miércoles, 29 de febrero de 2012

DE CUANDO EL MONSTRUO EMERGE.


“A estas alturas, parece evidente que nos vemos abocados a tomar medidas que cambiarán estructuralmente la manera de gestionar el país.”

La frase, pronunciada por la Sra VICEPRESIDENTA PRIMERA DEL GOBIERNO, la cual se empeña en mantenernos sumidos en el caos de los ordinales en tanto que no existe Vicepresidente segundo, adquiere, más allá de la chanza, una importancia desmesurada, máxime si tenemos en cuenta las circunstancias coyunturales según las cuales la misma ha sido pronunciada un día después de conocer el franco desastre en el que se han convertido nuestras cuentas públicas, y el mismo día en el que la Unión Europea nos ponía abiertamente las pilas al advertirnos de que para tomar en consideración el chiste en el que se había convertido nuestra propuesta de suavizar el lazo en el que se ha convertido la cuestión del déficit, necesitaba al menos un borrador en el que constaran los “reajustes”, no los ya tomados, sino esos que, a pesar de seguir siendo imprescindibles, y de aparentemente necesitar hacernos ahorrar otros cuarenta mil millones de euros, aún no han sido presentados, tal vez para evitar que al menos de momento, el cachondeo mayoritario no se convierta en drama, y pueda echar a perder la fiesta que se tienen montada ya en Andalucía. ¿Os imagináis al Sr. Arenas habiendo de llorar una nueva derrota por las esquinas? Sin duda podría ser demasiado duro, hasta para él.

Superada la chanza, como suele ocurrir en España desde antes incluso de ser Estado, lo malo suele ser que una vez transcurrida la presencia del bufón, para satisfacer las demandas del Señor, lo que queda es la absoluta convicción de que una vez más, los de siempre, llamémosles braceros, pecheros, chusma, tercer estado, plebe o proletariado; habrán de ser una vez más los responsables de asumir sobre sus espaldas la reconstrucción primero, y reordenación después de todo lo que otros, una vez más, se han dejado resbalar por entre los dedos.

Porque esa, y no otra, es la conclusión directa que ha de extractarse de las palabras de la siempre ingente Sra. Sáenz de Santamaría.

Cuando hace ya casi dos años, algunos anticipábamos las funestas consecuencias de las terribles palabras pronunciadas por el en aquél entonces Presidente del Gobierno, Sr. Zapatero, os las recordamos: mientras pude, goberné como un político de Izquierdas; no nos encontrábamos tan sólo ante la renuncia formal a seguir gobernando. Tan lamentables palabras escondían algo mucho más dramático si cabe por lo formal, encerraban la renuncia ideológica a ser consecuente con un programa político. Eran la aparente constatación de la imposibilidad de ser coherente con la Izquierda, en el presente que nos ha tocado vivir.
Semejante afirmación nos sitúa, en lo concerniente a los planteamientos orgánicos y programáticos, en parecidas circunstancias a las que se debieron vivir en el pre-Suresnes, con la diferencia substancial de que en aquél momento había capacidad para crear algo más, algo mejor.

Lo que trato de decir, es que en ese ahí, y en ese entonces, comienza a fraguarse la locura conceptual y programática en base a la cual la derecha cavernaria ha expropiado el espacio de la Izquierda. Se nos han arrebatado nuestras banderas, se han quemado nuestros pendones, todas nuestras señas de identidad han sido tomadas, y lo que es peor, lo han sido sin librar una sola batalla.

En definitiva hemos presenciado impasibles cómo la derecha nos rebasaba por la izquierda.

Y, así, una vez más, como Alfonso VI en la batalla del río Alsidi, habemos de poner manos a la obra en pos de lograr la reconstrucción. Una reconstrucción que, si quiere tener éxito, habrá de cumplir dos requisitos fundamentales, por un lado habrá de ser capaz de aprovechar la experiencia de los que saben, aunque sólo sea porque tienen experiencia, impidiendo además que puedan convertirse en un lastre. Por otro lado, habrá de hacer compatible la fuerza de los jóvenes, coordinando el ímpetu que les es propio.

Y todo ello habrá de hacerse, en pos de la recuperación de un terreno que nunca se debió perder, el terreno de la programática ideológica.

Alcanzados tales extremos, de perversión y deterioro ideológico, tan sólo una cosa puede hacerse, navegar hasta lo más recóndito de los componentes ideológicos. Llegar de nuevo hasta esos rincones de la ideología, en los cuales subyacen los principios originarios, irrefutables y sintagmáticos que, más allá de concebir las distintas realidades, enfrentándolas en tanto que dialécticamente opuestas; nos permiten identificar de manera inequívoca aquello que, irrefutablemente, nos diferencia. Es aquí y ahora, donde palabras que parecían olvidadas, en tanto que ya tan sólo formaban parte de los discursos de los que parecíamos más rancios a uno y a otro lado de la línea que nos separa; vuelven a surgir, no para separar o enfrentar, sino simplemente para impedir que el despiste pueda abonar de nuevo el terreno, posibilitando la conquista por dislexia.

“A estas alturas, parece evidente que nos vemos abocados a tomar medidas que cambiarán estructuralmente la manera de gestionar el país.”
Desde el nuevo prisma, a lo mejor las palabras de la Sra. Sáenz de Santamaría aparecen dibujadas con nueva luz.
¿Cuáles son esos nuevos cambios? ¿Cuál el nuevo modelo de gestión? ¿Qué principios los que ordenen esos cambios?

¿Volveremos a la dialéctica de Justicia Retributiva frente a Justicia Distributiva?

¿Se dan de nuevo las condiciones necesarias para retomar activamente donde se quedó en el XIX la lucha de clases?

Sin duda son preguntas a las que la Izquierda ha de volver a responder. Sin duda la derecha ya tiene sus respuestas.

Luis Jonás VEGAS VELASCO,


No hay comentarios:

Publicar un comentario