miércoles, 1 de mayo de 2013

DE LA BÚSQUEDA DEL FUTURO, DEL RETORNO A LA “GENERACIÓN DEL 98”


Larga se está haciendo, qué duda cabe. Ni tan siquiera la pausa invertida, en la que este año parece haberse convertido la celebración del Día Internacional del Trabajo, puede en realidad aportar nada no destinado a alegrarnos, sino sencillamente a quitarnos algo de la desazón que nos reconcome, que nos emponzoña.

Salvada ya la paradoja en la que hoy por hoy se convierte tal celebración, y acunados por el conato de calma que supone el saber que hoy las cifras de paro no se habrán elevado, sencillamente porque la Sra BÁÑEZ sin duda se habrá ido a disfrutar del sin duda merecido descanso; es cuando nos disponemos no ya a presuponer aquello que posiblemente habrá de conformar nuestra actualidad en el transcurso de los próximos días, sino más bien que consideramos hoy más acertado, llevar a cabo un pequeño lapso destinado a tomar nota de los todavía incipientes, pero ya certeros, acontecimientos que conforman la nuestra realidad.

Es así que, indudablemente, habemos de iniciar nuestro ingente paseo por las calendas enunciadas, celebrando obligada parada en la nueva manera no ya de hacer Política, sino más bien de anticipar una Campaña Electoral, que ha inaugurado el Sr. Presidente. “Las cosas verdaderamente no están tan mal. Es en realidad que nosotros, al contrario que otros, no acostumbramos a hacer previsiones echando las campanas al vuelo. Preferimos frustrar a unos pocos, para que luego sea la realidad la que mejore nuestras premisas.”

Por favor, léanlo otra vez, y luego sinceramente díganme si no apetece dar un par de patadas en el sálvese la parte. Luego que un poco de ibuprofeno que mejore la situación.

Grafismos a parte, y salvada la diligencia mental, hemos de acudir con sosiego a la revisión de la prolífica muestra de opinión variada a la que esta semana están dando tanto las declaraciones, como los silencios, del Sr. Presidente.
Así, acudiendo a la producción propia que al respecto manifestamos, vemos que si antesdeayer era el escapismo, y ayer el parnasianismo, lo que servía para descifrar el entramado que nuestro versado Presidente nos regalaba;  hoy, como suma de todo lo anterior, nos vemos en la obligación de aglutinar en torno al fin del Realismo del XIX, la totalidad de las señales de cuya conjugación, sin duda seremos capaces de hallar respuestas a nuestras delicadas pero ya inconmensurables preguntas.

Porque ya poca duda puede cabernos de que, como en aquél preciso momento, la constatación expresa no ya de una crisis, sino de un Desastre, por particular más severo si cabe, había hecho presa firme en las constataciones de los que en ese instante, conformaban la realidad de este nuestro país.

Como en aquel momento, la Cultura y el Arte, y en especial la Literatura; se convirtieron en fieles testigos a la par que justos cronistas, de la realidad que conformaba un país que se desangraba preso de la certeza de que valía más morir de píe, que vivir de rodillas.
Buscando un poco de semántica a partir de los protocolos adquiridos, hemos hecho en este caso un ejercicio destinado a desandar el camino, de manera que hemos preferido buscar en la Literatura, los vicios de producción que en este caso, sirvan para revelar la influencia de la sin duda manifiesta influencia que existe entre la producción artística, y el medio en el que la misma resulta contextualizada.

Reconocemos así, como en el caso del siglo XIX, una vuelta a los escapismos, como respuesta a la incapacidad no solo para comprender la realidad, sino para cambiar el mundo. Y es fruto de esta incapacidad, de la que surgen las dos vertientes que le son propias al Hombre Despistado que Emile ZOLA describiera tan maravillosamente. Un Hombre que hace de su frustración no la fuente dialéctica de la que parten sus hazañas; sino la mera frustración por la frustración, mala e inoperante consejera, en tanto que tal.
Fruto de la misma, la renuncia del Hombre que tal consideración lleva inexorablemente aparejada, se hace fuerte en la necesidad de reconocer la manifiesta incapacidad de cara a restablecer el orden establecido. Una vez perdidos los cánones, resulta imposible proceder con un retorno basado en una mera ilusión de orden.
Solo nos queda pues, inventarnos una nueva realidad la cual, lejos de reconocer la miseria que la alimenta, preferirá como es obvio, lavar en las aguas de la amnesia, los trapos sucios de la sangre que secundó su alumbramiento.

Y en el colmo del paroxismo, cuando no del despropósito, el nuevo amago del parnasianismo.
Superada la contingencia que rodea a todo acto político, su fuerza hay que buscarla inexorablemente en los fines que persigue, a saber la mejora de la vida de los hombres; es la falsa ilusión de la necesidad con tintes filosóficos la que aparenta apoderarse del ejercicio político.
El parnasianismo es el Arte por el Arte. Su supervivencia hubiese supuesto la muerte inexorable del Arte. La necesidad aplicada a pelo sobre el acto político, sin duda supondrá la muerte de la Política, al menos según los cánones que aún hoy definen tales aspectos.

Y plantado en mitad del escenario, como maestro de ceremonias, o llegando tarde como el conejo de Alicia, La Derecha Cavernaria. Tradicionalista, reaccionaria. Taciturna y engreída, representa por sí misma, la consagración de todos los males que algunos llevamos cierto tiempo presagiando si bien, hemos aquí y ahora de confesar, alejados de la mínima certeza de que tal grado de maldad, más cercano en este caso a los de brujas y madrastras más propias de los creadores escandinavos, pudiera ser verdad.

Lleva la Derecha, como suele ocurrir con las malas películas, anunciándose desde tiempo ignoto bajo la tranquilidad que proporciona el cartel de próximamente en sus pantallas.
Ya en 1996, los amagos de producción dieron lugar a una sin duda mala película. Rodada con dinero ajeno, y haciendo uso de material que no le era ni propio, el productor ejecutivo de aquel momento, logró terminar la filmación vendiendo lo que por entonces comprendía la única fuente de recursos de la productora.

Algunos años después, con el mismo guión entre las manos, que a su vez  es ya un remake de una vieja película protagonizada por gellegos y alemanes; se presentan ante nosotros convencidos no solo de que habremos de dejarles rodar, sino que también habremos de abrirles nuestras puertas, darles nuestra comida, y de paso abrirles la cama.
Y si por el contrario osas plantarte, decir que hasta aquí hemos llegado, que no juegas más, es cuando se ponen la venda, se hacen los heridos, o peor aún te llaman nazi, y de paso sueltan a los perros.

Y mientras, se colapsa el sistema, el cine se colapsa, cierra; y como en los viejos tiempos hemos de ir más allá de los Pirineos a ver películas, sin necesidad de que sean de dos rombos.

Cabe ya a estas alturas, tan solo una pregunta: ¿De verdad hemos de creernos que esto es casualidad, o podemos por el contrario albergar la esperanza de que aún siendo una canallada, alguien sabe lo que está haciendo?

Insisto, la solución, Próximamente en sus pantallas. (Si son de plasma mejor porque el protagonista se encuentra más relajado.)

Luis Jonás VEGAS VELASCO.






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