viernes, 21 de mayo de 2010

DE LA NECESIDAD DE SUPERACIÓN DEL MITO...


...DE CÓMO EL HOMBRE SE HIZO HOMBRE


Una vez más, y serán cientos y cientos las que lo hagamos, hemos de enfrentarnos, o al menos plantearlo. ¿Cuál fue el primer paso que el Ser Humano dio como tal?. O dicho de otra manera, ¿Dónde resude el límite a partir del cual la especie deja de ser bestia para pasar a ser animal racional.


Ya el mero planteamiento de la cuestión es polémico ya que en este caso, en mayor medida si cabe que en cualquier otro caso, la mera forma que tengamos de plantear la ecuación, ya estará marcada, al tener implícita en la misma el sesgo, ya sea conceptual en el mejor de los casos, o ideológico en cualquiera de ellos; a partir del cual encardinemos la respuesta.

A título descriptivo, lo que planteamos es la forma en que se produce el hecho que el genial Miguel Ángel plantea en el techo de la Capilla Sixtina. Más concretamente el momento en el que, siguiendo la visión ontológica del artista un Dios Todopoderoso induce por contacto directo entre los dedos de ambos, el alma y con ella todas las capacidades que nos convierten en seres tan especiales, al primer Hombre.


Qué duda cabe, en este caso, las presunciones anteriormente aludidas de prejuicios ideológicos se manifiestan con toda su fuerza. Así, un Dios Todopoderoso, Omnipotente y Eterno por Definición, ( de la cual se encargarán Aristóteles en definir, y Tomás de Aquino en perfeccionar), sería quien dispusiera los motivos y a la sazón las causas que tienen en sí el motivo de la existencia del Hombre. En una palabra, sería aceptar que el Ser Humano es en virtud un ser contingente, en la medida en que ha donado su condición de necesidad a la idea de Dios.


La otra posibilidad, estriba necesariamente en la persecución de un hecho de pensamiento a partir del cual poder identificar la primera acción no motivada exclusivamente por estilo instintivo, esto es, localizar la primera respuesta del Ser Humano a una contingencia, que presente un sistema elaborado, esto es, la concatenación voluntaria en un mismo proceder de elementos que, de otra manera sólo se habría manifestado por separado, siendo del todo inútiles en ese caso para solucionar el problema que hubiera originado el proceder.


Buscamos en definitiva ese momento mágico y definitivo, ese chispazo originario en el que, por primera vez la especie, desarrolla un pensamiento complejo en pos de obtener del mismo una respuesta más satisfactoria, o en el mejor de los casos más productiva, a la que obtendrían comparándola con el proceder motivado tan sólo por los métodos instintivos conocidos.


En esencia, no buscamos realmente una respuesta. Más bien buscamos una pregunta ya que, estas por definición requieren procesos de pensamiento más complicados. Buscamos ese momento mágico, originario y original por definición en el que algo, a mi entender el efecto de un rayo sobre un árbol, capturó por primera vez y para siempre la atención de aquél primer homínido, que pasó a ser Hombre.