miércoles, 23 de mayo de 2012

DEL BARCO DEL AMOR, A LAS DISCORDIAS DE LA REALIDAD FINGIDA.


Poco  a poco, el tiempo, el gran agente balsámico por excelencia, ejerce su labor. Sin embargo, no sin sorpresa, comprobamos qué, en el caso que nos ocupa, el mero paso del tiempo no sólo no constituye alivio alguno para nuestros problemas, sino que, por el contrario, el hecho de que éste transcurra sin que por otra parte de observen en el Gobierno “manifestaciones propia de existencia de Vida Inteligente”, no nos abocan sino a la ya firme convicción de que, efectivamente, tenemos un problema.

La constatación diaria de la realidad no sirve sino para comprobar como la convicción que algunos tenían, según la cual el Partido Popular se había puesto al frente del país armado tan sólo con la sacrosanta convicción de que su condición natural supondría en sí mismo motivo más que suficiente para promover la pronta resolución de los problemas que nos acucian; alcanza por otro lado grado de absoluta certeza cada vez que asistimos a alguno de los ejercicios de gobierno que aparentemente le son propios al Sr. RAJOY, en tanto que ejerce de su condición, no lo olvidemos, de Presidente del Gobierno. Y si, efectivamente en ese rango también incluyo las carreritas en las rampas del garaje del Senado.

Pero claro, la risa, si alguna vez la hubo se trunca en llanto cuando constatamos no ya sólo que con estos bueyes hemos de arar, sino que la manera de hacerlo es, en sí misma, altamente patética.
Cuando tras el triunfo de HOLLANDE en las elecciones francesas, RAJOY corrió a recibirle diciendo que juntos emprenderían el camino que por un lado rompería el dominio de Alemania, a la par que abriría una nueva etapa de crecimiento para Europa, algunos, que somos por desgracia poco dados al desenfreno, nos preguntamos, y lo hicimos en alto, cómo era posible que sendos representantes de ideas y formas de concebir la Política tan dispares, pudieran llegar a ponerse de acuerdo en algo sin que ello les supusiera un ejercicio de neurosis. Pero como uno está ciertamente cansado de que le llamen agorero, y la Historia está llena de alianzas imposibles basadas en el principio según el cual, el enemigo de mi enemigo es mi amigo, pues aceptamos renegar de nuestra incredulidad a base de cogernos una melopea conceptual capaz de hacernos creer que la Derecha Cavernaria española estaba dispuesta a aceptar que no podíamos seguir recortando. Y así, después de sufrir los efectos de la resaca, decidimos apostar por la posibilidad de que el desenfreno en el que aparentemente se halla instalado Mariano RAJOY, le llevara no sólo a dar un romántico paseo en barca con la Canciller, sino que esperamos, pobres indinos de nosotros, que de aquello podía surgir algo más que otro de los habituales revolcones políticos a los que están acostumbrando en Europa a RAJOY.
Así que, evidentemente, perdimos la apuesta. Nos tocó pagar no sólo la cogorza, sino que también hubimos  de hacernos cargo de la cuenta de destrozos varios. A saber, la credibilidad de España ante el resto de países, la pequeña cajita en la que guardábamos los últimos vestigios de orgullo (exteriores los había dilapidado por la forma mediante la que estaba llevando la enésima crisis del Peñón.) Pero sobre todo nos toca pagar, y muy caro cada día, la cuenta de intereses que los acreedores que España tiene, nos pasan cada día. Hoy, sin ir más lejos, al 6%.

Y claro, si para nosotros, que afortunadamente vivimos perdidos en Gredos, estas cosas resultan indescifrables, para HOLLANDE, que el hombre sabe bien lo que se pesca, podéis imaginaros lo que le ha costado calar a RAJOY y lo que es peor, lo ladinas de sus intenciones.
Según me cuentan, el ultimátum tuvo esta forma: “si a lo más que aspiras es a disimular la intervención disfrazándola de rescate financiero, vas dado si esperas que te acompañe.” Al día siguiente, tenía lugar el bochornoso paseo en barca junto a Ángela MERKELL. Allí, entre susurros y lamentos de enamorados, tiene lugar la escenita según la cual poco menos que se ve obligado a ponerse de rodillas implorando un hueco en la Conferencia Extraordinaria sobre Crecimiento de Bruselas.

Se trata de una cumbre que, sin lugar a dudas, reúne múltiples peculiaridades. La primera, de entrada, su nombre. En contra de lo que suele ocurrir en estos casos, su nombre sí que tiene verdadera relación con su contenido. Porque la Cumbre para el Crecimiento, pretende hablar verdaderamente de crecimiento, o lo que es más importante a estas alturas, de la necesidad de comenzar a convencer a los gobiernos de la UE de lo imprescindible que comienza a resultar, llegados ya a estas alturas, comenzar a implementar políticas que sean capaces de superar el trauma en el cual nos hallamos inmersos. Políticas que sean capaces de constatar que otra manera es posible.

Supone lanzar la paloma al aire, para ver si regresa con la ansiada rama de olivo, sustituyendo el periodo de tensa espera, por otro en el que el ejercicio activo genere de nuevo, en sí mismo, riqueza.

Pero como suele ocurrir siempre, a toda fuerza de acción, le corresponde otra de reacción, que inexorablemente actúa en sentido opuesto. Así, aceptar que el tiempo de las Políticas de Crecimiento ha llegado, supone asumir de manera explícita el fin de aquéllas otras que basaban exclusivamente en medidas recesivas, traumáticas por definición, su catálogo de medidas para superar los tiempos que nos han tocado vivir.
Y entonces, un nuevo drama tendrá lugar, y lo hará de manera brutal. El drama procedente de reconocer que cinco años de sufrimientos no han servido para nada, sencillamente porque éste no era el modo, sencillamente porque tal y como nos imaginábamos, si bien todos esperábamos poderlo obviar, no hemos estado sino en manos de pirómanos que habían asumido el papel de bomberos.

La macropolítica de todos los países tiene un denominador común, la incapacidad manifiesta para proceder con las decisiones de manera rápida. Si esto es  una realidad que se constata en el interior de cada uno de los países por separado, no hace falta ser muy avispado para hacerse una idea de lo que debe suceder en el seno de los Órganos de Dirección de los Veintisiete. Desde tales premisas, resulta sencillo comprender que la inercia propia del movimiento generado por la propia estructura es tal que hace que mientras los grandes ya han comenzado a aplicar medidas correctoras, los periféricos sigamos inmersos en la ejecución de procedimientos que han sido declarados ya obsoletos. Desde la observancia de este hecho, resulta no ya sencillo de comprender, sino casi lógico de asumir, que mientras unos países proclaman abiertamente que el tiempo del crecimiento ha llegado, otros por el camino sigan promoviendo que lo mejor es confiar en la sabia conducta de no gastar más de lo que no se tiene, ¿Os gusta como definición del concepto “estrechez de miras”?
Y claro, las consecuencias son tan nefastas como ridículas. Mientras unos abogan ya por la inversión en producción, otros, como el Sr MONTORO, tienen que explicar en público que como la única forma de financiarse que le queda a España es acudiendo a las Subastas de Deuda, la mejor Política Económica pasa por la adopción de medidas encaminadas a fortalecer la imagen de confianza en España, que motive el flujo de entrada de capitales extranjeros.
Vamos, la aceptación explícita de que España, como no tiene tejido productivo de ningún orden, no puede ni tan siquiera aspirar a salir de esta por si misma, a la par que nuestra recuperación será si cabe mucho más lenta.

Y luego llegan los informes de los organismos internacionales, y te lo ponen todavía peor.

Así que claro, casi es de justicia reconocerle al Sr Presidente que cuando, en el transcurso de su último bandazo abandonó al resto de Países Miembros para posicionarse al lado de ¡MERKEL! Y conformar juntos el que algún día conoceremos como Binomio de la Austeridad, casi estaba llevando a cabo un ejercicio de responsabilidad.

El 25 de julio se conmemora, como todos saben La Festividad de Santiago Apóstol, esperemos que para entonces todavía siga siendo Patrón de España, a la par que podamos segur gritando ¡Santiago y cierra España! Él ya sabe lo que es luchar contra los Bárbaros del Norte.

Luis Jonás VEGAS VELASCO.

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