miércoles, 5 de febrero de 2014

DE LAS CONSTATACIONES DEL PASADO, DEL PRESENTE COMO INDIGNA MEZQUINDAD.

Me retrotraigo nuevamente ante la realidad, en este caso no ad infinitum, sino más bien y tan solo hasta finales de los noventa; concretamente a los tiempos que conciernen al correr de las calendas que compusieron con su fluir los estertores de la ya pasada centuria. En aquel preciso momento, en el que el libre discernir nos abocaba a juicios no por ello más certeros, sino evidentemente más arrogantes toda vez que las circunstancias económicas eran otras, sin duda más boyantes en tanto que no tanto el país, como sí el Partido del por entonces D. José María AZNAR tenía realmente dinero (acababa de acaudillar el expolio de España), sí, efectivamente, en España ya no se fumaba en pipa ya que Tabacalera era ahora de un grupo de señores, y para llamar por teléfono ya no tenías que esperar a que Encarna de Noche tuviese a bien conectar la clavija, en tanto que también ésta había sido vendida. Desde tal instante ahora las presuntas Encarnas se encuentran a cientos de kilómetros, y dado el desfase contextual evidente, resulta del todo imposible que comprendan el presente desarrollo y el chiste resulta imposible, cuando no del todo hasta de mal gusto. Sin embargo, lo que algunos sí que entendimos ya en aquel momento, lo cual no quita para que traten no ya de explicárnoslo de  nuevo, sino más bien para ver si de una vez lo comprendemos; pasa inexorablemente por hacer viable la insisto, al menos para mí complicada concepción vinculada al hecho de que todos aquellos metros de cable tendidos con los impuestos pagados por todos los españoles, y todos aquellos centenares cuando no sin duda miles de postes colocados por, y con el esfuerzo de muchos de ésos mismos españoles, acabaron finalmente  por tener que ser nuevamente pagados por esos mismos españoles.

¡Ah! ¡Cuán gran gestión fue la que se hizo allá por el 96!

Acude así presta a mi memoria, la constatación para nada efímera del grado de certeza que con el tiempo ha alcanzado un artículo que por aquél entonces ya publiqué. De cuando el Giro se convierte en Derrape, se titulaba el mismo. Y en medio de titubeos y consideraciones varias, las que por entonces conformaban mi ya clara disposición ideológica, lo cierto es que en el mencionado se llevaban a cabo una serie de disposiciones ideológicas, a la par que conceptuales, la mayoría de las cuales, para desgracia propia, y por ende de todos, se han ido cumpliendo todas, una por una, siguiendo un esquema casi pormenorizado.
Y la causa es evidente. Acude a nosotros conforme a un esquema cristalino, que diría nada menos que DESCARTES. La causa pasa por entender que los principios que en la actualidad alimentan al espíritu netamente reaccionario que inexorablemente se halla ligado a la Derecha, no solo son los mismos, sino que más bien se han visto incrementados por la acción conjunta que ejerce el paso del tiempo, conjugado con la posesión de poder.

Así, cuando el mismo que hoy se reúne de nuevo con la realidad, con parecido poco talento a como lo hacía por aquél 1999, constatando solo que sigue siendo el más tonto de la canasta; lo único que realmente se pregunta no es tanto el por qué del elevado grado de cumplimiento de aquellas por entonces presunciones, Lo que verdaderamente colapsa sus sentidos, y por ende colabora en quitarle horas de sueño día tras día, es el ser consciente en ésa misma proporción de que, con toda seguridad, algo grave hay que no nos cuentan.

Una vez comprobado que el tiempo no solo no pasa, sino que más bien transita, a lo que subyace la incuestionable cita con la responsabilidad a la que cada uno de nosotros ha de acudir siempre en consabida proporción no con  la virtud, sino en base a la garantía de los hechos perpetrados, lo cierto es que desde la perspectiva que siempre proporciona el distanciamiento propugnado en este caso por ese mismo paso del tiempo; creo sinceramente poder afirmar el elevado grado de acierto sufragado por muchas de las por aquel entonces predicciones, hoy lamentables certezas que por entonces se hicieron.

Y por encima de todas, una, de la que hoy confieso más satisfecho me siento. La que pasa por constatar de manera expresa que en España, no solo no es que la Derecha no gane, se trata más bien de que la Izquierda pierde. Pero es que en realidad la Derecha no sabe ganar.
Y no sabe ganar sencillamente porque ella en tanto que estructural, así como sus militantes en tanto que individuos ideológicamente legitimados, faltaría más, necesitan un periodo de tiempo destinado no tanto a adaptarse a la nueva situación, tal y como por otro lado sería lícito. En España la realidad es que cuando los de derechas ganan, necesitan un tiempo para creerlo.

Un tiempo que discurre de manera paralela, y que se cuantifica de forma parecida, por no decir idéntica, al que necesitamos los integrantes de la Izquierda, a la hora de diseñar no tanto esquemas, como sí respuestas a la consabida pregunta de ¿por qué hemos vuelto a perder?

Retrotrayéndonos nuevamente, y de nuevo no demasiado en el tiempo, podemos traer a colación la maravillosa cita de SCHILLER: “¿Qué es la mayoría, la mayoría es a menudo poco más que la expresión de un absurdo que pasa por negar la comprensión inequívoca de que la inteligencia ha sido siempre patrimonio de unos pocos.”
Enlazando de manera para nada efímera, y sin duda me atrevo a decir que dependiendo de la misma, podemos pues entonces ubicar a SCHILLER dentro del espectro de pensamiento que llevó a ARISTÓTELES a afirmar, dentro de sus maravillosas aportaciones a la Teoría Social en general, y a la correcta composición de las ciudades en particular, hablamos pues del Libro IV de La Política: “...que así como es bien sabido que la actitud verdaderamente virtuosa del individuo pasa por elegir no lo que es bueno para sí, sino lo que beneficia al común; lo cierto es que no podemos esperar ni que todos sean virtuosos, ni, por supuesto, que todos los que lo sean se encuentren en lícita consideración para ser escuchados. Es por ello que resulta imprescindible la confección de un orden (…) y así como será correcta la POLIS cuyas murallas puedan ser dominadas en su absoluta totalidad por un individuo postrado en el edificio más alto de la misma, será así una POLIS correctamente gobernada cuando contenga entre sus elegidos a los más virtuosos de la misma.”

Ahora entiendo pues, las más que correctas, sabias palabras de Soraya SÁENZ DE SANTAMARÍA: “Los españoles nos han dotado de una amplia mayoría absoluta para que gobernemos en pos de restablecer el orden dentro del caos que otros nos dejaron.”
¡Cómo no, la consabida herencia

Y es así como, retomando el que venía a suponer el hilo argumental desde  el que hemos trazado nuestras disquisiciones de hoy, que venimos nuevamente a consolidar, casi de manera inconsciente en este caso, no ya solo la certeza tantas y tantas veces consolidada en base a la cual las mayorías absolutas son las dictaduras de las democracias, a lo que ya añado “con  más intensidad si cabe cuando las ostenta la Derecha Cavernaria.”

Una Derecha que evoluciona, sí, pero que lo hace de manera similar a como lo hacen las manadas de lobos una vez han comprobado que la ausencia de comida en los territorios que constituyen sus comederos naturales, los obliga inexorablemente a abandonar sus dominios, descendiendo con ello hasta parajes en los que corre el peligro de encontrarse con el Hombre. Es entonces, al albor de tales y novedosas expectativas, que el grupo pasa de tal a manada, y de ahí a caterva. Con todas las consecuencias que semejante hecho puede sin duda llevar aparejados.

No me resisto a citar a SÓFOCLES, no tanto para dejar constancia de mi falta de originalidad, como sí más bien para darme el serio gustazo de dejar muestra palmaria a todos aquéllos que sienten la tentación de pensar que efectivamente están haciendo algo nuevo, en realidad tal sensación no procede sino de otra nueva e ilusoria muestra de su ingenuidad.

Y ahora, sin comer ni beber, ese hombre está sentado inmóvil entre las reses muertas por su espada. Es evidente que algo maligno maquina.”
Ayanté; SÓFOCLES.

Hacer algo nuevo, ser capaz de poner algo nuevo bajo el sol, requiere de unas consideraciones éticas y morales que no es que no sean propias, es que les son totalmente inalcanzables.


Luis Jonás VEGAS VELASCO.

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