miércoles, 25 de julio de 2012

DE LA DELGADA LÍNEA ROJA


Desagradecida es, sin duda, la vida del político. Sometido a tener que encarnar permanente disciplinas como las de la ética de Kant, al político se le exige a menudo un comportamiento sobrehumano, un comportamiento que muchas veces consiste, en obligarse a ver en él, la materialización por obra de “birli birloque” de todas y cada una de las características que, proporcionalmente, no se manifiestan en la media constituyente de los que, tal vez por ello, engrosamos la nómina del mundo bajo el puesto de común de los mortales.

Deseamos, cuando no abiertamente exigimos, que el político sea regio, leal, displicente, honrado y elegante. Pedimos también, no obstante, que sea cercano al pueblo, y, a ser posible, que sepa hablar.

En una palabra, definimos al político siguiendo las mismas pautas que antaño dispusimos para inventarnos a Dios. Si no en una palabra, sí al menos de forma muy concentrada, inventamos a Dios, y definimos al político, impregnando a ambos de la esencia resultante de negar todas y cada una de las circunstancias que componen el Género Humano.

Y claro, luego vienen las decepciones, y el “no se puede devolver, porque el ticket de caja, a saber en este caso el resguardo electoral, no está debidamente cumplimentado.

Cierto es, que en el caso de Dios lo tenemos jodido. Sin embargo, para aplicación en el caso de que el político no se comporte como tal, o abiertamente lo haga de manera contraria a como dijo que lo haría, alguien tuvo la maravillosa idea de definir e integrar el término dimisión.

Constituye la dimisión un acto noble. A la sazón, casi más que el acto que suele proseguir tras la aceptación del cargo. Uno acepta el cargo todavía ebrio de poder, henchido de la celebración que muy probablemente ha seguido a la consecución de la meta perseguida. Es, en consecuencia, un hecho primario, ajeno totalmente a las exigencias propiciatorias de la responsabilidad. Es sin duda, el momento más sencillo de la carrera de un político.
Es, por el contrario, el término dimisión, uno de los que más puede engrandecer a un político. Uno de los pocos actos privados e íntimos a los que puede aspirar el político en cualquiera de sus acepciones, la dimisión constituye siempre, en cualquiera de sus versiones, la manifestación más rotunda y expresa de la que puede hacer gala cualquiera qué, una vez satisfecha su necesidad de probarse como servidor público, ratifica en pos de sí mismo la propia incapacidad para desempeñar su cargo de acuerdo a la exigencia que él mismo se impone.
Y aún así, hay gente que se atreve a catalogar semejante acto como de cobardía.

La cobardía está constituida, siempre con arreglo a mi opinión, por los acervos de aquéllos que confundieron la carrera en pos de la consecución de un cargo de servidores públicos, con una especie de esplín en pos de lograr sus propias demandas.
Se muestra como algo terrible, sobre todo cuando viene acompañada de su otra gran amiga, la ignorancia supina. A ambas se les reconoce juntas en la escenografía y comportamientos de los que, investidos de poder, que no de autoridad, perseveran en el error, convencidos no obstante de que la intensidad de la luz que nos proporcionan al resto, pobres mortales, es tal, que sólo ellos están capacitados para vislumbrarla.

Si reconocen ustedes algunos de estos síntomas, pues ya saben el remedio, petición de dimisión inmediata. En cualquier otro caso, la enfermedad persevera, se hace insostenible, y lo que antaño pudo curarse mediante la amputación de un miembro, se convierte ahora en cangrena, que amenaza seriamente la estabilidad de todo el organismo.

En términos castizos, la delgada línea roja es la que separa los hechos que hacen que la Historia recuerde al actual Presidente del Gobierno como Señor Rajoy, o que simplemente lo haga como “el Mariano aquél”.

Sea como sea, el tiempo pasa, y con él los plazos, inexorablemente, vencen. Así, el instante perdido ayer, es de por sí un instante irrecuperable en el día de hoy. Y si encima te encuentras rodeado de figuras de la talla del Sr. De GUNDOS, pues entonces apaga y vámonos.
De loco trataron a algunos por enfrentarse al conquistador armados tan sólo con una lata de gasolina. Nuestro amado Ministro de Economía se enfrenta a las dolosas hordas de la opinión pública armados tan sólo con el inefable argumento de que la prima de riesgo sigue aumentando porque el comportamiento de los Mercados es irracional en la medida en que no cumple con ninguna de las normas que supuestamente lo determinan.

Y entonces yo pregunto: ¿Aspira a un monumento, o sencillamente quiere que lo mandemos “a tomar…fanta”?

Llegados a este punto, parece preceptivo un instante de pausa, que no sé si de reflexión. Pero ellos se niegan. En primera línea, el propio Presidente se desmarca con unas declaraciones hechas, nada más y nada menos que en la tribuna del Congreso de los Diputados, “vean ustedes señorías cómo, un Presidente de Derechas nacionaliza bancos.” Luego un insigne Ministro de Economía llora a lágrima viva por los pasillos del Congreso, precisamente porque las reglas que se dictaron para encerrar al ídolo, a saber El Capitalismo, han sido absolutamente violentadas, y el Krhonen campa a su libre albedrío sumiéndonos a los pobres mortales, como antaño, en la desesperación.
Y dónde ubicamos a GALLARDÓN y sus eternos posicionamientos. Amigo mío, retroceder más de treinta años en el tiempo, es demasiado, incluso para un heredero de Fuerza Nueva.
Pero el final del espectáculo no está ahí. Un día más hemos de esperar al Sr MONTORO, al mister paradojas, para escuchar sus devaneos. Unos devaneos que cada día nos cuestan varios cientos de millones de Euros porque, no es que “sea abrir la boca, y subir el pan un duro”, es que sinceramente, la prima de riesgo se dispara.

En definitiva, y por no ser reiterativo, Sr. RAJOY, dimita. Hágalo en silencio. Váyase en el ejercicio del último acto que todavía puede honrarle. Y por favor llévese con usted a toda esta caterva con la que ha tenido la desgracia de juntarse. Es que, de verdad, ni aunque se la hubieran impuesto.
Váyase, Sr. Rajoy. Pero hágalo pronto. Antes de que alguna de las inmundicias que rodean al a estas horas ya caso Bankia, le salpique demasiado. O antes de que alguien ponga en marcha la máquina legal para pedirle cuentas por alguno de esos artículos de las leyes (la Ley Electoral, y la propia Constitución) que usted ha violado cometiendo la estafa electoral de ganar unas elecciones, con el programa que supuestamente les es propio, para, una vez anclado en el poder, gobernar haciendo específicamente lo contrario.

Señor Presidente, váyase, dimita. Hágalo ahora, todavía que puede. Nosotros todavía podremos despedirle diciendo buenas noches, y buena suerte.
                                   

Luis Jonás VEGAS VELASCO.

martes, 17 de julio de 2012

DE CUANDO NO TE GANAN, SINO QUE TE DERROTAN.


¡Qué grande es el Castellano, por Dios! Pues cuan pocas Lenguas permiten tantos giros, uno por cada sentimiento que necesitas expresar.

Miro sobrecogido a mi derredor, y compruebo sobresaltado el dispar efecto que las últimas manifestaciones de la furia gubernamental ha tenido entre el común. Y no, auque pueda parecer no me estoy refiriendo ni a la bajada de sueldos de la Monarquía (qué sufridos ellos), ni tan siquiera a la patada en lo más íntimo, la seguridad que aparentemente aportaba la condición de “funcionario”. Me estoy refiriendo a esa otra la enconada lucha que este Gobierno mantiene con las condiciones y conductas derivadas que llegados a estas alturas, aún nos permiten reconocernos como Personas, y lo que es más escandaloso, como Personas Libres.

Haciendo un escorzo físico, que no semántico, uno puede comprobar, siempre que tenga paciencia y tiempo para ello, tal vez por eso los parados se han convertido para el Gobierno en una de sus mayores pesadillas; los cada vez más denodados esfuerzos puestos en práctica por el Ejecutivo, en pos primero de barrer todo vínculo que uniese a la plebe con las instituciones que lo representan, desarrollando a continuación otra admirable maniobra que se materializa a partir de la total y absoluta desvinculación que el Pueblo siente ahora hacia la Clase Política que le representa.

A pesar de todo, el mayor logro es el que está por llegar. Recuperando la imagen del escorzo, tendremos que echar la vista atrás, con mucho cuidado eso sí de no esguinzar las cervicales, para ver cómo nuestros derechos nos van, poco a poco, abandonando sin remisión, acompañados eso sí, por la aviesa letanía de los que están convencidos de que ése es precisamente el precio que se hace necesario pagar, si queremos recuperar algún día nuestro ya del todo perdido, y casi ni recordado status quo, al menos en el terreno de lo sempiterno económico.

Y es entonces cuando, en un último alarde de sentido común, recuperado un último atisbo de decencia moral; vemos reaparecer a lo lejos, disimulada en la línea del horizonte, la imagen difusa de aquello que fueron los sueños de libertad de los que previamente lucharon por nosotros.
Es llegado ese instante, cuando algo se nos revela dentro, en lo más íntimo de nosotros, allí donde no llega el vibrar de la televisión, porque sería igualmente deglutido por el exceso de amargura que aportan nuestros ácidos gástricos. Y aquello que nos fue revelado, nos obliga ineludiblemente a rebelarnos.

Así, rotas nuestras cadenas como han de ser rotas, o sea, desde dentro, con absoluta convicción, es que comienza de verdad la única y verdadera revolución. La que comienza por uno mismo. La que te lleva a cuestionarte de manera seria, recta y cabal vamos, el nivel de implicación que para con tus derechos y deberes tienes. Y de ahí, a someter a consideración todos los principios, tanto propios como de la comunidad de la que formas parte, hay verdaderamente tan sólo un paso.

Y es entonces cuando, como si de una luz cegadora se tratase, que comprendes de manera inexorable la verdadera condición de necesidad que sustenta, hoy por hoy cualquier atisbo de rebelión.
Es así la rebelión el único comportamiento que le queda a la persona. Una vez han sido abolidos uno a uno todos los mecanismos de los que lenta y pacientemente nos habíamos dotado, en pos siempre de canalizar nuestras energías y demandas; es que comprobamos la otrosí imperiosa necesidad de recuperar no sólo el espacio, sino fundamentalmente el tiempo, que nos ha sido cínicamente expoliado.
Se desprende entonces que no es sino la propia Sociedad, que en el colmo de lo pernicioso se regodea ahora del brillante traje con el que la ha vestido la nueva realidad, la aboga de forma abierta y descarada porque comencemos ya esa revolución, marcadamente conceptual, que nos llevará en este caso no al descubrimiento de nuevos territorios, sino a la recuperación de los que una vez, no hace mucho tiempo, fueron nuestros, comenzando por nuestras calles, parques y plazas.

Acudimos prestos y respetuosos al diccionario (de Filosofía en este caso) por aquello de redefinir con orden los nuevos principios de la era. Buscamos los que habrán de volver a ser los primeros entre los principios, y es entonces cuando descubrimos Dignidad: (…) Dícese de la capacidad exclusiva de la persona de descubrirse o identificarse a sí misma; en tanto que de describirse en el ejercicio de los actos que reconoce como buenos, en tanto que propios o dignos de ser reproducidos.
Y es entonces cuando, al más puro estilo dialéctico, que la verdad se abre paso a partir de la contradicción que se suscita, cuando comprobamos cómo es precisamente éste, el tiempo más indigno de cuantos al Hombre le ha tocado vivir.

Si la dignidad es un principio, inalienable por definición, no es trata ya de que éste nos ha sido arrebatado, sino que realmente nos hemos desprendido del mismo, acudiendo engañados a las arengas y farfullas con las que el Sistema nos regalaba los oídos, día sí, día también.
Basta entonces un instante, concedido a partir del ejercicio sincero de la autocrítica, como suficiente para comprobar hasta qué punto nos encontramos hoy en día lejos de la consecución no ya de los ideales eternamente perseguidos, sino de los logros en otro tiempo no muy lejanos, realmente conseguidos.

Entonces ¿Cómo hemos llegado a semejante nivel de depravación? Sencillo, hemos dejado que el Sistema desbordara nuestros límites, confiriéndose en unas ocasiones atribuciones que no le competían, restándole en todos los casos capacidades al género humano. Restando en cada una de ellas la parte de libertad que iba implícita.

Y es así que entonces la paradoja se muestra ante nosotros con toda su magnitud. He aquí que el principio que ha de perseguir la nueva revolución pasa inexorablemente por la restitución de los viejos limites, aquellos que fueron burdamente destituidos por el Capitalismo, en su burdo esfuerzo por definir una nueva realidad, inútil en cualquier caso en tanto que el desarrollo de los principios que le eran propios atentan de manera ineludible contra la base del tejido que da forma al tejido moral humano.

En el Derecho, es ahí donde radica cualquier intento de éxito de la nuestra revolución, aquella que ha de pasar, inexorablemente y desde el principio, por restañar todos y cada uno de los deterioros intrínsecos y masivos a los que la nueva Sociedad nos ha abocado.

Comencemos pues, por asumir nuestras responsabilidades.

Luis Jonás VEGAS VELASCO.

EL RINCÓN DE JOKIM, HOY: LA INSOPORTABLE NECEDAD DE ESTE SER


Un día más, acudimos gustosos a la cita que llevábamos demasiados días aplazando. En una mezcla conceptual a la altura sólo del cronista de "De la insoportable levedad del Ser", de nuevo, desgraciadamente, hemos de entregarnos, sin recato ni disimulo, al análisis de una Realidad, chabacana y torticera, que se parece vagamente a aquélla que una vez unos recordaron, y otros se atrevieron a desear.
Afortunadamente, la pluma insondable de JOKIM logra desnaturalizar un poco tanta miseria, logrando de nuevo que el manejo insaciable de la Lengua rellene con cierta dulzura, y mucho cinismo, los huecos hirientes que tanta porquería no hace sino agrandar.

España apostó, con una venda en los ojos, por un presidente embustero, incompetente, irresponsable, soberbio, necio, opaco y, posiblemente, el menos demócrata de todos los que han habitado La Moncloa, Aznar incluido. España apostó por un programa de gobierno fantasma; un programa tan oculto que ahora se empieza a dudar de su existencia. España apostó por la verborrea de un candidato cuyas promesas ha incumplido sin inmutarse. España apostó por su desmantelamiento, su destrucción y su ruina como país, al otorgar una mayoría absoluta a una derecha sin escrúpulos, encabezada por un ser que se ha revelado como el cáncer del ya aplastado estado del bienestar.

El presidente eligió a un ejecutivo arrogante, altanero y fanfarrón, donde no faltan personajes de tebeo como el ilustre Ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, cuyas célebres frases sobre el IVA y los parados figuran en lugar destacado de las fonotecas radiofónicas. Todos ellos cumplen sus objetivos a rajatabla: ningunear a los españoles, hasta el punto de mantener fuera de servicio la vida parlamentaria, insultar su inteligencia, tomarles por estúpidos y, especialmente, mentirles sin piedad. Este ser ha hecho de la mentira su bandera como lo demuestra su trayectoria política en unos primeros siete meses de gobierno calamitosos.

Mariano Rajoy prometió no subir impuestos y a los siete días de tomar posesión subió IRPF e IBI. Prometió no abaratar el coste por despido pero en una reforma laboral sin precedentes, llegó una rebaja de tal calibre que ni los propios empresarios se creían el regalo. El despido procedente se convertía en una “ganga” al conceder 20 días de indemnización por año trabajado con un máximo de 12 mensualidades. Luego aprobó dos reformas financieras, en tan solo dos meses, que no sirvieron para nada y que han desembocado en un rescate financiero que cuesta un riñón a los sufridos ciudadanos. Prometió que no bajaría el sueldo a los funcionarios. Primero les aumentó la jornada, luego les redujo sus beneficios sociales para rematarles con la supresión de la paga extraordinaria de Navidad –salvo a quienes cobren 962 euros brutos- y la reducción de los días de libre disposición “moscosos”. Rajoy prometió no tocar las prestaciones por desempleo pero no se ha podido contener y ha restado poder adquisitivo a los parados. Se hartó de repetir, hasta la saciedad, que no cruzaría las líneas rojas representadas por la Sanidad y la Educación. Y las cruzó, vaya si las cruzó, tanto Sanidad, con el copago, como Educación, con la subida de tasas y el endurecimiento del acceso a las becas, han sufrido unos salvajes recortes que ponen en riesgo su viabilidad. Prometió que no subiría el IVA, como hizo su predecesor en el cargo, pero ha vuelto a aplicar su lema favorito “donde dije digo, digo Diego” y acaba de propinar un estacazo, sin parangón, con el aumento de este impuesto.

Y para colmo, habría que recordar que, este ser, puso el grito en el cielo cuando el anterior gobierno socialista planteó una amnistía fiscal que ni tan siquiera llevó al Parlamento. Pues bien, apoyado en el caricaturizado ministro de Hacienda, ha aprobado no una, sino dos amnistías para aquellos que no tienen ninguna intención de arrimar el hombro en situación tan delicada.

Pero este ser no solo se ha reído –y se ríe- de los ciudadanos españoles, por rizar el rizo, ha mantenido –ya no mantiene- pulsos sin sentido con media Europa, que le han llevado a perder toda la credibilidad como mandatario y ha dejado al país al pie de los caballos. Por resaltar solo dos: el cachondeo del objetivo del déficit para España en 2012. A la vuelta de una reunión de Jefes de Estado en Bruselas, cuando ya conocía las intenciones de sus socios, es decir, la cifra, Rajoy aprovechó una de sus escasísimas comparecencias públicas, para propinar un golpe encima de la mesa y anunciar una cifra que distaba de la que ya barajaba la Unión Europea. Para ello apelaba a la soberanía de España para fijar sus propios objetivos. Días después Bruselas demostraba que en este país lo único soberano que quedaba era el coñac. La obcecación por no llamar las cosas por su nombre. Con el sector financiero abierto en canal,  el presidente y el ministro de Economía, Luis de Guindos, utilizaban todo tipo de argucias para no pronunciar la palabra maldita. Línea de crédito, ayuda a la banca o recapitalización eran los términos más usados para enmascarar una intervención en toda regla. Ese repelús a referirse al rescate como rescate y la pantomima presidencial -escenificada en una rueda de prensa de sainete, donde parecía que quien necesitaba la ayuda era Europa- supusieron el golpe de gracia a un Gobierno totalmente desacreditado.

Un Ejecutivo que todavía ha tenido tiempo de echarse mas tierra encima, al negar reiteradamente que el rescate de la banca iba acompañado de fuertes condiciones fiscales y económicas, impuestas por Europa y al situarse entre la vaguedad y el ocultismo a la hora de comunicar, de forma lamentable, los últimos recortes. Por si fuera poco, el Ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro ha abundado en la sensación de engaño permanente en la que está instalado este Gobierno, al aclarar que habrá paga extraordinaria en Navidad a los funcionarios que cobren 962 euros brutos. ¿Quiénes se benefician con esta medida? ¿Estamos ante una nueva treta gubernamental? Parece ser que si, máxime teniendo en cuenta que el salario mínimo de los funcionarios públicos es de 978 euros brutos. No es pues la panacea deseada, sobre todo porque el número de agraciados será muy reducido.

El generoso Cristóbal Montoro hace esta pequeña concesión quizás para calmar los exaltados ánimos plasmados en espontáneas manifestaciones. Y es que ya se notan los efectos de los brutales ajustes con los que Mariano Rajoy ha obsequiado a funcionarios, parados y consumidores en general. Eso a pesar del empeño de la Delegada del Gobierno en Madrid por convertir la capital en un estado policial -a fe que lo está consiguiendo porque esta intolerable actitud de los antidisturbios es más propia de la España pre-democrática que de un país del siglo XXI- y también a pesar de que cuenta con la oposición más descafeinada de la historia de la democracia española.

El PSOE es un alma en pena. Un partido anclado en el pasado, con unos dirigentes que no convencen ni a sus incondicionales y con un futuro desolador. La labor de Alfredo Pérez Rubalcaba, como líder de la oposición, es decepcionante y sinsustancia. Callado como un muerto solo se le oye para ofrecer pactos o para hacer preguntas de Perogrullo. No ha hecho ni una sola propuesta alternativa a la política de recortes del Gobierno. Y ese no es el camino para recuperar la confianza de sus votantes. Además, Pérez Rubalcaba debe comprender que ha llegado demasiado tarde a la secretaría general del partido. Se ha pasado su hora y debe de dejar paso a políticos emergentes, que los hay, para propiciar un cambio de timón que permita alejar, de una vez por todas, la sensación de continuismo en el partido socialista. En estos siete meses de legislatura, los ciudadanos asisten a un hecho sin precedentes, tanto el presidente como el líder de la oposición han quemado sus naves y se han convertido en cadáveres políticos.

Rajoy empieza a ser consciente de ello. De hecho se ha propuesto morir matando y ya prepara una nueva oleada de recortes que afectará, principalmente, a educación, empleo y a las empresas públicas. Trata de ganar tiempo como sea, para evitar la intervención de todo el estado, que a día de hoy no solo no se descarta sino que algunos socios europeos la reclaman cada vez con más insistencia. Un rescate en toda regla, como el que ya planea sobre España, supondría el fin de su presidencia; ya fuera a través de la convocatoria de elecciones anticipadas o colocando a un tecnócrata al frente del Ejecutivo. ¿Cómo? Hagamos política ficción. Supongamos que en los próximos meses, no más de tres, se produce una crisis de Gobierno y cambio de carteras. Imaginemos que haya una vicepresidencia primera económica y en ella se coloque al último español que ha sido consejero en el Banco Central Europeo. Si a partir de aquí se produce la intervención, Rajoy podría dejar la presidencia en manos de un tecnócrata. Solo es política ficción pero en España la realidad la supera.

Volviendo al ahora, al presente, a la cruda realidad, estamos en manos de un ser cuya necedad es ilimitada e insoportable, un ser que se ha saltado a la torera su programa electoral, si es que alguna vez lo tuvo, un ser cuyo único interés es empobrecernos. A los españoles solo nos queda un camino. Falta saber si somos valientes. Ha llegado nuestra hora, la hora de los ciudadanos anónimos que estamos hasta la coronilla ¿Tendremos suficiente coraje para frenar la incompetencia de un Gobierno que ya no es soberano y de un presidente irresponsable? Confiemos en ello.

JOKIN

miércoles, 11 de julio de 2012

PARTIDO POPULAR, EL PRINCIPIO DEL FIN.


Hasta aquí hemos llegado. A estas alturas, lo único que parece estar claro no es ya que el Partido Popular haya puesto en marcha la cadencia propia de las letanías que en Ars Antiqua precedían a los autos fúnebres, es que, como en aquellos casos, bien podemos predecir todos y cada uno de los pasos que a continuación, y de manera inexorable, habrán de darse.

No será tomado por capcioso, y cualquiera que tenga unas mínimas nociones de Política estará conmigo (y el que no las tenga que las sustituya por sentido común) si digo que las disensiones internas no es que estén ya presentes en el seno del Partido Popular. Sí, aunque parezca mentira, los militantes del Partido Popular son personas, y sin duda también tienen derecho a …(iba a decir protestar). Pero no, el refinamiento, una de las pocas cosas que nos diferencia según ellos a los buenos de los malos (nosotros decimos a los malos de los peores), está en que ellos no protestan, ellos disienten. Y la verdad es que disentir es mucho más elegante que protestar. Fíjate, si hasta se trata de un verbo de la tercera conjugación, esa para la que cuando te hace falta un ejemplo tienes verdaderamente que esforzarte. Dónde va a parar. Disentir es bello, hermoso, cálido. Llegados a este punto casi parece extravagante que sea sinónimo de protestar, que por otro lado es mucho más desaliñado.

Pero una vez superada la coña concejil, (ejercicio de cinismo para los oídos más abigarrados), es que lo único que comparten ambos dos, a saber los dos Partidos que monopolizan este insulto de Democracia que nos hemos dado, o supuestamente regalado, reside precisamente los siete primeros capítulos de sus Estatutos de Régimen Interno. Esos precisamente a los que se agarran cuando tienen que enseñarte el camino a la calle, generalmente porque has integrado la verdad en una conjugación que ellos no comparten, que es lo que ha empezado a pasar en la mañana de hoy, en el Congreso de los Diputados.

Memorable Josu ERKOREKA, una vez más, no se trata de que le hayan, que lo han hecho, distinguido en tres ocasiones con el Premio a mejor orador. Es que hoy sinceramente ha obrado de agente, de esos que en los partidos homenaje efectúan el saque de honor. Hoy, ERKOREKA le ha marcado al Sr.RAJOY no ya el camino a los vestuarios, más bien le ha indicado la ruta más corta hasta el parking.
“…Zapatero comenzó a andar su particular camino hacia el fin un diez de mayo, precisamente cuando desde esta misma Tribuna dijo que iba a hacer todo lo que llevaba meses jurando que nunca haría. Hoy. Sr. Presidente, usted ha tenido su diez de mayo.”
De verdad, si quedara el más mínimo resquicio para ello, os invitaría a que interpretaseis las palabras, pero es que, sinceramente, creo que sobran interpretaciones.

Pero lo realmente lamentable no es que La Derecha haya comenzado hoy su desestructuración. Ni siquiera que Mariano se haya suicidado políticamente (permitidme que os recuerde otra “perla”: “…soy un político de Derechas, y sin embargo he nacionalizado un Banco.”) Ahora sí os dejo la interpretación.
Lo verdaderamente terrible, es que el abogado gallego de provincias se ha permitido poner sobre la mesa, o por hablar con más precisión le han obligado, porque de haber sido por él, había comparecido Rita la Cantaora; un paquete de medidas cuya redistribución, más allá de las consecuencias propiamente técnicas que sin duda vienen aparejadas; constituyen la prueba definitiva de la rendición del Estado a otras cosas, a saber, a la Economía.
Porque cuando el gallego hablaba con esa sorna sobre las derechas, y los aspectos ideológicos y programáticos que aparentemente les son propios, lo que estaba haciendo no era sino marcar el terreno de cara a esos para los que tantas y tantas veces actúa, esos que constituyen el núcleo duro de su electorado, y a los que para contentar hace falta, periódicamente, sacrificar algunas almas, por ejemplo de mineros.

Pero para poder hacernos una idea de las consecuencias que sin duda va a tener la comparecencia de hoy, consecuencias que sin duda se podrán analizar tan sólo acudiendo a la perspectiva a lo largo de los días; al gallego no le ha dolido prenda a la hora de marcar con precisión sibilina el camino hacia la completa destrucción del Estado, al menos en el sentido y con la forma con el que hasta el momento algunos lo recordábamos.
Cuando el todavía Presidente del Gobierno de España enunciaba las medidas, recortes, sacrificios…y el resto de eufemismos a los que hemos de echar mano, para comprender la parodia en la que han convertido la acción de gobierno, algunos hemos echado en falta, qué duda cabe, la contraposición con esas las 32 medidas endiabladas con las que Europa se nos regala de cara a recordarnos que “nada es gratuito”, y por supuesto, mucho menos, los 100.000 millones de Euros.
De haberlo hecho, flagrante hubiese sido el menoscabo de la inteligencias de aquéllos que hubieran sometido a colación cuestiones que de otra manera serían más que obivias:
¿De verdad se cree usted, Sr. Presidente, que con los 65.000 millones de Euros que va a recaudar en dos años, será suficiente?
¿Cómo entender, Sr. Presidente, que los intereses a pagar por el préstamo no agravarán la situación?
¿De haber tomado estas medidas al principio de su Legislatura, Sr. Presidente, no es cierto que recortes como los de Sanidad y Educación, podrían haberse evitado?

Con todo ello, y lejos de esperar una respuesta, lo único que queda claro es que el Sistema, tal y como lo conocíamos hasta el momento, ha iniciado un definitivo camino de no retorno que pasa inexorablemente por la eliminación o destrucción de todos aquellos elementos que hasta hoy se habían erigido en garantes del Estado del Bienestar, e incluso del Estado de Derecho (me dirijo a la sentencia que el Alto Tribunal de Estrasburgo ha dictado en relación a la etarra que recurrió la Doctrina Parott).
El Estado Español se ha lanzado hacia una vorágine de autodestrucción que, fundamentada en sus ineptitudes e incompetencias se encuentra aparentemente argumentada a título moral en la convicción expresada por algunos de nuestros gobernantes según los cuales esto es imposible de reconducir si para ello nos limitamos a seguir los cauces normales. Para ellos resulta apremiante la adopción de una serie de medidas, de carácter y condición urgente, las cuales traerán aparejadas, de manera ineludible, la destrucción de los cánones que hasta hoy habían conformado los pilares de nuestro sistema.
La Política queda definitivamente rendida a la Economía, y con ello sus agentes mediadores o inductores son igualmente removidos. El Congreso de los Diputados se convertirá en un Salón de Variedades, en el que mensualmente tendrá lugar la representación de alguna clase de Ópera Bufa, mientras que al alba, protegidos de la molesta chusma, un grupo de preparados por la iluminación, con González PÁRAMO a la cabeza, redirigirán, que no reconducirán, todo el tingado en el que habrán convertido a ésta, la suya España.

¡Qué cruel es la Historia! Abandonaste tus Diputaciones Gallegas convencido de que eras el adalid de Galicia, y retornarás como el cobarde que rindió el Reino a los invasores del Norte. Y de verdad esperemos que en el transcurso de todo ello no te enteres de que parte del dinero del rescate procede de Capital Comunista, sería demasiado cruel incluso para éste que ya se despide.

Luis Jonás VEGAS VELASCO.

miércoles, 4 de julio de 2012

DE LA INELUDIBLE CERTEZA DE QUE EL DESMEMBRAMIENTO ES YA MUCHO MÁS QUE UNA SENSACIÓN.


Y entonces Zeus, molesto con Prometeo, no ya por robar el fuego, sino por entregárselo a los hombres, decidió tomarse venganza. Y tal hecho fue plasmado en una mujer, Pandora (la poseedora de todas las gracias). Y Pandora fue enviada a la Tierra, como manifestación de todos los males, que llevaba encerrados en una caja. Pero fue así que Prometeo ka rechazó…

La aceptación a capítulo hoy por parte de la Audiencia Nacional del que a estas alturas ya podemos denominar sin titubeos “Caso BANKIA”, representa, sin el menor género de dudas, la puesta de largo del ya más que evidente desmembramiento de la ficción de Sistema en la que llevamos muchos años inmersos.
Más allá del detonante, a recordar la querella interpuesta por UPyD, que nadie lo dude previo paso por los análisis pertinentes, en pos de impedir el menor atisbo de ridículo, teniendo como garante de viabilidad nada menos que a la Fiscalía Anticorrupción, nos dibuja un nuevo escenario en el que más que venir a dibujar cualquier atisbo de nueva realidad, lo que habremos de ver en los próximos meses será sin duda el proceso por el que muchos de los que hasta el momento eran considerados como realidades y certezas inexcusables del Sistema, son rápidamente borrados, y lo que es peor, borrados de manera evidente.

En un nuevo ejemplo de agravio, de esos a los que este país nos tiene acostumbrados desde el siglo XVII, estructuras y personajes que bien podemos decir representaron sin atavíos el papel de representantes estructurales de la nueva realidad, pasarán ahora a convertirse en los nuevos ejemplos del otro gran catalogador que se ha mantenido fiel a los destinos de España, la chabacanería.

Y es que, la aceptación hoy por parte de la Audiencia Nacional, de la imputación contra BANKIA y sus directivos, no hace sino llevar de manera ahora ya sí ineludible, al Sistema ante los pies de los caballos.
BANKIA era la cuarta entidad financiera del país. Aglutinaba a más de once millones de clientes. Estaba recién salida a Bolsa, circunstancia esta que se había llevado a cabo rodeada de una pompa y un boato que, a día de hoy, no debería sino incrementar si cabe la sensación de miseria que debería estar presente en todos y cada uno de los que tomaron partida de una u otra manera en todo esta jolgorio.

Pero la única certeza es que, a estas alturas de la película, sólo uno, Consejero Delegado, ha visto superada su capacidad de desvergüenza y sonrojo, y ha presentado su dimisión.

El daño inflingido por BANKIA, supera con mucho al daño que estrictamente una entidad financiera puede hacer, o dejar de hacer. Como en una película de humor malo, cuyo guión sólo puede haber sido escrito en un país como España, la caída de la entidad constituye la escenificación final del drama en el que se encontraban inmersos, desde mediados de 2004, todos aquéllos que, de una u otra manera se consideraban actores en la gran parodia en la que se había convertido el ejercicio del Gobierno en el Sistema Autonómico de lo que una vez fue considerada España.
Al humor de la promesa de poder, y de la certeza de riquezas que constituía la Nueva Ley de Suelo aprobada por el Gobierno de José María AZNAR en el transcurso de 1996, una nueva separación de poderes crecía al abrigo en este caso de las nuevas estructuras. Gobiernos Autonómicos, Empresarios y Banqueros, constituían una nueva alianza fruto de la cual surgían las nuevas realidades de España.
La Nueva Idea de España, una vez asumido por todos que la regeneración del debilitado tejido empresarial español (si es que alguna vez existió,) constituía un ejercicio con demasiada repercusión a largo plazo, la nueva apuesta era evidente, ¿Por qué preocuparnos de un “potencial crecimiento”, cuando tenemos acceso a un crecimiento “real y de facto”? ¿O es que hay algo más real que un ladrillo, sobre todo si te pega en la cabeza?

Y así, en un ejemplo inconcebible, y con unas ansias que en este país no se recordaban desde los tiempos de Manuela MALASAÑA, todos y cada uno de ellos unieron esfuerzos en pos de conseguir el nuevo bien común, Pero eso sí, cada uno haciendo de las suyas.
Los empresarios españoles aportaron el coeficiente de realismo imprescindible para vestir de rigor lo que no era sino “vestir de lagarterana” una de esas realidades que han acompañado a este país desde 1925.
Los políticos españoles allanaban el camino. Depuraban los pequeños escollos que ni tan siquiera la interpretación más perniciosa de la nunca suficientemente agradecida “Ley del Suelo de 1996” podía promover.
Los banqueros españoles aportaban el último “coeficiente de verosimilitud”, aportando los mortadelos, los cuales llegaban por igual, tanto a unos como a otros, de los anteriores protagonistas de nuestro melodrama.

El resto podemos leerlo en los cientos de legajos que al respecto constituyen el presente jurídico de la historia reciente del país.

Somos un país asolado por el caciquismo. Éste, y su inseparable compañera de juegos, la mediocridad, componen entre sí el escenario por otro lado imprescindible para que tengan patente de corso actitudes farfulladoras tales como las que son promovidas desde los supuestos movimientos antisistema a saber aquéllos que pretenden acabar con éste desde fuera, supuestamente sin participar del mismo, ¿Para no contagiarse?,
Unos y otros toman parte activa en la conformación de un nuevo escenario caduco, en la medida en que no hace sito repetir normas y procedimientos que se han mostrado caducos y abiertamente insuficientes. Y como eje vertebrador de todos los males, la aparente consecución del adalid de la libertad en España, lo que se resume en la frase “Yo soy apolítico”

Semejante afirmación, no es ya que constituya la derrota definitiva de cualquier atisbo que le quedara al sentido común, que lo hace. Es que viene a poner de manifiesto el drama real que se suscita en España cuando una vez más, hemos de enfrentarnos al desnudo con uno de los grandes dramas de nuestra historia, el que se configura a partir de la concreción de que nuestro país nunca ha tenido claro ni hacia dónde se dirigía, ni mucho menos los esfuerzos que serían imprescindibles para la consecución de tal logro, en tanto que éste aparece como indefinido.

A título de consolidación de fundamentos, en la Grecia Clásica, todo aquél que no participaba voluntariamente de los asuntos de la Polis, esto es, hacía Política; era literalmente considerado un Idiota.
A partir de ese hilo, podemos intentar comenzar a desenrollar la madeja, una madeja que nos lleva a un laberinto, y a un minotauro, que en este caso encierra la perniciosa visión de tener que asistir a la enésima manifestación del Drama Español, manifiesto al ver como son llamados a declarar en calidad de imputados, políticos de todas las tendencias.

No se salva ni uno, parece vivamente una selección. Rodrigo RATO y Ángel ACEBES ostentan no en vano el primer puesto en el escalafón, pero en cualquier caso son seguidos a corta distancia por los ¿Consejeros Delegados? Puestos por PSOE, IZQUIERDA UNIDA, CC.OO Pero si está incluso Arturo FERNÁNDEZ Presidente de los Empresarios de Madrid, y Vicepresidente de la C.E.O.E. Sí, esos que hace poco más de una semana eran palmeros de RAJOY. ¿Podrán mañana ni tan siquiera ejercer de plañideras?
¿Cómo estarán las cosas, cuando hacen bueno a José María CUEVAS?

En definitiva, BANKIA y el destino de sus “Bankieros”, no hace sino poner de manifiesto la eclosión al grado de certeza de una serie de tesis que algunos llevamos años sopesando, según las cuales España no ha estado realmente sometido a la acción perniciosa de una burbuja inmobiliaria, sino que todo el proyecto de país, ha estado realmente inflado. España adolece de una serie de carencia estructurales, cuya existencia se pone ahora de manifiesto al ser comprobada por parte de  todos la incapacidad manifiesta que sufre el país para desenvolverse con unas mínimas dosis de sentido común dentro del nuevo escenario mundial que se plantea.

Una vez más, somos manifiestamente incompetentes a la hora de jugar nuestro papel con un mínimo de solvencia. Pretendemos responder a pregunta nuevas, acudiendo a las respuestas viejas. Y para eso ya no hay tiempo, ni espacio.

Prometeo no aceptó la caja., Pero Pandora no se acongojó. Esperó la llegada de su momento. Entonces encontró a Epitemeo, el cual la abrió, emergiendo de la misma todos los males.

Luis Jonás VEGAS VELASCO.