miércoles, 22 de febrero de 2012

DE CUANDO SOMOS NADA MÁS QUE SOMBRAS Y MIEDOS. POLVO AL POLVO, Y CENIZAS A LAS CENIZAS.


Llegados a éste, el preciso momento en el que acaba la jornada que da paso a la Cuaresma, época cristiana por excelencia en la medida en que es la elegida para ser consagrada al sufrimiento, como sabéis el catalizador máximo que las religiones erigen en definitivo consolidador de las prebendas elegidas en pos de los grandes premios que se prometen a sus fieles, eso sí sujetando su disfrute a la inexcusable necesidad de haber muerto previamente, comprobamos, de pasada eso sí, dónde radica el motivo por el cual la tradición cristiana “ha permitido” la supervivencia de la que puede considerarse como una de las pocas, si no la última, de las fiestas paganas que ha sobrevivido al trauma cultural que el Cristianismo ha supuesto, por los siglos de los siglos.
Precisamente, es muy posible que el motivo según el cual la fiesta sobrevive, haya que buscarlo, precisamente, en el hecho de que al final, sea Doña Cuaresma la que vence, arrastrando de nuevo a Don Carnal al buen camino, alejándole del desenfreno que en esencia desarrolla el carnaval, que a estas alturas ya ha llegado a su fin.
Un carnaval que, por otro lado, se constituye como el gran canalizador de las tensiones humanas. Por definición, el símbolo de orden y control en el que se constituyen las estructuras sociales, una vez reconocida su incapacidad para hacer frente a las obligaciones que de todo esto se derivaban en tanto que no disponen de los mínimos medios imprescindibles, ceden su autoridad, y por ende su voluntad, a la única estructura que por aquél entonces ya disponía de los medios, a saber, la Iglesia. Una Iglesia que, por otro lado, rápidamente comprende que para mantener el orden, o la aparente ilusión de la existencia del mismo, no le será suficiente con abusar de la fuerza, o aprovechar la ventaja que le proporciona el analfabetismo imperante en las masas, inexcusablemente necesitará de hacer una especie de cesión de autoridad que se manifiesta en la reconducción de la festividad de las Saturnalias Romanas. Una fiesta en la que el desenfreno sirve para soliviantar primero a las masas que, pasado el atracón, vuelven sumisas al redil, agradecidas tras la experiencia de que incluso se endurezcan las penas de las que eran víctimas.

Te marco con ceniza, para que no olvides que polvo eres…

Mas en esta ocasión las calendas han sido un poco traviesas. Así, a hurtadillas y casi sin quererlo, nos metemos de nuevo en las conmemoraciones del funesto 23-F. Un nefasto día que, en este caso y por primera vez en bastantes años. Transcurrirá con La Derecha en el Poder. Una Derecha, representada en el Partido Popular, que se verá una vez más a lidiar con la insidiosa obligación que a menudo en Política se da, de tener que contentar a todos, a pesar de que sus objetivos puedan llegar a ser abiertamente enfrentados. En un interesante artículo publicado el pasado sábado en el Diario El Mundo, dos prestigiosos estadistas, miembros honrosos de la categoría del mencionado periódico, y por ello nada sospechosos de rojerío, llegaban a la, a mi entender inefable conclusión, de que el porcentaje de voto de ultraderecha que ha sustentado entre otras la reciente victoria del Partido Popular en España, supera ya el 26.9% de su electorado.
Eso suele pasar cuando el sálvese quien pueda te lleva a poner una vela a Dios, y otra al Demonio.

Acudiendo tan sólo a la regla de atribución de formas y fondos, cierto es que algunos esperábamos un giro en la intensidad con la que se llevarían a cabo los comentarios relativos a eso, a la forma y al fondo de las relaciones y consecuencias de los actos acaecidos en el transcurso del intento de Golpe de Estado. Evidentemente, semejantes comportamientos no suscitan los mismos comentarios entre las derechas, que entre las izquierdas. Sin ir más lejos, los respectivos acólitos, que en el caso de la derecha son identificables sin el menor esfuerzo entre Iglesia y elemento castrense, bien podrían hoy, sin el menor esfuerzo, arrojar luz sobre el asunto. Sin embargo, hemos de reconocer que no ha hacho sino sorprendernos la fuerza con el que éste cambio en la dirección de las acusaciones se ha llevado a cabo. Así, elementos cercanos no han dudado en atribuir, también a la izquierda, la culpa relativa a las circunstancias en las que el conato se llevó a cabo. Y citan para ello una determinada obra, escrita por un determinado autor. Estimados señores, sin el menor ánimo de ofensa, creo que la práctica totalidad de la literatura obrante al respecto, describe los acontecimientos de manera bien distinta. Además, convendría no olvidar que la mano izquierda de Dios, el ejecutor del acto, está plenamente identificado en todos los conceptos. ¿Por qué no van y le preguntan?
Acudiendo de nuevo a la estrategia según la cual los gritos agrandan la verdad, citando de memoria el Antiguo Testamento, cuando la ira de Dios decida caer sobre la ciudad de Jericó, el populus ha confundido al ejecutor de la mencionada. Así, no fueron las trompetas las que demolieron las murallas. Las trompetas tan sólo se hacían sonar para mantener en secreto la pronunciación que de el verdadero nombre sagrado de Dios, el Sumo Sacerdote hacía, provocando con ello la caída de las murallas, en tanto que las trompetas mantenían éste nombre, y por ende la verdad, alejado del oído del pueblo. ¿Es así como suenan las nuevas trompetas?

Y siguiendo con las maldades que las calendas llevan implícitas, resulta curioso como este jueves, 23 de febrero, es también el elegido para desarrollar el último acto de los tres de los que se compone la Tragedia del Juez Garzón. Éste jueves, los órganos conceptuales preceptivos, borrarán al juez de su condición, privándolo de la capacidad de administrar justicia. Será por ello un buen momento para recordar ese consejo que la semana pasada nos daban como país desde la Sociedad de Naciones Unidas, según el cual parecía que el Estado Español debería de revisar las condiciones en las que se aplicó la famosa Ley General de Indulto y Amnistía.

A propósito, Garzón ha amenazado con dedicarse a la Educación. Creo que no han medido bien el golpe.

Aunque para asistir a una demostración práctica de cómo en una oración se pueden conjugar términos aparentemente antitéticos tales como golpes y educación, la que se ha dado en Valencia. De verdad, qué orgulloso ha de sentirse el Insigne César cuando ve como se desarrollan los acontecimientos en la que ha sido una de las provincias más boyantes y primigenias de su gobierno, incluso en las épocas en las que tan sólo era un senador aspirante al cargo de Emperador, procedente de una de las provincias periféricas del Imperio.

Resulta maravilloso comprobar cómo se gestionan las crisis. He aquí a los nuevos paladines, los que supuestamente han de llevar a cabo las acciones encaminadas a devolvernos a la senda del progreso. Lástima que una vez más las relaciones entre causa y efecto difieran de manera ostentosa.
Un Jefe de Policía que califica de enemigos a integrantes de esa población a la que al Menos aparentemente ha de defender. Una Delegada de Gobierno que a estas alturas todavía no ha presentado su dimisión. Un Sindicato, como el Unificado de Policía que hoy mismo ha tachado de cobarde la actitud del Gobierno, ¿Qué es lo que se espera mañana, que pidamos la dimisión del Ministro del Interior? Las protestas de la semana pasada ya han constituido para éste Gobierno un récord de precocidad en lo atinente a revueltas populares. Tal vez de verdad estén opositando a ver la dimisión necesaria de un ministro más rápida de la Democracia. Todo está por ver, como lo que harán después de aprobar los Presupuestos Generales del Estado.

Y todo esto cuando la Jefa de la Guardia Pretoriana dice a voz en cuello qué, para ella sigue pesando más la voz de los cinco millones de parados, que la de los que se pongan detrás de una pancarta. ¿Será por eso que abogan por retirarles el subsidio de desempleo?

Para aquéllos que se sienten engañados, los que “nosotros no votamos a la Derecha para esto”, recuerden, ahora con éstos bueyes hemos de arar.

Luis Jonás VEGAS VELASCO.

No hay comentarios:

Publicar un comentario