miércoles, 27 de mayo de 2015

OBJETIVO FINAL: DESMONTARLO TODO.

Presos todavía de la ola de sensaciones que sin duda nos han proporcionado tanto los resultados como sin duda las reacciones a las que las los mismos han dado lugar, me atreva a afirmar una vez que considero las 72 horas transcurridas como más que suficientes de cara poder afirmar que mi conclusión no está intoxicada, que efectivamente, todavía no hemos sido capaces de interpretar las verdaderas consideraciones a las que nos aboca el nuevo escenario vinculado a los resultados gestados en las pasadas elecciones del pasado 24 de mayo.

En un contexto en el que todo, absolutamente todo había de estar supeditado a una interpretación en mayor o menor medida vinculada a la crisis, afirmo hasta qué punto me sorprende cómo, más allá de aspectos anecdóticos, a lo sumo puntuales, nada ni nadie parezca dispuesto a llevar a cabo el análisis definitivo esto es, el destinado a establecer sin tapujos los vínculos sin duda existentes entre la consabida crisis, y la hostia que Mariano y sus acólitos han recibido en toda la morra.

Porque si bien es cierto que tanto unos como otros parecen tener claro, al menos en su subconsciente así parece ser, que efectivamente el sentido del voto que en general ha inspirado a los españolitos procede no tanto de la barriobajera campaña a la que hemos tenido la desgracia de asistir, como sí más bien a la permanente constancia que en nuestra mente tenían ciertos hechos tales como las listas de niños esperando para poder acceder a la que tal vez fuera su única comida diaria, vinculada a un comedor social (sí de los que se ven amenazados por el Partido Popular), o esas otras en las que una mujer que mañana será Alcaldesa de Barcelona, era zarandeada por integrantes de las Fuerzas y Cuerpos de la Seguridad del Estado; lo que no resulta menos cierto es que llegar a pensar que el sentido del voto, expresión última al menos en apariencia de la voluntad del ciudadano, pueda en realidad tener un efecto tan claro y definitivo sobre un tinglado en apariencia tan bien montado como el que hasta el pasado sábado parecía tener ese hoy por hoy casi olvidado Gobierno del Partido Popular.

Sin arrebatar un ápice de honor al logro tan merecidamente alcanzado por los cientos de miles de ciudadanos que por medio de su sufragio han puesto coto no tanto al Partido Popular, como sí más bien a sus desmanes;  lo cierto es que yo no acabo de participar totalmente de la idea según la cual el cambio del que tanto se habla en los últimos días, y del que supuestamente hemos sido precursores por medio de la emisión de nuestro voto; pueda en realidad ser habilitado de manera tan contundente hasta el punto de hacernos pensar que efectivamente, el control absoluto se halla, como si de nuestro televisor se tratara, en nuestras manos.

Para tratar de hacernos una idea de lo que hoy trato de expresar, establezcamos una comparación de grado entre dos conceptos últimamente muy manidos cuales son cambio coyuntural, en contraposición si se desea con cambio estructural. Tenesmo así que un cambio estructural habrá de ser aquél que acontece con fines o desde una voluntad de pertenecer es decir, que ha venido para quedarse. Al contrario, un cambio será coyuntural cuando tanto su procedencia, como por supuesto su recorrido, obedece a la suma de uno o varios hechos contingentes, los cuales por sí mismos convergen en sus recorridos en pos de proporcionar una imagen adecuada del grado de proyección que de éste puede esperarse.

De considerarnos inmersos en el mundo propio de L. Carroll, ya saben ese mundo en el que los conejos blancos hablan, y a la vez toman el té de las cinco con una niña que si bien contempla tal hecho con absoluta naturalidad, no duda en cuestionar el Gobierno de la Reina de Corazones, tal vez participaríamos de esa otra gran ficción de la que da cumplida cuenta la teoría según la cual hemos de creernos que, efectivamente, existe una relación entre las decisiones que un Gobierno toma, y el grado de cumplimiento que éstas promueven una vez adaptadas a la realidad. Algo tan chusco, que para ser refutado habría de necesitar de un argumento tan atronador, como el que pasa por afirmar que, sin el menor género de dudas, los intereses albergados hoy por los políticos vienen efectivamente dictados desde la firme voluntad de conducirse como servidores del bien común.
Pero como desgraciadamente incluso Alicia terminó por despertar del sueño, es así como a nosotros se nos ha prohibido definitivamente, soñar. Es entonces cuando en el mundo de realidades al que se nos ha condenado, comienzan a tomar forma cuestiones tales como las que pasan por hacer evidente la escasa vinculación existente entre las decisiones que en principio toma un Gobierno, y el grado de cumplimiento efectivo que de la misma puede esperarse.

Hecha tamaña salvedad, y lo que resulta más ilustrativo, efectuada sin que en el fondo nadie se lleve las manos a la cabeza, lo único que parece quedar claro es que todos somos más o menos conscientes de la realidad en la que vivimos. Una realidad que pasa por asumir que efectivamente, otras son las fuentes desde las que se dictan las realidades de nuestro país, incluyendo aquéllas que pasan por dictar los designios de nuestro país.

Asumido tal implemento, el resto viene no tanto por conclusión, como sí más bien a título de corolario: El removimiento al que este Gobierno va a ser sometido sea o no éste implementado desde el punto de vista de una Crisis de Gobierno, responderá no tanto a un problema electoral, como sí más bien a la concesión efectuada por quienes albergan un poder tan magnífico que ni siquiera necesita ser refrendado en las urnas (tranquilos, no me refiero a la interpretación del poder que tiene Ana Botella), sino a esas grandes macroestructuras económicas y financieras, o directamente económico-financieras detrás de los cuales como en el caso de los ratones ante el sonido de la flauta del Hammellin, corríamos todos.

Un poder que siguiendo una senda perfectamente urdida, cuyo trazo como el de las alfombras persas es perfectamente reconocible en países como Italia, Grecia, (Francia), presenta su denominador común en la constatación certera de que incluso Gobiernos amparados por mayorías absolutas, pueden ser derrocados de un día para otro y lo que es peor, sin hacer ruido.

Es así como se entiende que estructuras hasta el lunes inexpugnables, como pudiera ser el caso de plazas como Madrid, Valencia o la propia Castilla y León, sucumban una vez más como durante siglos ha pasado no tanto a la presión hecha por los héroes, como sí más bien a los ardimientos efectuados por los traidores que al primer golpe de suerte corren raudos a rendir desde dentro las puertas de la ciudad.

Solo así puede entenderse que personas otrora pertenecientes a insignes estructuras vinculadas con el poder, cuando no instigadoras de éste mismo en tanto que tal, corran ahora como pollos sin cabeza arrastrando su vergüenza cuando no su falta de orgullo, prestándose algunas a juegos propios de antiguas meretrices no de burdel, a lo sumo de esquina, propensas en otros casos a los diagnósticos que algunos, alumnos del conocido Doctor López Ibor podrían atribuir a excesos propios del mal de la histeria.

Pero lejos de banalizar, lo único que ha de quedar claro una vez más es la intensidad del grado de manipulación de la que somos objetos. Como en el caso de un a menudo macabro juego, los deseos y sueños, cuando no las esperanzas del mundo, sucumben a la certeza de los ardides desplegados por quienes convencidos de su superioridad, por otro lado manifiesta, logran una vez más, ponernos en nuestro sitio, a saber, el sitio antaño ocupado por la plebe, justo antes de degenerar en chusma.

Es así como una vez más, a través del incisivo espejo que la intuición nos ofrece, que tanto las relaciones propias de la masa churra, como las exclusivas conductas practicadas por la exclusiva casta de los pro-hombres, adopta ante nosotros visos de plena certeza, la certeza que pasa por saber que lo único que a unos y a otros une es la ignorancia de no ser capaces de dar con la tecla de saber que respectivamente, tanto unos como otros son igualmente manipulados. Así, como ocurre en el macabro juego de naipes, nuestra carta, la imagen de nuestros vicios, es visible para todo el mundo, excepción hecha de nosotros mismos. Por ello nuestros vicios y miserias son conocidos por todo el mundo, menos por nosotros mismos, y esa ignorancia, lejos de sumirnos en la desazón, no hace sino dejarnos vivir, prolongando el drama.

Cayó Jericó. Cayó Roma. Caerá Mariano. Lo único digno de ser tenido en cuenta, el ruido que haga en su arrastre.



Luis Jonás VEGAS VELASCO.

martes, 26 de mayo de 2015

DE LA INCOMUNICACIÓN A LA ESTULTICIA, PASANDO POR UNA DERROTA ELECTORAL.

Dejados una vez pasar las cuarenta y ocho si no de rigor, sí tal y como ha quedado demostrado, lo suficientemente adecuadas para justificar el silencio propio sobre todo cuando la hemorragia verbal de los demás convierte no en necesario sino en imprescindible el desear disfrutar de la carantoña que a menudo te regala el silencio; es cuando puedo verdaderamente empezar no tanto a relatar lo que opino, como sí más bien a referir lo que pienso una vez he escuchado lo que opinan los otros.
Porque si a estas horas de algo estoy absolutamente seguro, es de que al contrario de lo promovido por los místicos de la diplomacia, no solo es necesario que existan los otros, sino que a estas alturas la higiene social convierte en imponderable el hecho de que resulte absolutamente sencillo no tanto el diferenciarlos, como si más bien el identificarlos. Porque lejos en mi ánimo de caer en la superficialidad propia del establecimiento de etiquetas, lo cierto es que a estas alturas, después d escuchar en educado silencio y con absoluto respeto tanto a los unos, como a los otros, lo único que tengo claro es que por primera vez en mi vida (reconociendo que me encuentro en el límite de los que según Albert RIVERA podemos optar a ejercer en Política sin complejos), tengo miedo. Tanto que considero imprescindible no ya el lanzarme a relatar mis pensamientos, como el hacerlo veinticuatro horas antes de lo que tengo por costumbre hacerlo, al menos en este medio.
Sí, tengo miedo. Y lo tengo no tanto por lo que oigo, no tanto por lo que veo. Lo tengo por lo que intuyo. Y digo por lo que intuyo, porque apelando una vez más a esa distancia conceptual que reconocido sin el menor trauma me aleja de muchos, lo cierto es que el escuchar determinados discursos, el comprender determinadas reacciones en la mayoría de los casos proferidas por los que aún pensando de manera radicalmente opuesta, las circunstancias hasta el momento les han permitido aletargar sus impulsos, lo cierto es que hoy parecen decididos a actuar.
Escucho así a avezados profesionales de la Comunicación, algunos de los cuales se han sumergido, hay que reconocerlo, en el pozo sin fondo de la Opinión sin medida, esto es, dada aunque nadie la haya pedido; y encuentro en los relatos que van conformando las mimbres de las tales opiniones el poso rancio de un discurso que más allá de, valga la redundancia, opinión, no viene sino a converger en los preceptos propios del totalitarismo recalcitrante reconocible, ahora sí, en los documentos de la hemeroteca protagonizados por los que según el recurrente Sr RIVERA, lo cierto es que ya por triscar en tales épocas, parecen en realidad poco recomendados en pos de hacerlo ahora.
Opinadores del Apocalipsis que ahora sí, quién sabe si a la vista del para nada coyuntural cambio de rumbo que hemos experimentado, no dudan un instante en apuntarse a las teorías propugnadas por los que hasta el sábado integrábamos el Club de las Trompetas de Jericó. Un club cuya única característica de ingreso requiere tener el suficiente sentido común como para reconocer que hoy por hoy el voluntarismo que se encierra en la inocencia del Positivismo Social, hace recomendable amparar nuestros designios en algo más que en la certeza de que todo por sí mismo, pasará.

Opinadores a los que tal y como le ocurrió a Cristóbal COLÓN con sus tripulantes, les basta un mal role del viento para correr en desbandada gritando motín, una vez han comprobado que la concurrencia de circunstancias obvias, en este caso las que se materializan en el imponderable de comprobar que una vez superada la borda, no hay adónde ir; si bien a éstos les cabía la decencia de poder afirmar que eran aquéllos terrenos a la sazón inescrutables.
¿Estará ahí ciertamente el origen del problema? ¿Se resume el origen del miedo al hecho de que efectivamente entramos el aguas inescrutadas? ¿O se trata más bien, y aquí no cabe la acción balsámica de la prudencia; de un sencillo caso de cobardía manipuladora dispuesta para manipular tras tal prudencia lo que no es sino la iniquidad propia del ladino que nada guardando en este caso no su ropa, sino la que le ha arrebatado al aquél que nadando con él, no ha sido capaz de sobrevivir a la acción agotadora de la corriente?
Porque hete aquí que cuarenta y ocho horas han sido suficientes para arrebatar la careta a todos los que pese a engrosar la lista de partidos que necesitaban parecer demócratas sencillamente porque sus acciones o los de sus ancestros se empeñaban en contradecir tales parámetros; a todas aquellas personas que incluso a título de anécdota necesitaban lavarse con lejía cada vez que generalmente por necesidad de mantener las formas se veían obligados a intercambiar unos instantes con integrantes de la plebe, convenciéndose a sí mismos de que, efectivamente, la lejía es un buen desinfectante.
Mas por mucho que lo mentado hasta el momento pueda parecer pernicioso para unos, inadecuado para otros, y exagerado para un grupo (el conformado por los diplomáticos a los que arriba he hecho mención); lo cierto es que una vez transcurrido el minuto de sonrojo, algunos serán, al menos eso espero, los que me den algo de razón.
Y si lo dicho hasta el momento puede resultar aterrador, sobre todo a la hora de concitar las formas del escenario hacia el que sin necesidad de mucho especular parece nos dirigimos, qué decir si integramos dentro del mismo a los políticos.
Entes una vez amorfos, las menos indescifrables; lo cierto es que su hacer, o cabría decir la falta de la misma, parece ser lo que nos ha traído a este aquí, a este ahora. Porque si nos atrevemos a someter a un ligero análisis los planteamientos desde los que en los últimos meses unos y otros se han conducido, resultará complicado no pecar de manipulado si según los parámetros de lo que llamaríamos eufemismo MARHUENDA, nos empeñásemos en seguir escondiendo al cabeza bajo la tierra, olvidando que con todo, el culo se queda fuera, y lo que es peor, en una pose poco recomendable.
El Político, ese ente indescifrable que hasta ayer algunos a priori considerábamos destinaba su esfuerzo en pos de desplegar una batería de acciones encaminadas a promover el bien común, pero que tal y como ha quedado sobradamente certificado es hoy por hoy incapaz de garantizarse el bien propio (y no será por falta de entrenamiento para conseguirlo).
El Político, ese ente inconsistente que lejos de respetar el legado de los griegos, antecesores en la práctica de eso que ellos hoy desprestigian con su quehacer diario, hablo del ejercicio político en sí mismo, y que hace que los demás abandonemos la conducta beneficiosa para la Polis, convencidos en definitiva de que lo mejor es hacerse y parecerse a un Idiota.
El Político, ese ente que como un niño chico, corre despavorido presa de la agitación nerviosa que precede a la histeria una vez que el abandono de la zona de confort le expone al peor de sus miedos, a saber, el de tener que proceder a la adopción de decisiones en un escenario que incluye variables otrora desconocidas.
Porque definitivamente, de eso y de nada más que de eso se trata, del miedo inducido por la presencia de una serie de variables hasta este momento imponderables.
Porque no se trata tanto de la irrupción de PODEMOS, como sí más bien del hecho de aceptar que efectivamente, otra forma de hacer las cosas, incluso es Política, es posible. No solo posible, el tiempo demostrará que imprescindible. Pero en tanto que ese momento llega, estos neo-caciques que han hecho del hacer político no tanto su lema, cuando sí más bien su hábitat, no se van a quedar quietos mirando viendo como los integrantes de la otrora chusma les arrebata sus prebendas.
No seré yo quien minusvalore la intensidad de esta crisis que se ha desatado el domingo a una mera constatación de desafecciones vinculadas a la pérdida de posición. El problema es mucho más grave, severo diría yo, y pasa inexorablemente por constatar que muchos de los que hasta ahora habían jurado dar su vida por el sostenimiento de un Sistema que entre todos no hemos dado, lo cierto es que para la mayoría de ellos no ya una crisis, ni la mera posibilidad de que la misma se manifestara, ha formado parte de los contenidos de sus sueños en digamos…¿treinta años?
Es por ello que precisamente ahora, cuando el ciudadano toma el control, y decide convertirse en protagonista de su propia vida, estos sepulcros encalados son incapaces de reconocer en tales actos el proceder no solo legítimo, yo diría que imprescindible, emprendido por quien se considera y actúa en virtud de ello, como un Verdadero Ciudadano.
Es tras la constatación de semejante hecho, cuando la magnitud del problema emerge en toda su realidad. Porque no es lo malo que los Políticos se comporten de manera irresponsable. La pregunta pasa por averiguar sin correr demasiados riesgos hasta dónde están dispuestos a llegar con tal de que los Ciudadanos no podamos ejercer nuestros derechos, una vez que ellos se han mostrado abiertamente inútiles para consagrarse de forma activa a tales funciones.
Por lo pronto, hoy alguno/a de ellos, ya se ha disparado en un pie.


Luis Jonás VEGAS VELASCO.

miércoles, 20 de mayo de 2015

DE LA INMUNIDAD A LA IMPUNIDAD.

O de la delgada línea roja que separa no ya los escenarios, como sí más bien los diferentes contextos a los que no tanto la realidad, sino más bien la interpretación que de ésta hemos llevado a cabo, ha terminado por consolidar en torno a nosotros.

Porque inmersos como definitivamente parecemos estar en un mundo del que la única constancia expresa a la que podemos acceder pasa por la definitiva constatación de lo abultado de la lista que más que acercarnos, no hace al contrario sino alejarnos; solo una cosa parece estar clara, la que pasa por asumir aquello que Los Filósofos de la Sospecha aventuraron hace más de un siglo, y que pasa sin más por la imprescindible aceptación de lo cada vez más difícil que para el Hombre habrá de resultar la hasta ahora mera labor de vivir sin más, alejado de improntas, cuando no incluso de percepciones. Ajeno por supuesto a cualquier forma de prejuicio.

Es así como erigiéndose de manera definitiva y evidente en elemento integrador de todos los componentes que hasta el momento hemos traído a colación, que la alienación, esa gran desconocida, forma sicótica no tanto del Hombre, como si más bien de la Sociedad, emerge con frío renovado, fruto sin duda de la predisposición narcisista con la que el Hombre de hoy recubre sus penurias, de parecida manera a como los constructores del Islam escondían la miseria de los materiales con los que elaboraban su grandiosidad cubriéndolos de manera uniforme con ingentes cantidades de cerámica, toda ella bellamente decorada.

Pero el Tiempo para algunos a veces arrogante, para otros siempre sempiterno;  acaba como en el caso de los grandes mitos operísticos por hacer siempre su entrada en escena, con la salvedad de que en la mayoría de los casos ésta no se lleva a cabo por cauces digamos, tranquilos a la par que silenciosos. Aunque, ¡Qué demonios! ¿Quién dijo que tales eufemismos fueran a ser, hoy en día, ni tan siquiera no ya valorados, a lo sumo tenidos en cuenta?

Es así entonces cuando paradójicamente hemos de traer a colación las observaciones que efectuadas por el número uno de un Partido comprendido dentro de la órbita que los de siempre han catalogado como de los nuevos; venia hace ya algunos días a inferir una suerte de ecuación matemática en base a la cual se determinaba, nada más y nada menos, que el grado de participación en Democracia al que cada uno de nosotros podía aspirar atendiendo, nada más y nada menos, que a los determinantes inferidos según la fecha de nacimiento que figurase en su Documento Nacional de Identidad.

Cierto es que estando en absoluto de acuerdo ni con las conclusiones de la reflexión, ni probablemente con los parámetros procedimentales desde los cuales la conclusión ha alcanzado su cénit, lo cierto es que a título de corolario sí que participo en una derivada natural de uno de sus axiomas centrales. Concretamente el que pasa por corroborar el escaso valor que en líneas generales los jóvenes damos a un fenómeno de la repercusión que sin duda le es merecida no tanto a la manoseada Transición, como sí más bien al escenario de libertades y desarrollo que a la misma parece serle propio.

Lo que vengo a decir es que a estas alturas de la película, concretamente a setenta y dos horas justas de celebrarse los comicios, el que quepa la más mínima posibilidad de otorgar credibilidad a esos sondeos que indican no ya la intención de voto en uno o en otro sentido, sino que el balance que arrojan se estrella como una bofetada en nuestro rostro, bofetada que adopta la forma de un treinta por ciento de indecisos, me lleva a certificar definitivamente que, alejado de cualquier desconsideración, así como de cualquier voluntad de parecer irrespetuoso para con cualquier conducta que pueda ser mostrada por mis semejantes; no es menos cierto en todo caso que hay algo que se me escapa; algo que hace que mi mundo me resulte en realidad imposible de conjugar.

Porque, qué más se necesita no ya para opinar, voy más allá, sencillamente para tener una idea totalmente formada.
No hace falta ser historiador para acceder a lo reciente. No es necesario ser filósofo para identificar casi a hecho, la ingente cantidad de barrabasadas que han sido no tanto llevadas a cabo, hay que ser más preciso diciendo, que han sido ejecutadas, en pos siempre de destrozar definitivamente cualquier atisbo de dignidad que pudiera quedarle a la Sociedad. Persiguiendo que nadie lo dude la paulatina pero inexorable extinción no tanto del Ser Humano, como sí más bien del Ciudadano.

Y todo porque alguien tenía que seguir tributando.

Sin querer traducir las palabras pronunciadas por el Sr. Rivera a tenor de la predisposición que cada individuo era capaz de mostrar hacia la Democracia en función de su edad; lo cierto es que después de someterlas a un intenso proceso de análisis, proceso del que he de confesar han salido algunas reflexiones cañeras, lo cierto es que aún discutiendo la raíz conceptual desde el que el mismo ha sido pergeñado, no resulta menos obvio el hecho por el cual el grado de afección, o más concretamente de desafección que algunos parecen mostrar hacia nuestro actual modelo no depende tanto de la edad, aunque sí de un hecho inexorablemente a tal consideración vinculado cual es el grado de participación que para con la lucha en pos de la superación del modelo autocrático a cada uno se le atribuye en función claro está de la edad que tiene.

Ajeno a mi ánimo la posibilidad de configurar un escenario en el que quepa deducirse la existencia de una suerte de carnet por el que se distinga a los que más derecho tienen de llamarse demócratas respecto de lo que acumulan alguna suerte de deficiencia a tal respecto; lo que no resulta menos obvio, sin que de ello pueda extraerse ninguna conclusión destinada a categorizar, pasa por entender que el grado de participación, y por ello la calidad de la implicación que para con la lucha que puede esperarse, depende inexorablemente de la edad que el sujeto presenta.

Así en el caso de los que nos mantuvimos perseverantes en nuestras tesis de permanecer aferrados al seno de nuestra madre hasta que se calmaran definitivamente los malos humos que el autócrata había dejado en España (para lo que algunos además dimos un margen de confianza,) resultaría una falacia cuando no definitivamente un acto de mal gusto, el venir ahora a apropiarnos de la menor de las hazañas vinculadas a la lucha que sin el menor género de dudas se mostró como imprescindible en pos de lograr la llegada y posterior asentamiento del actual modelo social, así como de las bonanzas que le son propias; toda vez que tal comportamiento redundaría sin duda en el hurto más o menos consciente de la valía que alguien, en un determinado momento, demostró en pos de tamañas consecuciones.

Pero lejos de entrar en contradicción con lo dicho, lo cierto es que ya que a los jóvenes no se nos puede hacer responsable de los procesos cuya activación resultó imprescindible en aras de la consecución del actual modelo; no podemos decir lo mismo a la hora de valorar nuestra aportación para con esos otros actos destinados a lograr si no la mejora, cuando menos sí el mantenimiento de los protocolos que a día de hoy (todavía) no han sido eliminados.

Y es aquí donde definitivamente enlazo con las aseveraciones arriba emitidas, en base a las cuales me atrevo a afirmar que no me cabe en la cabeza el hecho de que, efectivamente, el treinta por ciento de los encuestado en relación a la voluntad que habrá de regir el sentido de su voto el próximo 24 de mayo, afirman encontrarse todavía en un estado de indecisión.

¿De verdad existe tal estado? Después de cuatro años de Gobierno de los herederos. Cuatro años de mentiras, de falacias, de traro desconsiderado cuando no infantil. De incumplimientos del Programa (tal vez por ello ni Esperanza AGUIRRE ni Dolores de COSPEDAL han presentado el suyo aún a consideración,) confieso mi necesidad para nada desdeñosa de que alguien me explique no tanto el hecho de no poder votar a la Izquierda, como sí más bien el de seguir pensando que se puede seguir confiando en la Derecha. O al menos en esta Derecha.

Es por eso que la inmunidad con la que nos recubrimos los que no pudimos participar de la construcción de nuestro Estado de Derecho, adquiere una derivada especialmente sensible, la de la responsabilidad, cuando por acción o por omisión podemos permitir cuando no promover la impunidad de quienes de manera activa, sin escrúpulos y por ende carentes de la menor actitud crítica; perseveran en este caso en su labor destructiva al sumergirnos a todos en un mar de incertidumbres propio, ¡cómo no! del espíritu no digo transparente aunque sí todavía competente para la sorpresa con el que nos identificamos los que todavía albergamos una suerte de esperanza.

Por ello, y a título de conclusión, si bien todas las actitudes son viables, lo cierto es que el próximo día 24 de mayo la adopción de unas sobre otras sí se convierte en motivo necesario y suficiente en pos de hacerte cómplice, instigador, e incluso quién sabe si colaborador necesario.

Luis Jonás VEGAS VELASCO.

miércoles, 13 de mayo de 2015

CAMBIANDO, O RECAMBIANDO, UNAS POCAS COSAS, PARA QUE AL FINAL NO CAMBIE NADA.

Amanece un día más en Villa Tripas de Arriba. Sus vecinos, orgullosos no tanto de su pertenencia a un determinado Clan o entidad, como sí de lo fenomenal que resulta identificar en la existencia de un enemigo común cada uno de los parámetros que sirven para gestionar la miseria propia del que solo en la destrucción del otro parece hallar la sintonía consigo mismo, hace de la lucha en este caso contra los de Villa Tripas de Abajo no tanto la razón de la sinrazón, como si más bien la sinrazón de su existencia.

Aunque pueda sonar a jocoso, y una vez salvadas las cuestiones que pueden sonar obvias, aunque sin rechazar la satisfacción que produce el poner el acento en las que no, lo cierto es que además de traer a colación uno de los grandes éxitos del mítico grupo La Mandrágora; la verdadera intención lo cierto es que un tanto exacerbada que puede esconderse tras los velos que pueden apreciarse, pasa  necesariamente por comprender que efectivamente, la distancia entre la realidad versada en el presente, y lo olvidado en tanto que mitigado por el lacerante paso del tiempo bien puede hacerse del todo reconocible dentro del efecto que la realidad nos devuelve.

Para cualquiera que no estando de acuerdo con lo expuesto hasta el momento, o que en el peor de los casos no pueda aducir argumentos distintos a los procedentes de la disconformidad ideológica no tanto con lo expuesto, como sí más bien con la naturaleza ideológica de quien lo firma;: lo cierto es que bien mirado y a tenor de su postura podemos concluir un atisbo de coherencia para con la disposición mostrada por uno de los recién llegados a este Gran Festín, el cual no ha dudado en revolucionar el Tendido del Siete con una aseveración que no sabiendo bien si procede de lo impropio de la improvisación, o de lo ciertamente falaz del estrecho argumento falaz que devenga la improvisación organizada; ha terminado por provocar un enredo tremendo en pos de tratar de saber no ya qué fue lo dicho, sino más bien qué fue lo que el candidato quiso en realidad decir.

Visto desde la holgura que al menos en apariencia proporciona la ausencia de responsabilidad que de cara al futuro proporciona el carecer de presente, algunos manifestamos la duda, cuando no abiertamente el sonrojo que nos produce contemplar, eso sí desde una distancia que aumenta más, y más; los alardes cuando no ardides a los que se entrega un candidato, estoy hablando del Sr. RIVERA, el cual lejos de esquivar lo que para otros y no hace demasiado tiempo se identificaría como la irrupción en un combate desde la inferioridad de condiciones (lo cual por otro lado justificaría no solo su retirada, sino que la revestiría de un cierto halo de misticismo; renuncia no solo a hacer uso de la prerrogativa mentada, sino que más allá de cualquier complejo insiste en canalizar el combate hacia los supuestos privilegios que se denotan de lo que podríamos llamar ausencia absoluta de experiencia.

Es entonces cuando en un ejercicio del que no ya su mecánica, sino que en el peor de los casos incluso sus intenciones quedan alejados de las aptitudes de comprensión atribuibles a los pobres mortales entre los que evidentemente me encuentro, el Sr. RIVERA se lanza en una desenfrenada carrera que habrá de conducirle ciertamente no sabemos si hacia alguna parte; de la que lo cierto es el conocimiento de los considerandos expresos a lo que podríamos denominar primera etapa, no pasan sino por una declaración de guerra velada y dirigida nada más y nada menos que contra todos los nacidos con anterioridad a 1978.

Lejos de perder un solo instante en pos siquiera de analizar los procederes desde los que la propuesta cuando no a lo sumo la mera improvisación ha visto la luz; lo cierto es que lo único que me parece mínimamente lúcido pasa por analizar siquiera de forma somera el contexto en el que tanto la afirmación, como por supuesto los juicios a los que en materia tanto conductual como de moral, ha servido para provocar.
El contexto, esa extravagancia inconsistente por definición, y a menudo indefinible en tanto que tal, y que lejos de lo que pueda parecer, además de proyectar luz sobre el presente, acostumbra a hacerlo más bien hacia el futuro, con la paradoja redundante de hacerlo basando sus consideraciones en la comprensión del pasado.

Un contexto pues que en buena y justa medida a menudo podría ser acusado de retrógrado, y que en buena lid permitiría a los postulantes sumergirse sin rencor en las múltiples posibilidades que ofrece el hecho de saber que sin caer en fatalismos deterministas, a menudo las conductas que hacia el futuro podrían ser condicionantes para unos; albergan no obstante sus patrones definitorios en el pasado, convirtiendo al Estudio de la Historia en la más provechosa de las conductas de cara a referir con un mínimo de éxito aquello que está por venir.

Considerando pues el presente como algo más cercano a lo que vendría a ser contenido en la definición propia de lo que es un mero plagio del pasado, nos sorprendemos, o tal vez no tanto, considerando con cierto grado de satisfacción la posibilidad de que en realidad, aquello que por el triunfo una vez más de lo vano de la conducta humana es considerado como algo grande en sí mismo, no se corresponda en realidad más que con el confinamiento hasta cierto grado de refinamiento de un proceder que en términos coloquiales podría concebirse desde los patrones propios del Día de la Marmota, a saber, una suerte conceptual y conductual desde la cual la permanente repetición de conductas y parámetros redunda en la imposibilidad de evolucionar, por más que el tiempo, al menos en su función cronológica y a la sazón degenerativa, transcurra con la parsimonia del que resignado, es tan solo capaz de esperar.

Es desde tamaña consonancia, desde donde muy probablemente hayamos de partir para finalmente, y desplegando por supuesto todo nuestro buen hacer, poder finalmente constatar el lamentable hecho que subyace, o que por hablar con más propiedad, se esconde, tras esta maraña empecinada a volver traslúcido lo que nunca debió de dejar de ser transparente.

Encuentro sorprendentes muchas de las claves hasta ahora condicionadas, cuando no abiertamente ocultas, al abrigo de las definiciones desde las que un libro destinado a alumnos de cuarto de la ESO define las conductas propias del reconocido como buen hacer democrático, conductas que el mencionado libro se reducen a acudir cada cuatro años a emitir el sufragio.

A ver ahora quién me dice que verdaderamente, todo esto no responde sino a un plan perfectamente pergeñado.


Luis Jonás VEGAS VELASCO.

miércoles, 6 de mayo de 2015

DE CUANDO EL FUTURO ESTÁ ESCRITO EN LOS SITIOS MÁS SORPRENDENTES, POR LOS AUTORES MÁS INCREÍBLES (INCLUSO EN ALGUNOS TEXTOS APÓCRIFOS.)

Amanece. Un nuevo día da píe a lo que para unos será sin duda motivo de alegría, sirviendo sin embargo y a la vez para poner de manifiesto la que rápidamente se erige como la gran característica del Hombre Social a saber: lo paradójico de su comportamiento, manifestación evidente de su esencia.
Porque así mientras unos ríen, otros, sin duda, lloran. Donde unos ven un motivo para la ilusión, otros ven una posibilidad para el sufrimiento que lleva aparejado el riesgo.

Sin duda, hoy por hoy ha de ser difícil reconocerse como capturado por la Filosofía del Partido Popular. Aunque acudiendo a la capacidad de adaptación tantas y tantas veces utilizada por el Hombre como elemento de adaptación, siempre podemos sustituir la Filosofía (algunos lo agradeceremos) por la Religión, y conformar entonces la definición procedimental de no practicante. “Pepero” no practicante. ¿Podría ser una de las múltiples definiciones bajo las que se agruparán los sin duda igualmente numerosos votantes de Ciudadanos.

Pero lejos de consentir hoy perdernos en futuribles, lo cierto es que lo que ha venido hoy a motivar el desarrollo de estas pocas líneas no es la necesidad de un futuro, no por incierto menos necesario; como sí más bien el gusto por revindicar otra vez el pasado como fuente de inercia conceptual.

Constituye el gusto por el pasado, una realidad mucho más cercana, a la vez que mucho más consolidada de lo que una inmensa mayoría de personas parece estar dispuesta a creer. Ya sea en su vertiente formal, bajo la que el comportamiento científico socava todo interés por lo visceral, ya sea desde el quehacer legendario, en el que todo se rinde al componente subjetivo, lo cierto es que el pasado parece aferrase a todo, aunque es de justicia reconocer que a unos más que a otros.

Por eso cuando la semana que a nuestros efectos ha servido para constatar el grado de pasado que más que impregnar, se convierte en esencial, pasando a formar parte de los componentes más íntimos de estructuras sociales y por ende políticas de  la talla de El Partido Popular, lo cierto es que me pregunto cómo han logrado funcionar durante tantos años. Porque la pregunta lejos de irreverente, se me antoja imprescindible: ¿Todo era conocido? O por el contrario, además de conocer y participar del Ideario ¿Resulta imprescindible la compatibilidad con algún grado de estulticia?

Retrotrayéndome sobre mis pasos de manera parecida a como lo hace la propuesta de Podemos en relación a su disposición de cara a actuar con las daciones en pago; lo cierto es que reformulando mi tesis del principio, más que resultar difícil ser del PP, lo que tiene que empezar ya a valorarse es sin duda, ejercer de activista del PP.

Cuando la coherencia, o más concretamente su ejercicio, se vuelve incompatible para con una actitud, es cuando de manera inexorable, surgen los comportamientos neuróticos, los cuales como es bien sabido, suelen erigirse en el estado previo a enfermedades bastante más severas. Es por eso que hoy por hoy, erigirse en baluarte del Partido Popular se me antoja un ejercicio tan complicado, que directamente proclamo desde aquí, sin el menor atisbo de cinismo, mi mayor respeto para con quienes lo siguen practicando.

Porque si de algo me he convencido a lo largo de mi tránsito por la libertad electoral, estado en el que me declaro, y que se prolonga ya desde el momento en el que el partido en el que militaba decide expulsarme en lo que ellos describen a título procedimental como un intento de reconducir mi carrera política; es de que lo que con mayor precisión sirve para unir a los partidos de una y otra índole, es precisamente el diagnosticar el problema común que se constituye en torno a los insumisos que osados, se atreven  no solo a pensar por sí mismos, sino que además componen odas para escenificar el profundo placer que tales conductas proporcionan.

De todos modos, y dicho sea de paso por no ser injustos larga, tremendamente larga, se tiene que estar haciendo para alguno esta nueva travesía del desierto.
De manera parecida a como sin duda se sintió Moisés al comprobar el descreimiento que de manera instantánea había hecho mella entre los que se decían integrantes del Pueblo Elegido, así ha de sentirse probablemente Mariano RAJOY cuando tras bajar simbólicamente de su Monte Moab (No sé en qué planta de Génova número 13 situada,) se encuentra a sus seguidores adorando a su particular Becerro de Oro.

Con el Sr. RATO en el papel estelar de Aarón, a saber quien fundió el mítico Bos Taurus Primigenius, nos encontramos como entonces en el desenfreno de una complicada ecuación cuya cuestión es evidente y se circunscribe a una única y en apariencia sencilla consideración. ¿Desde cuándo eran los integrantes del Nuevo Pueblo de Israel conocedores de que su conducta no constituía motivo de alegría a los ojos de Dios?

Dado que definitivamente el Éxodo no parece ser en este caso principio, sino más bien fin al que ineludiblemente están muchos abocados, es por lo que nos retrotraemos a las palabras desveladas hoy mismo por el todavía insigne, al menos para algunos, Sr. NASEIRO, para acudir por seguir con el paralelismo ya iniciado al Génesis, desde donde podemos afirmar que la corrupción no es que campe, más bien es componente esencial de la manera de ver la vida que tienen la mayoría de los que habiendo elegido la Política como modo de medrar en la vida, decidieron después hacerlo bajo los designios aportados por el campo semántico de la Derecha.

Aunque para Reveladoras, pocas como las palabras pronunciadas hoy por otro insigne, a saber nada más y nada menos que HERNÁNDEZ MANCHA. Sorprendiendo a propios y a extraños con su clarividencia, o quién sabe si erigiéndose en artífice de El Arca de Noé; el babysaurio no ha dudado en atribuirse poderes cercanos a los de los jinetes, en este caso del Apocalipsis, afirmando sin rubor que si el Partido Popular no obtiene una mayoría solvente en la próxima cita electoral, detrás de ellos, el Diluvio.

Y después de todo esto qué pensará la excelsa figura trina, a saber ¿el Sr. RAJOY? Es posible que en línea a lo ejercido por la Segunda Persona una vez consumado el drama que certificó nuestra incapacidad para reconocer ni siquiera en sus acciones al que es sin duda, el más grande, que decida como aquél, pasar tres o cuatro días haciéndose el muerto.

Sea como fuere creo no será predicar en el desierto, si digo que ni él, ni por supuesto nosotros estamos para eternidades. Que sea lo que tenga que ser, pero por favor que sea pronto, porque sinceramente ya ni Maná caído del cielo (o de Bruselas en forma de compra de Deuda Pública) puede satisfacer las demandas de un Pueblo que sinceramente comienza a estar hasta el último pelo no tanto de monsergas, como sí más bien de que se nos tome por Eunucos.

Con todo y con ello, lo cierto es que no hemos perdido la ¿Esperanza? Y por ello aguardamos con celo y llenos de la idem la posibilidad de que un Juicio Final que en el caso que nos ocupa adopte la forma de Cita Electoral, arroje a los malvados al Fuego Eterno alimentado con Azufre, permitiéndonos a los demás tomarnos el descanso del que sin duda nos hemos hecho dignos acreedores.

Porque en buena Lógica desde la actual perspectiva de las cosas, que el Partido Popular gane las próximas elecciones debería de ser más difícil, de que yo entre por el ojo de una aguja. Aunque ésta sea de la clase de las usadas antaño para coser colchones.


Luis Jonás VEGAS VELASCO.