miércoles, 6 de marzo de 2013

DE LA DESAMORTIZACIÓN DE LOS TERRITORIOS SACROS, A LA DESAFECCIÓN DE LA IDEA DE ESTADO.


Enfrentados un día más con la terrible a la par que empecinada realidad, tratamos de permanecer indemnes a la misma, sumidos en un cada vez más imposible juego de equilibrios, en el que el contacto permanente con la verdad a la que cada instante nos enfrenta, nos lleva a hacer bueno el dicho coránico según el cual “imposible es andar cerca del demonio, sin que éste acabe por clavar sus garras en la carne fresca del alma inocente. Aunque sólo sea porque dispone de la paciencia que le otorga el saber que dispone de todo el tiempo del mundo. Además, la mala conciencia del pecador siempre proporciona al demonio una nueva oportunidad.”

De semejante guisa no ha de sorprender, que uno comience ciertamente a cansarse, tanto de ser el mensajero del miedo, como de hallarse permanentemente tan cerca del demonio. Máxime cuando en el caso que nos atañe, los riesgos que sin duda se corren, no responden a ninguna esperanza de compensación porque, dado el grado de la batalla en la que nos encontramos, sea cual sea su resultado, en realidad no dejará, como en otros anteriores casos ha pasado, a nadie indiferente.

A pesar de todo, uno de los pocos, por no decir el único de los resarcimientos que nos proporcionan hoy por hoy, pasa irrefutablemente por comprobar cómo las categóricas afirmaciones con las que venimos salpicando ya desde hace casi cuatro años nuestro derredor, no sólo se cumplen, sino que lo hacen en una secuencia y a un ritmo tan coherente, que verdaderamente nuestro papel parece estar más cerca del de compositores orgullosos del éxito alcanzado por su Sinfonía el día del estreno; que del de analistas comprobando las repercusiones no ya del acierto de sus conclusiones, sino deprimidos por asistir, una vez más, al repulsivo espectáculo que ofrecen nuestros dirigentes toda vez que su absoluta falta de responsabilidad se muestra una vez más en el desastre que supone el ver cómo el desastre prevenido se adueña de la realidad, porque nuestros queridos dirigentes han preferido no tomar medidas que redujeran o atenuaran el impacto de la realidad. Y todo ello a menudo porque el grado de insatisfacción que lleva aparejada cualquiera de ésas previsiones es de tal magnitud, que sencillamente resulta mucho menos deprimente ignorarlo.

Como prueba, la maravillosa Ley contra los Desahucios ha mostrado hoy nuevamente su valía, cobrándose otro suicidio. ¡Y todo ello después de haber sido ya modificada!

Y no se trata sólo de la Ley en materia de desahucios. Se trata también de la Reforma Laboral. De la maravillosa Ley de Educación. De la amnistía fiscal. Y en definitiva de todas las disposiciones gubernamentales que han de ser en justicia atribuibles al gobierno del Partido Popular el cual, en menos de 20 meses,  ha logrado superar con creces cualquiera de las previsiones que a efectos hacíamos todos aquellos que definitivamente no comulgamos al respecto de los programas y protocolos de gobierno a partir de los cuales argumentar la supuesta acción de gobierno.

Porque llegados a este extremo, tal vez no vendía de más recordar tanto a extraños, como sin duda a propios, que con tal fin se le votó, en resumen para que gobernara.

No para que diera la callada por respuesta huyendo literalmente de los periodistas. No para que tuviéramos que esperar a ruedas de prensa impuestas por los medios extranjeros en tierras extranjeras, para poder enterarnos, sin duda después que ellos, de cual era en realidad el alcance de nuestra miseria. Si bien en cualquier caso, el esperpento sublime que se alcanzó con la rueda de prensa a través de la pantalla de plasma, sin duda supera todo lo anterior.

En definitiva, resulta no ya bochornoso sino abiertamente repugnante, el que la absoluta negligencia nos traiga a comprobar como un día más, se nos expropia de la acción parlamentaria mediante la enajenación en la que el Gobierno parece caer los miércoles, cuando le toca Sesión de Control en la Cámara. Aunque como en todos los casos logra superarse cuando logra enajenarnos una vez más uno de los derechos democráticamente más sano de los que disponemos, me refiero al Debate sobre el Estado de la Nación el cual, en su más reciente sesión, fue pervertido al introducirse con calzador en el mismo la obligatoriedad de presentar las conclusiones y medidas recientemente aprobadas con motivo de las últimas aportaciones de Bruselas. ¡Aunque realmente deberíamos congratularnos! El del año pasado directamente nos lo birló.

Pero revisadas una por una todas las causas hasta el momento presentadas, no es menos cierta que la acción de todas ellas no habría de ser tan preocupante, de no ser porque ya la imposibilidad de explicarlo todo por el azar, o por la mera acumulación de circunstancias, nos lleva abiertamente a procurarnos la posibilidad de que, realmente, obedezcan a la constatación de un plan hábilmente trazado, y que no responde sino a la supuesta necesidad, impulsada por algunos, según la cual se hace imprescindible la implantación de un nuevo Sistema para lo cual, inexorablemente, hay que desmantelar el que a día de hoy existe.

Así, y sólo así, puede adquirir un mínimo de sentido la labor de destrucción a la que con tanto empeño se ha lanzado la caterva de inútiles, descerebrados, incompetentes y, en una palabra, irresponsables, que sin el menor lugar a dudas conforman a estas alturas, el equipo titular de ésta, la Derecha Cavernaria Española.

Una Derecha que por española, responde sin el menor género de dudas a toda una serie de apelativos la mayoría de los cuales resulta impronunciable incluso para un impío como yo toda vez que, como he dicho al comienzo, no resulta divertido ser el Abogado del Diablo. Apelativos todos ellos que, además de calificar tanto al estamento como a los miembros del mismo, sirven a su vez para diferenciarlos respecto de esa otra Derecha no sé si más moderada, sin duda eso sí más elegante que, una vez desarrollado el perfecto plan que llevan implementando desde el fracaso de los acuerdos de Brian-Kellog’s, ha terminado por encumbrarse total y absolutamente en todos y cada uno de los puestos de responsabilidad que significan algo en el proyecto que, hoy por hoy, significa Europa.

Aplicando un paralelismo no exento de alguna cabriola en forma de licencia nada poética, habremos de decir que el mismo principio se rige por la certeza de que en España un gobierno de la Derecha pasa inexorablemente por una mayoría absoluta; podemos decir que en Europa los gobiernos de la Derecha vienen igual de inexorablemente precedidos de algún estrepitoso fracaso protagonizado por un antecesor de la Izquierda. En la actualidad, el estrépito de una medida política, está indefectiblemente ligado al impacto económico que la mencionada, o sus correspondientes derivadas, pueda originar, o llegar a originar y…¿quién tiene en realidad el control de los medios económicos?

De esta manera, podemos ir concluyendo que, la falsa desamortización en la que se ha convertido la Crisis Económica, no es en realidad sino un medio encaminado a debilitar, disminuir, atacar, y finalmente eliminar muchas si no la mayoría de las concepciones que a efectos del Estado, y de la relación que el individuo tiene para con el mismo, han logrado ser implantados por las tendencias modernas que dirigen las pautas de concepción del mundo desde el periodo de entreguerras.

En consecuencia, la fase de desafección hacia el gobierno, y el absoluto desprecio que se desprende hacia todo lo que pueda representar desde su posición, obedece en realidad a un plan perfectamente urdido, y las pruebas demuestran que no menos bien ejecutado, en base al cual resulta imprescindible alienar al individuo de su relación para con el Estado, procediendo después a la sustitución de los valores que hasta el momento guarecían tal relación, en un intento de que el individuo primero, y la masa después, no sólo transija sino que apoye con fervor, la sustitución de unos parámetros por los que hasta hace poco, había incluso ido a la guerra.

Y a modo de prueba rápida de lo expuesto, una noticia con la que nos hemos cenado esta misma noche. “La corrupción se coloca en el segundo puesto de los problemas que más acucian a los españoles, desplazando a otros como la crisis económica, o la clase política.”

Tanto la crisis económica, como la corrupción, y por supuesto la propia clase política, son realidades cuyo control depende exhaustivamente del gobierno, y sin embargo, constituyen a todas luces la mayor fuente de problemas a la que el ciudadano ha de hacer frente.

¿De verdad he de explicar mucho más el origen de mi frustración?


Luis Jonás VEGAS VELASCO.






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