Necesitados una vez más de redefinir no tanto conceptos,
como sí más bien los contextos a los que éstos pueden ser achacados, acudimos de
nuevo a desmentir el popular: la Historia
está condenada a repetirse. Basta un ligero aunque por ello si cabe más
sincero repaso a los fenómenos en los que precisamente la Historia amenaza con
convertirse precisamente en redundante, para comprender hasta qué punto lo que
tiende a repetirse no es la Historia, cuando sí más bien los contextos en los
que el devenir histórico en consecuencia
correspondiente puede aplicase una y mil veces. Tal vez de ahí el supuesto
malentendido.
Por ello que una vez superados los estertores que se
reproducen una y mil veces en mi cuerpo cuando a la vista de cómo se está
desarrollando el que bien podríamos denominar sin riesgo de equívoco modo de hacer respecto de la nueva Tragedia
Griega ; llego a la conclusión que me permite redundar en
una suerte de solución al galimatías, y que inexorablemente pasa por comprender
que Alemania trata de gilipollas a Grecia, a la par que Grecia actúa no
obstante como si los deficientes fuésemos los demás; que se me organiza tal acaloramiento en la cabeza que,
siguiendo los esquemas de Sócrates cuando sometía a análisis una y mil veces
las cuestiones con las que de forma burda le retaban los sofistas, necesariamente he de llegar a la conclusión de que, si
una vez exploradas todas las líneas de pensamiento conocidas, la solución sigue
sin ser no viable, (que no no
satisfactoria), sin duda es porque alguna línea de pensamiento nos es
desconocida, en tanto que no se ha sometido a exploración ¿todavía?
Porque no es precisamente hasta la plena escenificación del nuevo tiempo que ante nosotros se pone
de manifiesto, precisamente al ratificar el uso del concepto todavía en la más amplia acepción del
mismo, que no comienza a quedar claro un hecho por otro lado capital y que pasa
por asumir que la comprensión de los parámetros desde los que se plantea la Tragedia
Griega , han de
ser tomados en consideración acudiendo a preceptos del pasado, a la sazón
históricos, teniendo después la audacia necesaria para asumir las consecuencias
de los mismos.
Resulta entonces que, aunque sea a título descriptivo,
podemos comprobar acudiendo a TUCÍDIDES una
vez más, que la cuestión que hoy nos sorprende ha de hacerlo no tanto por su
originalidad, cuando sí más bien por nuestra ignorancia; toda vez que algo muy
parecido aconteció ya en la Grecia Pre-helenística , con resultados tan
desalentadores como poco prácticos todo hay que decirlo ( y los griegos, ya
fueran espartanos o de Atenas valoraban, por encima de todo, los resultados de
los acontecimientos que siempre bajo la atenta mirada de los dioses ellos
ayudaban a desentrañar).
Por eso que a partir de la lectura que en relación a los
hechos del pasado hacemo vinculados a la gestión que Cleón llevó a cabo dentro
de la que podríamos denominar enésima
crisis a desempeñar entre espartanos y atenienses, que ante nosotros se
pone de manifiesto y además lo hace de manera clara y distinta, la constatación del hecho que ahora y entonces se
revela como la gran diferencia, como el gran elemento que convierte a la
Democracia en un régimen genial toda vez que supera con mucho al que nos
ofrecería una situación de mera
superación de la
Tiranía. Estoy hablando por supuesto de la Diplomacia.
Tenemos así pues el concepto de Diplomacia esgrimido no
tanto en su proceder estático, por ende conceptual, como sí más bien en el
dinámico, de procedimiento. De esta manera resulta cuando no sencillo, al menos
natural, establecer el paradigma por el cual en el pasado de la Grecia que hoy
nos ocupa, y que por entonces se describía a partir de los enfrentamientos de
Atenas contra Esparta, y de éstas contra Persia; se define hoy no tanto desde
la comprensión de los conceptos, como sí más bien de que los esquemas dentro de
los cuales tales conceptos adquieren relevancia proceden no tanto de conceptos
nuevos, cuando sí más bien contradictorios si nos empeñamos en inferirlos de
los cánones modernos.
Así, cuando Cleón vio la oportunidad de enajenar el espacio
que de manera digamos natural le correspondía a Pericles; la falta de lógica de
tal proceder queda no puesta de manifiesto, como más bien mitificada en el
momento en el que el exceso de ambición de éste le lleva a protagonizar
episodios como el de la Toma de Estágira,
a la larga el desencadenante de las Guerras
del Peloponeso.
Puestos en disposición, una embajada de la victoriosa Atenas ,
cumple con el protocolo de enviar embajada
negociadora a la colonia con carácter previo a su destrucción. El dramaturgo Aristófanes nos regala el
diálogo que se desarrolla, previo por otro lado a los acontecimientos que
desarrollaron la absoluta destrucción de toda la Colonia.
Estamos convencidos,
frente a vosotros, que sois personas informadas, de que en las cosas humanas la
justicia se plantea solamente entre cosas iguales. En caso contrario el más
fuerte hace lo que está en su poder, y el más débil cede.
(…) Pero. ¿Cómo
resultar útil para nosotros el
convertirnos en esclavos del mismo modo que para vosotros lo es el ejercer el
poder?
Porque vosotros, en
vez de sufrir males mayores seríais súbditos nuestros y nosotros, ahorrándonos
el tener que eliminaros, saldríamos ganando.
Vosotros que sois
débiles y os jugáis vuestro destino a una sola carta, no queráis pasar por esta
experiencia; no queráis asemejaros al gran número de aquellos que, teniendo aún
la posibilidad en gran número de
salvarse dentro de los límites que impone la naturaleza, cuando en medio de una
situación crítica, les abandonan claramente las esperanzas, buscan apoyo en
ilusiones oscuras, como la adivinación, el oráculo y todas aquellas prácticas que,
junto con la esperanza, acarrean la desgracia.
Se trató en realidad de lo que podríamos llamar el principio del fin. ¿La causa?
Evidente. El exceso de salvedad de la insigne Democracia Griega les
llevó a comportarse en consonancia con lo que hubiera sido propio de la mayor
de las Tiranías: Los varones fueron pasados
por las armas. Las mujeres y los niños vendidos como esclavos. Y todo,
¡faltaría más! Para mayor gloria de la Democracia.
Retomando pues de nuevo el presente, tenemos una
consideración a partir de la cual resulta plausible someter a consideración la
posibilidad en base a la cual las causas por las que el diálogo entre Grecia y
el Eurogrupo parece desarrollarse en términos incoherentes porque los
interlocutores parecen no compartir el mismo idioma; tenga su origen en la realidad no contemplada
en base a la cual ambos conversadores no comparten en realidad voluntad esto
es, ambos parten ya de saberse en la que habrá de registrarse como casilla
final para ambos.
Así mientras la Nación Griega no comprende que Tsipras, como dos mil
quinientos años ante lo hiciera Cleón, tense la cuerda hasta que el acuerdo sea
del todo imposible por perderse finalmente la lógica del servicio; Europa cede
ante la nueva Persia
(Alemania) los cánones y por ende todo vestigio de responsabilidad moral ante
la posibilidad de que mañana, alguien
exija responsabilidades.
Ahora de verdad me negáis que, sobre poco más o menos, todo está escrito.
Luis Jonás VEGAS VELASCO.
No hay comentarios:
Publicar un comentario