O al menos, a asumir como definitiva la existencia de un modelo de España al que solo puede
accederse mediante la aplicación más o menos exhaustiva del método dialéctico es decir, mediante la
sucesiva implementación de modelos o consideraciones enfrentadas en forma o
fondo, con la convicción de que del mencionado enfrentamiento, podamos extraer alguna suerte de conclusión
constructiva.
Sin embargo, una vez sometidos a la merecida consideración
no tanto los escarceos de toda una Sra. Vicepresidenta del Congreso con sus aditamentos tecnológicos, cuando sí más
bien los esperpénticos esfuerzos desentrañados por algunos compañeros empeñados en la absurda labor de defender una vez más lo
indefendible; bien podríamos decir que hemos inaugurado una nueva fase (alguno
dirá que se ha pasado una nueva pantalla)
en el otrora tupido escenario destinado a definir la relación de nuestra Clase Política, con El Pueblo, el que por otra parte puede sentirse verdaderamente
ofendido no tanto por los modos
desempeñados a la hora de “defenderlo”, como sí más bien, quedando esto
ajeno a los vaivenes de cualquier consideración subjetiva; tanto el aparatito
en sí mismo, como los programas que al menos a priori deberían son o han sido
pagado por el Erario Público.
Inauguramos así pues un nuevo escenario vinculado a la
selección de los apelativos con los que ahora los miembros del Ejecutivo, pueden no solo dirigirse al Pueblo cuando lo considera necesario.
Aunque la consideración pueda parecer nueva, y en última instancia achacable a la Sra. Celia VILLALOBOS ,
(de tratarse de una nueva ley podéis imaginaros cómo la denominaríamos) lo
cierto es que se trata de una nueva forma de proceder inaugurada por el Sr. Presidente
de manera personal, hecho al que procedió cuando tuvo a bien catalogarnos de tristes, a todos aquéllos que éramos
incapaces de mostrarnos accesibles a la
Gracia de la que sin duda hay que ser benefactor cuando te empeñas en
compartir el modelo de España que el Sr. Presidente a base de predicar, ha llegado a creerse él mismo.
Y ahí es donde definitivamente subyace el peligro.
Sin embargo, retomado el espíritu
desde el que comenzábamos la redacción del presente, lo cierto es que si
algo ha quedado científicamente
constatado a partir del análisis no tanto de las intervenciones que se han
sucedido a tenor del desarrollo del Debate sobre el estado de la Nación, como
sí más bien de las declaraciones de las que las mismas se han hecho acreedoras;
es de la definitiva constatación de la existencia de las Dos Españas. Hay una España propensa al cretinismo, de la que son
testigos tan solo algunos vinculados a la primera
línea del Partido Popular, o a las puertas giratorias por éste promovidas; que se enfrenta a diario con una España
normal, de calle, la cual se ha visto
obligada definitivamente a renunciar a su otrora obligado empeño de mantenerse
con los píes en la tierra sencillamente porque parafraseando la famosa frase de
la insigne película de HANKS, “Tonto es el que dice tonterías.”
Y precisamente tonterías, muchas y algunas de ellas dichas a
muy elevado nivel, es lo que hasta los que no estábamos escuchando hemos oído
cuando un falsamente ofendido ¿Sr. Presidente del Gobierno? Perdía radicalmente
los papeles, hecho al que se accedía sin querer bastando para ello comparar
cómo perdía las formas, en ese acalorado
intento de demostrar que la tontería, si se dice “a voces” parece siquiera
menos tontería.
Pero por qué rebajarnos, por qué entrar en su juego de reducir el problema considerando que el
problema viene de ahora, o se resume en la teoría
del absurdo desarrollada ayer, cuando la verdad es que nos sobra motivos no
solo para constatar, sino abiertamente para demostrar que al aquí y al ahora
que nos circunda hemos llegado por múltiples causas, entre ninguna de las
cuales se halla por supuesto, la casualidad.
Es por ello que llegados a este punto, una vez considerado reduccionista el proceder encaminado a
declarar culpables de todos los males, incluso de la muerte de Manolete a las corrientes vinculadas con la apuesta dada a considerar como
realmente responsable de la actual situación de las cosas al efecto generado
por la Clase Política ; lo cierto es que una vez más vengo a
entonar mi particular lacrimosa empecinado
en recordar la posibilidad de que puestos a buscar responsables debamos mirar hacia adentro, no tanto que en nuestro
derredor.
Se apodera entonces una vez más la Semántica de toda la disquisición, ya sea ésta presente o pasada,
apuntando todo y con fuerza a los procederes de consecuciones lógicas futuras,
y lo hace para zambullirnos de golpe en el baño de realidad que supone una vez
más llamar al orden a la tropa en torno
al obligado sacrificio que una vez más hemos olvidado de rendir para satisfacer
a una de las últimas manifestaciones que permanece siempre hambrienta, a saber
la que se muestra proclive a recordarnos que en tanto que hombres, nos
merecemos participar del enésimo tributo a la Responsabilidad.
Porque una vez nos hemos abandonado en pos de las
catalogaciones cualitativas, lo que hemos alcanzado una vez superadas las
consideraciones meramente cuantitativas, más que la reprobable conducta de la Sra. Vicepresidenta
del Congreso, a la cual podemos exigir que de necesitar jugar al menos lo haga
a juegos made in Spain; lo cierto es
que a mí me enerva bastante más, por decirlo de manera adecuada, afirmaciones
como las desentrañadas por el Sr. RAJOY cuando investido de no sé que suerte de
conducta cuasi orgiástica, se atreve
a catalogar de patética la actuación
del que no lo olvidemos a día de hoy es
y sigue siendo Primer Grupo Político en la Oposición.
Porque si efectivamente en algo se hizo palpable y manifiesta la pérdida de las formas, ese algo hay que
buscarlo en la más que extraña sensación que
efectivamente sabemos se paseaba a sus anchas por la Cámara. Una sensación
que como un frío atronador se regocijaba en el cogote de alguna de sus Señorías, vinculado a la evidente
atribución de viso de evidencia más que de verdad que resulta imprescindible
tributar a una de las pocas si no la única verdad absoluta que podemos poner en
boca de Mariano RAJOY cuando éste afirmó que efectivamente, estamos ante el último Debate para algunos.
Que estamos ante el último
Debate para algo, me atrevería a
decir yo.
En el último Debate para las viejas formas, en el último
Debate para la vieja guardia (los
baby-saurios han pedido plaza en los Documentales de la 2), en el último
Debate, y ahí es donde a unos y a otros les viene el rechinar de dientes, del bipartidismo.
Porque que nadie se engañe, y si lo hace que sea desde la
convicción propia. Lo que realmente traía
por el cerro de la amargura a unos y a otros, de ahí que el grado de conducta propia de zote no hiciera
distinciones de sexo ni de Partido, no era sino el efecto que la cada vez más
alargada sombra de PODEMOS, cernía sobre la Cámara Baja.
Porque reto a cualquiera a que me diga, en los taitantos años de Actividad
Parlamentaria más o menos normal, que a excepción del daño estructural que
fenómenos tales como el 23 F , o las mayorías
absolutas vinculadas al Partido Popular han consignado; jalonan la vida de
España, son capaces de citar uno y solamente uno momento en el que un ente que, nombrado desde el arquetipo
de extraparlamentario que tan brillantemente
describiera hace poco la nunca suficientemente tenida en Gloria Sra. AGUIRRE como de ente
todavía extraparlamentario, afecte en realidad tan duramente al desarrollo de cuanta actividad, inclusive la más seria
y rigurosa, se lleva a cabo en el hemiciclo.
Porque nos engañaríamos una vez más, haciéndonos una vez más
acreedores de las peores consideraciones con ello; si nos negáramos a
enfrentarnos con la evidencia que en esta ocasión se esconde tras la presencia
evidente de PODEMOS y lo que puede ser peor, de la evidencia más que evidente
de que lo que en realidad podía estar en presencia de su velatorio era en realidad la
forma de entender la manera de hacer Política de este país.
Y lanzados en la vorágine de las consideraciones inerciales,
otra de las cuestiones de las que ya nadie duda, cuestión que más bien al
contrario gana adeptos con cada minuto que pasa, discurre por el derrotero no
ya de saber cuántos votos capturará la nueva
formación no tanto ya con su supuesto
buen hacer, como sí más bien a tenor de las malas formas y peores fondos demostrados por unos y otros.
En definitiva, lo único de lo que tanto el Sr. RAJOY como yo
estaríamos seguros llegados a esta tercera
página es de que los que el año que viene guarden paciencia y arrestos suficientes para lidiar con
otro Debate se enfrentarán no solo con una nueva Clase Política, cuando sí más
bien con el resultado de una nueva manera de entender la Política surgida de la
muerte del Bipartidismo.
¡Eso sí que es patético Sr. RAJOY! El permanecer hierático
mirándose tan solo su ombligo, o quién sabe si la bragueta, es sencillamente
deleznable.
Luis Jonás VEGAS VELASCO.