jueves, 12 de enero de 2012

DE CUANDO LA ESTULTICIA ES LA JUSTIFICACIÓN DE LOS DESMANES.


En la diferencia entre Ciencia y Creencia es, en este caso la misma circunstancia en la que, aparentemente se encuentra la justificación al maltrato al que sus dirigentes, o por ser más precisos su insigne Presidente, están sometiendo a sus ciudadanos. Al menos en una cosa decía la verdad cuando no hace mucho, esto es durante la Campaña Electoral, afirmó que él no haría distinciones de trato entre aquellos españoles que le votaron, y los que evidentemente no lo hicimos. Nos está tratando a todos de imbéciles por igual.

No se trata ya sólo de que haya faltado ostentosamente a la promesa según la cual “...subir los impuestos no entraba en sus planes...” Se trata más bien de lo insultante de lo expuesto por la Sra Vicepresidenta en el transcurso de su última rueda de prensa con motivo del Consejo de Ministros, según la cual “...(el hecho de que el Sr. Presidente no hubiera comparecido) se debía a un mero tratamiento de economía de procedimiento...”
Sin entrar a valorar cómo sienta el hecho de que en Berlín sepan antes que en España cuáles van a ser las medidas a adoptar, en tanto que tan sólo interesa la valoración que allí se haga; lo normal es que, sin entrar tan siquiera a valorar el efecto que esto tiene en la valoración de la clase política, la mayoría nos sintamos insultados en tanto que seguimos considerando que por ser los receptores de esas políticas, tenemos pleno derecho a estar completamente informados de las mismas en todo momento.

Y precisamente ahí puede radicar la desazón que a la actual clase política le lleva a no plantear en sus justos términos la cadena de medidas a adoptar. Asta hace unos pocos días, y así lo planteamos en su momento, una de las causas que parecía justificar esta actitud, pasaba por aceptar que los políticos no podían asumir el hecho de que la población en general podía encontrarse hoy lo suficientemente armada como para plantearse abiertamente la posibilidad de enfrentarse con sus propios medios a la situación. Este nuevo horizonte partiría de la ecuación según la cual el soporte cultural de que disponemos se constituiría en sí mismo como elemento suficiente para dotar a la población de conocimientos que actuarían como medios a la hora de afrontar las decisiones políticas, asumiendo además de manera democrática y moralmente correcta, las consecuencias que de tales acciones se observaran. Esto, en sí mismo, y sin entrar en demasiados considerandos, conllevaría la desaparición, si no la reestructuración de la Política y de su categoría tal y como la conocemos.

Por más que esto sea lo suficientemente desagradable en tanto que tal, una nueva realidad se muestra ante nosotros con todo su esplendor, haciendo además en sí misma buena la teoría de que a menudo, “...el excesivo brillo de la verdad nos impide acercarnos a ella sin deslumbrarnos.” Me refiero al hecho de que, a lo mejor, y sólo por dar una idea, resulta que a base de no preguntar los políticos han logrado convencerse a sí mismos de que dada la evidente estulticia de los administrados, los cuales ni tan siquiera somos capaces de entender el valor de aquello que en realidad necesitamos, necesitamos abiertamente de la excelsa participación de la clase dirigente la cual, acudirá de nuevo presta al rescate una vez hayamos saldado la eterna deuda de gratitud que para con ellos hemos contraído.

Sólo así se entiende el hecho de que a nadie se le haya pasado por la cabeza la posibilidad de plantearse, aunque sea vagamente si una mayoría razonable de españoles estamos dispuestos no ya sólo a los sacrificios que se nos exigen, sino que yendo un poco más allá, podríamos encontrarnos con la sorpresa de que muchos no estemos dispuesto a sacrificios...para esto que ellos quieren. Porque, llegados a este punto, ¿Alguien puede decirnos seriamente para qué quieren nuestro esfuerzo?

La manida respuesta de que esto es lo mejor para nosotros, que ahora adopta la forma de que “...sólo así seremos capaces de salir de la Crisis, aunque vosotros todavía no seáis capaces de verlo...” aparte de poner de nuevo de manifiesto lo que hoy constituye el tema central de nuestra exposición, no hace sino marcar la relevancia que empieza a tomar una circunstancia que algunos llevamos ya varios años planteando seriamente. Si evidentemente todos queremos salir de la Crisis, no será que en realidad el lado por el que cada una de las dos facciones quiera hacerlo sí puede en realidad tener mucha más importancia de la que nos hemos atrevido a darle.
La cuestión es obvia, y supone volver a plantear una de las últimas cosas con sentido que el ex-presidente Zapatero dijo: “...así que nadie se despiste, no será lo mismo salir de la Crisis por la Derecha, que hacerlo por la Izquierda....” Dada la aparente habilidad demostrada por los teóricos de la antipolítica, según los cuales hoy por hoy Izquierda y Derecha vendrían a ser lo mismo, algunos afirmamos que nada más lejos de la realidad. Precisamente de las decisiones que se tomen en estos casos, y más concretamente del Prisma Ideológico que resulte vencedor, podremos hablar no ya de una solución adecuada o no a la Crisis, sino más bien de una solución cuando menos duradera.

Lo que vengo hoy a plantear es, en resumidas cuentas, que no podemos caer en el todo vale. Somos responsables no ya sólo de las medidas que tomemos, también lo somos de aquéllas que justifiquemos se tomen bajo nuestra autoridad cedida, de manera que se da la paradoja de que ahora, en los tiempos que corren nosotros hemos de ser los que nos responsabilicemos de los actos de nuestra Clase Política, contraviniendo con ello los más lógicos principios en los que se sustenta la Teoría de la Transferencia de Poderes que se sitúa a la base de nuestros principios ¿democráticos?
Hace no muchas calendas, provoqué, consciente o inconscientemente, algunos desasosiegos cuando especifiqué que “…la Democracia es tan sólo un método aceptado en pos del cual autorregulamos nuestra conducta de cara a aquellos con los que compartimos Espacio y Tiempo. Se equivocan los que adjudican a la Democracia en si misma, el valor propio y las atribuciones de un Elemento Moral.” Traduciendo la máxima, queda claro que un comportamiento no aparece revestido del ornato propio de la bondad moral, tan sólo por venir avalado por un comportamiento armónico con las prebendas morales del momento.

Y es precisamente la aparición de la variables Tiempo, en forma precisamente de lo vinculante que resulta ese ahora, la que se muestra ante nosotros como actor indiscutible. El nuevo Tiempo requiere de nuevas variables. Hemos de enfrentarnos a problemas viejos, con soluciones nuevas. Sin embargo, el exceso de novedad puede pillar a algunos a contrapié, tal y como ocurre cuando ves a la Derecha Liberal haciendo equilibrismo en la cuerda floja, de cara a justificar planteamientos que atacan de plano a la base de su ideario.

Y surge aquí la pregunta decisiva. ¿Están preparados para cargar con las consecuencias y los sacrificios qué, indudablemente habrán de hacer en el terreno conceptual, sin perder por el camino aspectos fundamentales? En una palabra, la traición a los propios ideales se paga, con hemorragias de votos, y con dramas epistemológicos.

Luis Jonás VEGAS VELASCO.

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