miércoles, 30 de enero de 2013

DEL CLAMOR DEL SILENCIO. EN EL 80º ANIVERSARIO DE HÍTLER A LA CANCILLERÍA EN ALEMANIA.


Anochece. Un día más, la certeza propia de la oscuridad se convierte en la única causa capaz de convencerme de que, en realidad, otro día más ha sucumbido. Y con él lo ha hecho la ilusión de mucha gente, sepultada por esa losa que se forma grano a grano, el que pueden poner cada uno de los más de seis millones de parados que tiene el país. O si por el contrario somos más dados a los ejercicios de concreción,  acudamos a la lista de desahucios de hoy. Seguro que no hace falta mucho esfuerzo para encontrar personas con nombres y apellidos para los que las ambiciosas medidas anunciadas hoy por el Sr. Ministro de Economía, llegan, sencillamente, tarde.

Recorro de soslayo, con el distanciamiento que precede al desprecio, los titulares de la por otra parte cada vez más inquisitiva Prensa Española, y me todo con realidades las cuales, no por resumidas a través de esos mismos titulares, resultan menos lamentables. Urdangarines y fianzas millonarias, compiten de cerca con Bárcenas y blanqueos. Un Espectáculo en el que sólo la desidia nos hace esperar casi con desasosiego no ya su resolución, sino más bien el siguiente capítulo.

Y en medio de todos ellos, como único denominador común, el de la frustración general. Frustración que se manifiesta en una desidia generalizada hacia nuestros políticos. Desidia, frustración…abulia en una palabra. Tal vez a estas alturas la única capaz de dar respuesta a la cuestión que cada vez más personas nos planteamos abiertamente. ¿Constituye hoy por hoy el silencio la respuesta más razonable?

Podían quedar, a estas alturas, dudas a tal respecto. Sin embargo, en el día en el que el Duque de Palma ha arrastrado definitivamente hasta el fango a la otrora Institución Monárquica. El mismo día en el que Bárcenas ha llevado a la Audiencia las pruebas según las cuales “limpió” más de once millones de euros con la amnistía fiscal (¿a qué diantres espera Montoro para irse definitivamente a su casa?) yo me hago eco de un magnífico artículo publicado por El País: ¿Se merece España la categoría política que gasta?

La cuestión, atractiva donde las halla, no hace sino traer a colación, cada vez de manera más rápida, trepidante diría yo, una de las cuestiones que más rápidamente ha evolucionado en el paramento moral del ideario nacional español.
Así, en España, los españoles hemos ido, poco a poco eso sí, despertando de un falso sueño, por otro lado inducido, atendiendo al cual hemos pasado, atendiendo por ejemplo a una de sus variable más rocambolescas; de ser un país atrasado en términos generales, sobre todo en lo concerniente a usos y deberes democráticos; a dar lecciones cuando no directamente a imponer militarmente usos y costumbres democráticos en territorios ajenos.

Y es así como el experimento fraguado durante la transición, aquél según el cual la salida del túnel de la dictadura no sólo se hizo de manera suave, sino que dio píe a cosas como que se transitara con dulzura una vez fuera del mismo; haya dado, por otra parte paso a que grandes de la otra España, la de aquéllos que entre el 40 y el 70 debieron sin duda de estar dormidos, publiquen lindezas como las que el Sr. USSIA nos desvelaba en su artículo de La Razón,  del sábado 26 de enero.

Insigne artículo, como digo, toda vez que, sin necesidad de acudir a ninguna maldad, y mira que me lo pide el cuerpo; se convertía en el más importante de los ejemplos que yo he encontrado en los últimos años en Prensa asociado a la idea de las dos Españas. No, no se sulfuren todavía. Hablo de las que, por un lado permanecieron tácitamente dormidas, tal vez para no escuchar los clamores, si no los llantos, de la otra. Ahora ya sí pueden sulfurarse.

No está en mi ánimo hacerle los coros, ni tan siquiera virtuales, ni al Sr. USSIA, ni a su obra. Mas no por ello me voy a contener de dejar constancia más o menos literal de alguna de las maravillas que el trabajo contenía: “.(…) así, una de las manifestaciones a las que el experimento republicano nos enfrentó, fue la realidad, poco menos que imprescindible, del acto revolucionario que puso fin a la misma.”

¿Un calificativo? Precioso.

Entonces, si traigo a colación todo lo anterior, es sencillamente por la reciente constatación de un hecho que hasta hoy, formaba parte exclusivamente de los corolarios pertenecientes a las líneas de pensamiento de aquéllos que aparentemente estamos al borde de la locura. Los que decimos que al país le hace falta ver el resurgir de un Partido Político que unifique en torno de sí los aspectos más cavernarios de la Derecha Latente, aquélla que permanece dormida, como todos esos españoles que a día de hoy, aún no encuentran motivos suficientes para clamar no por lo que habían de ser sus derechos, sino por los derechos que nos están siendo vilmente arrebatados.

Será este partido de Ultraderecha Católica, el referente real que haga patente el hecho que por  otra parte es ya un clamor en el Partido Popular, según el cual Mariano RAJOY es ya la antítesis de José María AZNAR. La prueba definitiva, el maravilloso trabajo estratégico de reforzamiento ideológico que para la Derecha llevó José María AZNAR, aquél mismo trabajo que le aupó a la Presidencia con mayoría absoluta, cómo si no, el 3 de marzo de 1996; ha sido vulgarmente dinamitado por otro gallego, el cual, mediante la constatación expresa de la mayor de sus virtudes, a saber la franca inacción, ha llevado en poco menos de un año al pie de los caballos la antaño labor de ingente prestidigitación que acabó por convencer a los españoles de que eran las recetas de la derechona de siempre, precisamente lo que una vez más necesitábamos.

De haberse planteado esta cuestión en otros tiempos, no tan alejados como en realidad sí añorados, hubiésemos puesto sin duda nuestras esperanzas en manos de un cambio, cuando no de un relevo generacional, convencidos en cualquier caso de que el núcleo o la  matriz del sistema eran, en base y fundamentalmente, digna de ser salvable. Sin embargo, hoy por hoy, la constatación expresa del grado del drama que nos acucia pasa por aceptar inexorablemente que cualquier intento de salvar piezas de cara a una futura reconstrucción, conlleva asumir el grado por otra parte excesivo de infectar con el mismo mal cualquier intento de regeneración futura.

Hace algunas semanas, inmersos en el fragor del debate dialéctico al que necesariamente hay que someterse hoy por hoy si queremos ser justos con la labor moral, alguien me acusaba de practicar la demagogia. Para ello, acudía a un argumento que, por proceder de la observación objetiva, resulta incuestionable. Me acusaban de ocultar que la crisis no es algo exclusivo de España, sino que se extiende en realidad por toda Europa.
Ateniéndonos a tal realidad, una obviedad como tal, podemos en realidad extraer una consecuencia por otro lado fundamental, que establece un paralelismo con la España que hemos analizado con el Sr. USSIA. Así, al igual que nosotros pasamos una “Transacción” para terminar entregando España de nuevo a la Derecha, así es como Europa pasó a continuación, casi sin solución de continuidad su Gran Guerra para luego, entregar de nuevo el poder a los alemanes, en general  a la Derecha.

Y todo ello, precisamente hoy que se cumplen 80 años de la proclamación de Hitler como máximo dignatario de la Alemania Nazi.

Sin embargo, en un intento de hacer un ejercicio de responsabilidad que nos lleva a huir de la demagogia, aunque la misma estuviera recogida dentro de los manuales de saber hacer de la primera Democracia Griega, sí que por otra parte, habremos de buscar argumentos más sólidos en los cuales apoyar nuestras exposiciones.
Así, basta un pequeño vistazo a nuestro derredor para comprobar cómo, efectivamente, la crisis ha tenido, como uno de sus resultados más visibles, aunque aparentemente menos observados, la desaparición del poder de la práctica totalidad de Gobiernos que se hallaban en manos de fuerzas de Izquierdas. En definitiva, la ideología romántica ha sido sustituida por gestión objetiva.

Pero esto, lejos de suponer un atisbo de solución, no está sino contribuyendo de manera activa al triunfo de una políticas toxicas que, a base de aplicar el miedo cauterizado en forma de recortes, no están sino atenazando el alma de Europa, y con ello de los europeos, hundiéndonos de nuevo en el infierno por el que Europa ya transitó hace más de 75 años. Un pozo al que se llegó sustituyendo la racionalidad por pasión, la que hace falta para echarse a la calle con cifras de  paro que se acercan peligrosamente al 30% de la P.A.
La República de WEIMMAR era también una Democracia Consolidada, que se enfrentó a una certeza desmesurada, la que procede de constatar que “La Verdad es una manta corta. Siempre te deja los pies fríos.”

Luis Jonás VEGAS VELASCO.



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