miércoles, 30 de mayo de 2012

DE LA DESVERGÜENZA QUE PRECEDE AL DESGOBIERNO.


He de confesarles qué desde que comenzó todo, hace ya más de cinco años, ésta ha sido la primera semana en la que verdaderamente me he sentido pesimista. Semejante hecho no tiene por qué ser, verdaderamente, constitutivo de nada, puesto que ni yo, ni por supuesto mis opiniones tienen ni capacidad para influir en nadie, ni mucho menos voluntad de hacerlo. Mas en cualquier caso, el que yo no sea persona dada a caer en melancolías conceptuales, unido al hecho de que mi factor emotivo permanece siempre por debajo del estrictamente vinculado al segmento ligado a lo constatable, sí que me lleva, no obstante, a considerar seriamente la posibilidad de que algo esté empezando a calar profundamente a mi alrededor, modificando estructuralmente el teatro de operaciones en el que se ha convertido todo lo que envuelve la nuestra realidad. Un algo que, como todo elemento sibilino a la par que perverso, juega sus bazas en silencio, apoyando sus discursos en la farfulla, y logrando sus objetivos mediante los silencios espesos.

A día de hoy, lo único que podemos expresar sin ánimo de ser replicados, es la certeza de que nada volverá a ser igual. Todos parecemos haber asumido que ya está, que hasta aquí hemos llegado, que la fiesta se acabó. Los amigos de la linde, y los borrachos del discurso genovés, hacen su agosto, obrando como si de echadoras de cartas del mundo calé se trataran. A base de repetirlos, el discurso de que el cambio se aproxima, ha ido haciendo mella en todos cuantos conforman nuestra realidad, hasta conformarse en un precepto, en un himno, ¿a la nostalgia, a la alegría, a la melancolía tal vez? Ya nadie lo sabe. Sin embargo, lo verdaderamente peligroso, como suele ocurrir con todos estos procederes, es lo que no se ve, es aquello a lo que tan sólo se puede acceder acudiendo a la sensación, a la sensación de que, una vez más, nos están contando sólo la parte del cuento que a los de siempre les interesa. Y semejante sensación, adquiere rango de certeza absoluta, cuando verificamos, sin necesidad de acudir a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, único verificador aparentemente válido según El Gobierno del PP, que, inexcusablemente, otro es el hecho que nos han colado “de tapadillo”. Un hecho que, como en la mayoría de casos importantes, basa su importancia en la naturalidad con  la que se materializa a partir del momento en el que constatamos no ya que el futuro ha cambiado, sino que el presente, en forma de aquí y ahora, ya lo ha hecho, y de manera inexorable.

Porque sólo así se pueden entender cosas como que la promueve que todo un Presidente del Gobierno sacrifique la transparencia que, indudablemente ha de estar presente en todo acto gubernamental, amparando la total ausencia de ésta en pos del bien común, defendido éste en forma de sostenibilidad de las estructuras de gobierno. ¿Desde cuándo la transparencia en la forma de proceder un Gobierno puede ir en contra de la estabilidad de la estructura en la que se ampara dicha acción? O planteado de otro modo, ¿Cómo puede hace daño al Pueblo conocer sus miserias, como paso previo a solventarlas?
Pero aquí desde luego no acaba la cosa puesto que, si malo es que un Gobierno, amparado en la sempiterna responsabilidad, se empeñe en oscurecer los cristales en pos de impedir la acción clarificadora del Sol, pero es si cabe que una Oposición se alíe en con él, mezclados ambos, a modo de contubernio, y no precisamente de la talla de el de 1968, en pos no de impedir esclarecer, sino abiertamente de mantener opacos, los motivos que han promovido no ya la consecución de ciertas acciones, sino los todavía más vergonzosos si cabe, razonamientos que nos han llevado hasta ellos.

Porque si el lunes amanecí verdaderamente pesimista, ayer me desayunaba con el dato de la Prima de Riesgo, hoy me he encontrado con algo si cabe mucho más dañino. El dolor que me ha producido escuchar de boca del ya a estas alturas Exgobernador del Banco de España, la expresión propia de que, si bien lo que me apetece es hablar, por responsabilidad no lo haré.
Si aceptamos una vez más la premisa de que vivimos en un país regido por un sistema representativo, hemos de asumir que el Poder que respalda al Sr. FERNÁNDEZ ORDÓÑEZ, no es sino uno procedente indirectamente en este caso de la voluntad del Pueblo. Y digo indirectamente porque, al contrario de lo que ocurre con los cargos destinados a formar parte de las instituciones gubernamentales, éstos, los cargos técnicos, son directamente nombrados por los primeros, a modo de cargos de desempeño y confianza. Sin embargo, ésta aparente complicación, no desmerece un ápice la convicción de que ellos han de responder igualmente ante el Pueblo, bien en su carácter directo, o en el que procede de su condición de haber sido nombrados por otro, en cuyo caso arrastraría, o así debería ser, a éste en su caída.
Por ello, los comentarios del Sr. FERNÁNDEZ ORDÓÑEZ, no por reiterados adquieren menor viso de validez o certeza.

Para acceder a semejante plano, habremos de analizarlos en otro contexto, aquél que se presenta ante nosotros, una vez más, cuando analizamos ésta y otras declaraciones semejantes, véase al ingente Ministro de Educación, cuando todos forman un conjunto cacofónico cuyo único atisbo de afinación parte de la absoluta convicción que todos manifiestan y a estas alturas ya ni se molestan en disimular, según la cual todos aquéllos que no formamos parte activa de sus tejemanejes, somos abiertamente deficientes mentales, obtusos o, en el peor de los casos, sencillamente idiotas, en la acepción griega del término.

Y entonces es cuando, para despejar cualquier género de duda que pudiera caber al respecto, D. Mariano RAJOY, en un hecho sin precedentes, cual es el de dar su primera rueda de prensa en solitario en España desde que es ¿Presidente del Gobierno? Convoca a los medios en Génova. Evidentemente, se siente más tranquilo rodeado de sus adláteres, que haciéndolo en Moncloa, donde habría de habérselas visto con sus acólitos. Y todos empezamos a comprobar cómo se las gasta la Sra. SÁENZ de SANTAMARÍA. A propósito, hoy en la Capital Federal de Estados Unidos, la que tendrá ocasión de comprobarlo será la Sra. LAGARDE, en su condición de GESTORA DEL FMI. Esa misma señora que ha recomendado a los griegos que empiecen de una vez a pagar sus impuestos, a la vez que asumen que el resto del mundo no está para resolverles sus problemas.
Pero volviendo de nuevo al Sr. RAJOY, y ensalzando una vez más su inexcusable voluntad de gallego, de nuevo lo que más fuerza tuvo de su intervención no fue lo que dijo, sino lo que una vez más, como viene ocurriendo en los últimos días, ocultaron.
A día de hoy, sólo una cosa está clara. Estamos virtualmente intervenidos. Como el ingente por contumaz Sr. De GUINDOS ha tenido a bien aclarar hoy, BANKIA no constituye el origen de los problemas financieros de España. En eso estamos de acuerdo, mas mucho nos tememos que si se convierta en la tercera puñalada, la que, como en el caso de Isbel de Castilla, haga bueno el dicho según la cual “todas hieren, menos la última que mata.” Así, sumidos en el ejercicio de la irrealidad, hemos de asistir cansados a la representación circense en la que se convierte cada viernes la comparecencia posterior al Consejo de Gobierno. Pero en este caso, la Pista Central le estaba reservada al propio ¿Sr. Presidente? El ejercicio, mezcla genial de malabarismo con prestidigitación, requería por otra parte grandes dosis de concentración, y claro está, dominio de la materia. Y claro, ahí ha estado el error. El absoluto desconocimiento que RAJOY presenta hacia las Instituciones Europeas, así como hacia los protocolos que rigen su funcionamiento; desconocimiento éste del que ha hecho gala en múltiples ocasiones en forma del más absoluto desprecio, ha adquirido tintes melodramáticos, a modo del Satiricom, cuando lleva dos días paseando no ya por Europa, sino por el Mundo, la idea descabellada de que sea el BCE el que venga a hacerle a él el favor de recapitalizar a los bancos, a saber la joya de su corona, claro está, sin pasar por el Gobierno el cual, como ya pasara en España con otro asunto a un nivel no menos estructural, amaneciera un día radicalmente cambiada. Pero desgraciadamente hay un problema. La propia conformación de la UE hacen de ella una estructura paquiderma, lo que la convierten en  propia de cualquier apelativo, menos el de ágil.

Así que, Sr. RAJOY, no es ya que España no disponga de un año. Es que usted, en su condición política, tampoco lo tiene.

Luis Jonás VEGAS VELASCO.

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