"Me
pide que defina a la Nobleza. Para colmo me exigirá que lo haga con una sola frase, seguro que también quiere
que ésta sea grandilocuente. Pues lo haré, un Noble es alguien que se atribuye
los méritos que dignifican a la tierra, mientras exige que sea el Pueblo el que
sangra por ella.”
La
frase, atribuida a Lenin, y pronunciada nada más llegar en tren a San Petersburgo
procedente de su exilio voluntario en Suiza, bien pudiera encerrar cada una de
las virtudes, o quién sabe si de los defectos, que acarrea la actual situación
en la que vivimos. Una situación que se engloba ya para la Historia bajo el
epígrafe de La madre de todas las Crisis Económicas, pero para la que a
estas alturas ya sólo los cortos de miras, o quién sabe si de entendederas,
consideran exclusivamente como económica.
Ratificando
una vez más la premisa según la cual los actuales planteamientos se rigen en la
correcta coordinación de los cuatros elementos estructurales, a saber Economía,
Sociedad, Política y Religión, la cuestión parece encontrarse implícita en
averiguar cuál ha de ser el orden que han de guardar para confeccionar no
sabemos si el marco en el cual se desarrolle la propia crisis, lo que supondría
suponer que la misma es el resultado de un plan preconcebido, que persigue en
consecuencia un objetivo; o por el contrario ha de participar en la
reordenación de los planteamientos que conduzcan definitivamente a la
resolución del conflicto. De lo que no cabe la menor duda, dado el actual
nivel de imbricación en el que todo se halla, es de que cualquiera que sea el
resultado, dará lugar a una realidad completamente desconocida si la comparamos
con los actuales parámetros que definen igualmente nuestro aquí y nuestro
ahora.
La
prueba de la certidumbre de todo lo expuesto hasta el momento, acude a nosotros
sin buscarla, y lógicamente sin promoverlo, si dedicamos unos segundos a
analizar el resultado de las Elecciones Galas. Sin detenernos ni tan siquiera
un segundo en su resultado, o más
concretamente a la espera de la traducción de los mismos dentro de
aproximadamente tres semanas, a estas alturas tan sólo dos cosas son certeza
numérica. Por un lado, la explícita realidad según la cual el resultado de las
mencionadas elecciones nos afecta a todos. Por otro lado, la convicción, a la
vista de los resultados de la Primera Vuelta, según los cuales La Derecha ha
fracasado, no hace sino poner de manifiesto que en realidad, lo que ha
fracasado es una forma de entender la Política, en este caso aplicada al
ejercicio de la Economía.
Decir
que los resultados que se han materializado este pasado domingo en Francia
constituyen “...un hecho lógico que responde a un castigo contra Nicolás Sarkozy,
un castigo por otro lado predecible en la medida en que constituye la reacción
lógica del pueblo contra su dirigente en tiempos de crisis...”, tal y como
corrió a decir la Sra. de Cospedal el
lunes por la mañana constituye, en el menor de los casos, un ejercicio de
absoluta miopía conceptual, o, en el peor de los casos, abiertamente de
escasez de miras. El triunfo de Hollande, o si se me permite sin el
menor rubor, la derrota de Sarkozy (y compañía), engloba de manera
ineludible, el fracaso de un modelo de hacer Política. Pero no nos equivoquemos,
constituye el fracaso de ese modelo de hacer Política que estaba destinado a
sacarnos de la Crisis.
El
fracaso de Sarkozy es el fracaso de la Derecha. Es el fin de un sistema, de
aquél según la cual, un país tiene que asumir que preocuparse porque los
acreedores cobren puntualmente los intereses derivados de la adquisición de la Deuda
Pública, ha de estar por encima de cualquier otra consideración, incluso de
aquellas según las cuales la función de un Estado pasa ineludiblemente por garantizar a su pueblo el acceso a
prestaciones básicas tales como la Sanidad y, por supuesto la Educación, y
hacerlo en condiciones dignas. ¿Adivinan por dónde voy? Pues algunos, como el ingente
Montoro, o el espectacular De Guindos, desgraciadamente no parecen tenerlo
tan claro. Y no contentos con eso, siguen adelante, perseveran en la defensa de
unas políticas que se manifiestan metafóricamente hablando similares a los
problemas de los ordenadores personales, al instante de ponerse a
disposición del público, quedan inexorablemente obsoletos.
Tal
vez la respuesta a esta curiosa cuestión debamos de buscarla en el tópico según
el cual la Derecha española es...diferente. De que es más Derecha, o sea, Derechona,
no nos cabía la menor duda. En cualquier caso agradecemos la inestimable
ayuda que Dª María Dolores de Cospedal nos ha ofrecido de manera completamente
desinteresada de cara a corroborar tal extremo, cuando el pasado lunes corrió a
pronunciar el Discurso de “los por qués”; ya saben, el de “¿Por qué está mal
que un extranjero no acceda a la Sanidad? ¿Por qué está mal que un extranjero
tenga que pagar por los servicios que le prestamos?”
De verdad, era como rememorar
la escena de Tom Cruise y Jack Nicholson en ALGUNOS HOMBRES BUENOS: “...para
ganar el caso me basta con llevarle a donde él se muere por ir. A ese sitio en
el que queda claro que sus órdenes se cumplen y punto, sin discusión. Él
desayuna a quinientos metros de cuatro mil cubanos adiestrados para matarle, y
no va a consentir que nadie le diga lo que tiene que hacer, y mucho menos un
chiquillo con su “amariconado” uniforme de Harvard. ¡No señor!”
¿Se lo imaginan?
De lo que por otro lado hay la
menor duda, es del contundente fracaso de las políticas adoptadas por el
Gobierno para sacarnos de la Crisis. Objetivamente estamos nuevamente en recesión.
Acumulamos dos trimestres consecutivos en los que el balance del PIB es
negativo, y eso es algo que incluso alguien como De Guindos es capaz de
comprender. Puede en cualquier caso que a Montoro le cueste algo más, de
todos modos pediremos ayuda a los Clanners, para que se lo transcriban, si
antes ellos no son también víctimas de los recortes.
La Magnífica Reforma
Laboral comienza a dar sus frutos, y no precisamente guindas. Otras 360.000
personas han ingresado en el INEM desde enero. Y más de la mitad de los ERES
promovidos desde Empresas, además de no contar con el apoyo de los
trabajadores, se han fundamentado en el controvertido artículo de la “previsión
de pérdidas en el balance”.
Enhorabuena Sr. Presidente. A
este paso es probable que logre el que parece ser su único plan real de acción,
el de obligarnos a volver a votar en la próxima primavera. ¿Habrá para entonces
un Partido Verde? ¿O, por el contrario, será ese el momento de “las Rosas”?
Más
allá de las pregunta, por una vez, y sin que sirva de precedente, lo que se nos
amontonan son las respuestas. Respuestas que, por cierto, nos llegan en un
lenguaje comprensible incluso para ellos. Lo de YPF, ve con satisfacción cómo
los perros se lanzan ya dentelladas entre ellos, me estoy refiriendo a las
declaraciones del Presidente de CAMPSA en relación a la en principio nefasta
gestión del Sr. Buneau, al frente de REPSOL. Pero por encima de todo, a la
Bolsa. La Bolsa, ya sabéis, esa única forma material con la que se nos
regala la, por otro lado permanente metafísica que es “El Mercado de Valores”. Para
que nos hagamos una idea, ha dilapidado la friolera de 170.000 millones de
Euros en un año.
Se
aproxima el momento de las grandes decisiones, del sacrificio, y de la altura
de miras. Sin embargo, no hace falta ser muy avispado para comprender que, una
vez más, habrá de ser el Pueblo el que vuelva, de nuevo, a sangrar.
Por
el contrario, vivimos un presente nefasto, en el que la frase de Joyce adquiere
todo su vigor: “La Realidad ha sido reducida al nivel de la Comedia Cínica,
interpretada en éste caso por Idiotas que son incapaces de saber qué es más
dañino, si el ruido, o la furia con la que se adornan.”
Luis
Jonás VEGAS VELASCO.
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