jueves, 19 de junio de 2014

ESTA NOCHE HA LLOVIDO, MAÑANA SIN DUDA HABRÁ DE HABER BARRO.

Me despierto sobrecogido, ante los sin duda malos presagios desde los que se ha arbitrado el proceso de entronización del que a estas alturas es ya Felipe VI…Y no me estoy refiriendo al disgusto que ayer nos dio Chile.

Tal y como suele ocurrir en estos casos, el despertar del sueño, de la ficción, vienen a ser tan terrible, como sin duda sobrecogedor. La intensidad del trenzado desde el que se ha llevado a cabo la elaboración de esta alfombra mágica con la que sin duda podemos comparar el proceso que ha venido a consolidar no tanto una forma de gobierno, como sí más bien una manera de sobrevivir a la propia Idea de España, ha acabado dando lugar a una realidad por sí misma tan compleja, que lejos de suponer respuesta por sí misma, ha terminado dando lugar a su propio catálogo de preguntas.

Y por otro lado, como componente, que no como instrumento específico de la aberración, el tiempo.
El tiempo catalizador. El tiempo ladrón. El tiempo anestesista…En definitiva el tiempo como quién sabe si última advocación de un proceso, el destinado a consolidar la propia España, que se muestra pernicioso para consigo mismo, dando paso a aberraciones tales como las que se observan cuando su mero transcurrir parece servir para consolidar la trascendencia de algunos de los episodios a los que, al menos en apariencia, debería de acotar.

El tiempo catalizador. O al menos estabilizador, encaminado no obstante a hacer más digeribles píldoras como las que se hacen patentes cuando escuchas hasta el final, si no te la cortan, la fórmula desde la que su padre, el ya abdicado, y a pesar de todo parece que sigue siendo Rey; juró la Constitución. (…) y mostrarme fiel a las consideraciones del Movimiento Nacional.

El tiempo ladrón. Ladrón de muchas verdades, a la paz que creador activo o en pasiva de muchas medias verdades. Algunas de las cuales han llevado a muchos de los integrantes de la generación que no pudo votar la Constitución, a creer con mayor o menor firmeza que, efectivamente, Libertad, España y Democracia son un compendio a todas luces Incomprensible si no le atribuimos un papel primordial al Monarca saliente.

Y por último, aunque no por ello menos importante, el tiempo como anestesista. Un anestesista que en este caso muestra su indudable profesionalidad en la medida en que dirige sus artes no contra la generación ni-ni; sino que más bien lo hace contra esa otra generación que entrado 1975 ya sabía bien lo que se hacía. Una generación que tal vez por ello, necesita verdaderamente de ayudas externas, toda vez que el fervor patrio bien puede resultar insuficiente a la hora de hacer digerible algunas de las píldoras que insisto, muchos hubieron de tragarse a la hora de hacer comprensible el juramento de lealtad al Movimiento, con los ardides que sin duda hubieron de desarrollarse de cara a hacer primero creíble, y luego soportable, la idea de una España nuevamente regida no tanto por un Caudillo, como sí por un Monarca.
Recupero en el centenario a Julián Marías, para traer a colación una de sus grandes génesis a la hora no de entender, cuando si de presagiar a España. Y acudo pues a aquélla que afirma que una Nación tan grande, es difícil o casi imposible de comprender, por ello ha de bastar con intuirla.
Aplicando tal desarrollo, podemos fácilmente amachambrar el pensamiento por el cual España, y por ende los españolitos, somos un país que, en el colmo de la complejidad, hemos de acudir a los esquemas como forma de comprensión.
Es así España un país de símbolos y…¿Qué mejor símbolo que un Rey?

Para cualquiera que me discuta lo de los símbolos, vaya por delante la constatación de una certeza. ¿A alguien se le puede ocurrir mayor apuesta por el simbolismo que aquélla que pasa por la consolidación de una Monarquía Parlamentaria? Si lo miramos con detenimiento, parece el resultado de una broma macabra. ¿Qué cara se le quedó al BORBÓN cuando, una vez asumidos tanto el sacrificio como las responsabilidades sin duda a éste coaligadas, le dicen que de ejercer a lo Fernando VII..nada de nada?
La frase que mejor resume tal consideración nos suena, en su versión directa, a todos: “El Rey reina, pero no gobierna.”
Sinceramente, me resulta casi comprensible que, en mitad de un arrebato propio de tal consideración, bien pudiera pasar por su regia cabeza alguna idea propia de un absolutista.

Pero lejos de seguir elucubrando, me resulta más apetecible, y a la sazón más constructivo, traer a colación la constatación del hecho que sinceramente, más me ha cabreado. El que pasa por asumir de manera incuestionable la cadena de acontecimientos que vienen a decir que sin Monarca, el actual estado de las cosas, vendría a ser poco menos que imposible de entender.
Tal es el grado de enajenación al que hay que acudir para configurar de manera exitosa los aspectos que den lugar al espacio ansiado para ello; que lejos de confrontar las tesis manifestadas, acabamos más bien no solo por asumirlas, sino que incluso las reforzamos.
Así España, lejos de ser un país simbólicamente Monárquico, acaba por convertirse en algo sencillamente Juancarlista.
Así, y solo así, el tupido entramado que en los últimos días unos y otros se han empeñado en consolidar, en pos de urgir unas realidades, y con serios esfuerzos para tapar otras; se complica hasta límites poco menos que insospechados al dotar al Rey que abandona de unos poderes cuasi mágicos, en base a los cuales, condiciones imponderables tales como el logro de una Transición, o incluso la constatación del que ha sido sin duda uno de los periodos de ausencia de guerra más largos de cuantos ha logrado España, pasan a constituirse como parte del legado no de la propia España, como sí más bien del Monarca, en tanto que tal.

De esta manera, tendemos a consolidar el que a todas luces es un peligroso escenario toda vez que por una parte monopoliza en una sola persona todas las atribuciones de aquello que en los últimos años ha caracterizado el acervo que nos permite sentirnos orgullosos de ser españoles, a la vez que pone al país en la a todas luces difícil posición de asumir que todo, tanto lo bueno como lo malo, ha dependido del albedrío de una sola persona.
Venenosa es entonces la manzana que en forma de Corona Heredada recibe Felipe VI.

¿Habremos pues de empezar a contar hoy hacia atrás, en vez de hacia delante?



Luis Jonás VEGAS VELASCO.

No hay comentarios:

Publicar un comentario