Reunidos una vez más, en torno de la tranquilidad que
proporcionan la presunta seguridad, aunque ésta no sea sino la constatación
efímera de lo que dura nada de lo procedente de la ficción; los miembros del
Clan se disponen a iniciar la que parece ser otra nueva a la par que indolente
jornada. Como es de rigor, los hombres se encomiendan a sus tótems en pos de poner en práctica la
suerte de recreación de una exitosa jornada de caza, conforme a los resultados
alcanzados en la ceremonia de la noche anterior. A la vez, y por ello en
perfecta armonía, las mujeres se encomiendan a la búsqueda de leña unas, y a la
elaboración de la comida las otras, en un ritual ajeno al tiempo, toda vez que
solo en la planificación de la rutina encuentra su plena satisfacción.
Mientras, el mog-ur, ajeno
en apariencia a los trajines, se dispone a poner en práctica la larga serie de
ceremonias y derrames de las que a la sazón es último tenedor, encomendando así
no tanto su propio destino, como sí más bien el de todo el Clan, a la
disposición venturosa que los dioses tengan a bien habilitar de cara a su
presente.
Aunque ya desde el principio, sabe que algo va mal. La brújula de agua con la que jornada tras
jornada busca la orientación de sus dioses, lleva días aparentemente loca. Así,
el Norte es hoy el Sur, o al menos lo sería si el trozo de metal suspendido en
su tenue trozo de madera tuviera a bien detenerse un instante con el fin de
promediar algo. Porque sin duda, algo pasa, y algo grave. El Clan ha visto rota
su rutina. Ya nada volverá a ser igual.
Retornando a la igualmente presunta seguridad que nos
proporciona nuestro presente, o al menos la noción que del mismo tenemos,
podemos, aplicando los conceptos desarrollados entre otros por la Paleontoclimatología, entender que el
fenómeno del que fue testigo nuestro Clan se identifica con el Cambio de Polaridad Magnética cuya
supuesta condición de cataclismo, tan bien explicado aparece por medio de las
nociones derivadas del estudio de la Deriva Continental.
A grandes rasgos, el fenómeno, tal vez no propenso al
cataclismo, aunque sin duda cercano a lo estructural,
se define a titulo de resultados como un proceso por el cual el flujo
natural de campo magnético asociado a nuestro planeta, se vio alterado en lo
consecuente con su polaridad. Dicho a groso
modo, el actual Sur era en un momento dado, el Norte.
De modo parecido, y por supuesto sin negar una sola de las
acusaciones que vinculen el presente desarrollo con la prestidigitación,
diremos que hoy por hoy, a la vista de los actuales procederes de unos y de
otros, es del todo imposible indicar a ciencia cierta, dónde reside el campo semántico de la Derecha, quedando
por ende la cuestión delimitada en parecido rango a la hora de delimitar con
éxito el que al menos en apariencia habría de ser el espacio natural de la Izquierda.
Una Sociedad no puede hacer de la ambigüedad su sustento
moral, y además esperar prevalecer. Y no puede, porque las ideologías, las
grandes ignoradas en estos casos, lejos de desaparecer a pesar de los aparentes
esfuerzos que con tal menester desarrollan unos y otros; evolucionan por sí
mismas, lejos de actitudes vigilantes, eso sí con aptitudes reprobables.
Aptitudes reprobables, por ende, desarrollos cuasi naturales que, amparados en un
supuesto Sentido Común, iluminan
primero para alentar después, una suerte de conductas enajenantes en muchos
casos, histéricas en su mayoría, que lejos de representar nada, mucho menos un
futuro, han de hacer cola esperando la consolidación en su derredor de una
suerte de contexto cuya depravación, cuando no el mero aburrimiento, permita a
tales aptitudes pasar por lo que no son, pudiendo en algunos casos llegar a
convertirse en maná destinado a
derramarse en lo que otrora no fue sino un suelo estéril, en cuya esterilidad
se fundamente su propia existencia.
Pero en definitiva, las aptitudes son eso, aptitudes. Y si
en cualquier elemento su mera condición metafísica es lo que nos mantiene a
salvo del sin duda terrible escenario al que bien podrían conducirnos, el
frágil equilibrio en cuyo mantenimiento trabajamos puede venirse abajo en el
momento en el que una mente lo suficientemente perjudicada, cuando no un ente
con la suficiente avaricia, está dispuesta a prestar voz y ceder atención a lo
que hasta ese preciso instante no formaba parte sino de aquello con lo que hemos de convivir, basada esta convivencia en la
constatación de que los miedos a los que da lugar, nunca abandonarán el “mundo
de las pesadillas.”
Por eso, cuando María Dolores DE COSPEDAL pone voz a semejante tipo de desarrollos, no
hace sino recordarnos cuán cerca seguimos estando de los tiempos de la conquista. Tiempos
en los que los griegos se unían entre
sí tan solo amparados en la suerte identitaria que supone no el saber de parte
de quién estás, como sí más bien el saber contra quién estás. Así. Y solo así,
un pueblo disperso de adoradores del sol y comedores de carne cruda, acabó
amasando la mayor de las fortunas, a saber la que procede de la tenencia y
atesoramiento desde el debido respeto de la Cultura.
Pero tal consecución tiene su precio. A saber, el que
metafóricamente en el caso que nos ocupa, se pagó liberando al Khraken. Una suerte de criatura mitológica sedienta
más que de sangre, del poder que oculto se profesa a aquél al que dirigidos van
los sacrificios humanos con los que se le doblega; y que en el caso de no ser
debidamente satisfechos llevan a reconocer al que se erija en libertador de la
bestia, como un verdadero inconsciente.
Pero ni aquí ni ahora tenemos un khraken a mano. Como tal, no sin cuidado, pero carente por
supuesto del arraigo metafísico; hemos de conformarnos con el lamentable
espectáculo que nuestros campechanos esperpentos nos deleitan.
Así, las majaderías peculiares de ALONSO, compiten ahora con
el látigo iracundo de HERNANDO, capitán
de las huestes malhabladas, y a lo mejor no menos malintencionadas, en las
que redunda esta suerte de caterva en la que parece haber degenerado el
Gobierno, a saber tras la marcha del nunca suficientemente tenido en gloria
GALLARDÓN.
Pero todos enmudecen, todo se minimiza, cuando el mentor del nuevo desarrollo ideológico, a
saber la Sra. De COSPEDAL ,
tiene a bien deleitarnos con un breve anuncio del que bien podría considerarse
corolario de los desarrollos mentales en los que lleva meses enfrascada,
presuntamente encaminada a lograr un resurgir
identitario tras el que amparar el que solo ella ve como resurgir electoral.
Es por ello, que al populismo
que subyace al hecho de ubicar tales anhelos en un periodo en el que ya se
respira el ambiente electoral, bien
podría cederse en la tentación no tanto de disculpar las consecuencias de los
mencionados esperpentos, como sí más bien de no exigir responsabilidades sobre
aquéllos que se empecinan, una vez más, en sacar lo peor de nosotros, con el
fin de esconder tras ello lo peor que les es propio.
Así, la sociedad española no solo no habría de permitirse el
lujo de tragar con la afirmación vertida
por la Sra. Secretaria
Gra del Partido Popular cuando en el uso de sus
competencias vino a decir que si la corrupción no era patrimonio exclusivo de
los políticos era porque tal corrupción era poco menos que un dogma implantado
genéticamente en España. Lejos de ello, habría de poner en práctica cuantas
acciones fueran pertinentes en pos de averiguar la procedencia de los
argumentos que conllevan alcanzar tamaña conclusión para, una vez analizados
tanto los propios argumentos, como por supuesto las líneas que habilitan el
razonamiento, identificar sin género de dudas entre ellos al confín de
planteamientos que por sí solos, o concatenados, vienen a iluminar la suerte de
desarrollos presentes o pasados a partir de los cuales la Derecha puede llevar a cabo su plena y absoluta identificación;
consiguiendo de manera absolutamente complementaria identificar los componentes
que en este caso por oposición, confluyen en la
ocupación de los espacios vinculados a la Izquierda.
Y todo ello, para que luego unos y otros en armonía para con
sus principios, decidan el lugar donde reside su ubicación.
Cualquier otra conducta, incluyendo la de amparar conductas
o dichos soeces, tan solo identificando una
suerte de presunto cretinismo en aquél desde el que afloró la idea, no
llevará sino a la enésima condenación de este país, ilustrada una vez más en
pos de comprobar la desvergüenza de unos, incrementada en términos
proporcionales en virtud de la atrofia sufrida por otros.
Luis Jonás VEGAS VELASCO.