“Hoy es el día de las declaraciones políticas.” Se le ha escapado al
Sr. Ministro de Economía. Es a partir de esa certeza, de lo que yo pregunto;
¿Ha llegado ya el momento de las dimisiones?
Hasta aquí hemos llegado. En
estos momentos, y revisando los acontecimientos que han transcurrido en las
últimas 36 horas, la única certeza que parece clara es que no sólo deberíamos
estar asistiendo a los últimos estertores
de un Gobierno, sino más bien a una forma de entender la Política, y la Acción
de Gobierno.
La puesta en escena que nos ha regalado el Sr. De Guindos, responde,
como no podía ser de otra manera, a la que se espera en coherencia con la que
se ha conceptualizado a lo largo de los, no lo olvidemos, apenas cinco meses
que llevan en el Gobierno. Así, no sólo ha faltado voluntariamente a la verdad,
sino que una vez más lo ha hecho con la certeza y la solvencia del que se
considera especial, ajeno a lo que le rodea, en definitiva, más allá del bien y del mal.
Como los buenos toreros, a
medida que la faena avanzaba, se iba haciendo dueño de los medios, nunca mejor
dicho. Su cara iba poco a poco reflejando la certeza de que lo que en principio
iba a ser una faena complicada, no en
vano había que hacer creíble lo increíble, se iba logrando.
Hemos empezado por apelar a la cortesía, para no decir la cifra
del rescate, sí, rescate. Cuando todos sabemos que no va a bajar de los
113.000 millones de euros. Pero no contento con eso, la minusvaloramos, y
finalmente la trasmutamos.
Como parece que tiramos con “pólvora del Rey”, al Sr, de
Guindos le da por decir que el FROB es un órgano que, aunque depende del
Gobierno, y del que por ende responde España, da la sensación de que no le
afectan los condicionantes impositivos que regulan todas y cada una de las
acciones económicas propias, incluyendo claro está el pago de las mismas. Con
ello, no es que no haya hablado, es que abiertamente ha mentido cuando dice que
“las exigencias propias de esta decisión sólo serán repercutidas sobre las
entidades que lo necesiten.” ¿Cómo decirlo suavemente…? Sr. Ministro, miente, y
lo sabe perfectamente.
Miente porque entre los más de
100.000 millones pedidos hoy, ya una certeza, y los más que previsibles cerca
de 350.000 millones que las inspecciones privadas puestas en marcha por el
propio Gobierno, desvelarán en torno a las cuentas de las CC.AA, puede que en
la tarde de hoy, hayamos asistido a la condena a trabajos forzados de un país que puede necesite más de 36 años para
pagar la deuda a la que ustedes hoy nos han condenado, eso sí, sin que la
sonrisa desaparezca un solo segundo de sus labios.
Miente porque no se trata sólo
ya de que los únicos beneficiados con todo esto sean las entidades bancarias,
que lo son, usted no se cree ni de coña
que los bancos vayan a hacer fluir el crédito mañana por la mañana.
Y lo más sangrante, miente
porque lo único que han logrado con sus dos
reformas Express financieras, es engañarnos a todos, logrando convertir en
deuda soberana lo que era deuda privada. Esa es la última verdad, la que
desmonta toda su farsa de rueda de prensa, de la que lo único que parece
desprenderse es que hoy estamos mejor que ayer.
Y en el supuesto de que esto
fuera realmente así, ¿Por qué han esperado tanto? Yo se lo diré, porque el
miedo es libre. Miedo a que el pueblo
español les tenga que demostrar que no somos más tontos de lo que les
parecemos. Miedo a que antes de que celebremos los goles de “La Roja” alguien
se pare a calcular que cada 10.000 millones nos metemos en el 1% del PIB,
precisamente ahora que se pronostica un descenso en el mismo del 1.9% para este
mismo año. En términos reales, cada 100.000 millones supondrán del orden de 10
años reales para sufragarlos netamente. Y todavía no hemos calculado los
intereses.
Intereses, ¿Electorales?, de
verdad, si tuvieran un mínimo de vergüenza, ya no les preocuparía adelantar las
elecciones, ni tan siquiera a noviembre. Si fueran dignos, mañana tendríamos
algo más que celebrar que los goles de España.
Aunque para goles los que nos han metido ustedes hoy.
Por cierto ¿Dónde queda a
ahora aquello de “vótales en contra para que éstos caigan, y así podremos
nosotros levantarlo”?
Luis Jonás VEGAS VELASCO.
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