miércoles, 30 de septiembre de 2015

DE CONSTATAR LO DIFÍCIL QUE HOY RESULTA OTORGAR LOS PREMIOS.

Confesando un día más mi absoluta incapacidad para ubicarme en el que más por coincidencia por convicción parece hallarse ubicada la realidad que me ha tocado vivir; es por lo que una vez más acudo al saber popular en pos si no de las respuestas, sí al menos de la fórmula con la que aprender a hacer las preguntas adecuadas; que me encuentro con un antiguo cuento que verdaderamente resulta más que adecuado.

“Es así que una vez que un gobernante de una de esas tierras cuyo destino queda más allá del ostracismo, y cuya época queda lejos de cualquier ánimo de contemporaneidad; decidió abandonar la protección de su residencia en pos, como él mismo decía: de comprobar si no la manera sí cuando menos las facultades desde las que sus súbditos vivían sus respectivas vidas.
Fue así como tras efectuar las consultas consideradas como pertinentes, que eligió no solo las galas que habrían de conformar el aditamento desde el que consolidar su disfraz, como por supuesto las personas que habrían de acompañarle en tamaña aventura.
Fue así que tras desmedidos esfuerzos, y una vez elegido todo, se sorprendió grandemente cuando al pasar por un puente atestado de hombres y bestias una voz procedente del evidente tumulto no dudó en dirigirse a él en los siguientes términos:- Sabed bien, mi Señor, que no habéis elegido bien el día para abandonar palacio. Resulta evidente que lloverá.
Contrariado el gobernante, siguió su camino embebido hay que reconocerlo en una extraña sensación cuya causa y por supuesto circunstancia, ni él mismo era capaz de describir con certeza.
Huelga decir que efectivamente, llovió.

Entre contrariado y admirado, el gobernante puso todo su esfuerzo en localizar a quien tan valiente y adecuado comentario le había hecho. Fue así que una vez lo tuvo delante le preguntó:- Decidme pues, buen hombre. Si vuestro presagio, contrario hay que decirlo, al emitido por todos mis meteorólogos, ha quedado puesto de relevancia como el más adecuado. ¿Aceptaríais un puesto en La Corte?
Obviamente apabullado por la trascendencia de la cuestión, el yuntero habló así:- Sabed señor que si tal cosa hiciera, no sería en justicia adecuado mi comportamiento.
- ¿Tendríais pues en cualquier caso a bien revelarnos el método que empleáis en pos de vuestros acertados vaticinios?
- ¡Faltaría más mi señor! Yo solo observo a mis bestias. Cuando éstas inclinan hacia atrás sus orejas, es esto señal inequívoca de que la lluvia no tardará en hacer acto de presencia.

Es así que no es lo malo que el gobernante tomara efectivamente a su servicio al onagro. Lo realmente patético es que desde entonces los más cretinos, incluso a veces los más acémilas son los que más cerca están de los puestos de autoridad; cuando no se hallan ellos mismos ejerciéndolos.


Una vez sometida a la opinión de los interesados lectores la idoneidad de la peripecia, lo cierto es que a la vista no tanto de los acontecimientos, como sí más bien de los respectivos periplos acontecidos en pos de configurar los escenarios adecuados para que los mismos se desarrollen conforme a lo que, insisto, parece un plan perfectamente pergeñado, es cuando vengo, una vez más, a rogar que efectivamente todo lo que hoy conforma nuestro aquí y nuestro ahora sea, verdaderamente, el resultado de un plan que aun díscolo, a veces brutal y en la mayoría de ocasiones aterrador, no venga sino a responder a las fabulaciones que perpetradas por algo si no por alguien obedezcan a alguna fuerza, por desconocida e incomprensible que a la mayoría ésta pueda parecernos.
En caso de albergar la menor sospecha en sentido contrario es decir, en caso de poder pensar que el desfile de monstruos y esperpentos al que cada día asistimos no se corresponde con ninguna parada organizada; habiendo de asumir además que si bien efectivamente D. Ramón María del VALLE-INCLÁN está más que muerto, no podemos esperar que alguno de sus herederos se halle tras todo esto; será cuando definitivamente haré mía la percepción tan sabiamente auspiciada en base a la máxima que viene a rezar el consabido: “Si el mundo es así que se pare, que yo me apeo”.

Traído a colación en este caso no el hecho como tal, cuando sí más bien el circo de tres pistas en el que la metáfora parece indicar que todo se ha convertido; no podemos decir a ciencia cierta que es lo que da más miedo; si el hecho de que los payasos no causen ni pizca de risa, (que los que ejercen de Aprendiz de Brujo no sean capaces de entender cuándo se acabó la fiesta), que las fieras hayan perdido sus garras y sus dientes (momento en el que solo conservan su atisbo de ferocidad amparados en que el domador ha perdido tanto los reaños como por supuesto el látigo), o que los que hacemos de público estemos tan hastiados que ni tan siquiera nos mostremos dispuestos a reclamar la devolución de nuestro dinero por lo insatisfactorio de la actuación, tal vez porque en el fondo todos sabíamos a qué era a lo que veníamos.

Salvando pues las distancias, y una vez comprobado que hasta las metáforas son innecesarias en tanto que la realidad se encarga de dejarlas por baldías; es por lo que finalmente he de plantear abiertamente la cuestión que desde hace varias semanas viene perforándome las paredes cerebrales. ¿De verdad que la manera de gestionar el mal llamado asunto catalán no se puede empeorar?
Reiterando no tanto mis convicciones como sí más bien los procederes hoy usados para encaminar la expresión de las mismas; digo que como ciudadano, amante del momento y del lugar en el que se desarrolla mi vida, y aun a riesgo de reconocer que no transijo con la mayoría de los protocolos de los que se sirven quienes se empecinan en decir que nos gobiernan; no es menos cierto que de verdad confío con la fuerza con la que solo el neurótico sabe hacerlo en que efectivamente, otra tripulación ajena a la que formalmente pilota esta nave sea la que en realidad dirige nuestros designios.

Así y solo así podremos acertar a asumir, que no a comprender, el porqué de esta extraña sucesión de hechos conformados a partir de la ausencia de actos. Actos que se echan en falta a raíz de cuestiones tales como la inacción con la que se han saludado declaraciones como las efectuadas por el Ex-presidente del Gobierno GONZÁLEZ MÁRQUEZ. Silencios como los que han acompañado la sonora bofetada en que se traduce la respuesta dada por el Sr. Aznar vinculada a la manera mediante la que el Sr. Presidente del Gobierno de España se ¿enfrenta? al ¿Desafío Champions? Perdón, al Desafío Soberanista.

Chanzas, que no bromas, aparte; la verdad es que una vez dimitidos los payasos, destituido el domador, y enajenado el público, solo una cuestión nos queda por resolver: ¿Al mártir le erigiremos una estatua, o bastará un monumento conmemorativo?
Que nadie se eche las manos a la cabeza, ni por supuesto se detraiga si desea por el contrario echar los pies por alto. La realidad es que el día elegido para la comparecencia del Sr. Presidente en funciones de la Generalitat de Cataluña, el próximo día 15 de octubre, coincide con la fecha del fusilamiento de Lluis COMPANYS. ¡Genio y figura, hasta la sepultura!

Si bien lo expuesto hasta el momento puede tener un pase. Aceptando pues que los caminos del Señor son inescrutables. O que tal vez La Ley de Murphy ha tenido un día de gloria; lo que no tiene ni por asomo razón de ser es lo desapercibido que han pasado las palabras del Sr. Ministro de Justicia el cual ayer, al ser interpelado en relación a la idoneidad de la comparecencia del Sr. MAS como imputado; ni corto ni perezoso vino a decir algo así como que peor hubiese sido si se le toma declaración en mitad de la campaña electoral. ¿Puedo deducir entonces que efectivamente, aun siendo para bien, ha existido influencia gubernamental?

¡Olé por la separación de poderes! Cierto es que desde lo de la modificación del T.C. los que se empeñan en creer en los Mundos de Yupy se habían quedado un poco debilitados. Ahora mismo es mejor que se pasen a la versión descremada de Barrio Sésamo.

Y así, con paso firme y decidido, seguimos construyendo la leyenda de un mártir. Ahora si la CUP le vota, será porque como algunos siempre supieron, ellos siempre fueron independentistas. De hacer ejercicio de autocrítica, ni por asomo. No vaya a ser que pasemos por personas razonables.

En resumidas cuentas, la Galería de aspirantes a premio sigue creciendo. La pena pasa por comprobar una vez más que la gala de entrega de los mismos volverá a sernos negada.

Pues nada, como diría nuestro Presidente, habrá que seguir esperando.


Luis Jonás VEGAS VELASCO.

Confesando un día más mi absoluta incapacidad para ubicarme en el que más por coincidencia por convicción parece hallarse ubicada la realidad que me ha tocado vivir; es por lo que una vez más acudo al saber popular en pos si no de las respuestas, sí al menos de la fórmula con la que aprender a hacer las preguntas adecuadas; que me encuentro con un antiguo cuento que verdaderamente resulta más que adecuado.

“Es así que una vez que un gobernante de una de esas tierras cuyo destino queda más allá del ostracismo, y cuya época queda lejos de cualquier ánimo de contemporaneidad; decidió abandonar la protección de su residencia en pos, como él mismo decía: de comprobar si no la manera sí cuando menos las facultades desde las que sus súbditos vivían sus respectivas vidas.
Fue así como tras efectuar las consultas consideradas como pertinentes, que eligió no solo las galas que habrían de conformar el aditamento desde el que consolidar su disfraz, como por supuesto las personas que habrían de acompañarle en tamaña aventura.
Fue así que tras desmedidos esfuerzos, y una vez elegido todo, se sorprendió grandemente cuando al pasar por un puente atestado de hombres y bestias una voz procedente del evidente tumulto no dudó en dirigirse a él en los siguientes términos:- Sabed bien, mi Señor, que no habéis elegido bien el día para abandonar palacio. Resulta evidente que lloverá.
Contrariado el gobernante, siguió su camino embebido hay que reconocerlo en una extraña sensación cuya causa y por supuesto circunstancia, ni él mismo era capaz de describir con certeza.
Huelga decir que efectivamente, llovió.

Entre contrariado y admirado, el gobernante puso todo su esfuerzo en localizar a quien tan valiente y adecuado comentario le había hecho. Fue así que una vez lo tuvo delante le preguntó:- Decidme pues, buen hombre. Si vuestro presagio, contrario hay que decirlo, al emitido por todos mis meteorólogos, ha quedado puesto de relevancia como el más adecuado. ¿Aceptaríais un puesto en La Corte?
Obviamente apabullado por la trascendencia de la cuestión, el yuntero habló así:- Sabed señor que si tal cosa hiciera, no sería en justicia adecuado mi comportamiento.
- ¿Tendríais pues en cualquier caso a bien revelarnos el método que empleáis en pos de vuestros acertados vaticinios?
- ¡Faltaría más mi señor! Yo solo observo a mis bestias. Cuando éstas inclinan hacia atrás sus orejas, es esto señal inequívoca de que la lluvia no tardará en hacer acto de presencia.

Es así que no es lo malo que el gobernante tomara efectivamente a su servicio al onagro. Lo realmente patético es que desde entonces los más cretinos, incluso a veces los más acémilas son los que más cerca están de los puestos de autoridad; cuando no se hallan ellos mismos ejerciéndolos.


Una vez sometida a la opinión de los interesados lectores la idoneidad de la peripecia, lo cierto es que a la vista no tanto de los acontecimientos, como sí más bien de los respectivos periplos acontecidos en pos de configurar los escenarios adecuados para que los mismos se desarrollen conforme a lo que, insisto, parece un plan perfectamente pergeñado, es cuando vengo, una vez más, a rogar que efectivamente todo lo que hoy conforma nuestro aquí y nuestro ahora sea, verdaderamente, el resultado de un plan que aun díscolo, a veces brutal y en la mayoría de ocasiones aterrador, no venga sino a responder a las fabulaciones que perpetradas por algo si no por alguien obedezcan a alguna fuerza, por desconocida e incomprensible que a la mayoría ésta pueda parecernos.
En caso de albergar la menor sospecha en sentido contrario es decir, en caso de poder pensar que el desfile de monstruos y esperpentos al que cada día asistimos no se corresponde con ninguna parada organizada; habiendo de asumir además que si bien efectivamente D. Ramón María del VALLE-INCLÁN está más que muerto, no podemos esperar que alguno de sus herederos se halle tras todo esto; será cuando definitivamente haré mía la percepción tan sabiamente auspiciada en base a la máxima que viene a rezar el consabido: “Si el mundo es así que se pare, que yo me apeo”.

Traído a colación en este caso no el hecho como tal, cuando sí más bien el circo de tres pistas en el que la metáfora parece indicar que todo se ha convertido; no podemos decir a ciencia cierta que es lo que da más miedo; si el hecho de que los payasos no causen ni pizca de risa, (que los que ejercen de Aprendiz de Brujo no sean capaces de entender cuándo se acabó la fiesta), que las fieras hayan perdido sus garras y sus dientes (momento en el que solo conservan su atisbo de ferocidad amparados en que el domador ha perdido tanto los reaños como por supuesto el látigo), o que los que hacemos de público estemos tan hastiados que ni tan siquiera nos mostremos dispuestos a reclamar la devolución de nuestro dinero por lo insatisfactorio de la actuación, tal vez porque en el fondo todos sabíamos a qué era a lo que veníamos.

Salvando pues las distancias, y una vez comprobado que hasta las metáforas son innecesarias en tanto que la realidad se encarga de dejarlas por baldías; es por lo que finalmente he de plantear abiertamente la cuestión que desde hace varias semanas viene perforándome las paredes cerebrales. ¿De verdad que la manera de gestionar el mal llamado asunto catalán no se puede empeorar?
Reiterando no tanto mis convicciones como sí más bien los procederes hoy usados para encaminar la expresión de las mismas; digo que como ciudadano, amante del momento y del lugar en el que se desarrolla mi vida, y aun a riesgo de reconocer que no transijo con la mayoría de los protocolos de los que se sirven quienes se empecinan en decir que nos gobiernan; no es menos cierto que de verdad confío con la fuerza con la que solo el neurótico sabe hacerlo en que efectivamente, otra tripulación ajena a la que formalmente pilota esta nave sea la que en realidad dirige nuestros designios.

Así y solo así podremos acertar a asumir, que no a comprender, el porqué de esta extraña sucesión de hechos conformados a partir de la ausencia de actos. Actos que se echan en falta a raíz de cuestiones tales como la inacción con la que se han saludado declaraciones como las efectuadas por el Ex-presidente del Gobierno GONZÁLEZ MÁRQUEZ. Silencios como los que han acompañado la sonora bofetada en que se traduce la respuesta dada por el Sr. Aznar vinculada a la manera mediante la que el Sr. Presidente del Gobierno de España se ¿enfrenta? al ¿Desafío Champions? Perdón, al Desafío Soberanista.

Chanzas, que no bromas, aparte; la verdad es que una vez dimitidos los payasos, destituido el domador, y enajenado el público, solo una cuestión nos queda por resolver: ¿Al mártir le erigiremos una estatua, o bastará un monumento conmemorativo?
Que nadie se eche las manos a la cabeza, ni por supuesto se detraiga si desea por el contrario echar los pies por alto. La realidad es que el día elegido para la comparecencia del Sr. Presidente en funciones de la Generalitat de Cataluña, el próximo día 15 de octubre, coincide con la fecha del fusilamiento de Lluis COMPANYS. ¡Genio y figura, hasta la sepultura!

Si bien lo expuesto hasta el momento puede tener un pase. Aceptando pues que los caminos del Señor son inescrutables. O que tal vez La Ley de Murphy ha tenido un día de gloria; lo que no tiene ni por asomo razón de ser es lo desapercibido que han pasado las palabras del Sr. Ministro de Justicia el cual ayer, al ser interpelado en relación a la idoneidad de la comparecencia del Sr. MAS como imputado; ni corto ni perezoso vino a decir algo así como que peor hubiese sido si se le toma declaración en mitad de la campaña electoral. ¿Puedo deducir entonces que efectivamente, aun siendo para bien, ha existido influencia gubernamental?

¡Olé por la separación de poderes! Cierto es que desde lo de la modificación del T.C. los que se empeñan en creer en los Mundos de Yupy se habían quedado un poco debilitados. Ahora mismo es mejor que se pasen a la versión descremada de Barrio Sésamo.

Y así, con paso firme y decidido, seguimos construyendo la leyenda de un mártir. Ahora si la CUP le vota, será porque como algunos siempre supieron, ellos siempre fueron independentistas. De hacer ejercicio de autocrítica, ni por asomo. No vaya a ser que pasemos por personas razonables.

En resumidas cuentas, la Galería de aspirantes a premio sigue creciendo. La pena pasa por comprobar una vez más que la gala de entrega de los mismos volverá a sernos negada.

Pues nada, como diría nuestro Presidente, habrá que seguir esperando.

Luis Jonás VEGAS VELASCO.

miércoles, 23 de septiembre de 2015

DEFINITIVAMENTE, EN EUROPA NECESITAMOS VALLAS. LA CUESTIÓN ES SI PARA EVITAR QUE ENTREN, O PARA IMPEDIR QUE SALGAMOS.

Asumido como propio el desamparo que no el desasosiego procedente de escuchar al dirigente de la Unión Europea que hoy mismo ha patrocinado abiertamente la necesidad de defender la estabilidad de la Unión por medio de la instalación de vallas destinadas a dotar de la necesaria seguridad a las fronteras de los países miembros; no podemos por más que aseverar lo que según el “Libro de Estilo” preconizado por el Sr. Ministro de Interior del Reino de España se correspondería con la firma del certificado de defunción de la propia Unión Europea.

Sumidos, más que partícipes, en un contexto que bien parece impuesto toda vez que cada vez  nos resulta más complicado saber a ciencia cierta cuál es nuestro aquí, y mucho más difícil saber cuál es nuestro ahora, lo cierto es que fruto no ya de la opinión, cuando sí más bien del análisis, varias son las cuestiones que parecen si no claras, al menos sí evidentes en lo concerniente a la necesidad de revisión de la que las mismas se hacen acreedoras a la vista del cómo se está comportando la Unión Europea en lo concerniente a la manera de gestionar, si es que la aplicación del verbo no suena a broma, de determinadas cuestiones.

Porque a la vista no ya del inmovilismo como sí más bien de la incapacidad para moverse de la que ha hecho gala la estructura bajo la que al menos en apariencia se alinea toda Europa, lo único que ha quedado claro es que bien por incapacidad procedimental, bien por colapso conceptual Europa, tal y como al menos en apariencia algunos la pergeñaban a la par que otros nos creíamos, resulta hoy por hoy imposible. Y a lo peor, un fracaso.
No sé qué suena más patético, si ver cómo nuestros dirigentes se muestran incapaces para alcanzar acuerdos unánimes en lo concerniente a cuestiones humanas, las cuales al menos a priori habrían de verse solucionadas por medio de la adopción de medidas respaldadas por el peso inexorable de la unanimidad; o poder constatar a la vista de los procedimientos la posibilidad más que evidente de que Europa no disponga en realidad de tales elementos.

Sea como fuere, lo único que a estas alturas resulta del todo indiscutible es que nada, absolutamente nada, volverá a ser igual. Y lo que es aún peor, no lo será ni dentro, ni fuera. Porque si de mediocre merecen ser tratados los procedimientos puestos en práctica por la Comunidad Internacional de cara a solucionar o a lo sumo encauzar lo que se ha dado en llamar el problema surgido a partir de los refugiados; de denostable merece ser tratado ese movimiento surgido casi a la par, en este caso dentro de los países, y cómo no dentro de España, no tanto criticando como sí más bien elaborando falacias a partir de la explotación del miedo a lo desconocido, algo cómo no, legítimo, pero mezquino cuando se explota con el ánimo de promover la construcción de Líneas de Pensamiento a partir de la manipulación de medias verdades.

Lejos de promover hoy la elaboración de cualquier línea de pensamiento reduccionista, en la cual podemos fácilmente vernos atrapados dicho sea de paso tanto acuciando una idea, como defendiéndonos de otra; lo cierto es que la magnitud de la ola con la que a estas alturas no golpea el tsunami, debería de hacernos pensar cuando no en la naturaleza del hecho que en tanto que tal, lo impulsa, sí tal vez en la incapacidad que hemos demostrado no ya ni tan siquiera para entenderlo, sencillamente para elaborar estrategias destinadas a comprender la magnitud del problema que, nos guste o no, llegados a estas alturas manifiestamente nos asola.

No se trata ya de asumir que Europa está en riesgo, aunque ciertamente lo está. Un riesgo es por naturaleza un hecho en grado de potencia, en tanto algo de lo que todavía solo tenemos, a lo sumo, percepción. En consecuencia, un craso y definitivo error cometeríamos si como de nuevo auguran los pensadores de lo ajeno, Europa no solo no está en peligro sino que una vez más, saldrá reforzada con la superación de lo que erróneamente tipifican bajo la convencional etiqueta propia de las que efectivamente, habrían de ser concebidas a la par que tratadas como una crisis más. Pero ahí reside el error de base, a la sazón el que parece estar llamado a colapsar, por sí mismo, todo y a todos los que conformamos el que ahora se manifiesta como eterno proyecto europeo.
Por desgracia, la lectura atenta y desapasionada que proporciona la existencia de perspectiva redunda en formas propias y por supuesto, radicalmente alejadas de las proporcionadas por tales medios, y aceptadas de manera sumisa por tales personas.
De entrada, y cuestionando no solo el fondo cuando sí y con fuerza, las propias formas; lo cierto es que la naturaleza de la cuestión hay que habilitarla no desde lo posible, como sí más bien desde lo constatable. La responsabilidad nos exige así huir de la comodidad que nos proporciona lo potencial, para entender los riesgos inherentes al lo factual esto es, el riesgo no solo existe, sino que es en si mismo una realidad perfectamente constatable a tenor de los efectos que por sí sola ha sido competente para causar.

Que cómo ha sido posible no ya solo el contagio de la enfermedad, sino la llegada de ésta a la mismísima médula del digamos, sistema. Pues precisamente siguiendo de manera pormenorizada la más vieja de las rutas que a tales efectos ha creado la Historia, y que inexorablemente hace escalas en los puertos de soberbia, exceso de seguridad e inmunidad, todos ellos dentro del mar de Absoluta Superioridad.

Porque de eso y de nada más que de eso se trata en realidad. La verdadera esencia tanto de este problema como de otros a los que nos habremos de enfrentar si sobrevivimos radica en comprender hasta que punto nuestra incapacidad para comprender la esencia o el fracaso de ésta para ser implementada con éxito en los países miembros de la Unión, ha terminado por confeccionar un escenario en el que todos los núcleos en torno a los cuales en buena lógica habrían de girar tanto los procesos como los proyectos de la Unión Europea, constituyen  en realidad una enorme bola de… ¡Nada!

Fumum vendidi. (Vendió humo).  Tal habrá de ser en buena justicia el epitafio del que unos y otros nos habremos hecho acreedores en tanto que una vez más por acción o por omisión, partidarios y detractores habremos unido de manera absolutamente indecorosa nuestras fuerzas en pos de promover la que ahora ya sí puede efectivamente consolidarse como la crisis que verdaderamente acabó con la Unión Europea. Su secreto, muy sencillo, en vez de perder el tiempo desarrollando estrategias jactanciosas, le ha bastado con leer a los Clásicos. En “El Retrato de Dorian Grey” ha encontrado la clave. Bastaba con enseñarnos el reflejo de nuestra propia imagen en un espejo, y esperar a ver el efecto que la misma nos causaba.

Mientras, los incautos, los aficionados a la salmodia monocorde seguirán, a tales efectos, entonando sus cantos en este caso implementados de una u otra manera en el viejo refrán: “por la caridad, entró la Peste”. Con todo, o a pesar de todo, lo cierto es que no es más rico el que más tiene, sino el que menos necesita. Y a estas alturas la única reflexión sincera pasa por constatar y a la postre asumir que en realidad todos estamos, quién sabe si más que nunca, verdaderamente necesitados.


Luis Jonás VEGAS VELASCO.

miércoles, 16 de septiembre de 2015

Y EL MITO VUELVE A DESMORONARSE.

Y en esta ocasión las fuerzas que se han aliado para conseguir semejante proeza no hay que buscarlas ni en El Olimpo, ni por supuesto en los arsenales de ninguna nación beligerante. En esta ocasión tan solo ha hecho falta el llanto de un niño, muestra palpable de la inocencia traicionada, y el llanto desesperado de un padre incomprendido, incapaz de entender cómo es posible que deban de recorrerse más de dos mil kilómetros para acabar encontrando la misma miseria que dejó atrás, en este caso en forma de incomprensión.

Anotad con presteza la fecha que llegado este momento ya vemos alejarse. Porque hoy podemos haber sido testigos del fin definitivo de la Unión Europea. Que nadie se alarme, mañana seguiremos siendo europeos. Los cajeros seguirán dispensando euros, los cuales seguirán siendo aceptados en las tiendas y en los bares, de cuyos televisores seguirán brotando las noticias referidas en este caso a la Champions. Mientras, de los informativos radiofónicos seguiremos extractando los pasajes en los que malnacidos con forma u ocupación de embajadores (la forma falaz en la que actualmente se esconden los malos diplomáticos); incapaces de hallar justificación para las aberraciones que contra los Derechos Humanos ejercen sin disimulo sus países; tienen que atacar mordiendo, tal y como hacen los perros rabiosos, sin medir, como ellos, la intensidad de un mordisco que irracional e inadecuado solo se para en barras ante la mano que les da de comer.

Más allá de ecuaciones vinculadas a cajeros, ya sabéis, aquéllas en las que se somete a consideración si la actual disposición de la Unión Europea no es en realidad sino una suerte de estafa fruto del triunfo definitivo de las disposiciones económicas una vez éstas someten al resto de disposiciones, exigiendo sacrificios, el primero por supuesto ligado al de las otras consideraciones como pueden ser, por ejemplo, las sociales.

Una vez más, y como entonces, el mito se viene abajo. Y una vez más lo hace firmando quién sabe si su definitiva perdición, por medio de mentiras, que no de ardides. Como la primera vez, Europa ha cabalgado a lomos de un toro que en realidad nunca dio su verdadera cara. Como en la otrora ocasión, Zeus, en este caso con forma de miseria, si cabe más moral que económica, vuelve a sumergirse en el Mediterráneo y, como aquella vez, para traer la desgracia de Europa.

Pero hoy los tiempos son otros. Los Hombres han crecido, quizá hasta sea verdad que han dejado de ser niños, y tal vez por ello hayan dejado de soñar. Y cuando el Hombre pierde la capacidad de soñar es cuando indefectiblemente pierde el derecho a alcanzar una vida mejor!
Es a partir de ese momento, cuando los ríos dejan de llevar vida y, simplemente arrastran su miseria y su tedio hacia el mar, cuando todo está irreversiblemente perdido.
A partir de ese momento, la envidia y la frustración, ardides definitivos tras los que se esconde una única realidad humana, la que emerge cuando sale a la luz lo peor de cada casa; irrumpen en escena ocupando el espacio que en condiciones normarles ocupaban caracteres bien distintos como podían ser la humildad, la generosidad, en definitiva la bondad de espíritu.

Pero hoy todo eso ha caído. O por ser más exactos, a la par que más justos, habremos de decir que se ha venido abajo. Porque como ocurre con la edificación mal construida que carece de cimientos fuertes; o como le pasa a la que aún estando dotada de cierta apariencia de robustez, se ve sacudida por fuerzas desconocidas; su destino parece estar ligado al del polvo cuando no al del montón de restos de cascotes al que queda reducida una vez el colapso se ha producido.

Llegados a este extremo, y parafraseando a un buen amigo, de verdaderos irresponsables, cuando no de incongruentes y mezquinos, es la actitud de quienes incapaces de asumir la responsabilidad que se deriva de sus acciones, ha de buscar siempre en los demás al culpable de lo que él, en esencia, identifica como la fuente de sus miserias.
Responsabilidad vinculada a una acción. Se trata sin duda de la exposición lógica más aceptable a la hora de entender la causalidad que de manera inherente liga nuestros actos con la responsabilidad. Pero en el caso que nos ocupa otra variable, o por ser más exactos una nueva forma de variable, incurre en el escenario adoptando además el papel que en principio estaba reservado a los protagonistas y así: ¿pueden devengarse responsabilidades procedentes no de un acto, cuando sí más bien de una omisión de éste?

En lo que planteamos la pregunta, o en el peor de los casos en lo que definimos los parámetros en los que habrá de quedar definido el contexto en el que todo esto acabe por tener mayor o menor sentido; otros actores, como por ejemplo Hungría, deciden tomar parte activa en la afección de la ecuación y así, si podemos actuar, para qué dejar reducido al extenso campo de la interpretación, lo que objetivamente puede ayudar a definirnos como animales comportándonos como tales sin que de la interpretación pueda derivarse interpretación alguna a tales efectos.

Pero la pesadilla no ha hecho más que empezar. Alcanzados estos derroteros, y una vez que solo intuir la magnitud de la debacle podemos; obligados nos vemos a interpretar la mencionada desde el punto de vista de la categoría de la que se ha hecho acreedora esto es, de emergencia estructural. Convencidos de que no ya la supremacía como sí más bien la supervivencia de Europa es lo que a estas alturas está en juego, es cuando vagamente podemos hacernos una idea de lo peligroso a la par que definitivo del camino que irresponsablemente hemos comenzado a andar.

Un camino que en este caso no lleva a Creta, un camino que para muchos acaba o ha acabado ya en el fondo del Mar Mediterráneo.

Y es precisamente de la constatación de ese hecho, o más concretamente de comprender el tan diferente impacto que tamaña constatación inflige respectivamente a los ciudadanos, respecto del efecto que causa a quienes ejercen la responsabilidad de su representación en las Instituciones Públicas, lo que me lleva a saber y por ende a manifestar de manera clara y calculada que Europa, al menos la Europa que creíamos conocer, está muerta.

Pero tal vez hasta eso sea demasiado optimista. Decir que Europa acaba de morir conlleva aceptar, cuando no asumir, que hasta ayer seguía viva. A finales del XIX Bismarck certifica el final del Gran Imperio suscribiendo aquella según la cual: Ningún objetivo para cuya consecución sea necesario infligir dolor a un semejante, se muestras realmente digno del merecimiento de ser alcanzado.” De parecida lid, si sujetar Europa requiere de sacrificios humanos, creo sobradamente llegada la hora de plantearnos no tanto la supervivencia de Europa, como sí más bien la necesidad de verificar en qué momento nos desviamos del camino.

Mientras, otros, ¿realmente los de siempre? Se jactan de ser dignos de apreciar los regalos que para Europa Zeus llevó hasta Creta. El cánido que una vez ha mordido, no suelta la presa; creo que por Berlín ha vuelto a encontrar sombras de su gusto. De parecida manera, la jabalina que una vez lanzada jamás falta a su cita con su objetivo, parece no obstante más reacia a encontrar un lanzador digno.

Sea como fuere, el tiempo se agota. Un tiempo que por unos es medido en kilómetros de valla levantado, mientras otros lo medimos en cantidad de llanto que los niños habrán de seguir vertiendo.
Pocas veces el tiempo, e incluso su interpretación, han dejado de estar sujetos al relativismo.


Luis Jonás VEGAS VELASCO.

miércoles, 9 de septiembre de 2015

DE CUANDO MENOS ES MÁS.

…O del efecto que produce constatar hasta qué punto, la miseria en sí misma se ha implantado, más que hacer acto de presencia, en nuestra realidad.

Abrumados como no puede ser de otra manera no tanto por el dramático giro que la realidad está tomando, como sí más bien por el relato que de la misma se está llevando a cabo; y aceptando como prerrogativa el hecho de que así como cada animal come aquello para lo que su aparato digestivo está preparado, nosotros recibimos la información bajo la forma y desde los fondos para los que estamos preparados; lo cierto es que sinceramente, y sin entrar, al menos de momento, en la intensidad de las formas mediante las que se nos agrede, que sinceramente hemos llegado a un punto en el que resulta difícil respirar.

En un mundo de falacias en el que lo virtual, lo desnaturalizado y por qué no decirlo, lo carente del nostálgico peso de la verdad, ha acabado por imponerse, lo cierto es que cualquier aspiración de humanidad, esto es, cualquier esperanza de encontrar en el medio que nos envuelve, un comportamiento en el que verdaderamente podamos identificar muchos, por supuesto que no necesitamos que sean todos, de los elementos en los que antaño podríamos haber aspirados a identificar a un ser humano; acaba por resultar no ya una dura complicada tarea, cuando sí más bien por revelarse como un verdadero imposible.

Lejos de mostrar visos de palidez en el caso de ceder a la que se revelaría como hipócrita tentación manifestada en el caso de que la presente continuara en torno a las conocidas afirmaciones que pasan por el “no entendemos qué le está pasando al mundo” o “ciertamente esto tiene que cambiar”, lo único cierto es que el único estándar por el que está dispuesto a pasar éste que humildemente a ustedes un día más se dirige; es aquél que transita por la inexorable línea que bordea el espacio sugerido a los elementos que comparten campo semántico con la expresión “todo lo que estamos observando era perfectamente previsible.”

Sin embargo una vez más, y adoptando, ¿cómo no? una de esas actitudes tan previsibles, el ciudadano español ha decidido, tal y como demuestra la actitud que al respecto ha mostrado en multitud de ocasiones, renunciar si no a todas, sí a la práctica totalidad de las funciones cuando no obligaciones a las que precisamente desde su condición de ciudadano, merecía respeto.
Hemos entrado así, poco a poco, en una suerte que evolucionando hacia vorágine, ha terminado por invadirlo cuando no por contaminarlo todo sin excepción, consolidándose de manera rauda en las primeras posiciones del listado que conformado a partir de las disposiciones de obligado cumplimento, vendría a denotar las consideraciones adecuadas, o cuando menos exigibles.

Si bien duchos en la materia, no resulta imprescindible en este caso ni tan siquiera mostrarse raudos en la labor de prospección para toparnos rápidamente, a la sazón casi sin querer, con la comprensión de las consecuencias deparada por la primera contingencia la cual no es otra que la de entender hasta qué punto el proceso político se ha inmolado en aras de mantener una ficción basada en la falsa creencia que la conducta representativa parece aportar.

Dicho de otra manera, o si se prefiere acudiendo a elementos de carácter  menos abstracto aunque en el caso que nos ocupa no por ello menos acordes; lo cierto es que si de verdad resulta una postura coherente la que procede de seguir afirmando que efectivamente la talla ya sea ésta política o moral de nuestros dirigentes resulta verdaderamente útil a la hora de extrapolar la valía en parecidos órdenes de magnitud de aquéllos sobre los que ejercen su dominio; es cuando definitivamente he de citar a MARX, (tranquilos, a Groucho), cuando dando una vez más de lleno en el clavo dice aquello de “Si de verdad este es el mundo que nos espera que se pare, yo prefiero bajarme”.

Es así que una vez puesta de manifiesto la absoluta ausencia de talla en la mayoría cuando no en todos de los a la postre cada vez más importantes asuntos a los que se ven enfrentados quienes han sido y por ende se conducen como nuestros representantes, es cuando me veo en la obligación de poner de manifiesto la preocupación que me embarga y que puede expresarse fácilmente en forma de una pregunta corta: ¿De verdad es a esto a lo máximo a lo que podemos aspirar?

El incremento en magnitudes exponenciales de la intensidad conceptual de los problemas a los que hoy por hoy ha de hacer frente cualquier político ya sea del orden que sea, es decir, tanto si se mueve en términos de municipio o diputación, como si lo hace en otros superiores, representación de los cuales puede hallarse en comunidades autónomas y entidades de parecido privilegio es hoy, tan grande, que sin duda ni podemos ni debemos permitirnos el lujo de que nuestro poder de representación mengüe un ápice a colación de la estulticia o de la mera falta de capacitación de la que puede dar muestra cualquiera de los que componen las mencionadas estructuras.

De esta manera, la absoluta falta de nivel desde el que se están tratando asuntos tan a priori dispares como pueden ser la Cuestión Catalana o el Qué hacemos con los inmigrantes adquieren visos de certeza paralela a partir del momento en el que ambos pueden verse azotados por el látigo de la crítica que llega a ello de manera homogénea y coherente porque: ¿Acaso no ver la evolución de las cuestiones cuantitativas que a efectos marcaban el problema en ambos casos no viene a explicitar cómo, efectivamente, menos es más?

De no ser así, o de no participar de la exposición cuando no del fondo de la cuestión, respondan conmigo y con la debida sinceridad a una única cuestión: Vista la evolución de la cifra correspondiente al total de refugiados que el Estado Español estaba dispuestos a acoger…¿No resulta evidente el permanente retroceso al que este Gobierno ha tenido que someter las que en principio parecían posiciones inamovibles?
Y en lo concerniente a la Cuestión de Cataluña: ¿Alguien en su sano juicio podría haber imaginado el éxito que para los independentistas catalanes supone el haberos traído a este aquí y a este ahora, antes siquiera de someter la cuestión a plebiscito?

En definitiva Señor Presidente, de su manera de afrontar las cuestiones extraigo yo su lema de campaña: MENOS ES MÁS.


Luis Jonás VEGAS.

miércoles, 2 de septiembre de 2015

MARTES: NI TE CASES, NI TE EMBARQUES…

Ni por supuesto legisles. ¡Y mucho menos en caliente!

Cuando poco a poco el cada vez más rápido devenir del nuevo marco temporal al que la acción de nuestro Gobierno nos traslada viernes tras viernes comenzaba a aclararse al aplicarse denodadamente ese gran traductor en el que por otro lado se convierte la especial naturaleza de los tiempos cuando los mismos se ven afectados de manera no tanto superlativa, sino sencillamente trascendental; es cuando la gran respuesta parece quedar no tanto respondida, como sí más bien soslayada.

Intrínsecamente agotados no tanto por la cuantía objetiva que los años de gobierno del PP suponen, como si más bien por los efectos que el coeficiente de  interpretación subjetiva nos provoca a la vista de las acciones que el mismo nos regala y que referidos en forma de Real Decreto Ley conforman su especial interpretación de lo que hasta hace algunos años se consideraba una forma democrática de gobernar. No ya llegados a un momento cuando sí definitivamente alcanzado el instante en el que definitivamente hay que restregarse los ojos y pellizcarse en el muslo para constatar que, ciertamente no estamos soñando; es cuando Mariano RAJOY y sus secuaces deciden quitarse la máscara, y dar el paso definitivo que les conduce no tanto a ellos hacia el buen camino, como sí más bien a nosotros hacia la constatación inefable de lo que solo la prudencia se empecinaba en mantener velado.

¡Tranquilos! ¡Los cuatro años de desazón, desavenencias y disgustos con los que la Derecha lleva años despachándose a gusto no se identifican con un momento de locura transitoria! Más bien al contrario, tal y como en las últimas horas sus propios protagonistas se empeñan en demostrar;  forman parte de un plan perfectamente pergeñado y de cuyas premisas, y quién sabe si de sus consecuencias, seremos informados cuando corresponda. Y ese plazo, o más bien esa conclusión se considerará alcanzada precisamente cuando los mismos que causan la infección decidan sobre el tipo de medicación que habremos de ingerir en pos de lograr nuestra recuperación.

Sin embargo, tal y como viene ocurriendo con todo lo que tiene que ver con los hechos vinculados a la gran tesis en la que se ha convertido el descifrar la pregunta capital a saber: ¿Qué pasa por la cabeza de un electorado formado en su mayoría por Clase Media Trabajadora (hace algunos años), para que hoy por hoy gobierne “La Derecha”? Viene a constituir una pregunta un tanto compleja en lo concerniente a tratar de buscar una respuesta, siempre que para ello sigas convencido en emplear y lo hagas de manera exclusiva, métodos objetivos o incluso competentes a la hora de pasar con éxito las pruebas que podrían incluso dotar de verosimilitud científica semejante protocolo.

Por ello, y respondiendo conforme a la conocida disposición paternalista con la que este Gobierno, y en especial nuestro querido Presidente acostumbran a dirigirse a su Pueblo cuando la especial relevancia o la supuesta dificultad de lo analizado así lo merece siempre según sus criterios; será como la verdad, o al menos su verdad, habrá de abrirse camino a través de algo más que de la habitual farfulla obstruccionista al haber alcanzado en el caso que nos ocupa el calibre de la maniobra tintes cuando no insospechados, sí verdaderamente preocupantes.

Porque no se trata ya de que el Gobierno se haya planteado modificar “ad hoc” una disposición legislativa, como por otro lado es cierto. No se trata de que acudiendo a métodos que ciertamente creíamos olvidados desde los tiempos en los que las hogueras iluminaban la noche en nuestros pueblos, el Gobierno se crea en disposición de plantear una reforma legislativa destinada a convertir en delito un hecho perfectamente identificado, estando dispuesto para ello a poner nombres y apellidos de forma previa a aquéllos que ¿por Lógica? Habrán de personalizar la comisión del mencionado delito.
Lo que verdaderamente resulta sangrante es que una vez más se disponga a llevar a cabo semejante tropelía, ¡cómo no! sin parar en barras esto es, sin medir las consecuencias que de cara a la Historia o incluso a futuras interpretaciones, sus actos puedan evolucionar en forma de consecuencias inesperadas.

Porque hablando claro, y por supuesto sin entrar si quiera de refilón en el sin duda poblado universo de matices técnicos desde los que la propuesta carece de cualquier fundamentación; lo que en mi humilde opinión debería preocupar al españolito de a píe habría de ser una cuestión que bien podría quedar de la siguiente manera formulada: ¿Qué hemos hecho tan mal como país para que un Gobierno de Derechas que se ha alzado con el poder estafando mediante la defensa de un Programa Electoral que inmediatamente después de auparles en el poder ha sido necesariamente soslayado intuya que puede ahora, a días de la disolución de Las Cámaras Legislativas; poner en marcha por procedimiento de urgencia la reforma de uno de los Organismos Oficiales destinados fundamentalmente a fiscalizar la acción del propio Gobierno?

La pregunta, que habría de ser considerada de traca, habría de degenerar en una cuestión ciertamente de chiste forzada por ende a perderse en el transcurso de su propia tramitación parlamentaria de no ser por dos pequeños detalles: El primero, dotado de un marcado carácter técnico pasa por la asunción de que el propio procedimiento con el que el Gobierno ha ungido el procedimiento en sí mismo, adolece de múltiples fallos en especial de forma y cómo no, de fondo. El segundo, más conceptual y a la  postre más sustentado en las minucias subjetivas, pasa por constatar cómo nuestro Gobierno pretende ningunear hasta el final la acción de Las Cámaras hurtando con ello a nuestro país lo que otrora fue una intensa actividad parlamentaria. Mas como la realidad se empeña en poner de manifiesto, la Actividad Parlamentaria se convierte en la mejor manera de medir la salud política de  un país. Y dejando a un lado las necedades, lo que este Gobierno necesita, y desde tales premisas dirige sus condicionantes, es un Pueblo enfermo.

Aunque si bien a estas horas deberíamos estar suficientemente alarmados a partir de las noticias que tan solo del análisis técnico de la jugada se derivan; no es menos cierto siempre según mi entender que igualmente ricas en preocupaciones habrán de ser las derivadas que el asunto nos proporciona atendiendo en este caso a la vertiente más conceptual o dicho de otra manera, a las múltiples interpretaciones que pueden devengarse en el caso de constatarse, tal y como la urgencia del procedimiento desatado parece indicar, que en realidad la sospecha de que efectivamente vivimos en un país de cartón piedra sujeto con chicles en las juntas viene a describir con bastante precisión, en contra de lo que pueda parecer, la que según algunos interesados viene a ser el actual estado de la Estructura del Estado.

Es entonces cuando si bien dándole un viso de probabilidad que por supuesto no de certeza al hecho de la tan temida desarticulación del propio Estado, es desde donde he de dirigir la que a mi entender evoluciona hacia cuestión clave: ¿Podría derivarse de alguna de las actuaciones de nuestro actual Gobierno sospecha que ni tan siquiera duda según la cual son tales u semejantes prácticas las que han conducido al propio Estado al presente momento no rocambolesco, cuando sí más bien por primera vez verdaderamente peligroso para la sostenibilidad del propio Estado? De ser así: ¿Quién quedará para erigirse en garante del nada liviano ejercicio que constituye el defender tamañas causas cuando, por ejemplo, sea el propio Estado quien con su tremenda inercia pueda llegar a poner en peligro la naturaleza de alguna minoría? Tal vez convenga aquí recordar que la justificación de la existencia del Tribunal Constitucional reside en la aceptación de la posibilidad de que la naturaleza o el devenir del propio Estado pueda poner en peligro ya sea en un determinado momento, los derechos de una minoría la cual, como es sobradamente conocido merece ser protegida con mayor fuerza si cabe de los envites que la propia maquinaria estatal puede llevar a cabo en el desarrollo de sus reales o supuestas competencias.

Como dice Hobbes: “las verdaderas competencias del Estado pasan por limitarse a sí mismo por medio de la promulgación razonada de leyes encaminadas a engrandecer la acción del Estado sobre aquéllos en los que redunda su acción (…) perdiendo por otro lado toda su tesitura moral si de la promulgación o revocación de las mismas surgen extralimitaciones encaminadas a influir consciente o inconscientemente en el bienestar de los legislados”.

¿Queda claro o adjuntamos un croquis a modo de explicación?

En cualquier caso, y haciendo concretamente caso tan solo a la escenificación en sí misma, me decanto definitivamente por adjuntar un dibujito rico en anotaciones y acotado. Máxime después de escuchar al Candidato del PP Sr. Albiol afirmar con la conducta tajante propia del pedante conservador que efectivamente, se acabó la broma.

¿Significa ello que los actuales esfuerzos por reducir España a una chanza están siendo llevados a cabo de manera descontextualizada?
De existir alguna sospecha en tal dirección, me remito a la cuestión de si verdaderamente nos hallamos en un vehículo del que el conductor efectivamente no tiene la llave.


Luis Jonas VEGAS VELASCO.