miércoles, 2 de septiembre de 2015

MARTES: NI TE CASES, NI TE EMBARQUES…

Ni por supuesto legisles. ¡Y mucho menos en caliente!

Cuando poco a poco el cada vez más rápido devenir del nuevo marco temporal al que la acción de nuestro Gobierno nos traslada viernes tras viernes comenzaba a aclararse al aplicarse denodadamente ese gran traductor en el que por otro lado se convierte la especial naturaleza de los tiempos cuando los mismos se ven afectados de manera no tanto superlativa, sino sencillamente trascendental; es cuando la gran respuesta parece quedar no tanto respondida, como sí más bien soslayada.

Intrínsecamente agotados no tanto por la cuantía objetiva que los años de gobierno del PP suponen, como si más bien por los efectos que el coeficiente de  interpretación subjetiva nos provoca a la vista de las acciones que el mismo nos regala y que referidos en forma de Real Decreto Ley conforman su especial interpretación de lo que hasta hace algunos años se consideraba una forma democrática de gobernar. No ya llegados a un momento cuando sí definitivamente alcanzado el instante en el que definitivamente hay que restregarse los ojos y pellizcarse en el muslo para constatar que, ciertamente no estamos soñando; es cuando Mariano RAJOY y sus secuaces deciden quitarse la máscara, y dar el paso definitivo que les conduce no tanto a ellos hacia el buen camino, como sí más bien a nosotros hacia la constatación inefable de lo que solo la prudencia se empecinaba en mantener velado.

¡Tranquilos! ¡Los cuatro años de desazón, desavenencias y disgustos con los que la Derecha lleva años despachándose a gusto no se identifican con un momento de locura transitoria! Más bien al contrario, tal y como en las últimas horas sus propios protagonistas se empeñan en demostrar;  forman parte de un plan perfectamente pergeñado y de cuyas premisas, y quién sabe si de sus consecuencias, seremos informados cuando corresponda. Y ese plazo, o más bien esa conclusión se considerará alcanzada precisamente cuando los mismos que causan la infección decidan sobre el tipo de medicación que habremos de ingerir en pos de lograr nuestra recuperación.

Sin embargo, tal y como viene ocurriendo con todo lo que tiene que ver con los hechos vinculados a la gran tesis en la que se ha convertido el descifrar la pregunta capital a saber: ¿Qué pasa por la cabeza de un electorado formado en su mayoría por Clase Media Trabajadora (hace algunos años), para que hoy por hoy gobierne “La Derecha”? Viene a constituir una pregunta un tanto compleja en lo concerniente a tratar de buscar una respuesta, siempre que para ello sigas convencido en emplear y lo hagas de manera exclusiva, métodos objetivos o incluso competentes a la hora de pasar con éxito las pruebas que podrían incluso dotar de verosimilitud científica semejante protocolo.

Por ello, y respondiendo conforme a la conocida disposición paternalista con la que este Gobierno, y en especial nuestro querido Presidente acostumbran a dirigirse a su Pueblo cuando la especial relevancia o la supuesta dificultad de lo analizado así lo merece siempre según sus criterios; será como la verdad, o al menos su verdad, habrá de abrirse camino a través de algo más que de la habitual farfulla obstruccionista al haber alcanzado en el caso que nos ocupa el calibre de la maniobra tintes cuando no insospechados, sí verdaderamente preocupantes.

Porque no se trata ya de que el Gobierno se haya planteado modificar “ad hoc” una disposición legislativa, como por otro lado es cierto. No se trata de que acudiendo a métodos que ciertamente creíamos olvidados desde los tiempos en los que las hogueras iluminaban la noche en nuestros pueblos, el Gobierno se crea en disposición de plantear una reforma legislativa destinada a convertir en delito un hecho perfectamente identificado, estando dispuesto para ello a poner nombres y apellidos de forma previa a aquéllos que ¿por Lógica? Habrán de personalizar la comisión del mencionado delito.
Lo que verdaderamente resulta sangrante es que una vez más se disponga a llevar a cabo semejante tropelía, ¡cómo no! sin parar en barras esto es, sin medir las consecuencias que de cara a la Historia o incluso a futuras interpretaciones, sus actos puedan evolucionar en forma de consecuencias inesperadas.

Porque hablando claro, y por supuesto sin entrar si quiera de refilón en el sin duda poblado universo de matices técnicos desde los que la propuesta carece de cualquier fundamentación; lo que en mi humilde opinión debería preocupar al españolito de a píe habría de ser una cuestión que bien podría quedar de la siguiente manera formulada: ¿Qué hemos hecho tan mal como país para que un Gobierno de Derechas que se ha alzado con el poder estafando mediante la defensa de un Programa Electoral que inmediatamente después de auparles en el poder ha sido necesariamente soslayado intuya que puede ahora, a días de la disolución de Las Cámaras Legislativas; poner en marcha por procedimiento de urgencia la reforma de uno de los Organismos Oficiales destinados fundamentalmente a fiscalizar la acción del propio Gobierno?

La pregunta, que habría de ser considerada de traca, habría de degenerar en una cuestión ciertamente de chiste forzada por ende a perderse en el transcurso de su propia tramitación parlamentaria de no ser por dos pequeños detalles: El primero, dotado de un marcado carácter técnico pasa por la asunción de que el propio procedimiento con el que el Gobierno ha ungido el procedimiento en sí mismo, adolece de múltiples fallos en especial de forma y cómo no, de fondo. El segundo, más conceptual y a la  postre más sustentado en las minucias subjetivas, pasa por constatar cómo nuestro Gobierno pretende ningunear hasta el final la acción de Las Cámaras hurtando con ello a nuestro país lo que otrora fue una intensa actividad parlamentaria. Mas como la realidad se empeña en poner de manifiesto, la Actividad Parlamentaria se convierte en la mejor manera de medir la salud política de  un país. Y dejando a un lado las necedades, lo que este Gobierno necesita, y desde tales premisas dirige sus condicionantes, es un Pueblo enfermo.

Aunque si bien a estas horas deberíamos estar suficientemente alarmados a partir de las noticias que tan solo del análisis técnico de la jugada se derivan; no es menos cierto siempre según mi entender que igualmente ricas en preocupaciones habrán de ser las derivadas que el asunto nos proporciona atendiendo en este caso a la vertiente más conceptual o dicho de otra manera, a las múltiples interpretaciones que pueden devengarse en el caso de constatarse, tal y como la urgencia del procedimiento desatado parece indicar, que en realidad la sospecha de que efectivamente vivimos en un país de cartón piedra sujeto con chicles en las juntas viene a describir con bastante precisión, en contra de lo que pueda parecer, la que según algunos interesados viene a ser el actual estado de la Estructura del Estado.

Es entonces cuando si bien dándole un viso de probabilidad que por supuesto no de certeza al hecho de la tan temida desarticulación del propio Estado, es desde donde he de dirigir la que a mi entender evoluciona hacia cuestión clave: ¿Podría derivarse de alguna de las actuaciones de nuestro actual Gobierno sospecha que ni tan siquiera duda según la cual son tales u semejantes prácticas las que han conducido al propio Estado al presente momento no rocambolesco, cuando sí más bien por primera vez verdaderamente peligroso para la sostenibilidad del propio Estado? De ser así: ¿Quién quedará para erigirse en garante del nada liviano ejercicio que constituye el defender tamañas causas cuando, por ejemplo, sea el propio Estado quien con su tremenda inercia pueda llegar a poner en peligro la naturaleza de alguna minoría? Tal vez convenga aquí recordar que la justificación de la existencia del Tribunal Constitucional reside en la aceptación de la posibilidad de que la naturaleza o el devenir del propio Estado pueda poner en peligro ya sea en un determinado momento, los derechos de una minoría la cual, como es sobradamente conocido merece ser protegida con mayor fuerza si cabe de los envites que la propia maquinaria estatal puede llevar a cabo en el desarrollo de sus reales o supuestas competencias.

Como dice Hobbes: “las verdaderas competencias del Estado pasan por limitarse a sí mismo por medio de la promulgación razonada de leyes encaminadas a engrandecer la acción del Estado sobre aquéllos en los que redunda su acción (…) perdiendo por otro lado toda su tesitura moral si de la promulgación o revocación de las mismas surgen extralimitaciones encaminadas a influir consciente o inconscientemente en el bienestar de los legislados”.

¿Queda claro o adjuntamos un croquis a modo de explicación?

En cualquier caso, y haciendo concretamente caso tan solo a la escenificación en sí misma, me decanto definitivamente por adjuntar un dibujito rico en anotaciones y acotado. Máxime después de escuchar al Candidato del PP Sr. Albiol afirmar con la conducta tajante propia del pedante conservador que efectivamente, se acabó la broma.

¿Significa ello que los actuales esfuerzos por reducir España a una chanza están siendo llevados a cabo de manera descontextualizada?
De existir alguna sospecha en tal dirección, me remito a la cuestión de si verdaderamente nos hallamos en un vehículo del que el conductor efectivamente no tiene la llave.


Luis Jonas VEGAS VELASCO.

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