Dicho de otra manera, de cuando los miedos de Sócrates se tornan en realidad, de
manera que no ya los sofistas, sino
más bien los prestidigitadores, o
mejor aún los fantoches con título y diploma, y además ejerciendo, corren al
cabo de la calle tratando de deslumbrarnos con brillos de colores propios de la
peor versión de la retórica, lo que no
acierta a ocultar los instantes en los que la inmundicia corre a raudales por
las calles más céntricas, incluso del “Madrid de los Austrias”.
Por enésima vez, he de recordarme a mí mismo, que ejerciendo
de mensajero del miedo, de verdad que
no se está nada cómodo. Ciertamente, Dentzel
WASHINGTON clava literalmente esa interpretación en la película que lleva
ese mismo título. Sin embargo me resulta mucho más sencillo decirme cada día,
sin ánimo de autobombo, ni tan siquiera de masaje
para el ego, que hoy por hoy, seguir activo en el modo crítico es, sin duda
alguna, una de las formas más racionales que le queda de ejercer a la por otro
lado tan denostada responsabilidad.
Aquí, ya, sin más
demora porque sin duda ya es tarde, debería desear a todo el mundo un muy feliz
año nuevo. Sin embargo, acudiendo de nuevo a la tan traída y llevada
responsabilidad, sencillamente no puedo. No puedo porque el deseo chirría, no
tanto en lo concerniente a lo subjetivo, como sí irreversiblemente ante lo
objetivo.
Porque acudiendo a la sinceridad, otro de los términos que
se ha retirado a sus cuarteles de
invierno en pos de esperar mejores tiempos, he de ratificarme en mis ya
conocidas posturas nada halagüeñas por otro lado, las cuales en definitiva no
vienen sino a subrayar mi más que absoluto convencimiento de que no ya la
sostenibilidad, sino incluso la paz
social, no se mantendrán intactas por mucho tiempo más allá del primer
semestre del año que acabamos de comenzar.
Pero,,, sinceramente de nuevo. ¿Qué puede habernos traído a
estos niveles de desasosiego, por otro lado nada místicos si nos atenemos al
análisis de la evolución de la realidad en los últimos meses?
Si nos retrotraemos un poco en el tiempo. No, a los tiempos
de la herencia socialista no, un poco
antes incluso. Sí, eso, al 22 de mayo de 2011, momento en el que las elecciones locales y autonómicas ponen al
Partido Popular al frente de la mayoría de las Comunidades Autónomas,
catapultándolo de facto al ejercicio
práctico del gobierno, y presagiando el más que evidente ascenso a la
Presidencia del Gobierno; podremos en cualquier caso comenzar a hilvanar los
pasos que, indefectiblemente han ayudado a ponernos en la senda de un proceso
que, a nadie le quepa la menor duda, responde a un plan a largo plazo muy bien
condicionado, cuya única certeza es la de su deseo de perseverar en el tiempo.
Y es así entonces que el año de demora que va entre el asalto a las Comunidades Autónomas, y el
ascenso a Moncloa, presenta tan sólo
un denominador común, el de la falacia procedimental. Una mentira al fin y al
cabo que se cifró en el caso de las autonómicas
en la manera efectiva de plantear aquel proceso electoral (casi en términos
de salvación de la patria); para
pasar en el caso de las nacionales, a
hacerlo mediante la mentira abierta, sin tapujos ni carantoñas.
Mas no es hoy el recurrente tema de la mentira piadosa el que ha de centrar hoy mis disquisiciones. Al
contrario he de hacer mención, una vez más, aunque de manera más matizada si
cabe, a una de las mentiras que más réditos morales, políticos y en definitiva
electorales le ha traído siempre al movimiento
Conservador Español. Una mentira que en el caso específico de la Derecha Española , tiene además el añadido de haber triunfado mediante el desarrollo
de una de sus tácticas favoritas, la que procede de convertir en verdad, lo que
no es sino una mentira muchas veces repetida.
La mentira según la cual la
derecha tiene auto-proclamado el correcto ejercicio de la gestión de las
haciendas, ya sean éstas de carácter público, o privado.
Constituye ésta una sandez, propensa al cretinismo. Es un
comentario sandio, que se presta rápidamente al chiste, cuando no hoy por hoy
al sarcasmo. Sin embargo, una vez se nos haya pasado el ataque de risa,
podremos comprobar cómo de nuevo, los viejos traumas de nuestro país, los que
proceden de las medias verdades, cuando no de las falacias salpicadas de viejos
miedos, vuelven a actuar como rémoras de la vida política, sumergiéndonos de
manera eficaz en planteamientos decimonónicos.
Porque es a tales épocas a las que hay que acudir, para
comenzar no a comprender, sino meramente a intuir, las actuales circunstancias
de la actual crisis. Una crisis que se asienta en términos procedimentales en
la certeza a la que pronto llegan los gurús
del Capitalismo, según la cual resulta peligroso para ellos seguir
permitiendo el ascenso de una emergente clase
media la cual empieza a no tener bastante con vivir bien en términos
estrictamente mercantilistas. ¡Los muy osados desean de verdad formar parte
activa del verdadero tejido que da forma al entramado que decide sobre sus
vidas! ¡Y para ello están dispuestos a cuestionar las cosas yendo más allá del
mero acto del voto¡
Es entonces cuando los
de siempre, consideran que este
experimento de la Democracia, del Estado de Derecho, y por supuesto del Estado
del Bienestar, ha ido demasiado lejos. Hay que reponer los viejos cánones, y ello conlleva la
restitución de los viejos procederes, con la reintroducción como es lógico de
aquéllos actores que las conocen, o al menos las preconizan.
El resto de la ecuación es sencilla, abiertamente
predecible, y se observa en el mero cumplimiento de que la clase media vuelve a comprender la diferencia entre voto y sufragio.
Sufragio viene de sufragar, lo que nos lleva a pensar, de manera para nada
descabellada, que los que una vez más habremos de sufragar los costes que a todos
los niveles habrá de traer la presente crisis, seremos los de siempre; con el
valor añadido en este caso del resquemor procedente de reconocer la valía de
una nueva ocasión perdida.
Sin embargo, llegados a este punto la madeja está tan sumamente liada, que ya nada ni nadie puede
garantizar que pueda volver a su estado original, no al menos sin cobrarse su cuota de víctimas, unas directas, y otras,
la más dolorosas, de carácter colateral.
La conocida teoría del Péndulo
de FAUCALUT, que por otro lado se
sustenta en la idea muy simplificada de que todo
se repite, no responde en este caso a la realidad al no poder analizar con
un mínimo de precisión la ingente cantidad de datos que proceden de una
realidad cambiante por definición, en la que no es ya sólo la ingente cantidad
de datos generados, sino la imposible velocidad a la que éstos se generan, la
que convierte en mera ficción la imprecisa intención de enfrentarse a los
mismos.
Así, nos encontramos ya en disposición de afirmar que,
irreversiblemente, la velocidad de los acontecimientos, unida a la terrible
intensidad con la que se manifiestan las consecuencias de los mismos, nos lleva
a poder anticipar sin el menor género de dudas, un año 2013 en el que la otrora inalterable Paz Social, estará
franca y definitivamente amenazada. Y seguramente que semejante amenaza tomará
cuerpo de certeza antes de que el calor del verano lleve de frío a tibio
nuestro calor corporal.
En definitiva, se acabó la prestidigitación. Alguien
va a tener que informar a aquéllos que en principio nos gobiernan, de que ya no
nos basta con sugestión, verdaderamente
el Pueblo, tanto el que le ha votado, como los que no lo hemos hecho, exigimos
ver alguna prueba de que su gestión,
verdaderamente responde a la defensa del bien común.
Juraría que en algún lugar he leído que para eso se
presentan.
Luis Jonás VEGAS VELASCO.
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