miércoles, 7 de marzo de 2012

DE LAS HIPOTECAS DESCONOCIDAS, Y DE LAS DEUDAS CONCERTADAS.


Leo hoy, realmente con gran interés, he de confesar que una vez más como casi siempre hago, la línea editorial de el ingente diario, más grande que El País, aunque más pequeño que la Galaxia, y, así, como tantas otras veces, leyendo entre líneas, o, escuchando en un monólogo, extractando más información de aquéllo que se silencia, qué de lo que por otro lado es pronunciado; acaba uno por encontrar verdaderas joyas.
Como el conocedor de su oficio qué, navega con ojos expertos por el catálogo que ofrece cualquier vieja tienda de antigüedades, separando rápidamente la paja del grano, así considero yo hay que enfrentarse a la a menudo ardua tarea de leer esta publicación. Y así es como uno puede toparse entonces con artículos de verdadero fondo. Es como uno puede reencontrarse con la ya olvidada forma de hacer periodismo de trinchera, o el periodismo propio de aquellos viejos profesionales que de verdad estaban convencidos de que con su labor promediaban activamente por el cambio del mundo en el que vivían.

Y es así como me topo con ese artículo publicado por un Catedrático de Derecho Constitucional del que, más allá de osar comentar, me atrevo a entresacar una idea, de manera más o menos directa: No hay español del Siglo XIX que hubiera podido aceptar el grado de intervencionismo al que las políticas dictadas desde Bruselas están sometiendo a España.

Casi nada lo del ojo…sería poco más o menos lo que, llegados a semejante altura, contestarían ya muchos. Intervencionismo, Bruselas, Europa (tal vez sólo bastaba con decir Francia y Alemania); son términos que por separado, como ocurre con la metalurgia moderna, no significan mucho, pero si los juntamos, y luego agitamos (porque a nadie se le escapa que ese y no otro es el motivo de publicar ahora el artículo aludido), nos encontraremos en condiciones obvias de montar una buena.
Siguiendo con la técnica de no agresión, dando pequeños mordisquitos, desde los que establecer la metáfora de acercarnos poco a poco al contenido del artículo, ponemos sobre la mesa una cuestión: ¿Qué es, o mejor aún, qué se considera, intervencionismo una vez se han aceptado los criterios macropolíticos de Europa, enmarcados en el gran proyecto de la Política Común?

El intervencionismo es un concepto político e histórico propio por definición de los Sistemas Liberal-Conservadores. Se trata por definición de la elaboración y puesta en práctica de medidas encaminadas a lograr que terceros países elaboren de manera consciente, y si es inconsciente mejor, políticas que desencadenen situaciones ventajosas para los que en un principio las ejecutan. Por eso, cuando uno lee de manera detenida el artículo al cual hago referencia, se da cuenta, desde la perspectiva que ofrece la observación del teatro de operaciones actual de que efectivamente a eso es a lo que hemos asistido en los último años, a la práctica y puesta en marcha de un plan silenciosamente trazado en el que lo que ha sucumbido es no ya la hegemonía de los países involucrados. Lo que ha quedado vilmente enterrado es el concepto de libertad de los ciudadanos en tanto que habitantes de un país.
Hemos asistido de forma silenciosa, por no decir activamente pasiva, y no es una incoherencia, al proceso por el cual las instituciones públicas, las que supuestamente versan su existencia en la prebenda de estar mejor dotadas que el ciudadano en pos de la defensa de sus derechos; se vendían por unas pocas monedas a estructuras secundarias, ya tuvieran éstas carácter privado o público, que no han hecho sino allanar el camino para los que han decidido que el Estado del Bienestar, es algo que, más allá de ser caro, es algo que no merece la pena mantener al ser la vía que reduce la distancia entre aquellas clases que deben mantenerse alejadas, porque así debe ser.

Y lo han hecho de manera brillante, de eso no nos cabe la menor duda.
Primero lo han hecho en un tiempo récord, el que va desde la caída de L. Brothers, que casualmente hoy ha anunciado su salida de la quiebra, hasta el instante en el que han sido capaces de confundir a los Estados y a sus ciudadanos hasta el punto de lograr lo increíble, o lo que es lo mismo en España, lograr modificar la Constitución en un tiempo récord, y sin que casi nadie diga ni media palabra.
Segundo lo han hecho empleando medios. No se han cortado un pelo. Han tirado con la artillería pesada, la que permite hacer desaparecer al enemigo, incluso antes de que éste sea capaz de llegar a intuir que se va a convertir en el enemigo.
Y tercero, lo han hecho tirando de manual, desarrollando de manera continuada y específica todas las medidas que la semana pasada nos desvelaban nuestros compañeros, en lo concerniente a las técnicas de manipulación de masas que forman parte del vademecum de la mayoría de nuestros políticos.
Y es que, sólo así se entiende que permanezcamos inalterados ante la definitiva maniobra, no por anunciada menos sorprendente, según la cual han logrado convertir en Deuda Pública lo que no era sino deuda Privada, cogiendo como rehén que garantice el pago de la misma al propio Estado.
Cuando hace ya algunos años sometíamos el criterio de evolución de la Teoría Social a los considerandos de estructuras económicas, sociales, políticas y religiosas, el hecho de ubicar en primer lugar la categoría económica no era algo accidental, respondía a la certeza de que más pronto que tarde, el resto de acepciones sucumbiría al irresistible empuje del dinero.

Por eso, cuando hace ya algunos años comenzó el ardid de la crisis, y se materializó el primer gran episodio de esta vergüenza, aquél según el cual los trabajadores, que habíamos olvidado el sacrosanto deber de saber cual era nuestra posición, intentando mejorar a cualquier precio, y causando con ello el caos, muchos fuimos los que no dudamos en denunciar tremenda manipulación. Sin embargo menos fuimos los que esperamos atentos el siguiente y sin duda más importante golpe, de los que desestabilizan sistemas, unas veces mediante la guerra, otras mediante la confabulación.
Y ese golpe ha llegado.

Las fijaciones del techo de gasto. La imposición de límites a la Deuda. Todos esos procedimientos, no constituyen sino un ataque desmesurado y organizado a las estructuras de los Estados Miembros. Unos ataques por otro lado perfectamente organizado, y que nadie lo dude, responden a intereses perfectamente organizados.

Con la adopción de medidas que coartan la acción de los Gobiernos en materia de Política Económica, no estamos sino impidiendo que se garantice la prestación de servicios que, tanto por ser o no imprescindibles, sí constituían el catálogo de lo que se había dado en llamar Derechos Adquiridos y que a mi saber, hasta hace algunos años se convertía en el punto del que arrancaba cualquier negociación.
Hoy, por el contrario, asistimos al entierro, con nocturnidad y alevosía, de esos derechos. Y en el caso de España lo hacemos si cabe, de una manera más culposa si cabe.

Cuando hace ya algunos meses, inmersos en la Campaña de las Elecciones Autonómicas y Municipales del pasado 22 de mayo os decíamos que éstas eran si cabe una cita más importante que las nacionales “en tanto que dilucidaban quiénes iban a formar parte de los gobiernos que decidirían sobre la administración de recursos que incidirían en la prestación de servicios básicos tales como la Sanidad o la Educación”, lo que estábamos haciendo era anticipar una vez más el actual panorama.
Un panorama según el cual, como hoy mismo se ha encargado de desmenuzar el Sr. MONTORO, una vez celebrada la reunión con las CC.AA. habrán de ser precisamente éstas las que lleven a cabo los ajustes en aquellas materias sobre las que tienen competencias, que den como resultado la reducción en las cifras que nos han sido impuestas. Sanidad, Educación…etc. En definitiva, todos aquellos recursos de los que hablábamos en aquel lejano mes de mayo, en el que alertábamos de las consecuencias de poner a éstos al frente de los Servicios Públicos.

Todo para eso, para poner de su parte a Ayuntamientos, Autonomías y demás estructuras de mando, en pos de conseguir el único gran objetivo, que las grandes fortunas que adoptan la forma de patrimoniales al albero de la Banca, recupere su dinero, con las plusvalías correspondientes.

De aquellos polvos, estos lodos.

Y tras la derrota de Alarcos, la Batalla de las Navas de Tolosa. ¿Constituirán las elecciones andaluzas el último ejemplo de la gran mentira popular manifestada en el retraso de la presentación de los Presupuestos Generales del Estado?

Luis Jonás VEGAS VELASCO,

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