miércoles, 20 de noviembre de 2013

AFORTUNADAMENTE, ¡SOLO QUEDAN DOS AÑOS!

Porque a estas alturas, sin aforismo, y por supuesto sin pasión (la poca que nos quedaba ha sido reciclada en forma de energía con la que llegar no a fin de la Legislatura, sino simplemente a fin de mes); lo cierto es que eso es precisamente lo mejor, o quién sabe si lo menos dañino, de cuando puede derivarse de la comprobación de que, efectivamente, hoy se cumplen dos años del triunfo electoral alcanzado no tanto por el Partido Popular, como sí por Mariano RAJOY.

Y es que a la hora de valorar no tanto lo mejor, sino sencillamente lo menos dañino, lo cierto es que a estas alturas, el Tiempo, en su acepción conceptual, es lo único sobre lo que ni el propio Mariano RAJOY ha podido mentir. Así, los segundos siguen conformando minutos si se acumulan en segmentos de sesenta, y los domingos siguen siendo festivos aunque, ¡digo verdad, no se aturullen!, ha de pactar entre otros con la propia Conferencia Episcopal, la manera de fumarse todas las jornadas propensas a ser consideradas como puentes. Aunque bien mirado no me parece ni mal, así quitamos facilidades a todos esos desagradecidos que, lejos de pedir explicaciones en pos de hacer el esfuerzo de entender a un Gobierno que lleva a cabo reformas, no lo olvidemos por nuestro propio bien, ¡se suicidan!, incrementando con ello sin duda el sufrimiento de aquéllos que, al día siguiente se verán obligados a revisar, por ejemplo, los convenios laborales, o las pensiones, ligadas ahora no lo olvidemos a complejos cálculos de productividad.

Pero no pretendo yo, o al menos hasta hace unos instantes no formaba parte de mi plan fundamental, el reducir a una mera cuestión cronológica algo que el NO-DO, sin duda, podría sistematizar de una manera mucho más profesional, sin duda porque la coincidencia de contexto está servida.
Caer en semejante abstracción, supondría sin duda hacerle el juego sucio a un Gobierno que precisamente ha tenido que acudir a la deshumanización, para hacer no tanto creíble, como sí al menos potable, una sucesión de medidas, a cada cual más dramática en las que el denominador común  no pasaba tanto por ser medidas confeccionadas en defensa propia, como sí al hecho de constituir un permanente a la par que desenfrenado ataque contra todo bicho viviente (hecha la salvedad de entes tales como Sáenz’s de Santamaría’s; Cospedal’es y entes similares.)

Mas una vez concitadas, que no por ello clasificadas semejantes acepciones, lo cierto es que igualmente una vez abandonado el terreno del cinismo, hecho éste al que procedo no por no sentirme cómodo, sino porque sin duda en el mismo otros como el Portavoz del Partido Popular en el Congreso me ganan (cuando por ejemplo dice que algunos se acuerdan de sus padres enterrados en las cunetas, cuando se enteran de que por ello dan subvenciones), lo cierto es que mi respeto al tiempo, no al del Partido Popular, sino al de todos los que consideran óptimo invertirlo en leer esto, me lleva en cualquier caso a pasar unos instantes al rigor.

¡Dos años de gobierno del Partido Popular! Dos años de la, no lo olvidemos, Derecha Cavernaria. Dos años de gobierno de la que, no lo olvidemos, aparece categorizada, sin duda en correspondencia a la serie de arduos esfuerzos desarrollados en tal dirección, como la Derecha más profunda, reaccionaria, cerrada y quién sabe si cerril, de todo el espectro europeo.

Una Derecha profundamente ideologizada, que no ha dudado ni un solo instante en emplear lo más preciado que tenemos, que no son los millones de euros, no, que vuelve a ser lo de antes, sí, el Tiempo; para poner patas arriba no uno, ni dos, sino la práctica totalidad de lo que hasta hace quince meses seguían considerándose Derechos Básicos, cuando no fundamentales.

Una Derecha que de nuevo en un tiempo récord, se ha cargado la denominada Clase Media, en lo que en contra de lo que pueda parecer no constituye sino el giro definitivo en pos de la defensa no tanto de alguna teoría económica, pues a estas alturas no existe ni una sola que pueda argumentar en pos de semejante acción, como sí por el contrario de la que constituye la pata fundamental de la mesa sobre la que quiere asentar su definitivo retorno al poder, y que indefectiblemente pasa por constatar que, efectivamente, el Partido Popular no desea dos Españas aunque eso no signifique necesariamente que no desee dos tipos de españoles. Por un lado, los que justifican sus desmanes; por otro, los que jamás les votaremos.

Ahondando en el esfuerzo de buscar tesituras objetivas que puedan cimentar no tanto la línea de gobierno presentada por el PP, como sí al menos hacerlas pasar por concebibles por mentes sobre las que no resulte imprescindible hacer caer la sospecha de la esquizofrenia, cuando no de la abierta psicopatía, lo cierto es que solo echando mano del gran alisador de miserias en el que se ha convertido la denostada crisis, podemos hacer una lectura no vinculada a la depravación, una vez hecha la media entre todas las decisiones que por otro lado han conformado la manera de concebir la acción y efecto de gobernar, por parte del Partido Popular.

Hago mención expresa de la sucesión de conceptos “acción y efecto de” porque deseo dejar constancia expresa de mi ingenuidad cuando una vez más me centro en el disparate que para algunos puede suponer el llegar a pensar que, efectivamente, los actos traen consecuencias, máxime cuando estamos hablando de gobernar.

Constituye la de gobernar, una acción magnífica donde las haya toda vez que sobre la misma convergen adjetivos, sustantivos y demás rasgos tanto léxicos como gramaticales, unidos todos ellos por la concepción básica de que la misma tiene toda su carga de significado en el hecho de que se hace, irrefutablemente, para  todos. Digo esto porque cuando las ya reiteradas Sáenz’s de Santamaría’s; Cospedal’es y entes similares, se empeñan en repetirnos el mantra (o quién sabe si sainete) en base al cual “ellos están cumpliendo un mandato dado por los españoles de forma clara y contundente por medio de una Mayoría Absoluta clara lograda en las urnas) no es ya tanto que resulte aburrido, como que en realidad están logrando la cuadratura del círculo, al lograr el más difícil todavía abocándonos a tener que deslegitimar un hecho acontecido por medio de una Mayoría Absoluta, obligándonos por otra parte a traer a colación la máxima, en este caso constatada según la cual las Mayorías Absolutas no son sino el recordatorio de la Tiranía que de vez en cuando se permiten las Democracias.
Considero aquí y ahora decir que veo llegado el momento y el lugar de decir que no cuestiono, ni nunca lo haré, ni los procedimientos de los que la Democracia se vale, ni por supuesto los resultados a los que mediante el correcto tratamiento de los mismos se lleguen. Sin embargo, y a colación de algunas de las conclusiones que se extraen del libro de memorias del otro gran dirigente, a la sazón quién sabe si el único, D. José María AZNAR, a tenor de las cuales tenemos perlas como las que pasan por afirmar que sucesos como los del 11M poco o nada tienen que ver con la entrada de España en la “Guerra de Irak”, lo cierto es que verdaderamente me creo en derecho no tanto de cuestionar a la Democracia en tanto que concepto, como sí en tanto que del uso que de la misma hacemos en España.

No estoy con ello diciendo, aunque cierto es que sí lo pienso, (y en tanto que no aprueben la nueva Ley de Seguridad tal hecho, el de pensar, no es todavía constitutivo de delito); que verdaderamente me resulta imposible de comprender el grado de pensamiento complejo en el que se halla sumido alguien instantes antes de decidir la emisión de su voto en pos de los sectores conservadores, radicales o reaccionarios (todos ellos agrupados en este país bajo las siglas del Partido Popular). Como en el caso de tantas otras cosas, tales como la tenencia de Fe, o de sentido común, bien puede ser que semejante gracia me sea por y para siempre vedada.

Mas en cualquier caso, y lejos de perder mi tiempo en lo que no tengo, o peor aún en lo que no sé, lo cierto es que me he propuesto trabajar de manera activa por lo que sí que sé.

Sé fehacientemente que no pueden volver a ganar. Y lo sé porque esos cerca de tres millones de votos correspondientes a advenedizos que, o bien se pasaron al lado oscuro, o bien se quedaron en su casa a votar; en este caso recuperarán la noción, y con ello retornarán a sus orígenes, unos orígenes, no lo olvidemos, ideológicos.
Porque ahí es donde si se me permite la expresión, se encuentra la madre del cordero. Sí, de nuevo en la Ideología. Una Ideología perfectamente conocida si no por todos, sí por una amplia mayoría de los españoles los cuales, una vez caída la venda formada por pretextos tales como herencias, déficits y otras zarandajas, han comprobado de la manera más dolorosa esto es, a través de sufrir en carne propia los recortes reales en calidad de vida en los que se traduce de manera directa la implementación de la Política desarrollada por los que vinieron a salvar a España, que así, no.

Sencillamente porque ¿qué sentido tiene salvar a España, si para ello hay que llevarse por delante inexorable a la mayoría de los españoles?

Desde esta certeza, un mensaje de esperanza: ¡Ánimo, como mucho, solo pueden quedar dos años!


Luis Jonás VEGAS VELASCO.

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