Una vez que la noche va poco a poco poniendo fin a la que no
ha sido sino una petulante jornada, vemos como el otrora enajenante efecto de
la noche sirve en esta ocasión para reconfortarnos en el otro, su sinónimo, el
del silencio; a cuya atención sin duda nos encomendamos buscando por un lado
purgar nuestras culpas, no sin antes exigir a los que se dicen nuestros representantes, de entrada, un
poco más de respeto.
En un tiempo, que no tanto en un presente, en el que
definitivamente todo vale, el arranque de la Legislatura ha sido el escenario
perfecto para que unos y otros escenifiquen respectivamente sus anhelos y sus
bochornos; olvidando, quiero pensar que voluntariamente aunque solo sea para
evitar el primer sofoco, que si están ahí es precisamente porque el enésimo
movimiento de una partida que empezó hace casi cuarenta años sigue, ya sea de
manera consciente o inconsciente, proporcionándonos cuando no entretenimiento
sí al menos esa forma de placer nervioso que identificamos por ejemplo con el
comprar el último boleto de lotería justo antes de que cierren la administración. Ya
se sabe, ¡no sea que vaya a ser que hoy sí, toque!
Es así como entre nuevos
grupos y viejos grupos, entre viejas
formas de entender la política y nuevos
políticos dispuestos una vez más a demostrar que efectivamente aún no la
entienden; es como el Congreso, salvo los
leones y por qué no decirlo, algunos Diputados sobrecogidos aún por la
sorpresa no tanto de ver a un niño en el Escaño con su madre, como sí más bien
por la que produce ver a un nuevo
corrupto sentado en el gallinero el tiempo justo para obtener la condición
de Diputado, y con ello la inmunidad a la que tal grado da derecho toda vez que
no aspires a ser nombrado “Infanta de España” o a contar con el beneplácito del
Fiscal Sr. Horrach; han empezado hoy la
jornada, me gustaría decir que temprano, en cualquier caso desperezándose.
Testigos sin duda de una ocasión única, los españoles hemos,
una vez más, ejercido de tales, y nos hemos detenido en lo anecdótico,
condenando multitudinariamente al olvido sonidos e imágenes, e incluso
silencios muchas veces no ya menos importantes, a la sazón yo diría que mucho
más reveladores, enturbiando con un ejercicio ya no me atrevo a calificar si de
ignorante o de cínico, lo que nuevamente supondrá el comienzo de una nueva y
¿larga? etapa, en la que nuestra salud, nuestro dinero, e incluso tal y como se
han empeñado en demostrar en los últimos años, nuestra integridad moral,
correrán de nuevo un serio peligro.
Con todo, o más bien a pesar de todo, la petulancia y la
chabacanería, lejos de desaparecer, evolucionan. De otro modo, la conducta de
ciertos de sus Señorías correría el
riesgo de ser tomada, cuando no interpretada, como propia de 2vulgares cualquieras” rompiéndose con
ello la leyenda si no el mito al que
muy en el fondo una mayoría de los
tales en realidad tiende, esperando no tanto el disfrutar del hecho de sentarse
en su Escaño, como sí más bien el fardar este finde con sus colegas en el
parque echando unas birritas.
Porque en el fondo, me gustaría decir que, muy en el fondo,
lo que está en juego no es ya si cualquiera de nosotros tiene o no aptitudes
para ocupar uno de esos sagrados
asientos, hecho que por supuesto no solo no pongo en duda sino que más bien
al contrario refrendo neta y absolutamente convencido. De lo que curiosamente
no estoy tan seguro es de la respuesta que procede de analizar la cuestión de
hasta qué punto la actitud de la que parten muchos de sus Señorías es no ya la más adecuada, cuando sí más bien una
totalmente contraproducente.
Señores, una vez abandonado el escenario propio de una cita
electoral, a lo que todos aspiramos, y de lo que algunos no nos cansaremos de
repetirles, es de dejarles claro que les hemos elegido para que generen ideas,
no para que hagan pesadas digestiones. Esperamos por su bien, así como por el
de todos, que empiecen a usar el cerebro, no el aparato digestivo.
Para los que llegados a este punto piensen que exagero, les
reto a que analicen conmigo el proceso a partir del cual se ha ¿gestado? el que
los líricos del lenguaje político se han precipitado en llamar El Primero Gran Pacto de la Legislatura.
Lejos de personalizar, aunque en este caso creo firmemente
en la importancia de la siempre exigible calidad humana en especial en la
persona del que está llamado a ocupar la tercera Autoridad
del Estado; lo cierto es que tras desmenuzar
la manera mediante la que se ha llevado a cabo el proceso, me atrevo a
decir que no ya tanto el sistema digestivo cuando sí probablemente el excretor
ha sido el elegido a la hora de poner en
suerte a los protagonistas.
Lejos de festejar una hermosa faena, y retrotraída la acción
a la metáfora de la tauromaquia, la elección del socialista, lejos de ser digno
de consideración, no ha sido más que un hurto de lo que en cualquier otro
momento habría estado llamado a ser la
faena del año. Dicho lo cual, y sin menguar un ápice la atención sobre los
maestros así como sobre sus respectivas cuadrillas una y solo una es la cuestión:
¿Repetirán faenas como la de hoy en otras plazas, no ya en otros lugares como
sí más bien en otros escenarios? La opinión de quien les habla, que si bien ni
sabe ni gusta de toros, sí disfruta como el que más de los lances que preceden
a una suerte de honor, siendo por ello
que se lanza a presagiar una hermosa
tarde llena de arte, que pasa por la consideración de que, efectivamente,
algunos, los de siempre, han firmado por
la Feria completa.
Una Feria completa que, lejos de escapar de los tópicos, los
acentúa. Es así como los señoritos
andaluces disfrutarán no ya solo de su propia Feria, sino que muchos
estarán destinados a hacer faena en
sitios y momento que no les son, en absoluto propios. Así, ya no es que
primeros espadas andaluces esperen a tomar la alternativa en San Isidro, es que
muy probablemente La Sultana se
encuentre en tales momentos digna y netamente capacitada no tanto para pedir plaza, como sí más bien para presidir la corrida entera.
A pesar de todo lo rocambolesco de los hechos, y por
supuesto de los lances que desde el lenguaje de lo posible se escenifique, lo
cierto es que la física se impone, máxime cuando hablando como lo hacemos de habitas contadas, para que entren unos,
otros tienen inexorablemente que marcharse.
Es entonces cuando el Fenómeno
Cásper, descrito en este caso como el que se produce cuando todo el mundo
salvo el muerto sabe que lo está; se convierte en la piedra de toque a partir
de la que tratar no tanto de comprender, a lo sumo tratar de explicarse, el
tremendo barullo en el que el Partido Socialista ha logrado meterse.
Para no aburrir a la concurrencia resumiremos la situación
acudiendo a las consecuencias. Así, el PSOE ha logrado generar la Tormenta Perfecta.
En el caso de querer embarcarse en el improbable ejercicio
de formar gobierno, se encontrará con que más allá de los impedimentos
cabalísticos descritos en la precisión en la que se traduce contar con apenas
90 escaños arrojarán, más que impedimentos aritméticos, los propios de tener
que comprender que estás yendo en contra del mandato que tus electores te
hicieron, el cual no lo olvidemos se traduce precisamente en verificar qué se
puede y qué no se puede hacer con tus votos.
Ahora bien, si aprovechando digamos la clarita, se siente la tentación de acudir a la llamada
de un posible Frente Nacional esto es, a una alianza formal con el Partido
Popular, a lo que el PSOE puede enfrentarse no es ya a la contemplación de la
desbandada de sus afiliados, con lo que el PSOE puede llegar a enfrentarse es a
tener que responder a una sola cuestión, la que pasa por verificar la manera
menos dolorosa de extirpar un carnet de afiliado de entre los ojos cuando ésta
ha sido arrojado contra la testuz de un Secretario General utilizando para ello
la técnica con la que los Ninja arrojaban
sus mortíferas estrellas.
Nos queda así pues la tercera y última opción, la que
denominaremos opción pasaba por aquí. Tal
y como los más avispados, a menudo los más malos, habrán imaginado, es la que
pasa por constatar el fenómeno por el que aquella joven sobrina de sacerdote de
pueblo quedó embarazada: “Ya sabe doctor. Me tropecé, me caí, y fui a dar con
mis huesos sobre mi tío, que plácidamente dormía.” Salvadas las mofas, la
opción se reduce al asentimiento por omisión, o sea, a permitir la definitiva
elevación a los altares del Sr. Rajoy, en este caso, por omisión, la cual se
manifestaría en una suerte de abstención.
Algunos dicen que es la única opción que le queda,
personalmente creo que las carcajadas van a oírse desde Nueva España pasando, ¿cómo no? por el Puerto de Palos.
Dicho lo cual algunos bien podrían, o podríamos, valorar
seriamente la opción de emigrar.
Luis Jonás VEGAS VELASCO.
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