miércoles, 28 de marzo de 2012

DE CUANDO ESTAR TAN ACOSTUMBRADO A MIRAR EN EL FONDO DEL ABISMO, TE LLEVA A OLVIDAR QUE EL ABISMO TAMBIÉN PUEDE MIRAR DENTRO DE TI.


Resulta paradójico que una vez más, deba nutrir mis cavilaciones precisamente en la literatura propia de los que supuestamente son mis rivales, para no encontrar en ella sino abierta consideración que me lleva, cada día más si cabe, a perpetuarme en las que son mis convicciones, que no creencia; pudiéndose encontrar precisamente en tal extremo una de las pocas cosas que nos diferencian y, qué duda cabe, que nos diferenciará siempre.

Por no perdernos en el extrarradio del razonamiento, diré que leyendo una vez más la columna que Federico Jiménez tiene apalabrada en el Diario El Mundo, me encuentro hoy, eso sí de pasada, y siempre para servir, después de ser convenientemente retorcido a sus creencias: con una exposición a la que yo, evidentemente por siempre menos erudito que el Sr. Jiménez, he hecho repetidas alusiones una y otra vez. “Lo que diferencia a las dictaduras de Derechas, de aquéllas que son de Izquierdas, no es sino que las primeras pasan olímpicamente del Pueblo, en tanto que no le son directamente útiles en su fervor por apoderarse del Poder. Por el contrario, la Izquierda siempre comprendió que el la masa se encuentra la justificación plebeya a los designios que le son propios.” Una vez más cabe reseñar qué, todos estos conceptos lo tiene tan claro D. Federico porque se trata de uno de esos que afirma no poder decidir en qué mesa sentarse, en tanto que no ha probado todos los menús que se sirven.

Y todo esto viene a colación, precisamente a escasos instantes de comenzar al jornada designada para la enésima Huelga General, de la discusión creada, en tanto que no hay nada que discutir, de si el derecho a trabajar está o no enfrentado con el derecho a ir a la huelga. Porque sí, haciendo farfulla del propio texto legislativo, eructado por la Derecha más Cavernaria, y llamado Reforma Laboral, nos encontramos con que, dentro del cúmulo de errores que le es propio, efectivamente, tampoco ha legislado sobre las implicaciones del derecho a la huelga. Tal vez porque ha considerado qué, al tratarse de un derecho contenido en una Ley de Rango Mayor, a saber la propia Constitución lo consagra, iba a ser que la borrachera de poder no era excusa convincente para meterse en camisa de once varas (castellanas).

Si bien, como suele pasar en la mayoría de ocasiones, incluso entre los detritos propios de la inmunda acción que le es propia a muchos seres, socialmente reconocidos como sujetos patógenos, puede extraerse alguna acción válida, que no valerosa. Siguiendo esa filosofía, sigo surcando los intrincados mares en los que se convierten las divagaciones de D. Federico, hasta llegar al párrafo en el que afirma que la capacidad de dirección y representación que se atribuyen los sindicatos es ficticia en tanto que no está justificada, ni en el supuesto prestigio de ambos, ni, por supuesto, en el volumen de personas a las que supuestamente representan. Si vamos un poco más allá, y el decoro así lo autoriza en un artículo de opinión como éste, bien podríamos decir que los sindicatos españoles continúan lastrados en los viejos conceptos propios de la época vertical, aquéllos tiempos, tan añorados por algunos, en los que no sólo los objetivos por los que había que luchar venían dictados, sino que incluso estaban conformados los manuales de lucha.

Vamos, que siguiendo en la paradoja de ratificar mis conclusiones en las premisas del rival, la respuesta a la pregunta sobre los males de este país puede ser que el primero lo constituya un ecologista, el segundo dos ecologistas; y el tercero…un sindicalista.

Mas una vez superada la sinrazón, o más bien la sin Público, una vez que éste ha cerrado, la sensación de congoja deja paso a la certeza de que nada ni nadie cambiará un ápice en función de lo que pase mañana.

La certeza a este hecho la ha aportado el Sr. Ministro de Economía. “El Gobierno no variará un ápice el texto legal sea cual sea el resultado que se le atribuya a la movilización de mañana.” Sin ánimo de ofender, se puede decir más alto, pero no más claro.

En definitiva, una vez que vuelve a quedar puesto de manifiesto la necesidad de buscar otros métodos así como procedimientos novedosos que vertebren el sempiterno procedimiento de la protesta; parece evidente que otra cosa queda si cabe instaurada de manera definitiva, la convicción, cada vez más arraigada en nuestros políticos, de que salvo para votarles, no ya la opinión, sino la capacidad para reconocer no ya lo que es bueno, sino lo que es manifiestamente malo, nos ha sido extirpada a los ciudadanos. Por eso, parafraseando a Santa Teresa de Jesús, que hoy hubiera cumplido 497 años. “Nada te turbe, nada te espante, todo se pasa. Dios no se muda. La paciencia todo lo alcanza. Quien a Dios tiene, nada le falta.”

La cita parece que ni al pelo aconsejable a este Gobierno, si cabe más precisamente en este momento. Anticipándose a La Semana Santa, El jueves lo será de dolor, el viernes, la aprobación de los Presupuestos Generales del Estado lo convertirán en un verdadero acto de Pasión (se rumorea que la Rueda de Prensa va a tener más audiencia que el Sorteo Extraordinario de Navidad).

Y así, el lunes de aguas será sustituido por la marea andaluza, esa que ha echado a perder las ansias de algunos, que ha frenado al nuevo totalitarismo que aparentemente estaba asegurado y que va a convertir en algo anecdótico los doce años que el Candidato del PP andaluz empleó en licenciarse en Derecho, en comparación con los que va a necesitar para encaramarse a la Presidencia de la Junta de Andalucía.

No ha podido ser. Los más de tres meses ya de fruslerías, desplantes y abiertas mentiras, han sido demasiado. En esta ocasión, las campañas electorales veladas, fundamentadas en el silencio, o en como ha patentado su líder, D. Mariano RAJOY, basadas en colocar un autobús delante de la portería, para que no te metan un gol no han funcionado. Ni ARENAS es RAJOY, ni Andalucía es España. Por ello, ni a la tercera, ni a la cuarta fue la vencida. Como ocurre en sus queridas tierras americanas, habrá que aferrarse a la quinta.

Aunque bueno, la verdad es que siempre nos queda el tan español derecho al pataleo, y que en el caso de los resultado electorales se materializa en el conocido como “la lista que gana es la que más derecho tiene a gobernar.” Y cómo no, ARENAS ha acudido raudo a su cita con el acto. La respuesta es evidente, la suma de votos que en Andalucía han votado “progresistas”, supera al que ha votado “conservadores”. El resto de consideraciones vaya a buscarlas a la reunión de su Ejecutiva Nacional. Humildemente creo que el tomo que la Sra de COSPEDAL empleó el pasado día 25 a la hora de valorar los resultados en Andalucía, es lo suficientemente claro, más incluso que el contenido mismo de su discurso. Aunque, ciertamente, su discurso también tenia implícito un cierto tono “dimisionario”. ¿Sería tal vez el asomo por un instante de la “vergüenza torera”? Tal y como se ha encargado de aclarar hoy, no, no se trataba de eso. Porque como dicen las malas lenguas: “¿Y adónde va a ir a estas alturas el señorito?”

En definitiva, los acontecimientos se empeñan en ratificar la última de nuestras tesis, la de que vivimos tiempos históricos. Y como ocurre siempre, los contemporáneos somos los únicos que no somos capaces de verlo.

Luis Jonás VEGAS VELASCO.

miércoles, 21 de marzo de 2012

DEFINITIVAMENTE, CORREN MALOS TIEMPOS.


Y la prueba es evidente, desde el momento en el que la mayor fuente de imágenes de nuestros políticos procede, no tanto del Congreso de los Diputados, como sede del Poder Ejecutivo, sino de otros Edificios, a la sazón sede del Poder Judicial.

El Caso Matas, La Operación Campeón, el propio Caso Urdangarín, el cual merece un análisis independiente por todas y cada una de las circunstancias que lleva aparejado; junto a otros aparentemente ya olvidados como la Trama Gürtell, les recuerdo, ese manual de operaciones propiciatoria de desmanes de todos los calibres, y en todos los terrenos; no hacen sino poner de manifiesto no ya la existencia de otra crisis, alejada en la medida de lo conceptual de la por todos conocida, y, afortunadamente exclusivamente afecta de asuntos económicos. Más bien se podría decir que ésta otra, la verdadera crisis, la conceptual, es propiciatoria de la otra, que, a modo de constatación, alcanza la condición de imprescindible.

La Crisis Económica no es, la única crisis. Es más, podríamos decir que ésta, en tanto que meramente material, resultante de los desmanes procedimentales de unos pocos, no hace sino poner francamente de manifiesto la existencia de otra, mucho más profunda, que afecta a planos mucho más transcendentales del Hombre, y que se pone de manifiesto de manera mucho más evidente, no ya sólo porque sean muchos más los agentes activos, sino porque la falta de acción propiciatoria que se observa en la práctica totalidad de la población, en forma de apatía, nos convierte si no a todos, si a muchos en cómplices.

En el día de hoy, en el que se cumplen setecientos años de la publicación de la Encíclica por la cual el Papa Clemente V disuelve la Orden de los Templarios, devolviendo a Felipe de Francia los favores que, precisamente le llevaron a ocupar la silla de Pedro; todos asistimos, como en aquella ocasión de manera silenciosa, a la disolución de otra estructura a todas luces más imprescindible que esa otra. Vemos sumidos en la apatía como los mercados, imagen del Liberalismo a ultranza, disuelven el Estado del Bienestar ante el silencio cómplice de unas estructuras de Gobierno que, olvidando de forma consciente su función, así como las responsabilidades que asumieron con los que les llevaron al Poder, participan de forma activa en esa voladura. ¿Devolviendo favores?

El que fuera Concejal de Urbanismo de la Ciudad de Barcelona, y responsable del Proyecto Olímpico de 1992, dice, en una magnífica entrevista concedida a El Diario El Mundo, que Los Estados han vendido al Liberalismo el Estado del Bienestar. Los Ciudadanos hemos regalado la Democracia. Será ésta la constatación manifiesta de los tantas veces traídos a colación efectos de la responsabilidad. ¿Estamos ante la demostración pragmática de los argumentos esgrimidos por E. FROMM en la magnífica y atemporal obra El Miedo a la Libertad?

La verdad, no sé que da más miedo, si el hecho de que la pregunta tenga lugar, o la ausencia de una respuesta clara e inequívoca en contra.

Como ingrediente añadido, no es menos cierto que la actitud general de nuestros políticos, precisamente no ayuda. Esos consabidos paseos hasta Sede Judicial, convenientemente acompañados por la cohorte de cámaras de todos los medios del Cuarto Poder, reducen la condición de los afectos hasta unos estados verdaderamente muy lamentables y deprimentes, no tanto para ellos, que han perdido abiertamente todo contacto con la Realidad; como para los ciudadanos que exigimos todavía de manera más o menos activa saber de las acciones de los que, a pesar de que parecen haberlo olvidado, ostentan la responsabilidad de nuestra representación.

Porque de nuevo de eso, y de nada más se trata en realidad, de Responsabilidad.

La Responsabilidad que no ha demostrado el Sr. MATAS, a estas horas ya condenado a más de seis años de cárcel por abusos de poder. La Responsabilidad que no han demostrado los imputados por el Caso Campeón, la que no conocen los imputados en la Trama Gürtell, o, si me apuran, la Responsabilidad que ha llevado hace escasas fechas a algunos políticos a tener que utilizar los actos de conmemoración de los doscientos años de la Constitución de Cádiz de 1812. en unos actos de ensalzamiento de la Institución Regia, precisamente tal vez por encontrarse ésta sumida en una Crisis sólo comparable a la que era sobrevenida en tiempos remotos cuando la sucesión peligraba, bien por falta de herederos capaces, bien por exceso de pretendientes ansiosos.

En cualquier caso, creo firmemente sobran argumentos para comprobar sin lugar a dudas, que el mundo tal y como lo conocíamos, toca a su fin. Que el catálogo que contenía el manual de instrucciones que nos permitía averiguar el orden moral de las cosas que se convertían en Principios, se ha perdido. Que ya nada es lo que era, y, lo que es peor, quedan pocas por no decir ninguna posibilidad de que pueda volver a ser.

En resumidas cuentas. ¿Hace falta alguna prueba más de que, efectivamente, estamos en Crisis?

Luis Jonás VEGAS VELASCO.

miércoles, 14 de marzo de 2012

DE CUANDO LAS EXCEPCIONES ESTRUCTURALES PERMITEN PONERSE EL MUNDO POR MONTERA, Y ENCIMA, SI CABE, PEDIR LA OREJA.


Y, en el caso de que el Sr. Presidente no la conceda, será, sin duda alguna porque se trate de uno de esos socialistas, de los que se pone detrás de una pancarta llamando a la revuelta social para tratar de conseguir en la calle lo que no consiguió en las urnas.

Estas palabras, extractadas a vuelapluma, y con la consiguiente licencia de rectificación, son las que ha pronunciado en un medio nacional, concretamente en RNE, en la mañana de hoy, el Sr Candidato a la Presidencia del Parlamento de Asturias por las siglas de FORO ASTURIAS, D. Francisco ÁLVAREZ CASCOS.

Sin entrar a valorar lo excepcional de las declaraciones, y aceptando como aplicable la regla no escrita de que en periodo electoral, la distancia para con la querella se amplia, o lo que es lo mismo, las licencias verbales con tendencia al exabrupto se ven notoriamente incrementadas. Lo que me lleva a llamar la atención sobre la conversación, es concretamente lo tendencioso de la afirmación según la cual los políticos parecen haber reducido directamente el campo de acción de las responsabilidades que los administrados podemos llevar a cabo de cara a solventar nuestras obligaciones políticas, exclusivamente al desarrollo de ese cada vez más inoperante acto en el que se ha convertido la emisión del sufragio.

En cualquier otro país, asumir como correcto el principio que bien puede constituir la base del argumentarlo que dé pie al título, que en principio y puede que hoy más que nunca, constituya un verdadero resumen de lo que vamos a tratar; no haga sino poner de manifiesto una vez más ese hecho según el cual este país nuestro suele andarse a la zaga de las metodologías de gobierno imperantes no ya sólo en Europa, sino en el mundo, cuando no abiertamente constituyen una forma de interpretación libre de las mismas.

Dicho lo cual, podríamos retomar el principio constituyente del discurso para, a partir del mismo, las circunstancia incidentes en la actual Política, o mejor dicho en la actual manera de entender la Política, no hagan sino poner de manifiesto que en este país estamos no ya recuperando, porque como ha ocurrido con otros muchos conceptos de gobierno, aquí no han llegado a darse nunca de manera real; sino tal vez por ello redefiniendo, una nueva manera de comprender principios que en otros lares, tal vez más iluminados, bien pudieran constituir aprobación cercana al Despotismo Ilustrado.

Al grito de “todo para el pueblo, pero sin el pueblo”, Francia fue una vez más el lugar en el que se habría de desencadenar una de las revoluciones conceptuales de mayor transcendencia de la historia. Una revolución que no alcanza semejante catalogación tanto por el nivel de cambio que implica la consecución de sus expectativas, tanto como por el hecho de examinar cualitativamente los procedimientos de los que se sirvieron para alcanzarlos. Así, a grandes rasgos, el procedimiento gubernamental sobre el que se asienta el Despotismo Ilustrado no es sino lo que hoy llamaríamos un golpe de estado inducido por los propios gobernantes, en pos de reforzar no ya su poder, sino su autoridad, buscando reforzar en las clases inferiores el sentimiento, que por otro lado se estaba debilitando, de que el bienestar general dependía ahora, más que nunca, de la confianza que el pueblo llano fuera capaz de aportar respecto de las acciones de esa Clase Dirigente. ¿A alguien le suena lo dicho?

Si ya en aquel entonces, lo dicho es verdaderamente ofensivo, cierto es que intentar aplicar las mismas respuestas a las mismas preguntas, o dicho de otra manera, esperar que los mismos principios conlleven una vez más la generación de las mismas consecuencias, es, verdaderamente, todo un sinsentido. Por eso, el nuevo despotismo adopta formas diferentes, si se quiere más sutiles. La serpiente repta de otra manera, pero siempre es una serpiente. Tiene claro no sólo cual es su objetivo, sino que el tiempo en forma de experiencia, le ha dotado de todo cuanto necesita para alcanzar sus metas.

Uno de esos territorios sin explorar, lo constituyen las nuevas técnicas de disociación de la masa. Su objetivo es claro, apartar al la plebe de la toma de decisiones, no se trata de que el Pueblo no tenga acceso al Poder, o a sus consecuencias más directas, esto es, a la acción de la Administración, la cual ejerce sus actos sobre el propio Administrado; se trata de asegurar que el Pueblo no vuelva a sentir necesidad nunca más de acceder a esos, los resortes del Poder, cediendo definitivamente el control de todos los procedimientos al respecto, a esa caterva disoluta, surgida al abrigo de la propia acción de Poder, que ahora se llama acción de gobierno, y que por ello se convierte en más perversa si cabe, en tanto que diluye el concepto primigenio en sí mismo.

Y para ello, no dudan un solo segundo en boicotear de base el principio fundamental que se hallaba en la base no ya de la revolución que ha dado pie a esta reflexión, sino de todas las que han venido después. Me refiero al hecho de consagrar la tenencia del poder, a los condicionantes que el Pueblo en tanto que de sí mismo, dictamine. El principio, por definición imperante, ha sido conceptualmente suplantado por una serie de interpretaciones, rocambolescas en la mayoría de ocasiones, que ha convertido el ejercicio de la Política en un acto de prestidigitación en base al cual la capacidad de distracción se ha convertido en un recurso muy aplaudido, tanto que ha permitido incluso la reforma de intocables tales como nuestra propia Carta Magna, sin que en contra de lo que pudiéramos pensar, prácticamente nadie haya sentido la más mínima necesidad de moverse o decir nada al respecto.

Y todo, porque ha surgido una nueva manera no ya de hacer Política, sino de gobernar. Una nueva forma que, recuperando los principios del XVII. Considera abiertamente que el Pueblo, a priori último receptor de la acción de gobierno, es tan estúpido que no es ya que esté inhabilitado para tomar las decisiones que más le convengan, es que la estulticia que le envuelve es tal, que le incapacita abiertamente ni tan siquiera para ser capaz de saber qué es aquello que más le conviene.

Nos tratan como a imbéciles, lo edulcoran haciéndonos sentir niños, y luego nos separan de la fuente de peligro, a saber del acceso a los resortes del poder, consolidando una especie de nueva nobleza cuyo aparente poder descansa en el dudoso principio de hacernos creer que son los únicos que parecen encontrarse en posesión de una supuesta verdad inaccesible. En términos cristianos Moisés habrá de volver a descender de la montaña para encontrar a la cúpula de su pueblo adorando a un nuevo ídolo, en este caso, abiertamente, el que representa el poder en sí mismo.

La forma de hacerlo, no es ya que sea clara, es que ya es insultante incluso en sus términos procedimentales. En tanto que el método de elevar al gobernante literalmente por encima del administrado, mediante la aportación de algún tipo de recurso distintivo, tal como podía ser su condición de elegido divino o cualquier otra de las múltiples manifestaciones de las que la historia nos guarda ejemplos, se antoja hoy por hoy de dudoso resultado; la forma que se les ha antojado más efectiva, pasa por separar metódicamente a la Administración de los Administrados. Asistimos impávidos a la regeneración de una nueva casta de burócratas cuya función pasa, a la par que por adoptar las medidas que en principio redunden en el bien común, por adoptar otras cuya consecuencia directa sea la consecución de privilegios que pasan no tanto por el logro de medios materiales, sino conceptuales tales como la consecución de garantías que se traduzcan en su permanencia en el propio Poder, esto es, al frente del propio Gobierno.

De esta manera, la distancia entre Administración y Administrado se acrecienta en términos directamente proporcionales a la necesidad que en cada caso exista de alejar al vulgo de ese principio constitucional según el cual el Poder reside, abiertamente en el Pueblo. Por el contrario, se procede con una burda manipulación que tiene por objeto reforzar la impresión de que los políticos son imprescindibles. Así, el principio según el cual la existencia del principio según el cual la clase política sólo existe en tanto que se convierte en la depositaria procedimental de las voluntades del propio Pueblo, queda dramáticamente superada en tanto que asistimos a la regeneración de una nueva clase política que ha pasado a ser “necesaria”, filosóficamente aquélla que tiene en sí misma la justificación de su existencia.

Y si duro resulta toparnos con la realidad, vil y lamentable resulta analizar los procedimientos argüidos en pos de la consecución.

Todo lo especificado hasta el momento, tiene aparejado una consecuencia dramática, a saber, la absoluta pérdida de respeto al acto político, que tiene su materialización en la pérdida de respeto a la clase política en tanto que tal. Esto tiene un resultado directo, a saber la continua pérdida de esa savia rejuvenecedora que, si es fundamental en cualquier faceta de la vida, se convierte en imprescindible de cara a la acción política. De esta manera, la falta de relevo generacional no es ya algo que afecte a la conformación de los Partidos Políticos. Es algo mucho más grave en tanto que afecta a la incapacidad de éstos para elaborar programas políticos con una mínima dosis de atractivo. Los Partidos Políticos no se renuevan, la esfera política se pudre.

Y este fenómeno tiene en España uno de los lugares donde más impacta, si bien la falta de perspectiva nos impide comprobarlo. A la falta de savia, se une lo polarizado de nuestro espectro parlamentario. Por ello, a alguien debería llamarle la atención el hecho de que el único partido que ha irrumpido en el Parlamento con verdadera fuerza representativa en los últimos años haya sido UPyD, a la cabeza de la cual se encuentra una rebotada en este caso del PSOE; a la par que el Asturias el único grupo que le ha plantado al PP, llegando a ganar en la que allí resultó parodia de formación de gobierno en las elecciones del 22 de mayo pasado fuera FORO ASTURIAS, como sabéis, liderado por ÁLVAREZ CASCOS, de cuyos méritos y orígenes políticos no hace falta hablar.

De verdad, creo que motivos para la preocupación no nos faltan.

Luis Jonás VEGAS VELASCO.


miércoles, 7 de marzo de 2012

DE LAS HIPOTECAS DESCONOCIDAS, Y DE LAS DEUDAS CONCERTADAS.


Leo hoy, realmente con gran interés, he de confesar que una vez más como casi siempre hago, la línea editorial de el ingente diario, más grande que El País, aunque más pequeño que la Galaxia, y, así, como tantas otras veces, leyendo entre líneas, o, escuchando en un monólogo, extractando más información de aquéllo que se silencia, qué de lo que por otro lado es pronunciado; acaba uno por encontrar verdaderas joyas.
Como el conocedor de su oficio qué, navega con ojos expertos por el catálogo que ofrece cualquier vieja tienda de antigüedades, separando rápidamente la paja del grano, así considero yo hay que enfrentarse a la a menudo ardua tarea de leer esta publicación. Y así es como uno puede toparse entonces con artículos de verdadero fondo. Es como uno puede reencontrarse con la ya olvidada forma de hacer periodismo de trinchera, o el periodismo propio de aquellos viejos profesionales que de verdad estaban convencidos de que con su labor promediaban activamente por el cambio del mundo en el que vivían.

Y es así como me topo con ese artículo publicado por un Catedrático de Derecho Constitucional del que, más allá de osar comentar, me atrevo a entresacar una idea, de manera más o menos directa: No hay español del Siglo XIX que hubiera podido aceptar el grado de intervencionismo al que las políticas dictadas desde Bruselas están sometiendo a España.

Casi nada lo del ojo…sería poco más o menos lo que, llegados a semejante altura, contestarían ya muchos. Intervencionismo, Bruselas, Europa (tal vez sólo bastaba con decir Francia y Alemania); son términos que por separado, como ocurre con la metalurgia moderna, no significan mucho, pero si los juntamos, y luego agitamos (porque a nadie se le escapa que ese y no otro es el motivo de publicar ahora el artículo aludido), nos encontraremos en condiciones obvias de montar una buena.
Siguiendo con la técnica de no agresión, dando pequeños mordisquitos, desde los que establecer la metáfora de acercarnos poco a poco al contenido del artículo, ponemos sobre la mesa una cuestión: ¿Qué es, o mejor aún, qué se considera, intervencionismo una vez se han aceptado los criterios macropolíticos de Europa, enmarcados en el gran proyecto de la Política Común?

El intervencionismo es un concepto político e histórico propio por definición de los Sistemas Liberal-Conservadores. Se trata por definición de la elaboración y puesta en práctica de medidas encaminadas a lograr que terceros países elaboren de manera consciente, y si es inconsciente mejor, políticas que desencadenen situaciones ventajosas para los que en un principio las ejecutan. Por eso, cuando uno lee de manera detenida el artículo al cual hago referencia, se da cuenta, desde la perspectiva que ofrece la observación del teatro de operaciones actual de que efectivamente a eso es a lo que hemos asistido en los último años, a la práctica y puesta en marcha de un plan silenciosamente trazado en el que lo que ha sucumbido es no ya la hegemonía de los países involucrados. Lo que ha quedado vilmente enterrado es el concepto de libertad de los ciudadanos en tanto que habitantes de un país.
Hemos asistido de forma silenciosa, por no decir activamente pasiva, y no es una incoherencia, al proceso por el cual las instituciones públicas, las que supuestamente versan su existencia en la prebenda de estar mejor dotadas que el ciudadano en pos de la defensa de sus derechos; se vendían por unas pocas monedas a estructuras secundarias, ya tuvieran éstas carácter privado o público, que no han hecho sino allanar el camino para los que han decidido que el Estado del Bienestar, es algo que, más allá de ser caro, es algo que no merece la pena mantener al ser la vía que reduce la distancia entre aquellas clases que deben mantenerse alejadas, porque así debe ser.

Y lo han hecho de manera brillante, de eso no nos cabe la menor duda.
Primero lo han hecho en un tiempo récord, el que va desde la caída de L. Brothers, que casualmente hoy ha anunciado su salida de la quiebra, hasta el instante en el que han sido capaces de confundir a los Estados y a sus ciudadanos hasta el punto de lograr lo increíble, o lo que es lo mismo en España, lograr modificar la Constitución en un tiempo récord, y sin que casi nadie diga ni media palabra.
Segundo lo han hecho empleando medios. No se han cortado un pelo. Han tirado con la artillería pesada, la que permite hacer desaparecer al enemigo, incluso antes de que éste sea capaz de llegar a intuir que se va a convertir en el enemigo.
Y tercero, lo han hecho tirando de manual, desarrollando de manera continuada y específica todas las medidas que la semana pasada nos desvelaban nuestros compañeros, en lo concerniente a las técnicas de manipulación de masas que forman parte del vademecum de la mayoría de nuestros políticos.
Y es que, sólo así se entiende que permanezcamos inalterados ante la definitiva maniobra, no por anunciada menos sorprendente, según la cual han logrado convertir en Deuda Pública lo que no era sino deuda Privada, cogiendo como rehén que garantice el pago de la misma al propio Estado.
Cuando hace ya algunos años sometíamos el criterio de evolución de la Teoría Social a los considerandos de estructuras económicas, sociales, políticas y religiosas, el hecho de ubicar en primer lugar la categoría económica no era algo accidental, respondía a la certeza de que más pronto que tarde, el resto de acepciones sucumbiría al irresistible empuje del dinero.

Por eso, cuando hace ya algunos años comenzó el ardid de la crisis, y se materializó el primer gran episodio de esta vergüenza, aquél según el cual los trabajadores, que habíamos olvidado el sacrosanto deber de saber cual era nuestra posición, intentando mejorar a cualquier precio, y causando con ello el caos, muchos fuimos los que no dudamos en denunciar tremenda manipulación. Sin embargo menos fuimos los que esperamos atentos el siguiente y sin duda más importante golpe, de los que desestabilizan sistemas, unas veces mediante la guerra, otras mediante la confabulación.
Y ese golpe ha llegado.

Las fijaciones del techo de gasto. La imposición de límites a la Deuda. Todos esos procedimientos, no constituyen sino un ataque desmesurado y organizado a las estructuras de los Estados Miembros. Unos ataques por otro lado perfectamente organizado, y que nadie lo dude, responden a intereses perfectamente organizados.

Con la adopción de medidas que coartan la acción de los Gobiernos en materia de Política Económica, no estamos sino impidiendo que se garantice la prestación de servicios que, tanto por ser o no imprescindibles, sí constituían el catálogo de lo que se había dado en llamar Derechos Adquiridos y que a mi saber, hasta hace algunos años se convertía en el punto del que arrancaba cualquier negociación.
Hoy, por el contrario, asistimos al entierro, con nocturnidad y alevosía, de esos derechos. Y en el caso de España lo hacemos si cabe, de una manera más culposa si cabe.

Cuando hace ya algunos meses, inmersos en la Campaña de las Elecciones Autonómicas y Municipales del pasado 22 de mayo os decíamos que éstas eran si cabe una cita más importante que las nacionales “en tanto que dilucidaban quiénes iban a formar parte de los gobiernos que decidirían sobre la administración de recursos que incidirían en la prestación de servicios básicos tales como la Sanidad o la Educación”, lo que estábamos haciendo era anticipar una vez más el actual panorama.
Un panorama según el cual, como hoy mismo se ha encargado de desmenuzar el Sr. MONTORO, una vez celebrada la reunión con las CC.AA. habrán de ser precisamente éstas las que lleven a cabo los ajustes en aquellas materias sobre las que tienen competencias, que den como resultado la reducción en las cifras que nos han sido impuestas. Sanidad, Educación…etc. En definitiva, todos aquellos recursos de los que hablábamos en aquel lejano mes de mayo, en el que alertábamos de las consecuencias de poner a éstos al frente de los Servicios Públicos.

Todo para eso, para poner de su parte a Ayuntamientos, Autonomías y demás estructuras de mando, en pos de conseguir el único gran objetivo, que las grandes fortunas que adoptan la forma de patrimoniales al albero de la Banca, recupere su dinero, con las plusvalías correspondientes.

De aquellos polvos, estos lodos.

Y tras la derrota de Alarcos, la Batalla de las Navas de Tolosa. ¿Constituirán las elecciones andaluzas el último ejemplo de la gran mentira popular manifestada en el retraso de la presentación de los Presupuestos Generales del Estado?

Luis Jonás VEGAS VELASCO,