miércoles, 21 de diciembre de 2011

LA LOGOLATRIA COMO FORMA DE TRANSCRIPCIÓN DEL SILENCIO.


En una época como la que nos ha tocado vivir, en la que ya ni espacio para Dios dejamos, no debería sorprendernos el hecho de que la nueva función de la Ciencia pase por buscar, mediante la implementación de factores finitos, resultados de calado infinito. Así, me sorprende la noticia por la que la psicoquinesia, a saber la ciencia que indaga en nuestros patrones estructurales, busque respuestas genéticas, esto es, concepciones previas, a la posible relación del Hombre con la idea de Dios.

Traigo esto a colación porque, después de asistir con verdadero interés al debate de investidura que pone en marcha la nueva Legislatura, uno ve cómo, de nuevo, la Logolatría se abre paso entre la realidad política que nos rodea, o más bien justifica de manera lamentable la acción, o la carencia de acción, de nuestros Políticos.
Los griegos, primeros responsables del Pensamiento en tanto que realidad cultural directamente asociada a la conducta humana,diseñan igualmente la correspondencia directa e ineludible a este respecto, cual es elaborar uno de los sistemas de creencias más complejos de todos los tiempos. Basado en el antropomorfismo, esto es, la conceptualización de las deidades a partir de la multiplicación por infinito de las capacidades intrínsecamente finitas de los Hombres, vienen no obstante a definir uno de los Principios Universales atemporalmente aceptados. Aquél que dice que de la nada nada sale.

Sin embargo, éste principio, a priori incuestionable a lo largo de los últimos dos mis seiscientos años, se ha visto asaltado, en la última semana, por sendas manifestaciones de la realidad, en un principio igualmente incuestionables. Así, el recientemente descubrimiento en relación al bosson de Higgs, gráficamente denominado “la partícula de Dios”, pone en tela de juicio el propio hecho de que el vacío, a saber la última acepción que a Dios parecía quedarle, ni tan siquiera exista.
Por otro lado, los discursos de D. Mariano RAJOY en campaña, a todas luces últimas acciones de manifestación de vacío que quedaban, no sólo han cuestionado que de la nada se pueda obtener algo. A él concretamente le han proporcionado la Presidencia de un Estado, nada menos que el español.

No se trata en realidad de que no haya dicho realmente nada. Se trata más bien de la manifiesta acción de no decir nada. A estas alturas, a nadie se le escapa el tipo de medidas a las que este, o cualquier otro Gobierno habría de enfrentarnos. Lo único que a estas alturas sometemos a consideración es el dolor que las mismas van a conllevarnos.
Cómo habrán de estar las cosas, cuando el silencio te puede llevar hasta el mismísimo Palacio de la Moncloa. Sin embargo, una vez aceptado esto, no es menos cierto que, ya va siendo hora de decir algo.
Al cierre de la presente, no sólo ni tan siquiera conocemos la composición del Gobierno. Con la salvedad del portavoz del Gobierno alemán, nadie conoce el tipo ni el calado de las reformas que éste gobierno pretende acometer, digo que el mencionado las conoce porque las elogiaba pública e impúdicamente, más que nada porque me parece una falta de desvergüenza que, como en el caso del despido de ciertos entrenadores, conozcan el asunto los propios periodistas antes que el interesado; en tanto que en este caso, el pueblo español, tenga que seguir haciendo quinielas en las que la irrupción en escena de determinada imagen de una foto de teléfono móvil, hace saltar todo por los aires. A propósito, yo no veo al SR. GALLARDÓN dirigiendo a nuestras tropas. De ser así, algunos enterrados en cierto lugar recientemente objeto de análisis histórico se removerían en sus tumbas. Me refiero claro está a algunos de esos que están perfectamente identificados, porque “se ganaron el derecho a estarlo”.

Entro abiertamente en materia si digo que, desde ya, una vez jurado el cargo, y en tanto que la mesa del Congreso está discutiendo si enero va o no a ser hábil, bien es cierto que muchos esperamos, por no decir exigimos, que se empiece a decir algo.
Como ya han ido adelantando los portavoces no nombrados, tales como la SRA. de COSPEDAL cuando anunció “que sin duda nos iba a doler”. Tal y como hoy mismo hacían en CATALUÑA, donde han puesto fin a los corrillos y las especulaciones implantando para el año que viene el copago sanitario, al final, lo único que pedimos es que alguien con alguna notoriedad nos ilustre en relación al tamaño del aparato con el cual nos van a...trepanar la cabeza.

Y todavía algunas potenciales ministras venían esta mañana a decir que “Mariano RAJOY maneja perfectamente los tiempos”. Efectivamente, los tiempos marcados en el compás con corcheas de silencio.

Planteaba el SR. RUBALCABA a la salida de la rueda de prensa que, el Sr RAJOY había manifestado abiertamente su voluntad acerca de “hablar de hablar”. Realmente el asunto no plantea ningún trabalenguas,ni mucho menos constituye ejercicio alguno de originalidad.
En conducta social aplicada, esto es en Política, se define la RETÓRICA como el conjunto de reglas y procedimientos que unidos forman el Sistema competente para definir lo que se llama discurso bello. La perversión del recurso provoca resultados denominados sofismas, esto es, acciones léxicas imposibles de conjeturar. En términos empíricos eso confecciona los llamados sofismas, esto es, discursos políticos que, bien por voluntad propia, o bien por incompetencia, carecen de cualquier valor una vez sometidos al complejo análisis del procedimiento Lógico.

Lo que propiamente se denomina hablar por hablar, esto es, hablar sin decir, constituye un ejercicio que sólo adquiere valor si la fuerza del discurso estriba en el discurso en sí, esto es, si la belleza del mismo justifica su existencia. De esta manera, la Logolatría viene a ser el proceso de degeneración por el cual el agente emisor se acaba enamorando del discurso en tanto que tal, alcanzando en sí el máximo de degeneración política.

Corren malos Tiempos. A nadie se le escapa que no podemos permitirnos el lujo de perder el tiempo. Sin embago, sólo una pregunta cabe hacerse. ¿Es consciente el enamorado en éste caso de la Naturaleza de su amor?

Luis Jonás VEGAS

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