miércoles, 24 de junio de 2015

DE CUANDO LO RADICAL ES PERMANECER.

Porque a la vista de todo lo que está pasando, permanecer ha dejado de ser una conducta pasiva, para convertirse en toda una activa muestra de radicalismo.
Porque radical es permanecer impávido ante los desahucios, máxime cuando afectan a familias con un niño de diez días. Radical es no emitir un solo sonido, o lo que es lo mismo, callar; cuando se nos aprueba una ley por la que a partir del próximo día uno de julio es probable que dejar por escrito cosas como ésta puedan ser, constitutivas de delito. Porque radical es no mover un dedo, en definitiva, permanecer, cuando nuestro todavía Presidente del Gobierno se ríe a mandíbula batiente de todos nosotros, espero que conscientemente al menos lo haga solo de los que ni le hemos votado ni por supuesto esté en nuestros planes hacerlo nunca; cuando menosprecia no solo al líder del Partido con mayor representación en la oposición.

Llegado el momento de que, sinceramente, todos aquéllos que se muestren dispuestos a “seguir permaneciendo”, procedan no tanto a tener que justificar su actitud, cuando sí más bien a reconocer que, efectivamente, se trata de la proyección formal de toda una actitud frente a la vida, creo ciertamente haber sido capaz de crear el clima propicio para poder argumentar al votante del Partido Popular que en este preciso instante empieza a revolverse molesto porque al menos en apariencia estoy pidiendo de manera injustificada una explicación a su voto; que efectivamente igual de insultados que él podemos sentirnos todos los españoles que hemos sido personalmente vituperados cuando la maldad palaciega desarrollada por muchos de sus Ediles que se han quedado sin su asiento, lejos de ser condenada por sus dirigentes, ha sido apoyada hasta el punto de convertirse en el mantra que como tal repiten de manera impía todo aquél que en especial como miembro del PP, ha de labrarse un futuro de cara especialmente a lo que está por venir.

Porque a la vista de cómo tenemos los sembrados, y lo que es peor, del escaso interés que parece devengarse de las actitudes desarrolladas por parte de los que en principio están destinados a hacer frente tanto a ésta como a futuras situaciones, lo cierto es que no peco de vano orgullo si digo que pongo mejor mi destino en personajes de la talla del genial F. NIETZSCHE cuando de manera me niego a pensar que ¿premonitoria? Afirmaba que Si verdaderamente radical es la acusación por la que han de ser condenados los que se toman las cosas de raíz, entonces habría que encerrar a los que se oponen a que tal sea la conducta procedente.

Es entonces que una vez comenzada la labor no tanto de escenificación, cuando sí de mero reconocimiento del terreno, que los vacíos cuando no las auténticas cárcavas que de manera estructural presuponen el destino de nuestro sistema democrático al dejar poco lugar a la imaginación de cara a los desarrollos mentales a los que pueda proceder toda persona que no esté cegada, o que sencillamente se encuentre capacitada para comprender la verdadera magnitud del espectáculo que la realidad se empeña en mostrarle, que estamos pues a partir de semejante momento en absoluto y evidente peligro, ya que el espectáculo al que hemos sido invitados resulta ante todo, muy difícil de olvidar.

Un espectáculo que se muestra ante nosotros en toda su magnitud, o habría de decir, en aras de expresarme de manera más precisa, que se manifiesta ante nosotros dotado con un brillo de acidez; que encierra en su significado más profundo precisamente eso, la capacidad y la predisposición que sus activistas manifiestan de cara a, sencillamente, demoler todo aquello que sencillamente no pueden controlar.

Necesitáis pruebas de lo que estoy diciendo, es más, alguno sencillamente hace rato que habrá dejado de leer toda vez que su juicio una vez más vinculado a su consideración respecto a lo que opino, merecerá a lo sumo una valoración generosamente tendenciosa hacia lo que en Castilla se denominan tontunas.

Pero entre tontuna y tontuna, silenciosa, visceral, a la sazón como ocurre con la mayoría de las consideraciones que proceden de lo pasional; la realidad se cuela. Responde la realidad a múltiples factores, los cuales a menudo por mera acción de adición constituyen un medio suficiente en pos de albergar esperanzas para lograr una definición sincopada. Sin embargo hoy por hoy, atendiendo tan solo a las aportaciones que la contumaz actualidad nos proporciona; dispuestos a vehicular tales disposiciones desde una actitud crítica en tanto que no propensa a comulgar ni con las versiones ni mucho menos con las disposiciones de corte oficialista, que dibujamos el esquema conceptual a cuyo servicio se mueve y a la sazón actúa el otro gran repelente que hoy por hoy convierte en irreconciliable cualquier conducta política para con la población en general. Estoy hablando de la impunidad.
Trataremos de explicar lo que queremos decir, por ser más precisos, qué es lo que queremos decir, por medio de un experimento.
Proponemos para ello la lectura atenta de esta cita:
“En los asuntos tanto privados como públicos, todos tienen ante la ley iguales garantías; y es el prestigio propio de cada uno, no su adscripción a una clase, sino el mérito personal, lo que permite el acceso a las magistraturas; como tampoco la pobreza de nadie, si es capaz de prestar un servicio a la patria, ni su oscura condición social, son un obstáculo para él…”
Parece el texto algo redactado desde luego por algo de actualidad, destinado en cualquier caso para ser obrado en consecuencia desde luego en la actualidad.
Sin embargo la sorpresa puede ser grande, o aparece en cualquier caso ante nosotros de forma manifiesta cuando comprobamos que se trata de una disposición directa del arranque con el que Pericles iniciaba su discurso en honor de los atenienses caídos con motivo de la Guerra del Peloponeso, a mediados del V a.C, con el Partenón recién reconstruido, a su espalda.

¿Obramos pues de manera justa si la visión de la realidad nos abruma? Evidentemente, sí. Y no solo eso, de la visión atenta de cuanto hay en nuestro derredor puede y ha de extraerse la tesis de que todo aquél que en mayor o menor medida no comparte nuestra actitud; lejos de ser un hombre ecuánime, es por el contrario un hombre que sin duda ha tomado su decisión porque como es por todos sin duda sabido “el mal no triunfa cuando cien malos hacen lo que les es propio. Lo hace cuando un solo hombre justo se niega a hacer lo que debe”.
Nos vamos así poco a poco situando en un escenario en el que si algo queda claro, e la imposibilidad que para ocupar el centro existe. Imposibilidad que alcanza su máxima expresión cuando la referimos al campo de la semántica vinculada a la Ideología. ¿De verdad alguien cree verdaderamente que hoy existe la imparcialidad? Y de ser así, ¿alguien se  cree con fuerzas para convencerme de que antes ciertas adversidades cabe el “no hacer”? Más bien creo que actualmente “no hacer” es a la vez  la más intensa y la más malvada de las formas de hacer de cuantas el hombre puede ejecutar.

Nos encontramos así pues ante el enésimo ejercicio de parnasianismo maquiavélico hacia el que aquéllos que han de justificar una y otra vez no tanto su proceder como sí más bien la decencia ética de los principios desde los que tales actos son promovidos; tratan de conducirnos convencidos, solo ellos saben el motivo del por qué aquí, del por qué ahora; de que las actuales condiciones les serán propicias a la hora de desarrollar un proceder cuya magnitud es solo identificable con el esfuerzo que alguien empeñado en convencernos de que lo blanco es negro, habrá de considerar.

Un esfuerzo ciclópeo, qué duda puede cabernos, y cuya máxima optimización se encuentra ahora desentrañando la última batalla, la que en este caso se centra en hacer compatible la Política con la ausencia total de ideologías. La causa, evidente. La necesidad de convencernos a todos de lo imprescindible a la par que inalterable que para el futuro ha de considerarse la misión de erradicar de plano cualquier conducta que de una u otra manera pueda verse identificarse con una ideología. Sobre todo si ésta no es compatible con la ideología que de manera cada vez más evidente y ostensible resulta compatible con las disposiciones del Régimen.

Finalizamos así pues con lo que podría ser un atisbo de entelequia. ¿De verdad la que denominaremos posición centrada resulta por definición la más neutral? De ser así, y empleando para el desarrollo tan solo elementos físicos, ajenos por tanto a cualquier proceder subjetivo; la permanencia en tal posición habría de ser sin duda la más económica en términos de gradiente energético? Luego de ser así. ¿Por qué va a ser la que definitivamente le cueste el puesto a nuestro Sr. Presidente?


Luis Jonás VEGAS.


jueves, 18 de junio de 2015

RECUERDA CÉSAR, ERES MORTAL.

La frase, aunque muchas veces manida y en ocasiones francamente malinterpretada, acude una vez más a nuestra disposición en pos no tanto de devolvernos ocasiones otrora desperdiciadas, y por ello inevitablemente perdidas, cuando sí más bien de referirnos la extravagancia en la que a menudo es propenso a caer el hombre moderno no tanto por creerse más sabio que el que procede del pasado, como sí más bien por considerarse exento de reproducir en carne propia los continuos devaneos que con el error, cuando no directamente con la memez en términos genéricos, éste se empeña en referir, en lo que ya empieza a tornarse en un idilio ciertamente sospechoso.

Una vez que hemos dejado transcurrir, ciertamente como es de rigor, el tiempo necesario no tanto para suturar la herida, a lo sumo para ser consciente de la magnitud de la misma; que precisamente a la sazón de los acontecimientos devengados precisamente de la valoración de los resultados no tanto del 20 de mayo, como sí más bien de los pactos que indefectiblemente de los mismos se han devengado, que muchas son sin dudas las conclusiones que pueden ser dócil y justamente alcanzadas.
Sin embargo, antes de entrar si ello fuera preciso, cuando no posible a la vista del efecto que sobre el que humildemente escribe producen tanto la limitación del espacio, como no en menor medida la propensión para perderse por las ramas; que más llamativos que los efectos pragmáticos, esto es, aquellos que tienen como resultado una constatación por definición tangible; he de confesar que lo que más impresión me ha causado ha sido la lectura en diferido de los efectos metafísicos esto es, aquellos de los que solo se puede tomar consideración una vez somos conscientes no tanto de su propia valoración, cuando sí más bien de las consecuencias que sobre la realidad, o sobre la interpretación que de la misma hacemos, pueden llegar a extender sus capacidades.

Puede parecer mentira pero, si nos detenemos unos instantes para comprobar los efectos que algo estrictamente cuantitativo cual es el resultado de un recuento de sufragios, algo físico por naturaleza; puede llegar a desencadenar sobre el inconsciente de aquellos sobre los que dicho resultado puede tener algún tipo de consecuencia, llegaremos fácilmente a la conclusión de que en contra de lo que pueda parecer, pocas veces como las transitables a lo largo de una noche electoral, una cuestión tangible puede tener consecuencias tan evidentes y prácticas sobre algo per sé ligado al sentimiento, como es la ideología que redunda en la responsabilidad de actuar conforme a lo denotado por aquéllos que han depositado en ti su confianza, al estar la misma consagrada al cumplimiento de una promesa, que es a lo que en cierto modo se reduce la lista de bravatas que a menudo conforman lo que hasta el momento del jaleado triunfo, o del olvidado fracaso, era un Programa Electoral.

Por ello que no tanto a colación de los resultados de las pasadas Elecciones Autonómicas y Municipales, como sí más bien a la vista del catastrófico cúmulo de barrabasadas cuando no manifiestas aberraciones a las que éstos han dado pie; que nos vemos en la obligación de proceder con la enumeración, ciertamente con una finalidad estrictamente vinculada al recordatorio de precisamente eso, recordar algunas cuestiones que por básicas, cuando no por dadas por sabidas, nos han traído hasta este aquí, proporcionándonos este ahora en el que, francamente, algunos sentimos mucha vergüenza ajena.

Y para comenzar, una cuestión que bien podría no ser tácita, aunque no obstante el análisis histórico propenso a la revisión de acontecimientos en los que la misma se ha visto envuelta, nos lleva a no considerar ni siquiera descabellado la formulación de un principio, cuando no  de una ley: Los resultados de una cita con las urnas no han de analizarse desde el punto de vista del que gana si éste parte de una posición de desventaja, como hasta ahora podía suponerse de proceder de la oposición; sino que obviamente resulta más certero proceder con los mismos desde la perspectiva que  proporciona comprender que la derrota es, obviamente, patrimonio del que gobernaba”.

Porque señoras y señores integrantes de la cada vez más difuminada galaxia de simpatizantes y votantes del Partido Popular. Efectivamente, el Partido Socialista no ha ganado. Sencillamente, ustedes han perdido.
Pero no han perdido ustedes. Ha perdido su Ideología. Una Ideología que se conduraba en un Programa Electoral permanente incumplido. Un Programa Electoral que en lo poco que ha logrado materializarse, ha logrado conducir a este país a la debacle propia de la neurosis. Una neurosis que como no puede ser de otra manera, se ha traducido en la incapacidad manifiesta para reconocernos a  nosotros mismos.
Porque digan lo que digan, lo cierto es que no nos reconocemos en la España en la que las Políticas de Empleo se rigen por los patrones de una Reforma Laboral que a día de hoy sigue malversando el presente, a la par que compromete el futuro. No nos reconocemos en una España en la que más allá de comprobar hasta qué punto ha crecido el número de ricos objetivos esto es, la de aquellos que tienen más de un millón de dólares en activos, lo que resulta absolutamente desquiciante pasa por comprobar cómo el hecho de que el que seamos el segundo país de Europa en desigualdad objetiva, lejos de ser un hecho residual, pasa en realidad por ser una de las múltiples consecuencias objetivas de toda esa serie de Políticas de Gobierno que lejos de ser una derivada de contingencia, constituyen en realidad el núcleo carolingio del devenir al que la derecha más retrógrada y reaccionaria de Europa, siempre quiso traernos.

Pobre el que todavía piense que el presente que le ha tocado vivir no es sino el resultado azaroso de un innumerable cúmulo de contingencias. Lejos de perder un solo instante en pos de expresar la tesis en base a la cual podemos poner en duda la mera formulación de las tesis vinculadas al azar; lo cierto es que el resultado de aplicar el sentido común a la ya a estas alturas larga cadena que forman los desarrollos de los que ha sido capaz el actual Gobierno presidido por el D. Mariano Rajoy, nos lleva a tener que considerar de manera absolutamente desapasionada la posibilidad de que, efectivamente, y aunque resulte difícil de descifrar, todo responde a algo más que a lo que se puede esperar de una mera e infantil elucubración derivada de una sucesión de farfullas, improvisaciones y juegos.

Y ahí es donde puede comenzar a entenderse el porqué no tanto de la victoria del PSOE, como sí más bien de la derrota del PP. Una derrota dura en sus contingencias, pero absolutamente imprescindible en sus necesidades. Porque si de necesarios han de ser tildados los conceptos que la han regido, no de menor calado son los procedimientos desde los que la misma se ha regido.

Los derrotados se alían en pos de arrebatar su triunfo a los vencedores. De tal cariz se denota la farfulla desde la que un grupo cada vez más identificado arenga a los suyos empecinado en hacerles partícipes de las causas de su derrota, una vez que antaño se libró muy mucho de hacerles partícipes de su victoria (en previsión, tal vez, de qué hay de lo mío).

Sea como fuere yo les interrogo: ¿De qué se sorprenden? ¿De verdad se esperaban pétalos de flores y un paseo en cuadriga a la vista de cómo han dejado el patio? Ajeno a los problemas que hoy por hoy puede causar el dejar opiniones por escrito, me atrevo a decir que agradecidos pueden estar de que las hogueras que arden y en siguientes arderán, lo hagan solo disponiendo del combustible en el que se están convirtiendo facturas, recibos, y por qué no, expedientes enteros.

De la necesidad de confeccionar un cinturón higiénico, he tildado en anteriores ocasiones la posibilidad que se resume en el desarrollo y puesta en práctica de cuantas medidas sean necesarias en pos de un único objetivo, alejarles a ustedes no tanto del poder, como sí del ejercicio del mismo. Pero lo cierto es que a estas alturas, a la vista tanto de los acontecimientos como de las consecuencias que los mismos traen aparejados, lo cierto es que más que un cinturón higiénico, lo que en España se ha vuelto una necesidad de primer orden es la construcción de una verdadera muralla destinada a fortificar todos y cada uno de los templos en los que de una u otra manera se encuentran albergados todos y cada uno de esos grandes conceptos que vienen a configurar la esencia de lo que somos como Sociedad Democrática. Conceptos que, a la vista de las reacciones de las que hemos sido testigos en los últimos días, bien podríamos considerar se hallan bajo amenaza toda vez que personajes para nada desautorizados, ni por supuesto propensos a la farfulla, como pueden ser el Ministro Portavoz del Gobierno, o en un acto de irresponsabilidad supina, el propio Presidente del Gobierno en Sede Parlamentaria; se han atrevido a considerar como propensos al error en tanto que las conclusiones que los respectivos desarrollos proporcionaban ciertamente, no eran de su entera satisfacción…

Para otro día dejamos las cuestiones de Álgebra, resumidas en que nueve no son más que cuatro si los cuatro son mis (representantes), o la propia semántica de las cosas, cuando desde Nuevas Generaciones del Partido Popular han tenido a bien ilustrarme vinculadas al principio de que La Soberanía Popular reside en el Pueblo. ¡Lástima que se les ha olvidado mencionar que el Pueblo está también integrado por los que efectivamente, no pensamos como ellos!

En fin. Nos queda la paz que proporciona saber que aún hay mucho que hacer, que escribir, y que reflexionar.


Luis Jonás VEGAS VELASCO.

jueves, 11 de junio de 2015

DE LA ARDUA TRAVESÍA. OBJETIVO: LA NADA.

Observamos como no puede ser de otra manera todo lo que ocurre a nuestro alrededor, y lo cierto es que lejos de creer que ni tan siquiera por aproximación podemos llegar a hacernos una idea de lo que realmente está ocurriendo, no es menos cierto que en lo referible al menos al proceder, al protocolo que el devenir depara, sí podemos no obstante establecer cuando no semejanzas, sí al menos referencias que conceptualmente no parecen muy dispares a lo que otrora la Historia ha referido.

Lejos de abandonarnos a lo que seguro algunos identifican como un proceso melancólico, lo cierto es que una vez más, y espero no sea la última, que hemos de romper una lanza en pos de requerir la debida atención no tanto sobre el estudio de la Historia como Ciencia, cuando sí más bien en pos de requerir la debida atención sobre ésta en aras de considerarla algo más que un proceder destinado a resucitar cadáveres. Probablemente, si prestáramos más atención tanto a los cadáveres que jalonan nuestro presente, como fundamentalmente a los modos y maneras que promovieron cuando no directamente causaron esas muertes, probablemente estaríamos en una buena disposición para ahorrarnos muchos si no de esos mismos, probablemente de otros muy parecidos, cadáveres.

Todo porque una vez más, la Historia se repite. Asumido tal concepto, como fundamentalmente los procederes que al mismo le son propios por asunción, es que hemos de comprender la más que presumible repetición que para el contexto histórico puede representar realmente nuestro presente. Así nuestra actualidad, para nosotros obviamente lo más importante, a la sazón aquello que ha de atraer de manera absoluta nuestra atención, puede en realidad suponer muy poco, al menos en lo concerniente al devenir de los procesos propiamente dichos.

Si bien nada de lo expuesto hasta el momento supone competencia alguna para restar un punto mi mucho menos añadir coma alguna a los procesos y las consecuencias que éstos tienen sobre esa misma realidad, más real precisamente por actual, es por lo que se ven dotados de mayor privilegios cuestiones tales como las que han de redundar en pos de explicar situaciones genéricas o concretas las cuales, lejos de aparentar contradicción, no hacen sino presentar precisamente por referir tal grado de deslocalización y falta de contexto, una magnífica muestra para apreciar desde ella tanto la intensidad como la naturaleza del presente que nos ha tocado vivir, el cual a todas luces ha visto diluido cualquier intento de aproximación, qué decir de cualquier intento de comprensión; dentro de ese gran maremoto en el que se ha convertido la crisis.

Acudiendo pues al Ente Ciudadano en su doble versión de resultado de la Historia en tanto que evolución, y de víctima de la Historia en tanto que víctima del presente, estamos en unas condiciones más que adecuadas para, por primera vez, comprender tanto los motivos que facultan los procesos, como la naturaleza de éstos en sí misma. Por primera vez, un gran Fenómeno Social, de esos que alcanzan Magnitudes colosales, va a ocurrir o incluso está ocurriendo en un instante histórico en el que la perspectiva del Hombre es tan amplia y dispone de tantos referentes, que es capaz no solo de identificarlo en el presente del natural devenir, se atreve a presentar una disposición dirigida a su neta comprensión.

La idea, vacía y hueca para los que no sin motivos tienen en sí mismos preocupaciones más que suficientes de cara a perder un solo instante en seguir y mucho menos en protagonizar discusiones como ésta; trae más bien a primera línea de análisis un hecho que, de ser debidamente revisado, podrá sin duda aportar mucha luz sobre los desarrollos que aún hoy, están sin duda pendientes.
No estamos hablando como es de suponer de arreglar la crisis, sobre todo porque somos de la convicción de que ésta, como tantas otras cosas en apariencia estructurales, no responde en realidad sino a procederes coyunturales. La derivada lógica, pasa por comprender, cuando no asumir, que las verdaderas esencias, las que mueven o en su defecto detienen el mundo (no en vano frenar es aplicar una aceleración negativa) quedan aún lejos no tanto de nuestra comprensión, cuando sí más bien de las explicaciones que pueden tener lugar en un mundo, en un aquí, en un ahora, como el que desgraciadamente compone, matiza y contextualiza nuestro devenir.

Por ceñir un poco el discurso, y amparada no tanto la verdad cuando sí más bien la credibilidad del mismo en el análisis más o menos exhaustivo de lo que por asentimiento reconocemos y nombramos como realidad, podemos concluir que a la vista de las actuales situaciones que se han generalizado, y para las cuales exigir un grado de concreción mayor en pos de conocer un caso específico lejos de ayudar, no hace sino intimidar; diremos que efectivamente, y no lo olvidemos una vez llegados a este aquí, a este ahora; lo que verdaderamente preocupa no es que empecemos a arrancar adoquines, como sí más bien que comencemos a hacerlo cuando todavía nos queda el raciocinio suficiente para hacernos cargo de la inaceptable verdad, la que pasa por conciliar la posibilidad de que la nada, ha sustituido a la ficción de firme que algunos pensaban sustentaba su presente, su contexto, en una palabra…su vida.

Porque solo hay una cosa más terrible que vivir hostigados por el contexto que proporciona un mundo en crisis: vivir sin el menor tipo de hostigamiento. Solo hay una cosa más desdeñable que vivir bajo las condiciones procedentes de una estructura corrupta: la de tender hacia un futuro carente de estructuras. Solo hay una cosa más denigrante que vivir una conciencia en la que no hay lugar para los políticos: hacerlo en un momento que preconiza el triunfo de los idiotas.

Fruto de una mala interpretación, cuando no de una ligereza constructiva, lo cierto es que a Solón se le ha investido, nada más y nada menos, que con la intocable toga de ser el Primer Demócrata. Lejos de haber trenzado el presente discurso para denigrar al insigne Solón, lo cierto es que nuestro interés se centra más bien en la descripción tanto de las medidas que siendo por él tomadas le llevaron a ser digno acreedor de la mención expresada, como por supuesto de las consecuencias que éstas tuvieron tanto para sus contemporáneos, como por supuesto para los que después tuvieron a bien venir.

Porque si bien Solón no eliminó las desigualdades sociales, lo cierto es que sí fue el primero interesado en considerar la posibilidad de que un individuo tuviera en realidad derecho moral para ascender en la escala de las cosas. Lejos de quedarse en el tramo del concepto, de la idea (lo que hubiese supuesto quedarse en filósofo) decidió cabalgar manifiestamente hasta el Olimpo en este caso reservado a los grandes jerarcas, para lo cual habilitó los desarrollos legislativos necesarios para lograr lo que insistimos estaba destinado a dejar de ser una idea, para acabar conciliando su lugar en la Realidad.
Consejo de los Cuatrocientos, Arcontes… y así hasta una difícilmente cuantificable cadena de decisiones atribuibles ante todo a alguien dotado con un elevado grado de apego a la justicia. Una justicia que asociada a cierto grado de meritocracia, se ve desarrollado en pos de conciliar el ascenso social concebido en este caso a la relación que se guardaba para con la posesión de cierta medida de grano.

Bien podríamos inferir de tal hecho la irrupción de la economía en la que desde entonces será la permanente injerencia para con los desarrollos de la política, mas en realidad nos encontramos en los previos de lo que vendría a ser la primera decepción democrática, que inexorablemente pasa por comprender que el ciudadano en contadas ocasiones se ve en condiciones de reportar a la Democracia lo que ésta le ha proporcionado a él.

Por eso cuando Solón retorna de su voluntario exilio de diez años, se encuentra no solo con toda su obra destruida por el tirano Pisistrato, sino que lo de de verdad le remuerde pasa por comprender los métodos que éste ha usado.
Así, lejos de la opresión o de la amenaza, aquello de lo que Solón advirtió; el nuevo Tirano ha ejercido el control de la chusma iluminando en ocasiones sus grandezas, prefiriendo en otros casos constatar su capacidad para cumplir en realidad lo que para otros no es sino proferir horribles amenazas.

Sucumbe así pues la Democracia como no puede ser de otra manera, al imparable binomio que supone por un lado el desprecio que solo un Pueblo desagradecido puede proferir; asociado a la capacidad para el canto de sirenas que algunos individuos muestran como su única aunque no por ello menos inefable habilidad.
Y mientras la chusma, aborrecible en tanto que precursora de los populistas, cambia a los filósofos por sofistas, a los estrategas por comerciantes; hipotecando su futuro a los réditos poco fiables de los mitos, alimentando de nuevo éste gran dispendio que es la Vida, en sus más diversos términos.


Luis Jonás VEGAS VELASCO.

miércoles, 3 de junio de 2015

DE LO COYUNTURAL A LO ESTRUCTURAL, PASANDO, ¡CÓMO NO! POR LOS VERSOS SUELTOS.

Es precisamente en jornadas como la que a estas horas ya afortunadamente decae, en la que vemos cómo algunos se regodean ante cifras de paro que por el volumen cuantitativo que encierran, y por la tragedia cualitativa que suponen parecen conducir más bien a escenarios propios de una verdadera Tragedia Griega que por el contrario a convertirse en los referentes incontestables que refrendan lo ya indiscutible del “Milagro Español”; cuando uno ha de acudir con más fuerza en la búsqueda de los que siempre han constituido sus principios y, haciendo acopio de paciencia, clamar por medios racionales contra los que no dudan en tributar sacrificios a las deidades que de una u otra manera les sustentan, cuando no les encumbran.

Es así pues que en este nuevo mundo fruto de la regeneración es decir, de ese extraño proceso en base al cual algunos se creen competentes para edificar edificios nuevos y a la sazón libres de toda culpa, aunque para ello dispongan tan solo de los escombros que proceden de la demolición; viene a parecer especialmente sintomática la convicción paradójica que parece rodear todos y cada uno de los procederes que son de encomienda recomendable.

Se convierte así la conducta paradójica en lo que vendríamos a llamar la virtud del pobre. Encomendada a cierta suerte similar al proceder del bufón que durante el Medievo gozaba del extraño privilegio de poder jactarse de ser el único atribuido para poner de manifiesto incluso el desnudo del Rey, sin tener que temer con ello por la integridad de su espíritu, ni por supuesto de la de su alma; lo cierto es que un escenario parecido es el que a estas alturas se está recreando en virtud de los recientes resultados electorales. Un escenario a la postre revolucionario no tanto por estar destinado a dar cabida a nuevas fuerzas políticas, como sí más bien por verse en la tesitura de tener que hacer creer que el espacio ha sido pensado verdaderamente desde la intención de ser reconfortante y acogedor precisamente para todas ellas, incluso, o como en este caso debería de exigirse, si fuera posible incluso más precisamente para aquéllas que, literalmente, están todavía aterrizando.

Pero que nadie se despiste a ser posible ni durante un solo minuto. Una vez superada la fase protocolaria, aquélla que podríamos resumir en el proceso por el que a las damas se las agasaja poniendo la lupa en el buen gusto que han demostrado eligiendo el color de los zapatos; y a los caballeros se les festeja atribuyendo la victoria de su equipo de fútbol al efecto que sin duda tienen los ánimos que infundían desde el palco en la jornada del pasado domingo. Lo cierto es que finalizada esa jornada la tregua non suscrita finaliza, y todo comienza.

Así, de los que abogan por la concreción de un cinturón higiénico que impida el gobierno del Partido Popular en el mayor número de lugares posible; hasta los que claman por una nueva conformación del Pacto Nacional, vinculado en este caso a lograr la confabulación del mayor número de fuerzas políticas encaminadas en este caso a impedir que Podemos ostente el poder que los ciudadanos le han otorgado, lo único que a estas alturas parece estar claro es lo incuestionable del hecho en función del cual constatamos que efectivamente, todo lo que ocurre a nuestro alrededor es sin duda nuevo, original y por ello o tal vez a pesar de ello, sencillamente genial.

Comienzan así pues a acudir raudos a la reunión las variables que han sido invocadas de cara a la redacción del presente texto precisamente desde su título, cuando poco a poco pero de manera inexorables podemos comenzar a intuir el nuevo escenario con el que no lo dudemos, habremos de enfrentarnos una vez que los velos de la apariencia con los que unos y otros se cubren sean desprendidos así como los jirones de la niebla son arrastrados por el viento, dejando paso a la esclarecedora luz que muy probablemente en este caso guarde constancia de más sombras que desgraciadamente de luces.

Porque abandonados primero la esperanza, y después la ilusión, solo el terreno propio de la ingenuidad se mostrará aún competente para albergar en su seno a los que llegados a estas alturas todavía no sean capaces de entender la magnitud del problema con el cual nos enfrentamos.

Alcanzado el estado previo a los pronunciamientos, y convencido de que si éstos no se han producido no es por falta de ganas, sino más bien por la habilidad de aquellos que deben su existencia, reducida ésta a su mamandurria, al pergeño, desarrollo y ejecución de conductas manipuladoras propias de otras épocas (aunque visto que el Pueblo ha dejado si no de ser, sí al menos de obrar mostrando propensión a la conducta estúpida ¿verdad Sr. Buruaga?), se convierte en conducta no solo respetable, yo diría que incluso recomendable, el aconsejar la relectura, o en su caso el descubrimiento de algunos Clásicos.

Porque llegado el momento crucial, el que yo identifico con el presente que nos ha tocado vivir, mi afirmación ha de pasar cuando menos por no escandalosa toda vez que basta un ligero vistazo en nuestro derredor para comprobar hasta qué punto algunos desean sustituir la Polis por la Acrópolis, restituyendo con ello al mito en su antigua y casi olvidada misión de sugerir la verdad, obstruyendo en todo caso la libre circulación de un logos cada vez más viejo y cansado, que ve no sin cierto temor cómo en este caso es perseguido como una alimaña hasta su cubil.

Que nadie se llame a engaño, es la Democracia, nada  más, y nada menos, lo que está en juego. Si a alguien le cabe verdaderamente duda, que preste atención.
Como no puede ser de otra manera, su asedio primero, y colapso después, se ha llevado a cabo mediante la reproducción milimétrica de procesos visados por la Antigüedad en sí misma. Así, bien no es menos cierto que la visión del héroe conquistador resulta más reconfortante a la hora de entonar las odas y cantos que procedan, no es menos cierto que la verdad de cuanto ha acontecido en la batalla de las puertas que defendían la ciudad hay que buscarla en la acción de ese nuevo Efialtes que, como en el caso de Jerjes contra Leónidas, acabe por arrebatar todo vestigio de legendario al acto por proceder éste de una nunca mera traición.

Porque en este caso lejos de resultar extraño es por más, obvio, que sea precisamente como en aquél entonces, por medio de rodeos entre escabrosos barrancos, como finalmente sea alcanzada la retaguardia de nuestros bravos, que la estabilidad de nuestra Polis, de nuestra Democracia en una palabra, se ve ofendida.

Y de nuevo, como entonces, será el vicio de subestimar al otro, cuando no el privilegio de contarse unívocamente orgulloso de la fuerza propia, lo que acabe por desencadenar la tragedia. Es así como de manera complementaria a lo acontecido en Las Termópilas, que el exceso de confianza de los digamos, grandes, juega de manera inexorable contra éstos, consolidando una suerte de batalla cuya resolución, sorprendente tanto para unos como para otros, no hace sino poner de manifiesto el grado de envenenamiento que subyace a la realidad en sí misma.

Es entonces que una vez la batalla no solo ha comenzado, sino que ha visto desarrollarse algunos de los que sin duda convendrán como los más épicos de cuantos momentos la misma dispense; que tiene lugar el reagrupamiento de las fuerzas.
Incapaces de traducir a teoría lo que en este caso la realidad ha mostrado, que los ejércitos poseedores incluso de paquidermos, no dudan en lanzarlos contra las nuevas fuerzas, quizá por ello y suficientemente por ello declaradas como insurgentes, incapaces de ver en su ceguera que lo desmedido de la maniobra emprendida favorece, una vez más los intereses de aquél contra el que parecía ir dirigida.

Sabemos que la égloga es falsa, sin que tal hecho reste un ápice a su belleza: Glorioso es vuestro destino. Vuestro monumento fúnebre es un altar.

Ahora que quien quiera me cuestione si efectivamente o no estamos ante el paso de lo coyuntural, a lo estructural.


Luis Jonás VEGAS VELASCO.