Esta mañana al levantarme escucho, si es que decir que
cuando el sol no ha hecho todavía acto de presencia, uno está verdaderamente en
condiciones de escuchar; unas declaraciones del jugador de fútbol del Real Madrid,
Sergio Ramos, las cuales venían a decir algo así como que a la hora de valorar los objetivos alcanzados en una eliminatoria
europea, el resultado es algo determinante. Por si al comentario le faltase
algo, el comentarista, el cual creo se sigue considerando periodista (deportivo
en cualquier caso), afirmaba que efectivamente,
el resultado ha sido algo corto de cara a valorar las expectativas del “club
merengue”. Luego de ver salir el sol, y retomar algo de mi perdida
capacidad lúcida, me enteré de que el resultado final de la primera
eliminatoria de Champions que había
enfrentado al equipo español con el inglés había sido de…¡empate a cero goles!
Efectivamente señor Ramos, creo difícil encontrar otro resultado más corto.
No, no se han equivocado de columna, ni por supuesto yo he truncado mi proceder por el del
loado proceder del comentario deportivo. Simple
y llanamente pretendo ilustrar el estado en el que me encuentro cuando a renglón seguido, otra periodista viene a
hacer la crónica en este caso atinente al desastre parlamentario al que
asistimos en el día de ayer, y después de una serie de comentarios más o menos
atinados, finaliza la misma apuntando a un hecho que se me antoja del todo
gráfico, un comentario que pasa por revelar que, efectivamente, no ya el único,
sino sin lugar a dudas el que más satisfecho se encuentra ante el camino que
han tomado las cosas es, efectivamente, D. Mariano RAJOY.
Porque si lamentable es el referente que para los seguidores
de un equipo histórico como sin duda es el Real Madrid puede ser el ver a su capitán defender las loas que significan
un empate a cero; de verdadera chanza, si no de abierto pitorreo es el ambiente
que se respira cuando a estas alturas permitimos que sea precisamente Mariano
RAJOY el único que siga riendo a mandíbula
batiente.
En loa a descerebrados, amnésicos, propensos al olvido o por
qué no decirlo, para ladinos propensos a
la mediocridad que están o han llegado a esto de la Política desde los campos
semánticos de la promiscuidad berberisca; creo adecuado recordarles que de
lo único con lo que todos estábamos absolutamente de acuerdo hace ya seis
meses, era con la aceptación como prioritario de la misión que pasaba no ya
tanto por asaltar La Moncloa, como sí
más bien de asegurarnos que el día inmediatamente posterior al recuento
electoral, su actual propietario tuviera claro que la primera llamada que
tendría que realizar estaría dirigida a una empresa de mudanzas.
Hoy por hoy, al contrario, la llamada ha estado dirigida a
una empresa de decoración. La causa es evidente, el nuevo giro que han tomado
los acontecimientos nos permite presagiar que el papel de las paredes, e
incluso las cortinas que sirven a sus moradores para aislarse de la realidad, y
sobre todo de las penas que pasamos quienes componemos esa realidad, han de ser
cambiadas, pero para ser más gruesas.
Reitero pues mis felicitaciones a quien corresponda. Y dejo,
como en las ceremonias de entrega de “Los Goya”, abierto el campo de los
agradecimientos, porque seguro que si enumero me dejo a alguno que pese a
merecérselo sobradamente, se me queda fuera.
Resulta así pues maravilloso, empezando por los premios técnicos, para no perder
emoción, el papel que Garzón y los suyos han llevado a cabo de manera tan
magnífica. De verdad, si no fuera por lo cercano que ha estado de la
mediocridad, habría que alabarlo. Alabar esa capacidad para vestir de aperturismo intelectual lo que a todas
luces no es sino una marcada muestra de hipocresía
ideológica, me lleva a esperar sinceramente que en contra de todo lo que en
apariencia dicen los rumores, no abandonéis la grabación de películas de modo autónomo. Quién, sino vosotros, va
poder seguir contándonos esos amaneceres en los que el sol sale por el oeste,
en los que comenzamos campañas electorales con un techo electoral de ocho para
el Congreso de los Diputados y luego acabamos con uno y ceñido a una única
circunscripción… ¡Y todavía sacamos pecho!
De verdad, quién más va a seguir apostando por el Cine de Autor.
Capítulo aparte merece la parte técnica de Ciudadanos.
Parece mentira que una productora unipersonal, nacida de un caos al que se puso
orden recurriendo al método alfabético, haya acabado por pensar que puede
enseñarnos a hablar y escribir en su idioma a todos. Bien pensado, a lo mejor
es que en realidad el cuento no era tan diferente, de hecho nos sonaba (a unos
más que a otros).
En cualquier caso, lo cierto es que el premio a mejor
vestuario se lo vamos a dar al Sr. Rivera no ya por la deferencia mostrada al
permanecer absolutamente tapado, y
también totalmente vestido, a lo largo de toda la campaña.
Reitero mi convicción de que tanto el traje como el sastre,
es por muchos conocido, e incluso por algunos compartidos. El hábito, una vez
más, no hace al monje.
Pasamos ya a estas horas de la noche a los grandes premios.
Mejor actor secundario, para el Sr. Iglesias.
El que vino para quedarse, aunque amenazaba con irrumpir, ha
demostrado sobradamente lo bien que maneja los tiempos, y ha sacrificado el
presente en pos de un futuro que por definición, es potencial.
Con un guión muy cuidado, la Primera
Parte de la “peli” que
representa Podemos ha dejado relucir que efectivamente han venido a por todas, ¿O resultaría más adecuado decir a por todos? Lástima que una vez más
quede demostrado que lo más sencillo es disparar primero contra los que más
familiares nos resultan, de ahí que sean aquellas películas más cercanas en
guión y línea temática las que más sufran en taquilla la llegada de los nuevos
directores.
Actor principal, o al menos así lo creyó él, para el Sr.
Sánchez.
Con una película patética, en la que nunca mejor dicho había
más trucos que en una de chinos; los
malos asesores acabaron por indultar lo que a todas luces no era sino un
bodrio. De esta manera, a punto hemos estado de presentar como candidata a
premios mayores, incluso internacionales, un producto que mirado en términos
objetivos no es sino la peor película jamás hecha por esta productora, en su
más de un siglo de historia.
De verdad, esperamos que por su propio bien y por el de todos,
despierten a tiempo, y puedan
presentar para la próxima cita, un producto a la altura de la realidad.
Y ahora sí, premio a la mejor película, no la producida,
sino la relatada por el Partido
Popular.
Porque es ese su logro, el de haber permanecido quietos,
algunos dicen que buscando localizaciones, otros que con fotografía de
exterior.
Sea como fuere, el inmovilismo demostrado por Mariano RAJOY,
amparado en el bajo nivel demostrado por el resto de participantes, ha
terminado por poner de manifiesto el problema que sin duda nos atenaza. ¡Al
cine español no le queda esperanza ni con subvenciones!
¡Alto ahí! Las sorpresas no han terminado. Premio Especial
del Jurado para SS.MM Felipe VI por su participación estelar. ¿Acaso alguien
puede poner en duda que de no haber sido por su aparición estelar permitiendo
la desbandada de RAJOY saliendo por la tangente con la no aceptación del debate
de investidura, ahora otro bien distinto sería el estado actual?
Perfectamente caracterizado de bombero, para la ocasión, el
Monarca nos privó del placer de ver cómo el hoy todavía Presidente en funciones
quedaba reducido a polvo, cenizas y escoria, al sucumbir al fracaso que hubiera
supuesto su fracaso en un Debate de Investidura fallido. Lejos de eso, hoy
regresa triunfal de otro de sus conocidos viajes, con destino a ninguna parte.
Y como conclusión a este reparto de premios, solo un mensaje
de nuevo a quien corresponda: Ya no se trata de que os estéis equivocando, se
trata sencillamente de que os estáis pasando. Al paso que vamos, y con lo caro
que resulta ya ir al cine, que a nadie se le escape la posibilidad de que ni dios vuelva a ir al cine, y entonces
vamos a ver cómo llenáis vuestras salas…Por más que a finales de junio volváis
a organizar otra Fiesta del cine.
Luis Jonás VEGAS VELASCO.
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