“Por comisión y
mandado de los señores del Consejo he hecho ver que el libro contenido con este
memorial;: no contiene cosa contra la Fe ni buenas costumbres; antes es libro
de mucho entretenimiento lícito, mezclado de mucha filosofía moral…”
“(…) Por lo que se
tasare a cuatro maravedís cada pliego, que al respeto suma y monta doscientos y
noventa y dos maravedís), y mandaron que esa tasa se ponga al principio de cada
volumen del dicho libro, para que se sepa y entienda, lo que por él se ha de
pedir y llevar, sin que se exceda de ello de manera alguna…”
Dicho respectivamente por los señores Hernando de Vallejo y el
Doctor Gutierre de Cetina; escribano de la Cámara del Rey y Censor del Reino
respectivamente; las citas corresponden concretamente a las dispuestas
formalmente en la primera edición de “Don Quijote de la Mancha Parte Segunda ”.
Ambas anotaciones, del todo imprescindibles para lograr la
promoción del libro, y a la sazón causa suficiente para hacer que la obra vea
la luz, rezan por fecha y datación tal día como hoy, a saber y rezando
formalmente: “A veinte y uno de otubre,
mil seiscientos y quince.”
Tan bien un veintiuno de octubre, de justo doscientos años
después, sufrirá España el lacerante suceso de Trafalgar, del cual sin duda aún
no nos hemos recuperado del todo. Y justo doscientos añoso después es testigo
España de otro suceso trágico, el fin de la legislatura del Partido Popular.
Hecho éste del que sin duda tardaremos en recuperarnos, y que guarda otro
elemento en común con lo expuesto hasta el momento a saber: tras su paso y suceso, nada volverá a ser
igual.
Conmocionado que no conmovido (pues no tanto el hecho como
sí más bien sus protagonistas no merecen ni una pizca de humanidad en el
tratamiento), amanecer hoy con la
sensación de tener el sol en la espalda, marcando con ello de forma definitiva
cuál ha de ser el camino a segur; se traduce en una suma de sensaciones tan
intensa y a la par tan agotadora, que verdaderamente hace sentir próximo el
colapso.
Definitivamente, se han ido. Destructivos como la plaga de
langostas que refiere el Génesis. Mortal y apocalíptica como la epidemia
pestilente que diezmó Europa; la presencia cuando no el ejercicio asociado a
ésta manifestado en forma de gobierno llevada a cabo por este a lo largo de los
últimos cuatro años, ha terminado por inducir en todos nosotros un estado de
desazón que, acudiendo una vez más a la suma sapiencia atesorada en el
Refranero Castellano, solo mediante el empleo de una de sus acepciones más
destacadas podemos osar integrar de manera semánticamente correcta la sin duda
multitudinaria corriente destinada a promover una definición sincera a tal
respecto: “Que seas capaz de llevarte
cuando menos la mitad de la paz que dejas.”
Porque en una realidad solo reconocible tras definir el
contexto descrito por las condenas definidas en Cantar de Mío Cid; hacer memoria a tenor de lo que ha sido no tanto
el ejercicio de gobierno del Partido Popular, como sí el hecho de tener que
enfrentarse abiertamente a sus consecuencias; constituyen realidades muy
próximas a lo que se entiende como conducta
atribuible a episodios de masoquismo. En cualquiera de los casos, una
teoría de comportamiento poco adecuada, cuando no manifiestamente
desalentadora.
Porque si la acción de gobierno del Partido Popular no se ha
experimentado, a lo sumo se ha sufrido, ha sido porque sencillamente tal acción
de gobierno sencillamente no ha existido. Está históricamente demostrado que la
acción de gobernar se encuentra inexorablemente vinculada a la existencia de
una suerte de plan que, más que responder a un modelo de conclusiones, encierra
realmente una forma de cúmulo de las que una vez constituyeron las ensoñaciones
de quienes una vez se sintieron capaces de identificar todas aquellas cosas que
consideraron inadecuadas o insatisfactorias; procediendo posteriormente a
desarrollar las conductas necesarias para cambiar las facetas del mundo que de
manera razonada les parecían erróneas. De la carencia o deuda surgida de no
responder a la existencia de semejante documento, lo que dicho en una palabra
se traduce en no tener Programa, se
extrae la única razón lógica desde la que podemos contemplar la manera de
gobernar implementada por el Partido Popular a lo largo de toda la legislatura
que, insistimos, hoy se acaba.
Montones de mentiras, toneladas de medias verdades. En
definitiva, la suerte y constatación de la instauración de la falacia como
medio adecuado para el total proceder se han consolidado no ya como el
resultado de una forma de guiar el
proceder, sino más bien como el elemento que se erige en común denominador que unifica la
práctica totalidad de los medios de proceder que se han vuelto generalizados en
los últimos cuatro años.
Cuatro años que como en el caso de la Peste Negra solo se
han hecho superables acudiendo a la frase que el de Hipona acuñó: “Esto también pasará.”
Cuatro años de los que como en el caso de los padecidos con
la Peste, tan solo las medidas adoptadas en pos de su superación, así como las
pocas que se pueden tomar en aras de que no vuelvan a darse, constituyen el
máximo bagaje al cual podemos someter nuestro incierto designio.
Cuatro años a lo largo de los cuales en vez de conjugarse el
verbo gobernar, se ha optado por poner en práctica las veleidades del verbo
sufrir. Y todo porque la incapacidad para llevar a cabo un uso lícito de las
acciones destinadas al buen gobierno, han
quedado supeditadas a la inefable acción destinada a promover la implementación
de una Ideología.
Porque al desarrollo de tal arte es al que han dedicado todo
su tiempo tanto Rejoy como sus secuaces. Secuaces, que no Gobierno, porque los
desaires, desplantes y sobre todo, manifiestos desprecios con los que el uno y los otros se han manejado
permanentemente, convertirá en francamente bochornoso el uso del apelativo,
habiendo de ser necesariamente los que hayan de venir quienes con más fuerzas
sufran la miseria en la que puede degenerar el uso de la acepción manifestada
en relación a los hechos vinculados a este aquí, a este ahora.
Mariano Rajoy. Señor Presidente del Gobierno, a la sazón
elemento abiertamente congestivo, testigo y causa de la mayor muestra de
polución con la que un gobernante ha tenido a bien intoxicar la otrora sacrosanta
propia como de Gobierno, destinada a
la búsqueda del bien común.
Mariano Rajoy, pequeño Sátrapa.
Incompetente como ellos para mantener unidas las satrapías. Indolente como
ellos para hacerse valedor de la comprensión de un sufrimiento que unas veces
no has sabido evitar, y que en la mayoría de los casos has causado, todo ello a
partir de la comprensión de la acción y
efecto del único verbo que has sabido conjugar por ti solo. A saber el
verbo recortar.
Recorte, acción y efecto de recortar. Aunque hoy en España
tiene otras acepciones, todas ellas por cierto vinculadas a la incompetencia
cuando ésta afecta al hecho implícito de gobernar. Un hecho, digamos mejor una
acción, que requiere de partida de la tenencia en grandes cantidades de dos
acepciones que al Sr. Presidente le son totalmente desconocidas a saber:
humildad para identificar sus carencias y perspicacia para subsanarlas.
Dice un viejo proverbio árabe que la diferencia entre un
Gran Hombre y un Hombre mediocre radica en la capacidad que uno y otro tienen
para rodearse de quienes son mejores que ellos mismos. Mas cómo esperar cosas
grandes de quien sinceramente cree haber alcanzado el máximo de sus
posibilidades. Qué decir de quien verdaderamente cree que detrás de mí, el Diluvio.
Sea como fuere, ya pasó. La buba ha supurado y su contenido, pestilente donde los haya, ha sido
expulsado. La fiebre, con la misma velocidad con la que vino, se marchará.
Ahora hay que recuperarse recordando que solo interpelarse por el largo tiempo
está prohibido. Y todo porque hacerlo supone añadir más tiempo al ya perdido.
Luis Jonás VEGAS VELASCO.
Y si no les cantamos aquello de "Anda y que te ondulen con la permanén"
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