miércoles, 8 de mayo de 2013

Y SIGUIENDO CON EL ESQUEMA, AHORA NOS TOCA INEXORABLEMENTE EL REGENERACIONISMO.


Convencido como estoy, de que uno de los mayores triunfos, si no el mayor de todos de los que podemos acomodar a la hora de hablar de nuestra época de crisis, pasa por descubrirnos la casi absoluta incapacidad para poner nada nuevo bajo el sol, es por lo que hoy, una vez más, me he refugiado en la Historia.

Anonadado me hallo, todavía hoy, de encontrarme frente a frente con mi Presidente del Gobierno. Compruebo que, para satisfacción de una mayoría, si bien formada ya por bastantes menos de los que comenzaron esta cruzada; no nos encontramos aún ante el escenario dibujado por el genial KÚBRITCH, aquél en el que una computadora, HALL 9000 decidía, atendiendo para ello a parámetros estrictamente matemáticos, sobre la vida de los tripulantes de aquella hermosas nave.

Definitivamente, Mariano RAJOY es todavía más que un ente de plasma.
Superado con ello el grado de tremendo impacto que para muchos de nosotros supusieron las muestras de Política Esperpéntica, única posición desde la que podemos intuir vagamente los procederes del Gobierno en los últimos tiempos, hemos de aceptar no obstante que si bien D. Ramón María del Valle Inclán consiguió con sus figuras alegóricas, los esperpentos, posicionar algo de la Cultura española del XIX en los preceptos de movimientos europeos de las Vanguardias, lo cierto es que nuestro ingente y seguramente nunca suficientemente bien valorado presidente, lo único que logra colocar con cierto sosiego en Europa, en el caso que nos ocupa en Berlín, es la lista de recortes institucionales, económicos y en última medida sociales, que tendrá que llevar a cabo una vez que lo que parece haber quedado claro es que no hay titi que se enfrente a la Hërr Director.

Emancipada ya cualquier situación que pueda generar duda o desconcierto, fruto de la redacción del presente, es cuando comenzamos a esbozar la línea cuya consolidación de perfiles nos permitirán intuir el grado de la nueva realidad a la que con aparente tranquilidad, y en absoluto silencio, nos dirigimos.

Superados los reductos estéticos a los que el parnasianismo, y su culto mitológico al propio concepto, parecían habernos reducido; es por lo que siguiendo la senda casi natural que la Historia traza, hemos ahora sin más dilación de buscar refugio en el Regeneracionismo.
Objeto directo no ya de las políticas del XIX, sino más bien de la comprensión manifiesta de los efectos que el fracaso de las mismas origina; el Regeneracionismo parte en este caso también de una premisa muy sencilla, la que pasa por entender que el grado de fracaso al que nos han conducido ciertas políticas es tan severo, que ya no cabe, al menos siguiendo los actuales parangones, la conceptualización de un modelo mínimamente integrable que nos permita a medio una vez anulado el corto plazo; superar las condiciones de miseria a las que hemos sido indefectiblemente conducidos.

De la lectura detenida de lo anterior, se puede extractar una tesis que en el caso que se hace hoy actualidad, choca de plano con el rocambolesco escenario de mejoras pintado desde el Congreso. Tesis que pasa por comprender de una vez que mientras el Gobierno siga sin atender como se merece el riesgo mortal de hemorragia que para España constituye hoy la lista de personas que no tienen lugar para desarrollar una labor profesional; están en realidad alucinando.

Volviendo al Regeneracionismo, y enmarcando dentro del mismo los símiles con los que el actual Gobierno se retrata, bien podríamos decir que los burdos aspavientos tras los que el Sr. Presidente trata de ocultar la falacia de su miseria, no sirven sino para interpretar que las absolutas y permanentes concesiones no ya a la política de Bruselas, sino a las exigencias de Berlín, constituyen definitivamente la asunción activa de su nefasta incapacidad, la cual se manifiesta en la defensa a ultranza de que ahí reside el último atisbo de solución para nuestros problemas.
Hasta aquí hemos llegado, la hora larga de discurso con la que hoy ha destapado el tarro de las esencias, sirve en realidad para constatar que como buenos gestores que son, sirven para diagnosticar problemas, pero definitivamente son inoperantes para resolverlos.

Embarcados como estamos ya en el franco aunque a la par somero análisis de conceptos propiciados por otras épocas pasadas; y cediendo con ello al empuje que sin duda nos proporciona la defensa ordenada de uno de los principales argumentos que nos ha traído hasta aquí hoy, habremos de decir que uno de los elementos que más fuertemente ha contribuido a la concepción de la Democracia, y con ello sin duda a la correcta conceptualización del Estado y sus obligaciones es, sin lugar a dudas, la generalización del trabajo, y su conceptualización como trabajo.
Así, uno de los elementos preceptivos, si no el de valor capital que nos lleva a poder hablar de la superación definitiva del Antiguo Régimen, se encuentra habilitado precisamente en el carácter social que la disposición de un empleo tiene para todos los integrantes de un sistema social moderno.

Entendido desde la perspectiva que el sistema cerrado en el que se habían consolidado las relaciones de dominio se mueven, tenemos que el esquema dialéctico se muestra inútil en tanto que la distancia que separa a la minoría dominante, de la masa aplastada es en realidad tan grande que hace del todo imposible el mero surgimiento del menor punto de atracción a partir del cual cimentar un mero conato de implantación. Será pues la labor equilibradota del empleo, la que promueva el nacimiento, desarrollo y posterior puesta en valor de una original clase media, destinada final aunque no por ello preceptivamente, a la conformación de un nuevo escenario a partir del cual entender, y por qué no desarrollar, la incipiente lucha de clases que inevitablemente se nos viene encima.

Y si desde el punto de vista de los administrados, el efecto del empleo es tan sobrecogedor, la verdad es que si lo analizamos desde la perspectiva de la Administración, o desde el Gobierno si se prefiere, la verdad es que los resultados son igualmente espectaculares.
Haciendo un guiño a las estrafalarias motivaciones que justificaron las políticas de los trienios liberales y conservadores, lo mismo da uno que otro; lo cierto seguramente es que una de las cosas con las que la Historia está de acuerdo, es con la de constatar que la función inexcusable que atalantó y justificó la inexorable existencia del Gobierno, fue realmente la de administrar con el mayor rigor posible los recursos sociales al frente de cuya salvaguarda se le puso, en tanto que fue al único al que se le concedió competencias objetivas para, precisamente llevar a cabo un arbitraje justo de los ingresos que se le otorgaron vía impositiva.

Por eso, cuando nuestro Presidente dice hoy que definitivamente, las cosas empiezan a funcionar, a mí en realidad de lo que me entran ganas es de echarme a temblar.
Y lo hago porque definitivamente, y para algunos de manera clara y evidente, lo que ha hecho hoy D, Mariano no es más que quitarse la careta.
Quitarse la careta, y decirnos que ya definitivamente se lanza a dedicar el tiempo que le queda, a desarrollar el que desde un primer momento fue el mandato preceptivo de aquéllos que facilitaron sus sucesivos nombramientos, los cuales han promovido el ascenso de un ser gris al poder. Unos mandatos que no pasan sino por la destrucción definitiva del Estado del Bienestar.

Margaret THATCHER llegó a decir que el Estado es el Problema. Espero sinceramente que el alumno aventajado, no saque Matrícula de Honor.


Luis Jonás VEGAS VELASCO.

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