…Y todo se convierte entonces, en algo inherentemente
peligroso.
Termina la jornada, una jornada sin duda especial, en la
medida en que con las últimas luces dan, igualmente, sus últimos estertores una
jornada de huelga que como cualquier
otra que se precie, tendrá en el baile de
cifras, dependiendo siempre de quién sea el que las ofrezca; su primera y
más directa consecuencia.
Aunque alejado de cualquiera de estas posibilidades, en la
medida en que se trata de una mera apreciación objetiva, fruto de la mera
observación estadística, podemos decir sin sonrojo, para eso ya habrá sin duda
tiempo dentro de unas pocas líneas, que ésta jornada de huelga ha sido sin
lugar a dudas la Huelga de más contenido
político de las nueve Huelgas Generales que han acaecido en este país desde que
alcanzó la mayoría de edad, o sea desde que el Tutor cambió El Pardo, por la
Cruz (de los Caídos).
Por ello, y tal vez sin abandonar los paralelismos
políticos, podemos afirmar que no resulta del todo sorprendente que haya de ser
precisamente bajo el manto, opresor en
este caso, de un Gobierno de Derechas, donde no resulta del todo
sorprendente que se tengan que desarrollar acontecimientos históricos de la
índole de los que hemos comprobado, a lo largo del día.
Unos acontecimientos que si bien en sí mismos constituyen, o
al menos en opinión del que humildemente escribe, deberían constituir, motivo
de escarnio; no es menos cierto que, una vez son analizados con perspectiva
unitaria, proceden a arrojar una visión de las cosas todavía mucho más
desalentadora, a la par que preocupante.
Retornando por unos instantes a la valía del dato objetivo, habremos de decir que
ésta ha sido la primera ocasión en la
que a un Gobierno le hacen dos Huelgas
Generales cuando todavía no lleva un año en el cargo. De ser cualquier otro
el aquí y el ahora, o lo que es lo
mismo, de ocurrir esto en cualquier otro país, asociado a cualquier otro
Gobierno, sin duda que la constatación de semejante hecho traería
inmediatamente aparejado la puesta en práctica de medidas de análisis, cuando
no de abierta autocrítica, encaminadas cuando menos a vestir de lagarterana una situación que en otro país democrático,
he dicho democrático, bien podrían incluso levantar la mera sospecha de que algo se está haciendo mal, o al menos no todo
lo bien respecto de las expectativas que llevaron a ese Gobierno al cargo. Expectativas que se
basaron, o cuando menos se apoyaron en las consignas emitidas en un tiempo nada
lejano, periodo electoral, en el cual se desarrollaban consignas que incluso
formaban parte de un proceder denominado Programa
Electoral. ¿Les suena de algo?
En conclusión, una de las realidades que más han
diferenciado esta jornada de huelga de todas las anteriores, reside en el marcado
carácter político que la convocatoria
ha llegado a alcanzar.
Siempre hemos defendido lo que para éste que escribe es
corolario imprescindible de toda acción promovida por la
persona. Corolario que se resume en una máxima sujeta a
lo efímero, por su aparente simplismo y rotunda sencillez. Todo acto promovido por el Hombre en tanto que Ser Social, adquiere la
innata condición de Acto Político.
Mas en el caso que nos trae hoy aquí, semejante afirmación
tiene ineludiblemente aparejadas consecuencias mucho más consecuentes. La
jornada de huelga que ha expirado llegados ya estos instantes, llevaba impreso
en su genoma la condición de huelga
general no en tanto que afectaba en su convocatoria a todos los estamentos
productivos y profesionales de España. La Huelga era general en la medida en que representaba una oposición frontal e
incluso desaforada contra LA MANERA QUE EN
GENERAL, EL PARTIDO POPULAR HA DEMOSTRADO QUE ES SU FORMA DE ENTENDER Y HACER
POLÍTICA DESDE QUE “RECONQUISTARA” DE NUEVO EL PODER, ALLÁ POR NOVIEMBRE DE
2011.
Resulta por ello poco menos que imprescindible que cada uno
de los actos que han tenido lugar a lo largo del día de hoy, reciban su
validación dentro de un contexto inevitablemente político. El que procede de
constatar que a estas alturas, es en La
Política y en sus políticos, donde se concentran la mayoría de los problemas de
España.
Semejante afirmación, ni es populista, ni adolece de los
errores propios de estar motivada en la consecución de objetivos ocultos. Procede sencillamente de la observación que a
diario se puede hacer de un hecho tan aparentemente preceptivo, como
desgraciadamente típico, cual es la degradación progresiva de la relación
existente entre el Pueblo, y sus
representantes.
Lejos de promover desde aquí un sesudo análisis de los preceptos que ineludiblemente han de
materializar tales relaciones, si que por otra parte constataremos el hecho de
que tal degradación procede del paulatino distanciamiento al que ambas
realidades, administración y administrado, se han sometido recientemente. El
desprecio y la apatía con la que el pueblo se ha demostrado hacia sus
políticos, ha sido recompensado por éstos con la más absoluta desafección. Una
desafección que inevitablemente ha degenerado en la recuperación de cánones otrora superados, en base a los cuales el Pueblo recupera, al menos a los ojos
de sus políticos, su previa condición de chusma. Una chusma que en el cómputo
de su máximo recurso, a saber la ignorancia, no es capaz ni tan siquiera de
saber, qué es aquello que en realidad más positivo habrá de resultarle. Y de
ahí, al gobierno mediante decretazos, hay
un espacio pequeño, que muy poco cuesta recorrer.
Con ello, bien podemos concluir que la de hoy no ha sido
necesariamente una huelga contra algo concreto. No se iba contra los
Presupuestos Generales del Estado. No se criticaban en concreto éste o aquél recorte. La realidad palmaria dice que contra lo que se cargaba era contra el Gobierno encabezado por D. Mariano RAJOY, y
en especial contra la palmaria situación de desprecio con la que viste todas y
cada una de sus acciones en tanto que Presidente del Gobierno de España.
Es así, mucho más que una Huelga Política. Es una huelga con la que se pretende poner de
manifiesto que no se puede gobernar en
contra del pueblo. Una huelga que pone sobre la mesa la certeza en relación
a la cuestión del valor que puede tener una forma de gobernar, aparentemente en
pos del bien común, cuando en cumplimiento de las propias medidas, el común ha sido eliminado por hastío
progresivo.
Pero lo más clamoroso de la jornada, al menos a mi entender,
ha sido la constatación de lo que por otro lado era una certeza. La
constatación de que todos los que conformamos este país, estamos artos de que
se nos tome por cretinos. Cretinos que, siempre desde la óptica de D. Mariano
han de mostrarse agradecidos con el disfrute de las migajas que unas veces él, u otras la Sra. MERKELL , tienen
a bien deslizarnos, tal y como hoy ha hecho el Sr RHEIMN, responsable de le UE
quien ha venido a relajar el terreno paras el encaje de las reformas.
Y mientras, crece de manera exponencial la certeza entre la
gente de que esto, definitivamente, ha dejado de funcionar. Constituye tal
observación una preocupante certeza, desde el momento en que cada vez de manera
más acuciante comprobamos el desencanto manifiesto entre la gente, sobre todo
entre los jóvenes que en realidad no hemos hecho sino disfrutar unos
privilegios que nos han sido dados por otros. Unos privilegios que en realidad
no son nuestros, y de los que ni tan siquiera conocemos los procedimientos que
se desarrollaron en pos de su consecución.
Por eso, es muy probable que este Gobierno no haya valorado
suficientemente las nuevas e irreversibles posibilidades que se pueden abrir en
el caso de que esa generación aludida, dejemos de considerar como suficientes
por obsoletos medios de protesta tales como las huelgas, y acudamos a otros más
específicos.
Luis Jonás VEGAS VELASCO.
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