miércoles, 9 de octubre de 2013

DE LA NEUROSIS COMO FUENTE DE INSPIRACIÓN.

Abocados como estamos ya, al desastre definitivo, por primera vez dudo seriamente no ya de la conveniencia de plasmar mis disquisiciones, sino más bien de la mera validez de las mismas, sencillamente por el mero hecho de que las mismas puedan existir, y no sean en realidad otra muestra más del elevado grado de desquiciamiento en el que irremediablemente ya nos hemos sumergidos.

Porque en vista no tanto ya de las interpretaciones, como sinceramente del hecho de que las mismas existan; lo cierto es que hoy por hoy la única certeza de la que en mayor medida todos parecemos participar, es de aquélla en base a la cual, todo está perdido hasta el punto de que nada, absolutamente, volverá a ser lo que una vez fue.
Porque ya ni la luz del sol ilumina igual nuestros amaneceres. Porque ya ni la lluvia logra refrescarnos. Porque en definitiva nada logra ya desposeernos de esta capa que, como un fino barniz primero, y una mate capa de moho después, se ha apoderado de nosotros, alejándonos poco a poco de todo y de todos, en especial primero de aquéllos que conocíamos (o que creíamos conocer), para acabar finalmente aislándonos en nuestra propia certeza, la que procede de entender que, efectivamente, una vez más, nos han vuelto engañar.

Hemos participado todos de la que podríamos llamar la enésima mentira paradójica. En tanto que enésima, guarda un gran parecido con tantas otras, quién sabe si en realidad con todas las que componen cuantas conforman el exultante tejido de lo que entre todos hemos aceptado como nuestra Historia.
En consecuencia, si como parece resulta sencillo, más bien casi evidente localizar los puntos que determinan la igualdad de la patraña; lo realmente interesante pasa sin duda por localizar los elementos que confieren a nuestra actual mentira, cierto grado de originalidad, o quizás hasta de verosimilitud.

Indagamos así un poco, lo justo que nos permite el esfuerzo propiciado por el menester encaminado a aliviarnos de nuestra capa de moho, que es como quiera que encontramos pronto uno de los primeros, y quién sabe si de los más importantes integrantes de la que a partir de ahora denominaremos nuestra gran mentira mohosa.
Es así que el éxito de nuestra gran fiesta mohosa, viene inexorablemente ligado a un proceso cuya primera variable computa proporcionalmente en pos de entender, y lograr a la vez que todos entiendan, que resulta imprescindible pasar desapercibidos.
Tal y como la propia Historia demuestra, la variable imprescindible de cara a garantizar el éxito de estafas del calibre de la que en definitiva estamos describiendo, pasa sencillamente por lograr que los que forman parte eficaz de la misma no solo lo desconozcan, sino que además se muestren firmemente implicados en la misma, tanto que por otro lado estén convencidos de la necesidad de participar activamente en su defensa.

Pero el grado, el calibre de la mentira llega a ser de tal magnitud, que la única manera de mantener en marcha la falacia necesita no ya de una maniobra de ocultamiento, sino que ésta ha de ser sustituida a su vez por un ejercicio de sincera e ingente prestidigitación.

Se hace necesario construir no ya una nueva mentira. Es imprescindible confeccionar una nueva verdad, una clara y sincera Realidad Virtual, que recoja con firmeza y precisión todos y cada uno de los elementos que una vez constituyeron nuestra certeza, nuestra Realidad Clara y Analítica que hubiera categorizado DESCARTES, y nos lleve a la duda que el propio autor ya concitó en su momento: “…Es así que entonces, ha de resultar no tanto difícil, como sí tal vez imposible, identificar con certeza la realidad que procede de la vivencia, en tanto que la que procede del sueño.”

Pero si a la duda razonable que DESCARTES plantea en su obra le queda algún viso de motivación, ésta se desvirtúa completamente una vez sometemos nuestro presente al análisis de los potentes medios con los cuales contamos.

Es así entonces que la pregunta surge con toda su fuerza y su crudeza. ¿Cómo y por qué hemos sido engañados?

La mera conductividad de la cuestión, resumida en el modo mediante el que está formulada la pregunta, constituye ya en sí mismo no tanto una parte de la respuesta, como sí indefectiblemente un grado de sutileza de cara a albergar la esperanza de que podamos, más bien de que nos dejen, llegar a intuir una parte de la respuesta.
Porque si así entendemos que la presencia del cómo introduce la existencia de un método, de una técnica si se prefiere; la mera presencia del por qué, sugiere la terrible certeza de una finalidad, de una motivación extrínseca.

Estamos pues, lisa y llanamente, descifrando parte de las claves de un acertijo que ya desde su potencial más superficial, nos permite invariablemente considerar manifiestamente la presencia de toda una tremenda por lo tupida red de conspiración. Una conspiración que precisamente tiene en la constatación de la variable tiempo, esto es del tiempo que literalmente lleva desarrollándose, una de las máximas normas de certeza a la hora de poder considerar ciertamente su existencia real.

Indaguemos así pues, brevemente en el tiempo para, siguiendo la pista del otro gran elemento disciplinar presente en la ecuación, a saber el modelo económico vinculante, ser mínimamente capaces de integrar las piezas de nuestro ingente tanto por tamaño como por consecuencias, rompecabezas en el que muy probablemente se encuentren sumergidas las lecturas correctas del mundo en el que nos hallamos actualmente inmersos, como muy probablemente del mundo en el que viviremos quién sabe si durante las próximas generaciones.

Fruto de la nueva perspectiva que proponemos a su vez para aproximarnos a la nueva realidad, constatamos sin muchos esfuerzos que el gran dislate conceptual que preconiza la consolidación conjunta de todas las variables que componen la implantación del nuevo modelo al que hacemos referencia, aparecen de manera brillante, casi ordenada, a la hora de componer el nuevo escenario que resulta de la II Guerra Mundial, más bien de los procederes que se siguieron en el periodo inmediatamente posterior a su finalización.

Es así que con posterioridad a las conversaciones que quedaron plasmadas en la Conferencia de Yalta,  quién sabe si ocultas tras los presagios que  la puesta en marcha de la altisonante Sociedad de Naciones; no hubieran ido interesadamente ocultas desde el principio las sibilinas pretensiones de un nuevo modelo, más económico que social, que respondiera implícitamente a las respuestas de todos, por un lado a las que muchos bien posicionados se hacían ya, pero sobre todo a las que otros que ni tan siquiera habíamos nacido todavía, sin duda nos haríamos en un futuro más o menos lejano.

El Capitalismo es pues que se muestra, una vez más como sempiterna fuerza, competente en el caso que nos ocupa no solo para responder a las preguntas que en el por aquél entonces pasado se dieron, sino que también se adapta de manera en este caso nauseabunda para satisfacer las cuestiones que su por entonces futuro, para nosotros presente, nos ofrece.

Es así pues que de la irrefutable suma de todas las variables que nos son conocidas, como por otro lado de tantas otras que nos son ignotas, pero que como en el caso de MENDELIEV y su Tabla Periódica, no por resultarnos menos ignotas, su existencia ha de ser menos cierta; habemos así de componer un cúmulo de certezas cuyo grado y precisión resulta a todas luces de tal solvencia y prestancia, que dejarlo totalmente en manos de la casualidad, cuando no de la gracia, constituiría un ejercicio casi lascivo.

Acabamos así pues, inevitablemente arrojados en brazos del a la postre último y por ende tal vez gran componente de nuestra teoría de la conspiración. A saber el porqué.
La mera constatación de la pregunta viene de nuevo a consolidar la existencia de una motivación, y el grado de superioridad que tal existencia presenta, analizada sobre todo en pos de la cuestión misma, nos lleva a asumir que la esencia se encuentra  no tanto en la respuesta (un resultado en sí mismo), como si en realidad en la propia pregunta ya que ¿Cómo explicar de otro modo la existencia de un mero por qué?

Hay pues, un fin en sí mismo, resultado a la par que precursor de todo cuanto ha acontecido nada más y nada menos que en el gran escenario en el que por otra parte se ha convertido el mundo.
Un mundo cuya complejidad ha aumentado de forma directamente proporcional a como lo hacían las variables que confluían o conformaban la realidad que inexorablemente llevaba aparejada, y que fruto del caos, manifestación expresa del triunfo de la falacia que acompaña a todo el proceso, se ha constatado a partir de la debacle que simboliza la esquizofrenia de ver al Hombre luchando contra el propio Hombre, en una lucha que supuestamente se libra en pos de la liberación del mismo, aunque para ello parezca imprescindible la liberación de fuerzas, o incluso la exhibición de armas que llevan aparejada la destrucción de aquellos para los que aparentemente se libran las batallas.

Estamos hablando de la neurosis que llevan implícita la adopción de medidas tales como las Políticas de restricción Económica, la privatización de la Sanidad, o por supuesto el bochorno al que estamos conduciendo a la Educación; los cuales sin duda ejemplifican las dosis de neurosis que implícitamente caracterizan los actuales métodos bajo cuyo auspicio se desencadena la ya a todas luces III Guerra Mundial.


Luis Jonás VEGAS VELASCO.




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