miércoles, 21 de noviembre de 2012

DE RAJOY, LA DERECHA, LAS CRISIS, Y DE LA COHERENCIA IDEOLÓGICA COMO ÚNICO RESPALDO.


Aunque pueda parecer mentira, ha pasado un año. Un año de aquella fecha, veinte de noviembre, sin duda elegida con atinada mano simbólica. ¡Lástima que no podamos decir lo mismo de la capacidad cerebral!

Un año de ostentación de poder, que no de acción de gobierno, en el que desgraciadamente han sobrado las ocasiones, y nunca han sido desaprovechadas las ocasiones, en el transcurso de las cuales demostrarnos, principalmente a los que nos mostrábamos un pelín lentos en entenderlos, que de una manera u otra, ya nada volvería a ser igual.

Porque Señoras y Señores, la Derecha ha vuelto, y su pretensión es quedarse. Y lo peor no está sino en el hecho de que tal tropelía, por primera vez en mucho tiempo, no la han hecho ellos. Ha sido mucho más sencillo, se lo hemos permitido nosotros.
Soy netamente consciente de que muchas de las cosas que digo no son políticamente correctas. De la misma manera soy consciente de que somos unos pocos, tal vez irresponsables, los que ponemos voz a pensamientos que circulan por la razón de muchos que, tal vez por prudencia, o por cualquier otra de las múltiples formas que hoy por hoy adoptan las limitaciones, no pueden ni tan siquiera aceptar lo que piensan. Sin embargo, no es menos cierto que muchos de esos que guardan silencio, siguen sin entender todavía hoy cuántas cosas han tenido que hacerse rematadamente mal en España, para que vuelva a gobernar la DERECHA CAVERNARIA.

Dentro de esa serie de argumentos a los que arriba hacía mención, he de traer hoy especialmente a colación aquél según el cual poníamos en relevancia el hecho, aparentemente por todos compartido según el cual para que en este país volviéramos a ver a la Derecha en el ejercicio del poder, sería condición imprescindible que el mismo se alcanzara mediante la obtención de una mayoría absoluta.
En términos conceptuales lógicos, esto es aplicando la matemática de la lógica al razonamiento electoral, semejante afirmación podría consensuarse en la firme convicción de la absoluta imposibilidad de que semejante situación volviera a repetirse, al menos si nos ceñíamos estrictamente a la aplicación completa de la coherencia de pensamiento. En otras palabras, nada podía hacer presagiar que la Derecha, fuese cual fuera la forma que adoptara, podría volver a sustentar las riendas de este país.

Pero entonces, ¿Qué magnitud tiene el cataclismo que nos ha traído este aquí, para sumergirnos en este ahora?
Llegados a este punto, muchos estarán ya deseosos de acudir al sempiterno palo que para mediocridades, estulticias y miserias (sobre todo morales) la acechante crisis representa. Mas es entonces cuando hemos de plantear si cabe, con más juicio la fatal cuestión: ¿Quién es más culpable del actual estado de las cosas? O dicho de otra manera, ¿De qué posición ideológica se encuentra más cercana, el actual estado de las cosas?

Porque sí. Verdaderamente, una vez comprobado el lamentable estado al que hemos permitido sean conducidas todas las cosas, es cierto, por no decir definitivo, que resulta obligado, cuando no saludable, comenzar a desprendernos de esos tantas veces identificados velos que, en forma de tabúes, nos han impedido hablar no sé si con razón, pero sí sobradamente con propiedad, de los grandes problemas que acucian al país.
Así y sólo así, podemos entender que el silencio haya tapado a lo que en verdad deberían ser clamores; que el polvo haya logrado enterrarlo todo. En una palabra, que la desidia haya logrado hacernos dudar, hasta casi olvidar, nuestro pasado más cercano, y por eso el más hiriente.

Así, y sólo así, podemos entender que aquél ambicioso proyecto iniciado por José María AZNAR, y que puede resumirse en el intento de redefinir una nueva Idea de los modelos conservadores que hay en España, aglutinando para ellos ramos tan aparentemente sui géneris tales como Falange, junto con los moderados de Primo de Rivera, todo ello bajo el amplio paraguas que ofrece la teoría liberal. Y lo peor no es que lo haya logrado, es que por medio de otro gallego, hemos vuelto a permitir que se encumbren.

Las principales causas, como ocurre siempre en estos casos, no hay que buscarlos en sus aciertos. Subyacen más bien en los errores del contrario.  Y como en todas las grandes ocasiones, en la base de tales errores hemos de buscar los contenidos ideológicos, aquéllos que, en el caso que nos ocupa, más han de doler porque ¿de verdad es comprensible que España sea de Derechas?

Evidentemente no lo es. Por eso, la única opción que nos queda para justificar el alza de la Derecha, pasa inexorablemente por el acuciante hundimiento de la Izquierda. Un hundimiento que tiene su base en la permisividad con la que hemos permitido no ya que nos derroten en el terreno de la ideología. La realidad demuestra que les hemos consentido que arrebaten del discurso cualquier prebenda histórica, moral si me apuran. Y todo ello en pos del mantenimiento de una estabilidad del discurso que una vez más, tan sólo por ellos se ha visto amenazada.

En definitiva, nos han derrotado. Las pruebas, éste año, en el 20N no han necesitado ni hacer desfile de conmemoración, se ve que el que tienen en Moncloa satisface sus deseos más profundos.

En definitiva, puede que el orden en el aparente caos, pase inexorablemente por la coherencia ideológica.

Luis Jonás VEGAS VELASCO.

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