUANDO LA BIBLIA Y LA CONSTITUCIÓN ESTÁN DEMASIADO CERCA (EN EL ESTANTE DE NUESTRA LIBRERÍA)


Una vez que los ecos de los pasos del Sumo Pontífice, en este caso ecos de pasos fuertes, qué duda cabe, han dejado de resonar, puede ser el momento adecuado no ya para hacer un análisis de su visita, sino para, de forma abiertamente interpretativa, exponer aquí algunas de las consecuencias que el mencionado viaje ha tenido, y de la miserias que ha puesto al descubierto.

Así, en primer lugar, ha de ponerse sobre la mesa el largo catálogo de controversias, sean estas graves en mayor o menor medida, sean estas o no proclives a la demagogia; que han ido apareciendo. Así, seriamente, no seremos nosotros quienes nos conduzcamos a través del argumento cuantitativo, esto es, quienes realimentemos la crítica del gasto económico.

Sinceramente, nosotros pensamos que el verdadero coste de esta visita es otro, un coste verdaderamente impagable, por haberse hecho en moneda no tangible, a saber cediendo en materias como las de la moral, la ética, o incluso las de la Política más profunda.

Me refiero abiertamente, al marcado carácter no ya institucional con el que se ha revestido la visita. Me refiero al bochorno que para algunos debería significar el verse prácticamente babeando al lado del Papa. Me refiero al deterioro a la figura del respeto político que ciertos Ministros y otras personalidades con marcadas responsabilidades, han sufrido, de manera ya definitiva, con ciertas manifestaciones, sean estas conscientes o no.

¿Cómo van ahora algunos Ministros a decirnos a nosotros que su compromiso para con el Estado (no lo olvidemos, laico y aconfesional, sigue intacto?

El nivel de esperpento alcanzado por algunos, me viene a la cabeza el protagonizado por el Sr. Portavoz del Ejecutivo intentando justificar la variable del denodado coste económico, sólo tiene justificación en el caso de que podamos garantizar que cosas más importantes y transcendentales, tiene narices el término dentro del discurso, se mantengan en realidad inalterables.

Pero comprobamos con decepción que no es así. Y lo hacemos de manera sorprendente, aunque con la Iglesia Española, y con algunos de sus eminentes representantes, es ya de por sí difícil sorprenderse. De entrada, ese eminente personaje, que es el Sr. Rouco, a caballo entre Richelieu y Torquemada, nos alumbra la mañana del domingo previo a la visita del Papa, con una entrevista luminosa, o tal vez iluminada, en la que entre cosas viene a afirmar, y no pongo comillas por aquello de que las citas las carga el diablo, que en España la Política se mete a menudo en asuntos sobre los que no tiene competencias. Citando ahora sí a un político curtido, cuyos devaneos con la Iglesia no sólo no son privado, sino que alcanzan el carácter de notorios “Manda güevos”

¿Se atreve alguien de verdad a decirme dónde estaríamos en este caso si el comentario lo hubiera hecho un Gobierno de Izquierdas, reclamando de la Iglesia que dejara de usurpar aquellas competencias que no le son propias? Pero claro, para eso hace falta un Gobierno de Izquierdas, con todas las consecuencias.

Porque si lo del Sr. Blanco fue de traca, lo de la Sra. Fernández de la Vega, experimentando sensaciones propias a las que Santa Teresa de Jesús expresó en algunas de sus obras, no hace sino poner de manifiesto lo peligroso que resulta permitir que la Iglesia Católica dicte no ya los campos sobre los que se desarrollará el juego, sino que directamente diga las normas que regirán ese juego.

Es que, tal y como dijo también Rouco. En España abiertamente existe un “gen católico”. ¿Existirá también un gen Musulmán en Arabia, en Egipto…en Siria? Pues si acudís a los manuales de cirugía, en el año 1099 usaban alfanjes y espadas de acero toledano para extirparlo, por ejemplo de Jerusalén. Espero que al menos hoy se usen bisturís.

Y estos son los señores que deciden entre otros sobre los Concordatos con la Santa Sede. Ya sabéis, ese conglomerado que no es ni un acuerdo diplomático, ni un tratado para la salvación de las almas propiamente dicho, pero que en general distribuye cosas muy físicas como son los millones destinados entre otros a financiar la Educación que en Colegios y Universidades Pontificias se lleva a cabo.

Pero bueno, como colofón a todo esto podemos acabar de nuevo con Rouco. El Papa se ha ido, y no ha criticado al Gobierno. Y ahora yo pregunto ¿Misión cumplida por ambas partes?

Y estos son los mismos que se sacan de la manga la Amenaza de Reforma Express de la Carta Magna.

Pero vamos a ver señores. Sinceramente me están diciendo que un motivo exclusivamente económico es la única manera útil para que haya “consenso”. ¿Dónde queda entonces la responsabilidad a la hora de juzgar su comportamiento en otras cosas mucho más importantes?

Y lo peor no es eso, lo peor es que la reforma, hecha a tres meses de las elecciones, nos arroja en manos del Liberalismo.

¿Cómo decirlo? Que Dios reparta suerte…que falta nos va a hacer.

Luis Jonás VEGAS.

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