miércoles, 25 de junio de 2014

DEFINITIVAMENTE, ¡ESTAMOS EN CAMPAÑA!

Y si bien lo peor de todo no tiene por qué ser eso, de hecho tal situación a priori no tendría ni que ser ciertamente mala; lo cierto es que una vez más lo dantesco, lo inmoral, y por ende lo cínico, hay que buscarlo en que para lograr la plena comprensión de lo que para todos (en Europa) es ya un hecho, aquí en España hemos necesitado de acudir a los informativos extranjeros para ser del todo conscientes.

Dada la consideración del hecho, la cual espero sea suficientemente valorada a partir de la lista de adjetivos empleada en pos de lograr cuando no su descripción, sí al menos una modesta aproximación; lo cierto es que sin ánimo de reiteración, mas sí cuando menos de merecida contextualización; hechos tan chabacanos y soeces como para merecer la sarta de apelativos ya mencionados, entre los que no me resisto a traer de nuevo a colación como son los propios de lo dantesco, y por supuesto, lo de inmoral; sirven por sí solos no tanto en este caso para describir un hecho y el contexto que le es propio, como por supuesto el tamaño de la arpillera de aquél que está llamado a ser reconocido como su protagonista.

D. Cristóbal MONTORO, eminencia económica para unos, bufón de corte cuando no protagonista de Sainete para otros, y ahora mismo no dispongo de los argumentos necesarios para decidir quién tiene o no razón a la hora de atribuirse la descripción más acertada; cuenta desde hoy con el dudoso honor de haberse convertido en el encargado de haber dado el pistoletazo de salida a la que probablemente sea la última escenificación de este Patio de Monipodio, en el que por otra parte corren como pollos sin cabeza, los integrantes de este gran desaire, en el que para absoluto desaire de la Verdadera Política, han convertido los responsables de gobernar este país.

Desde el refugio misericorde en el que se instituye la por otro lado inmisericorde crisis económica en la que nos hallamos (o en la que nos han,) sumido, unos y otros, mostrando de manera avezada el que supone su común denominador, a saber su absoluta falta de respeto al ciudadano, la cual se pone de manifiesto con su permanente incapacidad para descender al mundo de los mortales; lo cierto es que una vez más la Economía, a saber el último resquicio que en apariencia le queda a la Justicia, se pasea si no se pavonea acaparando todos y cada uno de los focos, todos y cada uno de los espacios, dando fe desde el más absoluto de los pragmatismos de que, efectivamente tal y como algunos nos temíamos, la Economía ha terminado por usurpar, uno a uno, todos los espacios que le quedaban al resto de las acciones que a saber le eran propias al Hombre.

Y por ello, ya tal vez solo por ello, cuanto más lo pienso más lógico me parece que efectivamente, sea uno de los ministros del ramo de las finanzas, porque de eso se trata, de la cesión directa a la pleitesía hacia las finanzas, quien nos dé las noticias.
Porque no se trata solo de que la Política haya muerto. Se trata de que en un cínico ejercicio de madurez, el recurso ha sido optimizado al máximo, sustituyendo de manera instantánea el espacio que le era propio, por un nuevo escenario en el que las cifras sustituyen a las palabras, en el que el ruido de las calculadoras sustituye a la oratoria, y en el que, definitivamente, los contables erradican a los políticos.

La suerte está echada. Y no porque el Club Bilderberg en su informe relativo al primer trimestre haya vertido, que no dejado caer, entre sus conclusiones, que España es hoy por hoy un país prescindible, sencillamente porque el Turismo y el Sistema Financiero, a la sazón y siempre según su inestimable consideración los constituyentes de su única fuente de recursos, no sean viables a corto plazo.
Tampoco porque la Balanza Comercial Exterior, esto es, la que se compone a partir de la comparación entre lo que compramos y vendemos al extranjero, haya vuelto efectivamente a arrojar un saldo neto negativo en el primer trimestre del año…

No, definitivamente no tiene que ser por eso. La suerte está echada porque hemos permitido que sea alguien de la Rama de Economía sea el encargado de recordarnos que, efectivamente, el Partido Popular, el partido que gobierna, está a punto de enfrentarse a su primera cita electoral interna desde que gobierna, o más bien desde que desgobierna. Y naturalmente, hay que prepararse para la ocasión.

Y qué mejor manera de hacerlo, que con la exhibición propia del boato y el esplendor propio de toda una Reforma del Régimen Fiscal y Tributario. ¡Por Zeus que la ocasión lo merece!
Tal y como sucede con un frac bien planchado, el porte no lo da el traje, sino el saber llevarlo. Y como en tales casos, el portador de la indumentaria raras veces es digno de la misma. De tratarse de un momento normal, tal vez nos apetecería seguir la carta de la adulación, y expresar así nuestro bienestar al respecto de alguien que, creyendo ir vestido con un traje transparente, no es capaz de discernir que en realidad se pasea desnudo por el mundo. Pero como llegados a estas horas mi coeficiente de amabilidad hace rato que se acabó, considero más elegante adoptar la pose propia del Sastrecillo Valiente, y desvelar al Emperador que, muy a nuestro penar, ¡Se está paseando desnudo por las estancias!

Desde semejante perspectiva resulta sencillo, cuando no casi elemental, comprobar cómo la tan a estas alturas ya traída y llevada Reforma Fiscal y Tributaria es más una herramienta de Propaganda a la que como tal ni el propio Goebbles añadiría ni quitaría nada; que una legítima y tal vez loable búsqueda del bien común. Más bien, y tal vez a la sazón, la mencionada ley no acabe sino por acabar revelándose como el catalizador que nos ayude a quitarnos la máscara, esa que nos impide ver, y quién sabe si será también la que saque el tapón de cerumen de nuestros oídos, facultándonos para oír el sonido de los hachas al caer, acabando de manera inexorable por pronosticar el ya de por sí inevitable alzamiento.

Han y por supuesto hemos ido demasiado lejos. La carrera que están a punto de iniciar, bien podría constituirse en la última carrera que emprendamos todos. Una carrera hacia ninguna parte, cuyo único resultado bien pudiera ser que solo tuviera algún interés para tan solo unos pocos…Siendo el resto por ende integrantes del equipo de los prescindibles.

A partir de ahí, y por supuesto de la interpretación de las múltiples conclusiones que son abordables, solo una parece ser a ciencia cierta la cuestión competente para integrar en sí misma a todas las demás.

¿DE VERDAD VAMOS A VOLVER A PERMITIR QUE SE SIENTAN EN DISPOSICIÓN DE TOMARNOS EL PELO?


Luis Jonás VEGAS VELASCO,

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