jueves, 11 de junio de 2015

DE LA ARDUA TRAVESÍA. OBJETIVO: LA NADA.

Observamos como no puede ser de otra manera todo lo que ocurre a nuestro alrededor, y lo cierto es que lejos de creer que ni tan siquiera por aproximación podemos llegar a hacernos una idea de lo que realmente está ocurriendo, no es menos cierto que en lo referible al menos al proceder, al protocolo que el devenir depara, sí podemos no obstante establecer cuando no semejanzas, sí al menos referencias que conceptualmente no parecen muy dispares a lo que otrora la Historia ha referido.

Lejos de abandonarnos a lo que seguro algunos identifican como un proceso melancólico, lo cierto es que una vez más, y espero no sea la última, que hemos de romper una lanza en pos de requerir la debida atención no tanto sobre el estudio de la Historia como Ciencia, cuando sí más bien en pos de requerir la debida atención sobre ésta en aras de considerarla algo más que un proceder destinado a resucitar cadáveres. Probablemente, si prestáramos más atención tanto a los cadáveres que jalonan nuestro presente, como fundamentalmente a los modos y maneras que promovieron cuando no directamente causaron esas muertes, probablemente estaríamos en una buena disposición para ahorrarnos muchos si no de esos mismos, probablemente de otros muy parecidos, cadáveres.

Todo porque una vez más, la Historia se repite. Asumido tal concepto, como fundamentalmente los procederes que al mismo le son propios por asunción, es que hemos de comprender la más que presumible repetición que para el contexto histórico puede representar realmente nuestro presente. Así nuestra actualidad, para nosotros obviamente lo más importante, a la sazón aquello que ha de atraer de manera absoluta nuestra atención, puede en realidad suponer muy poco, al menos en lo concerniente al devenir de los procesos propiamente dichos.

Si bien nada de lo expuesto hasta el momento supone competencia alguna para restar un punto mi mucho menos añadir coma alguna a los procesos y las consecuencias que éstos tienen sobre esa misma realidad, más real precisamente por actual, es por lo que se ven dotados de mayor privilegios cuestiones tales como las que han de redundar en pos de explicar situaciones genéricas o concretas las cuales, lejos de aparentar contradicción, no hacen sino presentar precisamente por referir tal grado de deslocalización y falta de contexto, una magnífica muestra para apreciar desde ella tanto la intensidad como la naturaleza del presente que nos ha tocado vivir, el cual a todas luces ha visto diluido cualquier intento de aproximación, qué decir de cualquier intento de comprensión; dentro de ese gran maremoto en el que se ha convertido la crisis.

Acudiendo pues al Ente Ciudadano en su doble versión de resultado de la Historia en tanto que evolución, y de víctima de la Historia en tanto que víctima del presente, estamos en unas condiciones más que adecuadas para, por primera vez, comprender tanto los motivos que facultan los procesos, como la naturaleza de éstos en sí misma. Por primera vez, un gran Fenómeno Social, de esos que alcanzan Magnitudes colosales, va a ocurrir o incluso está ocurriendo en un instante histórico en el que la perspectiva del Hombre es tan amplia y dispone de tantos referentes, que es capaz no solo de identificarlo en el presente del natural devenir, se atreve a presentar una disposición dirigida a su neta comprensión.

La idea, vacía y hueca para los que no sin motivos tienen en sí mismos preocupaciones más que suficientes de cara a perder un solo instante en seguir y mucho menos en protagonizar discusiones como ésta; trae más bien a primera línea de análisis un hecho que, de ser debidamente revisado, podrá sin duda aportar mucha luz sobre los desarrollos que aún hoy, están sin duda pendientes.
No estamos hablando como es de suponer de arreglar la crisis, sobre todo porque somos de la convicción de que ésta, como tantas otras cosas en apariencia estructurales, no responde en realidad sino a procederes coyunturales. La derivada lógica, pasa por comprender, cuando no asumir, que las verdaderas esencias, las que mueven o en su defecto detienen el mundo (no en vano frenar es aplicar una aceleración negativa) quedan aún lejos no tanto de nuestra comprensión, cuando sí más bien de las explicaciones que pueden tener lugar en un mundo, en un aquí, en un ahora, como el que desgraciadamente compone, matiza y contextualiza nuestro devenir.

Por ceñir un poco el discurso, y amparada no tanto la verdad cuando sí más bien la credibilidad del mismo en el análisis más o menos exhaustivo de lo que por asentimiento reconocemos y nombramos como realidad, podemos concluir que a la vista de las actuales situaciones que se han generalizado, y para las cuales exigir un grado de concreción mayor en pos de conocer un caso específico lejos de ayudar, no hace sino intimidar; diremos que efectivamente, y no lo olvidemos una vez llegados a este aquí, a este ahora; lo que verdaderamente preocupa no es que empecemos a arrancar adoquines, como sí más bien que comencemos a hacerlo cuando todavía nos queda el raciocinio suficiente para hacernos cargo de la inaceptable verdad, la que pasa por conciliar la posibilidad de que la nada, ha sustituido a la ficción de firme que algunos pensaban sustentaba su presente, su contexto, en una palabra…su vida.

Porque solo hay una cosa más terrible que vivir hostigados por el contexto que proporciona un mundo en crisis: vivir sin el menor tipo de hostigamiento. Solo hay una cosa más desdeñable que vivir bajo las condiciones procedentes de una estructura corrupta: la de tender hacia un futuro carente de estructuras. Solo hay una cosa más denigrante que vivir una conciencia en la que no hay lugar para los políticos: hacerlo en un momento que preconiza el triunfo de los idiotas.

Fruto de una mala interpretación, cuando no de una ligereza constructiva, lo cierto es que a Solón se le ha investido, nada más y nada menos, que con la intocable toga de ser el Primer Demócrata. Lejos de haber trenzado el presente discurso para denigrar al insigne Solón, lo cierto es que nuestro interés se centra más bien en la descripción tanto de las medidas que siendo por él tomadas le llevaron a ser digno acreedor de la mención expresada, como por supuesto de las consecuencias que éstas tuvieron tanto para sus contemporáneos, como por supuesto para los que después tuvieron a bien venir.

Porque si bien Solón no eliminó las desigualdades sociales, lo cierto es que sí fue el primero interesado en considerar la posibilidad de que un individuo tuviera en realidad derecho moral para ascender en la escala de las cosas. Lejos de quedarse en el tramo del concepto, de la idea (lo que hubiese supuesto quedarse en filósofo) decidió cabalgar manifiestamente hasta el Olimpo en este caso reservado a los grandes jerarcas, para lo cual habilitó los desarrollos legislativos necesarios para lograr lo que insistimos estaba destinado a dejar de ser una idea, para acabar conciliando su lugar en la Realidad.
Consejo de los Cuatrocientos, Arcontes… y así hasta una difícilmente cuantificable cadena de decisiones atribuibles ante todo a alguien dotado con un elevado grado de apego a la justicia. Una justicia que asociada a cierto grado de meritocracia, se ve desarrollado en pos de conciliar el ascenso social concebido en este caso a la relación que se guardaba para con la posesión de cierta medida de grano.

Bien podríamos inferir de tal hecho la irrupción de la economía en la que desde entonces será la permanente injerencia para con los desarrollos de la política, mas en realidad nos encontramos en los previos de lo que vendría a ser la primera decepción democrática, que inexorablemente pasa por comprender que el ciudadano en contadas ocasiones se ve en condiciones de reportar a la Democracia lo que ésta le ha proporcionado a él.

Por eso cuando Solón retorna de su voluntario exilio de diez años, se encuentra no solo con toda su obra destruida por el tirano Pisistrato, sino que lo de de verdad le remuerde pasa por comprender los métodos que éste ha usado.
Así, lejos de la opresión o de la amenaza, aquello de lo que Solón advirtió; el nuevo Tirano ha ejercido el control de la chusma iluminando en ocasiones sus grandezas, prefiriendo en otros casos constatar su capacidad para cumplir en realidad lo que para otros no es sino proferir horribles amenazas.

Sucumbe así pues la Democracia como no puede ser de otra manera, al imparable binomio que supone por un lado el desprecio que solo un Pueblo desagradecido puede proferir; asociado a la capacidad para el canto de sirenas que algunos individuos muestran como su única aunque no por ello menos inefable habilidad.
Y mientras la chusma, aborrecible en tanto que precursora de los populistas, cambia a los filósofos por sofistas, a los estrategas por comerciantes; hipotecando su futuro a los réditos poco fiables de los mitos, alimentando de nuevo éste gran dispendio que es la Vida, en sus más diversos términos.


Luis Jonás VEGAS VELASCO.

No hay comentarios:

Publicar un comentario