viernes, 8 de junio de 2012

EL RINCÓN DE JOKIM.¿ESTA ES LA ESPAÑA QUE QUEREMOS?


No hace falta ser un lince para comprobar que este medio año de gobierno del Partido Popular, se ha convertido en una alegoría del disparate. En este tiempo, la derecha ha mostrado como no se debe actuar ante una crisis económica y financiera de esta envergadura. Su incompetencia, inutilidad e ineptitud, a la hora de afrontar este trance, esta llevando al país al borde del abismo.

Mariano Rajoy y sus mariachis, porque no tienen otro nombre esos advenedizos, a cual más soberbio y ramplón, que le acompañan en esta cruzada, se han propuesto empequeñecer la figura del otrora adalid de la derecha más cavernaria, José María Aznar. Mariano Rajoy, de sobra conocido por Europa como un títere, que no sabe muy bien a quien acercarse, para finalmente situarse en tierra de nadie, ha mostrado al mundo la clase de político que es. Un personaje gris al que le queda excesivamente grande el cargo que ostenta. Mariano Rajoy, que no se engañe nadie, no lucha por salvar al país de la quema, es decir, del temido rescate, lucha por no perder su posición de privilegio. Intenta, con una estrategia cuando menos estrambótica, no tener que presentar la dimisión para convertirse en el presidente más efímero de la historia de la democracia española.

Por eso, trata de disfrazar el manido rescate a la banca. Nadie duda ya que habrá que recurrir a ayuda externa, para recapitalizar a los bancos. Para acabar con ese desaguisado originado por la nefasta gestión de esos directivos, que lejos de sentirse culpables, se van para sus casas de rositas y con unos buenos millones de euros en sus cuentas corrientes. Pues bien, Mariano Rajoy pretende que el rescate no sea tal, o que se presente como algo suave, que el Gobierno de España no ha tenido que pedir, sino que se debe a una ayuda desinteresada de sus socios europeos. ¿Cuándo Europa ha prestado dinero sin pedir nada a cambio?

El rescate llegará de forma directa, indirecta, de lado o de canto. Será un rescate con condiciones, no tan duras como las que les ha tocado sufrir a Grecia, Irlanda y Portugal. Pero habrá que ajustarse aún más el cinturón. ¿Cómo? Subida inmediata del IVA, bajada de pensiones y despido de funcionarios. Eso es lo que no quiere contar nuestro insigne presidente. Eso es lo que le pide Alemania. Bueno, más bien, lo que le exige. Porque la banca española necesita una millonada para sanearse. Las cifras se mueven entre los 80.000 millones de euros y los 110.000 millones de euros. Y este dinero no se presta por la cara bonita de nadie.

Por si esto fuera poco, el país no solo asiste a una crisis económica sino también a una crisis del sistema, del modelo democrático que tanto hemos defendido y que han pervertido, hasta decir basta, quienes lo gestionan. Una crisis acompañada de falta de principios éticos y  de una ausencia total de transparencia democrática.



No se salva nadie. Primero la más alta institución del Estado, la Corona, con el Rey a lo John Wayne en Hatarí, de safari, cazando elefantes. En sus discursos navideños no faltan sus alusiones a la responsabilidad, pues menudo ejemplo. El Monarca desaparece cuando pintaban bastos en España, aún pinta este palo, y gracias a que se fractura la cadera el país se entera de sus aventuras por la Sabana. Luego Iñaki Urdangarín y sus andanzas.

Turno para el Gobierno. Su política de falta de transparencia y diálogo parece más propia de una dictadura. Se niega a crear comisiones de investigación en el caso Bankia, se niega a comparecencias públicas de sus gestores y del ya exgobernador del Banco de España, Fernández Ordóñez. Se niega a entablar negociación alguna sobre las reformas y recortes. Impone, por su mayoría absoluta, al nuevo presidente de RTVE, acabando con una ley que permitía el consenso. Impide el desarrollo normal de las manifestaciones. A la mínima la policía tiene orden de acabar con la concentración a palo limpio. Aplica la política de rodillo y ha convertido la vida parlamentaria en un trámite sin sustancia para los ciudadanos.

El poder judicial. Su máximo representante, Carlos Dívar, presidente del Consejo General del Poder Judicial y del Tribunal Supremo torea a la sociedad española no admitiendo responsabilidad alguna por sus viajes a Marbella, donde a costa de los contribuyentes, pasó largos fines de semana en hoteles y restaurantes de lujo. Mal parado sale el poder judicial, con Dívar menospreciando a la sociedad y al intelecto, dado que todavía permanece en la retina el vergonzoso y múltiple juicio sumarísimo al que fue sometido Baltasar Garzón.

Así las cosas, los sindicatos están asfixiados por este Gobierno que les retiene subvenciones y programas de formación, hechos que han provocado que UGT Y CCOO hayan tenido que despedir a parte de sus plantillas. El Banco de España es una comparsa dado que es ninguneado y denostado por un ejecutivo que ha dejado en manos de dos consultoras foráneas, la auditoría que muestre el estado de salud real de los bancos españoles.

El Gobierno, con estas acciones, se ha propuesto acabar con el mayor activo de este país: su gente. ¿Esta es la España que queremos? 

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