miércoles, 2 de enero de 2013

DE CUANDO LA AUSENCIA DE GESTIÓN ELEVA A LOS ALTARES A LA SUGESTIÓN.


Dicho de otra manera, de cuando los miedos de Sócrates se tornan en realidad, de manera que no ya los sofistas, sino más bien los prestidigitadores, o mejor aún los fantoches con título y diploma, y además ejerciendo, corren al cabo de la calle tratando de deslumbrarnos con brillos de colores propios de la peor versión de la retórica, lo que no acierta a ocultar los instantes en los que la inmundicia corre a raudales por las calles más céntricas, incluso del “Madrid de los Austrias”.

Por enésima vez, he de recordarme a mí mismo, que ejerciendo de mensajero del miedo, de verdad que no se está nada cómodo. Ciertamente, Dentzel WASHINGTON clava literalmente esa interpretación en la película que lleva ese mismo título. Sin embargo me resulta mucho más sencillo decirme cada día, sin ánimo de autobombo, ni tan siquiera de masaje para el ego, que hoy por hoy, seguir activo en el modo crítico es, sin duda alguna, una de las formas más racionales que le queda de ejercer a la por otro lado tan denostada responsabilidad.

Aquí, ya, sin  más demora porque sin duda ya es tarde, debería desear a todo el mundo un muy feliz año nuevo. Sin embargo, acudiendo de nuevo a la tan traída y llevada responsabilidad, sencillamente no puedo. No puedo porque el deseo chirría, no tanto en lo concerniente a lo subjetivo, como sí irreversiblemente ante lo objetivo.
Porque acudiendo a la sinceridad, otro de los términos que se ha retirado a sus cuarteles de invierno en pos de esperar mejores tiempos, he de ratificarme en mis ya conocidas posturas nada halagüeñas por otro lado, las cuales en definitiva no vienen sino a subrayar mi más que absoluto convencimiento de que no ya la sostenibilidad, sino incluso la paz social, no se mantendrán intactas por mucho tiempo más allá del primer semestre del año que acabamos de comenzar.

Pero,,, sinceramente de nuevo. ¿Qué puede habernos traído a estos niveles de desasosiego, por otro lado nada místicos si nos atenemos al análisis de la evolución de la realidad en los últimos meses?

Si nos retrotraemos un poco en el tiempo. No, a los tiempos de la herencia socialista no, un poco antes incluso. Sí, eso, al 22 de mayo de 2011, momento en el que las elecciones locales y autonómicas ponen al Partido Popular al frente de la mayoría de las Comunidades Autónomas, catapultándolo de facto al ejercicio práctico del gobierno, y presagiando el más que evidente ascenso a la Presidencia del Gobierno; podremos en cualquier caso comenzar a hilvanar los pasos que, indefectiblemente han ayudado a ponernos en la senda de un proceso que, a nadie le quepa la menor duda, responde a un plan a largo plazo muy bien condicionado, cuya única certeza es la de su deseo de perseverar en el tiempo.

Y es así entonces que el año de demora que va entre el asalto a las Comunidades Autónomas, y el ascenso a Moncloa, presenta tan sólo un denominador común, el de la falacia procedimental. Una mentira al fin y al cabo que se cifró en el caso de las autonómicas en la manera efectiva de plantear aquel proceso electoral (casi en términos de salvación de la patria); para pasar en el caso de las nacionales, a hacerlo mediante la mentira abierta, sin tapujos ni carantoñas.

Mas no es hoy el recurrente tema de la mentira piadosa el que ha de centrar hoy mis disquisiciones. Al contrario he de hacer mención, una vez más, aunque de manera más matizada si cabe, a una de las mentiras que más réditos morales, políticos y en definitiva electorales le ha traído siempre al movimiento Conservador Español. Una mentira que en el caso específico de la Derecha Española, tiene además el añadido de haber triunfado mediante el desarrollo de una de sus tácticas favoritas, la que procede de convertir en verdad, lo que no es sino una mentira muchas veces repetida.
La mentira según la cual la derecha tiene auto-proclamado el correcto ejercicio de la gestión de las haciendas, ya sean éstas de carácter público, o privado.

Constituye ésta una sandez, propensa al cretinismo. Es un comentario sandio, que se presta rápidamente al chiste, cuando no hoy por hoy al sarcasmo. Sin embargo, una vez se nos haya pasado el ataque de risa, podremos comprobar cómo de nuevo, los viejos traumas de nuestro país, los que proceden de las medias verdades, cuando no de las falacias salpicadas de viejos miedos, vuelven a actuar como rémoras de la vida política, sumergiéndonos de manera eficaz en planteamientos decimonónicos.

Porque es a tales épocas a las que hay que acudir, para comenzar no a comprender, sino meramente a intuir, las actuales circunstancias de la actual crisis. Una crisis que se asienta en términos procedimentales en la certeza a la que pronto llegan los gurús del Capitalismo, según la cual resulta peligroso para ellos seguir permitiendo el ascenso de una emergente clase media la cual empieza a no tener bastante con vivir bien en términos estrictamente mercantilistas. ¡Los muy osados desean de verdad formar parte activa del verdadero tejido que da forma al entramado que decide sobre sus vidas! ¡Y para ello están dispuestos a cuestionar las cosas yendo más allá del mero acto del voto¡

Es entonces cuando los de siempre, consideran que este experimento de la Democracia, del Estado de Derecho, y por supuesto del Estado del Bienestar, ha ido demasiado lejos. Hay que reponer los viejos cánones, y ello conlleva la restitución de los viejos procederes, con la reintroducción como es lógico de aquéllos actores que las conocen, o al menos las preconizan.

El resto de la ecuación es sencilla, abiertamente predecible, y se observa en el mero cumplimiento de que la clase media vuelve a comprender la diferencia entre voto y sufragio. Sufragio viene de sufragar, lo que nos lleva a pensar, de manera para nada descabellada, que los que una vez más habremos de sufragar los costes que a todos los niveles habrá de traer la presente crisis, seremos los de siempre; con el valor añadido en este caso del resquemor procedente de reconocer la valía de una nueva ocasión perdida.

Sin embargo, llegados a este punto la madeja está tan sumamente liada, que ya nada ni nadie puede garantizar que pueda volver a su estado original, no al menos sin cobrarse su cuota de víctimas, unas directas, y otras, la más dolorosas, de carácter colateral.
La conocida teoría del Péndulo de FAUCALUT,  que por otro lado se sustenta en la idea muy simplificada de que todo se repite, no responde en este caso a la realidad al no poder analizar con un mínimo de precisión la ingente cantidad de datos que proceden de una realidad cambiante por definición, en la que no es ya sólo la ingente cantidad de datos generados, sino la imposible velocidad a la que éstos se generan, la que convierte en mera ficción la imprecisa intención de enfrentarse a los mismos.
Así, nos encontramos ya en disposición de afirmar que, irreversiblemente, la velocidad de los acontecimientos, unida a la terrible intensidad con la que se manifiestan las consecuencias de los mismos, nos lleva a poder anticipar sin el menor género de dudas, un año 2013 en el que la otrora inalterable Paz Social, estará franca y definitivamente amenazada. Y seguramente que semejante amenaza tomará cuerpo de certeza antes de que el calor del verano lleve de frío a tibio nuestro calor corporal.

En definitiva, se acabó la prestidigitación. Alguien va a tener que informar a aquéllos que en principio nos gobiernan, de que ya no nos basta con sugestión, verdaderamente el Pueblo, tanto el que le ha votado, como los que no lo hemos hecho, exigimos ver alguna prueba de que su gestión, verdaderamente responde a la defensa del bien común.
Juraría que en algún lugar he leído que para eso se presentan.

Luis Jonás VEGAS VELASCO.


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