miércoles, 4 de septiembre de 2013

DE CONFIARLO TODO A LA 31.

Dicen los buenos jugadores de mus que, como suele ocurrir con la mayoría de las cosas importantes de la vida; y sin duda el mus lo es; confiarlo todo a una determinada jugada o combinación no suele ser sino ineludible síntoma de arrogancia, o en el peor de los casos reflejo de esa grave enfermedad que este país presenta, y que se identifica por tener un gran jugador de naipe y un gran conductor, en la persona de cada uno de sus habitantes varones.

Dicen los mismos, los que saben, que semejante cerrazón solo puede ser síntoma de dos cosas. O de una inefable incapacidad para comprender la verdadera realidad en la que se desarrolla la partida o, de nuevo en el peor de los casos, de la incapacidad para entender que el rival, aparte de jugar también, puede no obstante hacerlo igual cuando no mejor que nosotros.

Por eso, cuando una vez más hemos de contrastar las evidentes muestras de incapacidad que presenta no ya nuestro Presidente, sino nuestro Gobierno a la hora de hacer cuando menos comprensible su política; acabamos por entender que no se trata ya de una manera de hacer las cosas, se trata verdaderamente de una manera de pensar.

Se trata pues, y definitivamente, de una manera de pensar. Una manera de pensar que nos arroja, puede que definitivamente, al otro extremo de la realidad, sometiéndonos con ello a una presión que se nos antoja definitivamente insuperable, en tanto que cada vez son menos los aspectos con los que nos sentimos identificados.

Así no es ya que no compartamos la manera mediante la que este gobierno pretende sacarnos de la crisis (ciertamente, a algunos nos parecen aterradores los objetivos que se persiguen, aumentando si cabe este pesar a medida que atisbamos los resultados). Lo cierto es que verdaderamente, algunos estamos comenzando a pensarnos seriamente si así estamos dispuestos a salir de la crisis. La cuestión es si estamos dispuestos a salir de la crisis a cualquier precio.

Es por eso por lo que, de manera un tanto metafórica, hoy me presento ante ustedes constatando la realidad que me circunda atacándola desde un punto de vista diferente. Realmente como si de un juego se tratara.
Porque si no fuera porque me parece un juego, me costaría mucho esfuerzo constatar el grado de realidad desde el que algunos tratan de hacerme, por ejemplo el “caso Bárcenas”. Porque solo pensando que es una broma, podría llegar a entender que María Dolores de COSPEDAL sea capaz de escaquearse de una rueda de prensa abusando de su situación de poder, hecho que constata tirando de unas cifras a las que solo puede acceder desde el gobierno, para, acto seguido, justificar la destrucción de los discos duros.

Y en medio de todo, el lamentable espectáculo de las 31.

Poniendo una vez más de relevancia lo importante que en Política resulta manejarse bien con el relativismo, lo cierto es que, indiscutiblemente, el dato de “treinta y una personas menos apuntadas en el INEM” conforma, efectivamente, el mejor dato de un mes de agosto en lo que llevamos de siglo. Semejante hecho, en manos de un buen orador, o simplemente de haber caído en manos de alguien que desde la prudencia se moviera bien en dialéctica hubiera, sin duda, dado mucho más  juego.
Sin embargo, cuando el dato se maneja, o se manipula, por personas altamente inoperantes a la hora de hacer los honores a este bello arte que es el de la acción política termina, no solo por no brillar; sino que abiertamente pasa a constituir otro nefasto drama tan solo comparable al de los despidos diferidos.

Y así es cuando, en definitiva, comprobamos que en política las formas no es que sean importantes, es que son definitivas. De las mismas depende que un hecho incluso positivo, pueda acabar pareciendo algo inefable; o por el contrario que, un comportamiento simplón, pueda por el contrario llegar a parecer una heroicidad.

Lo siento, sé que si lo analizamos puede parecer incluso ruin. Pero lo cierto es que solo así, a través de la manipulación y uso de las formas, podemos llegar a comprender que hechos positivos, como el que supone el descenso en treinta y una personas de las listas del paro, acaben en realidad alineados como otra más de las ya incontables meteduras de pata que acumulan tanto los miembros del Gobierno del Partido Popular, como aquéllos que sustentan tal Gobierno.

Porque si lamentable resulta la forma mediante la que se han comportado de COSPEDAL y compañía en relación al tratamiento de las cifras de paro, qué podemos decir de la última salida de pata de banco que ha protagonizado el por otro lado ya escarizado Sr. ALONSO, portavoz en el Congreso de los Diputados, cuando el otro día en mitad de su comparecencia llegó a afirmar más o menos que en ningún sitio pone que el gobierno esté obligado a votar lo que diga la oposición.
Evidentemente no, Sr. ALONSO. La pena es que aquello que en esta ocasión el Gobierno no está dispuesto “a votarle” a la oposición es la enésima petición de comparecencia del Sr. Presidente ante la mencionada Cámara con el fin de que se digne a dar explicaciones sobre el incontable grado de incertidumbre que acompaña al futuro del Partido Popular a medida que comprobamos cómo se ha comportado en lo concerniente a asuntos tan importantes como la corrupción, o la manera de gestionar cajas.

Y que todavía tengan la osadía de decir que Bárcenas no determina su política.

Recuerdo, ahora más que nunca, a la Sra. SÁENZ DE SANTAMARÍA cuando, una vez esquilmado el rédito que les dio el asunto de la herencia, dijo, ni corta ni perezosa, que los españoles les habían otorgado una mayoría absoluta para esto.

Continúo empecinado en la búsqueda del votante del Partido Popular que me diga, y a la sazón me razone que, efectivamente, les votó para esto.



Luis Jonás VEGAS VELASCO.


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