miércoles, 27 de febrero de 2013

DE CUANDO LA LÓGICA DEL PODER SE MUESTRA NO SÓLO INSUFICIENTE PARA JUSTIFICAR LOS DESMANES…


…Sino que incluso más bien, aparece como la mayor precursora de los mismos. Es entonces, inexorablemente, cuando cualquiera que se precie, y más si cabe un político en tanto que su función es, y lo repetimos una vez más, netamente representativa, ha de considerar llegado su momento de decir adiós. ¡Qué curioso! ¿Podrá ubicarse semejante razonamiento a la base del cataclismo que hoy ha dinamitado la otrora “incuestionable estabilidad del Dogma Católico?

Es la Lógica del Poder, en realidad toda una suerte de procederes encaminados en la mayoría de ocasiones a dotar de cierto viso de autoridad al esperpento que muchas veces se genera cuando la labor de prestidigitación permanente a la que muchos han reducido la actual labor política, no resulta suficiente en esa siempre ardua labor en la que se convierte el necesitar convencer a los demás de toda una suerte de cosas en las que en realidad, ni tan siquiera el agente inductor cree verdaderamente.

Se trata entonces de una cadena de sortilegios. De una sinrazón cuyo espíritu realmente sólo resulta abarcable por medio del ejercicio, del proceder. Por ello resulta determinante acudir a los ejemplos, en pos de la simplicidad.

Puestos ya en situación, podríamos entonces acudir al razonamiento en base al cual, formas de desenvolverse de algunos de nuestros políticos, sobre todo de los que conforman nuestro Gobierno, y sobre todo de cuantas se han desarrollado en los últimos días, son sólo comprensibles desde el perfil por otro lado nada constructivo de que “ha podido darles un tabardillo”, o por el contrario siendo menos rebuscados, o dicho de manera más sutil, acudiendo a los principios de simplicidad recurrente que G. de OCKHANM expone en su teoría filosófica; pueden explicarse mejor aplicando precisamente los preconizados en la mencionada Lógica del Poder.

Es por ejemplo la Lógica del Poder, la que permite a María Dolores de COSPEDAL hacerse el monumental lío del que todos fuimos testigos en el fallido intento de demostrar el correcto proceder del Partido Popular en lo atinente a la gestión del despido del Sr. Bárcenas; y a pesar de ello no verse obligada a dimitir (se vio que aquí sólo se siente obligado a dimitir el Papa.)
Es, igualmente, la Lógica del Poder la que lleva a la Sra. Chacón a verse envuelta en un magnífico embrollo propio de aquél que pone una vela a Dios, y otra al Diablo, y espera cínicamente a no quemarse.

Es con ello que la Lógica del Poder, integra todo el catálogo de desmanes, sinrazones, atajos y desvaríos que en ocasiones componen el corolario al que muchos de los miembros de nuestra Casta Política, acuden prestos cada vez que el Sentido Común, (con mucho el menos común de los sentidos,) no resulta suficiente a la hora de justificar sus continuos menoscabos a la integridad de la muchas veces afectada sin piedad Lógica Real, esto es, la que preconizaban los griegos hace dos mil trescientos años.

Resulta así que, ciñéndonos con rigor a los consabidos preceptos del Método Hipotético-Deductivo, podremos sin mucho esfuerzos establecer los atavíos que nos lleven a comprender que en la base de la actual desafección que existe entre El Pueblo, y la Clase Política que lo representa, bien puede hallarse cómodamente sentada no obstante precisamente esa sinrazón a la que hoy dedico no ya el espacio de mis renglones, sino el ineludible correr de mi tiempo.

Es así como los continuos zarandeos a los que se somete a las antaño buenas costumbres democráticas, cada vez que el exabrupto vituperante sustituye a la antaño genial muestra de retórica; acaba por conformar un escenario en el que inexorablemente la Buena Política ha de retirarse no ya vencida a descansar, sino que más bien abochornada, resiste agotada pero esperanzada el retorno de algún paladín que, tal y como lo hacían aquellos oradores de antaño, hagan grande la Palabra, permitiendo con ello el retorno de la Política.

Pero mientras esto ocurre, habemos de seguir inexorablemente lastrados en un desierto moral en el que la ausencia absoluta del menor presagio no ya de retórica o de oratoria, sino más bien de toda capacidad argumentativa, nos arroja al desamparado escenario de ser plenamente conscientes de que, a corto o medio plazo, nada habrá de cambiar.
Larga será sin duda la travesía del desierto. Larga y denodada, qué duda cabe. Por ello, la ausencia de agua terminará dando por buena la ingesta de barro procedente no ya de cualquier oasis, sino de cualquier ciénaga pantanosa. Así y sólo así se explica que, salvando las distancias de la siempre respetable opinión, aún resuenen en mis oídos las palabras del Sr. Francisco Marhuenda pintando las glorias del Sr. Rajoy como parlamentario.

Es así como de manera absolutamente casual, casi accidental, topamos con otra de las grandes características de la que es hoy nuestra gran protagonista. La Lógica del Poder no se halla necesariamente circunscrita en exclusiva a políticos. En contra de lo que pueda parecer, y atendiendo igualmente a juegos imposibles de comprender si no se dispone de claves que nos permitan descifrar embrollos tales como los que se organizan cuando tratamos de comprender el porqué de que ciertos directores de cabeceras diarias de nuestro país se empeñen en defender casi hasta los comportamientos nihilistas, el proceder casi suicida de Presidentes del Gobierno que aún hoy no tienen claro que hace meses que abandonaron la bancada de la oposición para estar hoy ya ¿finalmente? Sentados en los asientos de responsabilidad.

Será que esperan heredar ¿Tal vez un puesto en el B.O.E,.?
Y es así que llegados a este punto, declaraciones como las llevadas a cabo por la Srta. Talegón en fechas pasadas, es curioso, resulta ya aparentemente que ha transcurrido más de un siglo; que nos llevan inexorablemente a comprender la necesidad de las mismas.

¿Tiene sentido, hoy por hoy, La Política tal y como está concebida? ¿A quién y por qué beneficia el actual embrollo? ¿Tiene solución el más que flagrante “abismo” que se abre hoy entre los políticos y el pueblo al que representan?

Cuestiones como éstas, adquieren pues especial relevancia no tanto en la medida en que puedan ser ahora sorprendentemente respondidas, tanto como por el propio hecho de que su mera recuperación, nos lleva a replantear un escenario casi olvidado. Un escenario mucho más real, en el que las viejas cuestiones puedan ser recuperadas sin censuras, en un ejercicio de positiva autocrítica fruto de la cual podamos entre todos volver a considerar el hecho según el cual el dar por hecho muchas cosas, no ha traído sino un escenario ampliamente desalentador, por otro lado ampliamente marcado por la abulia, la apatía y el franco hastío.

Es por ello que declaraciones como las efectuadas por Beatriz Talegón, traen asociado un chorro de aire fresco que más allá de garantizar el que se esté o no de acuerdo con las mismas,  convierte en certeza el hecho de que algo no sólo puede cambiar, sino que literalmente habrá de cambiar, no tanto en pos del sostenimiento de la actual manera de hacer política, como realmente de convertirse en una de las escasas certezas que permitan presagiar alguna clase de futuro a la propia Política.

Y como suele ocurrir con el guiso del buen chorizo (no, de Bárcenas no), en el picante está la clave de su éxito. ¡Qué satisfacción provoca ver como las mencionadas palabras han hecho pupa tanto a unos como a otros! ¡Qué alegría comprobar que todavía transita sangre por las venas de algunos de los argumentados!

Ya tan sólo nos queda comprobar que, de verdad, el hecho de que las verdades del barquero afecten tanto a la derecha como a la izquierda, nos permita a través de la valentía de personas como Beatriz Talegón, recuperar la confianza no tanto en los que desarrollan la labor política, como a la Política en sí misma.

Por ello, gracias Beatriz.


Luis Jonás VEGAS VELASCO.

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