Tomándonos ciertas licencias, amparadas no obstante en la
acción creativa, y en la constatación manifiesta de que afortunadamente no
contribuyen a una excesiva desnaturalización del hecho referido; lo cierto es
que podemos atrevernos aquí y ahora, a constatar la naturaleza de la corriente
filosófica del epicureismo a partir
de las acciones encaminadas a comprobar que, la vida placentera y virtuosa no será aquélla vinculada a la
satisfacción de las pasiones, sino que por el contrario la vida realmente
virtuosa estará tan solo al alcance de quienes, en el ejercicio de la prudencia
extrema, renuncien si quiera al conocimiento de los placeres, consumando su
felicidad a la constatación en el tiempo de que el no conocimiento de los
placeres, nos librará por siempre de la insatisfacción que emponzoñará para
siempre nuestro corazón con tan solo una vez éstas no se vean resarcidas.
Es entonces que, comprobado no tanto la veracidad de la
proposición expresada, como sí por otra parte su innata escrupulosidad en lo
concerniente a formulación técnica; que procedemos así a poner de manifiesto
que la salida en tromba del Gobierno
a colación de las últimas cifras de desempleo, lo colocan, indudablemente al menos en materia de organización,
como diametralmente emplazados respecto de las tesis de Epicuro.
Reviso con el cuidado que sin duda merecen, el continuo
flujo de declaraciones que con el motivo aludido se han producido, en lo que va
de semana. Desde esas insólitas declaraciones del Sr. Presidente la pasada
semana, en las que se adelantaba misteriosamente a los datos oficiales, hasta
las no menos sorprendentes declaraciones de la Sra. Báñez , se
trasponen una tras otra, una legión de bienhechores, o quién sabe si de meros
cuando no vulgares oportunistas, que corren como
alma que lleva el diablo, en un impulso final que busca, sencillamente, poder apuntarse algún tanto, hecho que
adquiere mayor trascendencia si cabe en un momento como el que estamos
atravesando, en el que tan escasos son los momentos remotamente propensos a
la tranquilidad, cuando no a la esperanza.
Pero poco dura la alegría en la casa del pobre.
Dejo aquí constancia expresa de lo poco, por no decir
absolutamente nada, que me importa me carguen con el apelativo de Abogado del Diablo. Lo cierto es que
resulta casi apetecible, por no decir de obligado cumplimiento, el que alguien
se dedique, aunque lo haga claro está desde el prisma de la opinión, a poner de
manifiesto, para pleno dominio, y conocimiento del Común, la larga y angosta lista de tropelías en las que se apoya la
acción de gobierno de los nuestros, excelsos representantes.
Es así que para aquellos que sazonan sus críticas hacía mí,
aduciendo el manido comentario de que
disfruto haciendo leña del árbol caído, les
diré que ciertamente considero menos problemático a todos los niveles semejante
comportamiento expresado por el que no es sino el más tonto de la canasta, que el tener que comprobar día sí, día
también cómo nos gobierna un poder basado en el sometimiento, cuando no
abiertamente asentado en la ignominia política que subyace a la estafa electoral que se deriva de
hacerte con una presidencia, a partir de la enumeración enfática y por ello si
cabe más lamentable, de una difícilmente constatable lista de
irresponsabilidades, y mentiras.
Surtidos así de la guisa necesaria para proceder con nuestra
labor, constato una vez más la apabullante muestra de irresponsabilidad que
subyace a las efusivas muestras de
satisfacción que en público no han aminorado ni por un instante, algunos
por no decir la mayoría de miembros del
Gobierno, y aquí incluyo por supuesto al Sr. Presidente, cómo no a la
ministra del ramo (ha logrado crear empleo en esta ocasión sin estar de
vacaciones), y por extensión a los pregoneros,
medios de comunicación en especial prensa escrita, que tan denodado
esfuerzo llevan a cabo no tanto de comunicar, sino de hacernos comprensible el mensaje, que nos manda nuestro Gobierno.
Es así que me sonrojo de ira, cuando compruebo sus
celebraciones, asociadas no lo olvidemos
a que poco menos de cien mil personas han abandonado las listas del INEM. Lanzan las campanas
al vuelo, y me sorprendo recordando la vez aquella en la que enfurecido por
las celebraciones cristianas, Al-Mansur se dio un paseo hasta Santiago de
Compostela, se hizo bajar las
campanas de la catedral a lomos de
cristianos viejos, para luego fundir su bronce, y emplearlo sin recato
alguno contra sus oponentes propios, y extraños.
Digo con esto que, por favor, estoy convencido de que la
normalidad se instalará de nuevo pronto en la conciencia de los que ejercen
funciones representativas, toda vez que entre los mencionados representantes se
sitúan multitud de esos más de siete millones de parados reales que según la
Encuesta de Población Activa acumula ya España, un importante porcentaje de los
cuales no cobra ya subsidio alguno, lo que significa que son parados de larga duración, lo que en
otros términos se traduce en que forman parte del denominado paro estructural, a saber no ya un
problema cuyo carácter se enfatice de hoy
para hoy, sino que más bien redunda por antonomasia en la que constituye la
otra pata del banco del drama, a saber el paro juvenil.
Pero qué decir, de todo esto, cuando la única certeza de que
al menos unos y otros parecen comprender la gravedad del asunto, pasa por
constatar que, precisamente a la vista de las últimas encuestas, unos y otros
se lanzan raudos a poner en práctica cuantos ardides se les ocurren volcados
tan solo en mantener a flote el maltrecho barco del bipartidismo en España.
Los unos y los otros, el que más y el que menos, es a estas
alturas totalmente consciente de que nada, absolutamente nada, volverá a ser
igual. Nada ni nadie permanecerá intacto una vez todo esto haya pasado.
Así, no se tratará tanto de constatar que, efectivamente, quedará vida después de la crisis, se
tratará más bien de saber el estado real en el que esa vida habrá de
desarrollarse.
Y como prueba manifiesta del nuevo escenario en el que se
desarrollarán las mencionadas maniobras, qué mejor que el amago de pacto con el que hoy mismo se han desmarcado Partido
Popular y Partido Socialista.
Un pacto vacuo, carente de todo sentido y aplicación…salvo
si se mira desde el punto de vista estrictamente político.
Superados los ardores que a algunos les suscitó la remota
posibilidad del Gobierno de
Concentración, y presas otros del pánico que les producía el poder ver cómo les arrancaban el juguetito de entre
las manos, lo cierto es que la burbuja ficticia con la que hoy se han
descolgado los dos principales partidos de nuestro país, no viene sino a
constatar el grado de alienación en el que aparentemente viven, de cara a la
comprensión real de nuestros verdaderos problema, hecho éste a mi entender imprescindible
para acometer la mencionada reforma, de manera mínimamente satisfactoria.
Queda así demostrado que solo en España, o mejor dicho, solo
en el ejercicio de la
Política Española , es posible convertir en desastrosamente
lamentable, una conducta que en cualquier otra situación o contexto podría
incluso haber resultado brillante.
Pero cuando aquí la enmarcas dentro de un contexto en el que
los hoy integrantes de la pareja de moda,
se han pasado quince meses enfrascados en una reyerta cuyo máximo resultado
ha sido la más absoluta de las pérdidas de tiempo, que se materializaban
segundo tras segundo en la caída por inanición de empresas, empleados y
autónomos, es cuando se empieza a vislumbrar el motivo contextual por el cual
esta comedia no tiene, hoy por hoy,
la menor gracia.
Y si para el caso del Gobierno, lo dicho es malo, ¿qué decir
del sentido que esto adquiere si le dedicamos un vistazo a la Oposición?
De verdad, ¿tan mal estamos que resulta imprescindible ganar tiempo a cualquier precio, aunque
sea rebasando una vez más los límites de frenada indicados por el fabricante de
los neumáticos, exponiéndose con ello a un accidente quién sabe si definitivo.
Resulta gráfico, definitivo tal vez llegaría yo a decir, de
la calidad de la
Política Española , el hecho de que una única realidad, a
saber conformada por el incipiente pacto, pueda en realidad satisfacer tanto a
dos estructuras tan aparentemente distanciadas.
Luis Jonás VEGAS VELASCO.
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