miércoles, 25 de abril de 2012

DE LOS CAMBIOS ESTRUCTURALES, DE SU NECESIDAD O DE SU DISCUSIÓN.


"Me pide que defina a la Nobleza. Para colmo me exigirá que lo haga  con una sola frase, seguro que también quiere que ésta sea grandilocuente. Pues lo haré, un Noble es alguien que se atribuye los méritos que dignifican a la tierra, mientras exige que sea el Pueblo el que sangra por ella.”

La frase, atribuida a Lenin, y pronunciada  nada más llegar en tren a San Petersburgo procedente de su exilio voluntario en Suiza, bien pudiera encerrar cada una de las virtudes, o quién sabe si de los defectos, que acarrea la actual situación en la que vivimos. Una situación que se engloba ya para la Historia bajo el epígrafe de La madre de todas las Crisis Económicas, pero para la que a estas alturas ya sólo los cortos de miras, o quién sabe si de entendederas, consideran exclusivamente como económica.
Ratificando una vez más la premisa según la cual los actuales planteamientos se rigen en la correcta coordinación de los cuatros elementos estructurales, a saber Economía, Sociedad, Política y Religión, la cuestión parece encontrarse implícita en averiguar cuál ha de ser el orden que han de guardar para confeccionar no sabemos si el marco en el cual se desarrolle la propia crisis, lo que supondría suponer que la misma es el resultado de un plan preconcebido, que persigue en consecuencia un objetivo; o por el contrario ha de participar en la reordenación de los planteamientos que conduzcan definitivamente a la resolución del conflicto. De lo que no cabe la menor duda, dado el actual nivel de imbricación en el que todo se halla, es de que cualquiera que sea el resultado, dará lugar a una realidad completamente desconocida si la comparamos con los actuales parámetros que definen igualmente nuestro aquí y nuestro ahora.

La prueba de la certidumbre de todo lo expuesto hasta el momento, acude a nosotros sin buscarla, y lógicamente sin promoverlo, si dedicamos unos segundos a analizar el resultado de las Elecciones Galas. Sin detenernos ni tan siquiera un segundo  en su resultado, o más concretamente a la espera de la traducción de los mismos dentro de aproximadamente tres semanas, a estas alturas tan sólo dos cosas son certeza numérica. Por un lado, la explícita realidad según la cual el resultado de las mencionadas elecciones nos afecta a todos. Por otro lado, la convicción, a la vista de los resultados de la Primera Vuelta, según los cuales La Derecha ha fracasado, no hace sino poner de manifiesto que en realidad, lo que ha fracasado es una forma de entender la Política, en este caso aplicada al ejercicio de la Economía.


Decir que los resultados que se han materializado este pasado domingo en Francia constituyen “...un hecho lógico que responde a un castigo contra Nicolás Sarkozy, un castigo por otro lado predecible en la medida en que constituye la reacción lógica del pueblo contra su dirigente en tiempos de crisis...”, tal y como corrió  a decir la Sra. de Cospedal el lunes por la mañana constituye, en el menor de los casos, un ejercicio de absoluta miopía conceptual, o, en el peor de los casos, abiertamente de escasez de miras. El triunfo de Hollande, o si se me permite sin el menor rubor, la derrota de Sarkozy (y compañía), engloba de manera ineludible, el fracaso de un modelo de hacer Política. Pero no nos equivoquemos, constituye el fracaso de ese modelo de hacer Política que estaba destinado a sacarnos de la Crisis.

El fracaso de Sarkozy es el fracaso de la Derecha. Es el fin de un sistema, de aquél según la cual, un país tiene que asumir que preocuparse porque los acreedores cobren puntualmente los intereses derivados de la adquisición de la Deuda Pública, ha de estar por encima de cualquier otra consideración, incluso de aquellas según las cuales la función de un Estado pasa ineludiblemente  por garantizar a su pueblo el acceso a prestaciones básicas tales como la Sanidad y, por supuesto la Educación, y hacerlo en condiciones dignas. ¿Adivinan por dónde voy? Pues algunos, como el ingente Montoro, o el espectacular De Guindos, desgraciadamente no parecen tenerlo tan claro. Y no contentos con eso, siguen adelante, perseveran en la defensa de unas políticas que se manifiestan metafóricamente hablando similares a los problemas de los ordenadores personales, al instante de ponerse a disposición del público, quedan inexorablemente obsoletos.

Tal vez la respuesta a esta curiosa cuestión debamos de buscarla en el tópico según el cual la Derecha española es...diferente. De que es más Derecha, o sea, Derechona, no nos cabía la menor duda. En cualquier caso agradecemos la inestimable ayuda que Dª María Dolores de Cospedal nos ha ofrecido de manera completamente desinteresada de cara a corroborar tal extremo, cuando el pasado lunes corrió a pronunciar el Discurso de “los por qués”; ya saben, el de “¿Por qué está mal que un extranjero no acceda a la Sanidad? ¿Por qué está mal que un extranjero tenga que pagar por los servicios que le prestamos?”
De verdad, era como rememorar la escena de Tom Cruise y Jack Nicholson en ALGUNOS HOMBRES BUENOS: “...para ganar el caso me basta con llevarle a donde él se muere por ir. A ese sitio en el que queda claro que sus órdenes se cumplen y punto, sin discusión. Él desayuna a quinientos metros de cuatro mil cubanos adiestrados para matarle, y no va a consentir que nadie le diga lo que tiene que hacer, y mucho menos un chiquillo con su “amariconado” uniforme de Harvard. ¡No señor!”

¿Se lo imaginan?

De lo que por otro lado hay la menor duda, es del contundente fracaso de las políticas adoptadas por el Gobierno para sacarnos de la Crisis. Objetivamente estamos nuevamente en recesión. Acumulamos dos trimestres consecutivos en los que el balance del PIB es negativo, y eso es algo que incluso alguien como De Guindos es capaz de comprender. Puede en cualquier caso que a Montoro le cueste algo más, de todos modos pediremos ayuda a los Clanners, para que se lo transcriban, si antes ellos no son también víctimas de los recortes.
La Magnífica Reforma Laboral comienza a dar sus frutos, y no precisamente guindas. Otras 360.000 personas han ingresado en el INEM desde enero. Y más de la mitad de los ERES promovidos desde Empresas, además de no contar con el apoyo de los trabajadores, se han fundamentado en el controvertido artículo de la “previsión de pérdidas en el balance”.
Enhorabuena Sr. Presidente. A este paso es probable que logre el que parece ser su único plan real de acción, el de obligarnos a volver a votar en la próxima primavera. ¿Habrá para entonces un Partido Verde? ¿O, por el contrario, será ese el momento de “las Rosas”?

Más allá de las pregunta, por una vez, y sin que sirva de precedente, lo que se nos amontonan son las respuestas. Respuestas que, por cierto, nos llegan en un lenguaje comprensible incluso para ellos. Lo de YPF, ve con satisfacción cómo los perros se lanzan ya dentelladas entre ellos, me estoy refiriendo a las declaraciones del Presidente de CAMPSA en relación a la en principio nefasta gestión del Sr. Buneau, al frente de REPSOL. Pero por encima de todo, a la Bolsa. La Bolsa, ya sabéis, esa única forma material con la que se nos regala la, por otro lado permanente metafísica que es “El Mercado de Valores”. Para que nos hagamos una idea, ha dilapidado la friolera de 170.000 millones de Euros en un año.

Se aproxima el momento de las grandes decisiones, del sacrificio, y de la altura de miras. Sin embargo, no hace falta ser muy avispado para comprender que, una vez más, habrá de ser el Pueblo el que vuelva, de nuevo, a sangrar.

Por el contrario, vivimos un presente nefasto, en el que la frase de Joyce adquiere todo su vigor: “La Realidad ha sido reducida al nivel de la Comedia Cínica, interpretada en éste caso por Idiotas que son incapaces de saber qué es más dañino, si el ruido, o la furia con la que se adornan.”

Luis Jonás VEGAS VELASCO.

miércoles, 18 de abril de 2012

DESMEMBRANDO EL ESTADO.


Parecía una tarea compleja, dura, arriesgada. De lo que no había duda alguna, era de que imperiosamente ésta había de ser encargada a un equipo con aspiraciones; y, a ser posible, que estuviera liderado por alguien avezado, competente, en una palabra “que supiera lo que hay que hacer, y tuviera los medios necesarios para hacerlo.”

Había que cepillarse al Estado, al menos al Estado tal y como lo conocíamos. Y para ello pusimos al frente al PARTIDO POPULAR.

Y cierto es que, raudos y veloces, cual Brunellos o Babiecas, marcharon prestos a la ejecución de la misión que se les había encomendado. A modo de Sistemas Electorales Europeos, convirtieron ya las Elecciones Autonómicas y Municipales del 22 de mayo de 2011 en una especie de Primera Vuelta. Sí, aunque parezca mentira ya llevan gobernando casi un año, mas en la mayoría de los casos todavía no han dejado de plañir; para disimular el que el tiempo ha mostrado como el primero de una larga serie de hurtos. En aquel momento pusieron en marcha el que sería primero de una larga serie de hurtos, que se manifestó en campaña como el proceso por el que convencieron a la gente de que las elecciones autonómicas carecían de importancia, si ésta no procedía de ser, con sus resultados el anticipo de la que luego vendría como furiosa victoria del PP en las “Nacionales”.

Y entonces se pusieron a gobernar. Algunas, cierto es, primero se tocaron, o sea, se pusieron la toquilla y la mantilla, y se fueron de procesión, por las calles de Toledo, para que a nadie le quepa la menor duda. Superada ésta, puede que acción de gracia(s), algunos se pusieron a gobernar. Entonces vino la gran debacle, el Gran Jefe no quería, no necesitaba eso. Se os requería, una vez más, un último esfuerzo. El Partido Popular no necesitaba, al menos de momento, hombres con vocación de Estado al frente de los Gobiernos Autonómicos. Lo que se necesitaban eran sacrificados hombres de Partido, que vieran con perspectiva cuál era el verdadero objetivo. La Moncloa.

Las consignas fueron dadas. La Táctica de la Política del Solar tenía ya que ser llevada a sus máximos extremos. Y desde luego que se hizo. Los Técnicos del PP desarrollaron rápidamente una serie de acciones cuyo más evidente resultado fue la duplicación, en apenas seis meses, y con especial constancia en el último trimestre del pasado año 2011, del total de deuda real de las Comunidades Autónomas.

Recientes investigaciones parecen haber demostrado que el TITÁNIC se hundió, no por la acción de una gran brecha, sino por el efecto conjunto de una serie de pequeñas fisuras.

Y así tuvieron su “Segunda Vuelta”. Llegó noviembre. Entonces, según ellos, recibieron de los españoles la encomienda de arreglar el desbarajuste. “Que a nadie le quepa la menor duda, será lento, será duro, y será doloroso”, anticipaba ya desde la Calle Génova un incontenible Mariano, que, por fin, se veía Presidente del Gobierno. Su cara, como en el caso de la campaña electoral, ponía de manifiesto la realidad, lo callado era, sin duda alguna, mucho más sustancial que lo conocido.

Como ya hemos dicho aquí, para que en España gobierne La Derecha, tienen que darse circunstancias que redunden en la obtención por su parte de una inapelable mayoría absoluta. Ahora bien podríamos añadir otro par de proposiciones al desarrollo lógico: La Derecha ganará cuando deje de comportarse como Derecha. La Derecha ganará cuando España deje de Ser España.

Y como en todo buen desarrollo filosófico, puede darse una tercera proposición, que surge como corolario de las anteriores, La Derecha hace que España deje de ser España.

Y, de nuevo, poseídos por la extraña energía que a lo largo de la Historia ha alimentado a todos aquéllos inmersos en labores mesiánicas, esto es, los que creen firmemente que la naturaleza de su labor es del todo incomprensible para el resto del mundo.

Como paso previo, han desmontado la otrosí intrínseca relación existente entre el Pueblo, y el Estado. Dicho de otra manera, han subvertido la relación innata que regía entre Administración y Administrado, para, poco a poco, arrebatar el atisbo de capacidad política que podía quedarle al Pueblo, para quitarle la otra, la de protestar mediante la huelga o la manifestación basta con modificar ad hoc las leyes; convenciendo de nuevo al Pueblo de que el Gobierno es, en realidad, un ente amorfo y distante, que se rige por demandas caprichosas y devora a dentelladas, impositivas en este caso, a sus administrados.

Y es entonces cuando ellos mismos se hacen conscientes del nivel de neurosis que se encuentra implícito en sus propias demandas, en aquéllas que ha sido imperioso satisfacer en pos de la consecución del bien absoluto. Algo que pasa no verdaderamente por llevar al Partido Popular a gobernar España, sino a elevar a alguien, a Mariano, a la Moncloa.

Ver a Mariano deslizarse por la rampa del garaje del Senado Español para esquivar a los periodistas. A Ana Mato, la misma que no sabía cuántos coches tenía en, en este caso su garaje; pedir hoy mismo disculpas a los jubilados “…porque con su aportación en el pago de las medicinas será fundamental para garantizar la sostenibilidad del Sistema de Salud español”, o incluso observar cómo hay que marcharse a México para, con la seguridad que proporciona el hallarse a miles de Kilómetros, deslizar las nuevas medidas de “re-re-reajuste”.

Y, mientras, a pasos firmes y seguros, asistimos a la paradoja de ver cómo es, precisamente la derecha, la que se carga España. Y lo hacen poco a poco, sin duda alguna, y sin dilaciones innecesarias. Atacan los pilares básicos, aquéllos sobre los que se sustentan los principios que definen precisamente la relación más práctica que puede darse entre el Estado, y sus gentes, esto es, la prestación de aquéllos servicios que por su especial complejidad, no puedan, ni afortunadamente deban, estar en manos privadas. Hablo, claro está de la Sanidad, y de la Educación.

El modelo sanitario español era, según datos del Observatorio para el estudio de la evolución de Europa, organismo dependiente de la UE, “…el que más altos valores de optimización presenta dentro del territorio de la UE (…) sin duda uno de los que mejores marcadores alcanza en la relación existente entre los servicios prestados, y el coste real manifiesto para cada ciudadano”.

Sin entrar en polémicas sobre el copago, La Salud en España estaba garantizada, siguiendo para ello unos criterios de universalidad totalmente compatibles con los modelos de Justicia Distributiva.

Y qué decir de la Educación. El modelo de formación impulsado en España, y basado no sólo en la mera distribución de conceptos, sino en la distribución homogénea de el catálogo de valores imprescindibles en la actualidad para promover el ascenso de ciudadanos íntegros, dotados de todos los atributos imprescindibles para poder hablar no ya de entes educados, sino de personas formadas; se ha demostrado no ya como intrínsecamente bueno, sino como verdaderamente exportable.

Y es así, como podemos ir enfrentándonos con la conclusión. El Partido Popular no desea gobernar España. Y no lo desea por varios motivos. Si bien no es el primero de ellos, bien podríamos decir que la naturaleza intrínseca de La Derecha española, no se encuentra a gusto con esta España. Una España en la que los principios distributivos no solo han calado sino que, una vez más, se han mostrado como especialmente coherentes con el modelo de vida que preconiza el español.

Más bien, el Partido Popular, desea cobrarse una serie de antiguas deudas, que llevan años carcomiendo su estructura. Para ello no se detendrá ante nada, ni ante nadie, y está dispuesto a hundirnos una vez más, en la máquina del tiempo.

He aquí, y ahora, ya sin tapujos, la verdadera doctrina del Partido Popular.

¡Enhorabuena a todos los que la han hecho posible!

Luis Jonás VEGAS VELASCO.


miércoles, 11 de abril de 2012

DE CUANDO CONVIENE SABER QUE SE ACABÓ LA FIESTA. PARA SABER AL MENOS “POR DÓNDE VAN LOS TIROS.”


Dicen las crónicas formales de la Historia, que los periodos verdaderamente preocupantes comienzan justamente a renglón seguido de que el político de turno afirme conocer aquello que debe hacerse. Y si esas palabras van acompañadas del quitamultas “aunque lo que hay que hacer va a ser doloroso”; pues entonces, llegados a ese momento, ya ni temblar resulta prudente. Juzguen ustedes mismos.

Señores, llevamos ya demasiado tiempo discutiendo no ya si estamos o no en crisis. Primero dejamos que perdieran nuestro precioso tiempo, un tiempo que no teníamos, en verificar el grado de la crisis. Luego se dedicaron a buscar culpables, luego esos culpables no les sirvieron, supuestamente porque no fueron capaces de integrar de manera coherente algo que, como toda buena crisis, no se lleva bien con la coherencia, en unos modelos estadísticos que, como todo lo que tiene que ver con la estadística, no entiende de episodios aislados, ni, mucho menos, con cosas como la aquí planteada que, una vez aceptado por todos, parece tratarse de la madre de todas las crisis. Y, ahora, una vez que definitivamente parece que todo parece cuadrar, lo único que tenemos claro es la absoluta certeza de que, ya nada volverá a ser igual.

Salvando las distancias, y lejos de que nadie piense que la desesperación me ha echado en brazos de la astrología en pos de las ansiadas respuestas, pasando claro está primero por la necesaria reformulación de las correctas preguntas; cierto es que llevamos todo lo que va de año refunfuñado en torno a los dimes y diretes que proporciona la extraña manera que tiene de concluir, en el más literal y absoluto sentido de la palabra, ese Calendario Pre-Colombino, según el cual una nueva era comenzará con posterioridad al año en curso.

Y vaya si es cierto que una nueva era va a comenzar. Incluso, sin ser muy avispado, yo me atrevería a decir que una nueva era ya ha comenzado. Una nueva era en la que la Izquierda ha sido borrada del ejercicio de Gobierno. En la que acciones y procedimientos hasta hace poco impensables, se convierten ahora en justificados. Una nueva era en la que asuntos y cuestiones hasta hace poco básicos cuando no fundamentales, se ven ahora sometidos si no abiertamente puestos en tela de juicio. En definitiva una nueva era en la que Pilares Fundamentales del ya casi denostado “Estado del Bienestar”, tales como LA SANIDAD, LA EDUCACIÓN Y LAS POLÍTICAS SOCIALES, no sólo se ponen en discusión, sino que definitivamente esas discusiones se llevan al terreno de lo lógico, cuando no abiertamente de lo evidente.

Permítanme por favor que insista: “UN DERECHO NO ES ALGO QUE DEBAN DARTE, SINO AQUELLO QUE NADIE DEBE OSAR QUITARTE.”

Una vez llagados a este extremo, bien podemos vernos sumergidos en las fervorosas, cuando no abiertamente ingrávidas aguas de la sinrazón, cuando no en los vientos de la ya casi ni recordada libertad que los mismos pueden regalarnos, y continuar de manera abiertamente beligerante, que no hostil, en la búsqueda no ya de respuestas, lo cual bien podría ser constitutivo del delito de soberbia, sino del a la sazón más complicado ejercicio de enfrentarnos con nuestras propias preguntas, y rozar así el pecaminoso estado de la ingenuidad.

Así y sólo así podríamos incurrir en el imprescindible estado de calma necesario para comprobar cómo la crisis, esa que aparentemente no tiene responsables, al no tener vencedores, aunque si vencidos, se ha llevado por delante a toda la Izquierda europea. Ha dejado yermos los campos de la inteligencia. Ha barrido los terrenos de la ilusión y, lo que es más grave aún, nos ha dejado a todos clavado en el alma la inquebrantable sensación del miedo propio del que sabe que, probablemente, lo peor no ha llegado todavía.

Así, de un plumazo, se ha cargado en apenas tres años, logros sociales cuya consecución necesitó de treinta años. Ha abocado al terreno de la utopía, término éste que por otro lado se ha encargado de denostar, principios y sueños que otrosí no hace mucho, constituían el horizonte hacia el que se dirigía nuestra Sociedad. Una Sociedad no lo olvidemos modélica, y sobre la que aparentemente descansaban los fundamentos de la mejor generación de la que se tenía constancia.

Pero hoy, todo eso ha sido rehuido, cuando no forma parte del terreno casi mitológico en el que sólo los poetas, o los locos, se sienten a gusto. Como en los casos en los que el desierto se vuelve loco, y la aparente ausencia de movimiento que le es propia, da paso a bravías tormentas de viento y arena; así la crisis ha removido todo. Como en ese caso, la arena ha destruido los pozos de agua que, como diría A.S Exphury, dotaban de belleza al desierto. Con ello, los oasis, refugio de nuestra esperanza, han sido definitivamente destruidos. Hemos despertado de nuestro sueño, nuestra travesía del desierto ha sido baldía, en tanto que las ideas que la sustentaban se han revelado como sutiles espejismos, inducidos por los mismos que hoy se han erigido en guardianes justicieros.

Y, a modo de resultado, el triunfo, una vez más, de los de siempre. La Clase Dirigente, encarnada en esta ocasión más que nunca en una Derecha Cavernaria que sustituye los argumentos bélicos del pasado, por otros más limpios, aunque igual de amenazadores que los de entonces. Ya no habla de guerras, sin embargo el ambiente casi prebélico es una realidad. Ya no se disparan tiros, si bien sigue dejando cadáveres en las cunetas. Aparentemente ya no hay columnas de prisioneros, aunque cientos o miles son los que se hallan encadenados a un Préstamo Hipotecario.

Una Derecha que, una vez juzgados, como no podía ser de otra manera, los pros y los contras, ha tomado las medidas oportunas encaminadas no sólo a colocar los hilos de la parca en disposición de combate, sino que lo ha hecho de manera que ha logrado convencer a las víctimas de que en realidad, son los culpables. Y si no, que alguien me convenza de cómo es posible que la clase trabajadora, dominante como siempre si nos atenemos al criterio cuantitativo, asuma sin rechistar la cadena de medidas que, una por una o en conjunto, no van sino a arrojarnos de nuevo al desolladero.

El Estado, aparente garante de las libertades, ha abdicado de todas sus capacidades, a la par que, poco a poco, está siendo despojado de sus atribuciones. La larga caterva de misioneros y corsarios que secundan las anteriores escuadras de los derrotados capitalistas, seguidores del liberalismo a ultranza, esos que preconizan el comercio sin restricciones; se han cepillado las capacidades del Estado. Una nube de sutil amenaza, cuando no de abierto mal olor a Comunismo, planea sobre cualquier atisbo de mención a “participación de lo común”, o a “defensa de lo Público”. Y eso que de “intervencionismo”, ni tan siquiera hemos llegado a hablar. En cualquier caso, lo han conseguido, nos han arrebatado incluso la capacidad para concebir que algo distinto a lo que ellos dicen, sea no ya mejor, sino tan siquiera posible.

Por todo ello, y porque demasiado es ya el espacio ocupado en la exposición, así como el tiempo necesario para acceder a la misma, podemos ir concluyendo, cómo no, con preguntas.

¿Alguien duda seriamente todavía de que la Crisis ha sido convenientemente provocada? No se trata sino de la materialización del perverso deleite de aquéllos que, asentados cómodamente en sus sillones, observaban con gran preocupación que la distancia que separa a ricos de pobres, a la sazón la gestora del gradiente que garantiza el flujo de capitales: se reducía de manera preocupante para ellos.

¿Alguien duda de quién es el beneficiario conceptual de ésta crisis? Pues evidentemente la Derecha Cavernaria, recalcitrante y reaccionaria de principio a fin, y que ha visto resarcida su última esperanza de retornar al poder, convirtiéndose en el brazo ejecutor de un poder que, una vez más, hace gala del verdadero poder, manteniéndose en la sombra, en tanto que otros bailan al son que ellos tocan, sin saber siquiera que hay música.

La verdad es que esto es propio de aquél que sale de caza, no coge nada, y, encima, vuelve con un tiro en el pie.

Luis Jonás VEGAS VELASCO.

miércoles, 4 de abril de 2012

DE LO DURO QUE RESULTA VOLVER A LA REALIDAD, DE CUANDO EN REALIDAD SÓLO UN MITO ERES.


Terrible es la realidad, cuando se revela como el único de los vestigios que queda tras el efímero paso del presente, que se convierte en tierno recuerdo de un pasado siempre por nuestra mente mejorado.

Y más terrible es en Política esa realidad, una vez que el paso de las citas electorales pasa a engrosar las cifras de ese llamado pasado, dejándote en definitiva, enfrentado a los que nunca dejaron de ser tus fantasmas.

Así, una vez más, dejar correr el tiempo, y hacerlo de la mano del sentido común, se convierte en la mejor manera de acceder a la realidad política de éste, nuestro maltrecho país.

No se trata de buscar culpables, eso ya ni tan siquiera nos satisface, y lo que es peor, no es útil ni tan siquiera para el fuero de los que una vez se contaban en las filas de nuestros rivales. Se trata, hoy por hoy, de intentar comprender que así no, que si seguimos no ya haciendo, sino tan siquiera planteando las cosas como hasta ahora lo estamos haciendo, el miedo no será tanto que tengamos que hipotecar diez años más de nuestro futuro, para intentar organizar no ya otro presente, sino que habremos perdido incluso otro pasado; el miedo estribará en que si nos empecinamos en salvar el Sistema, lo único que podremos garantizar será que las piezas no saldrán para nada indemnes. Entonces, ¿Tiene sentido salvar esto, aunque sea a cualquier precio?

La pregunta tiene en su propia forma su esencia. No a cualquier precio, y desde luego así no.

Cuando llegados al momento actual, el nivel de perversión es tal que lo único que parece ya incuestionable es que el marco conceptual que se esconde tras el ingente paraguas de la Crisis no es sino un procedimiento perfectamente establecido, que ha tenido al mando a los Estados mientras éstos han podido, reservando para la segunda fase de la operación, aquélla que requiere de más aporte especializado, a los bancos, empezamos a comprender por qué no sólo no entendemos el problema, sino tan siquiera las soluciones que aparentemente a éste se le dan.

Una más que interesante conversación, mantenida en la mañana de hoy, servía aunque fuera de forma prácticamente accidental, a extraer de nuevo el corolario que parece mantener encerrado en un bucle la mente de la mayoría de la población. Y de nuevo una pregunta encerraba al esencia no ya sólo del desencanto que obra entre Administración y Administrados, sino que de nuevo revelaba lo mucho que nos cuesta entender las cosas. La pregunta seguro que la entienden de carrerilla ¿Por qué el Gobierno pretende arreglar esto, dando el dinero a los bancos?

La solución al enigma, aunque parezca un poco desalentadora, la ha proporcionado en el día de hoy, el mismísimo Sr. Presidente del Gobierno: “todos nuestros esfuerzos estarán encaminados a reducir el Déficit Público. Cualquier otra medida no se contempla. Cualquier otro que no esté de acuerdo con ésta Política, no sólo tiene un problema, sino que se convierte en un problema a la hora de planteas las soluciones que sacarán a España de la crisis.”

Estas reveladoras palabras, encierran de manera axiológica el cúmulo de principios no ya que nos han llevado a la crisis sino, lo que es peor, el principio fundamental que garantiza cómo, en el caso de perseverar en éste como procedimiento destinado a sacarnos de la misma; no conseguiremos sino hundirnos si cabe, cada día un poco más profundamente, en una espiral trágica que se cerrará no sin antes haber devorado de manera intencionada y profesional cualquier vestigio de lo que una vez consideramos nuestro justamente llamado Estado del Bienestar.

El Estado del Bienestar es un concepto justamente acuñado, y que por definición se integra dentro de los modelos de concepción de las relaciones entre público y privado, más cercanas a los considerandos sociales propios de la Izquierda. En base a esto, la relación existente entre Deuda Pública y Deuda Privada, se mantenía en unos cánones aparentemente comprensibles en tanto que transparentes, basados en el hecho de que si bien ambas deudas podían practicar la teoría de los vasos comunicantes, ambas lo hacían respetando la salvedad de que sus respectivos circulantes nunca se mezclaban.

Sin embargo, esta teoría aparentemente asentada sobre los pilares de la lógica que aporta la Justicia del Capital, aquélla según la cual los beneficios que proceden del Capital son lícitos en tanto que el riesgo lo corre el propio Capital; comienza a derrumbarse en el momento en el que las garantías de cobro que ofrece la mencionada Deuda Privada, dejan de ser no ya sólo certeras, sino que más bien ponen de manifiesto serias dudas.

Y es precisamente en ese momento, cuando los gurús del tinglado, dan con la mejor de las soluciones, la que no podía ser soñada ni por el más avezado de los líderes capitalistas. Y lo que es peor, una solución que no podía ser llevada a cabo sin la participación de aquéllos cuyo poder derivaba precisamente del Pueblo. Había que averiguar la forma de convertir en Deuda Pública lo que no había sido sino Deuda Privada.

En ese momento, el torrente de dinero procedente de las arcas del Estado, comienza a llenar las arcas de los grandes, utilizando a la Banca como agente catalizador. La masiva compra de Deuda a cargo de los Estados, hace buena la consideración según la cual “El Estado se ha vendido a la Banca, y los ciudadanos hemos regalado la Democracia.” Los Estados se convierten en avalistas de la deuda generada por aquéllos que hicieron propios los principios de avaricia que preconiza la sociedad actual, y convierten a los propios Estados así como a su futuro en los garantes de unos compromisos que ellos han asumido no ya como representantes de los ciudadanos, sino como representantes de esa nueva corriente que está imbuida de razón hasta el punto de pensar que ellos y sólo ellos se hayan en condiciones de proporcionarnos la salvación.

Así, verdades como las expuestas hoy mismo por D. Mariano RAJOY, alcanzan niveles de certeza propios casi de la iluminación. España habrá de destinar sólo al pago de los intereses de la Deuda ya generados, casi treinta mil millones de Euros. A título de comparación, los recortes que han justificado medidas tan duras como las conocidas hasta el día de hoy, redundarán en la obtención de unos resultados que se hayan en torno a los treinta y ocho mil millones. ¿Podéis imaginaros en qué coyuntura nos dejaría eso? Tal vez en una que no necesitara hacer desaparecer la Ley de Dependencia, que no rebajase en un 23% el total de partidas destinadas a la generación activa de empleo, que no cerrara laboratorios de investigación, y que por ejemplo no dejara en manos de las Comunidades Autónomas la decisión de si vuestros hijos van a seguir o no disponiendo de un ordenador en la Escuela.

Aunque claro, llegados a éste punto, uno entiende la totalidad de las palabras de Rajoy: “el que no ayude activamente en la consecución de éstas políticas, pone en un peligro a España.”

Resulta curioso qué, igualmente, esas mismas palabras sirvan para recordar a su antecesor en el cargo. Una de las últimas cosas respetables que D. José Luis RODRÍGUEZ ZAPATERO dijo antes de abandonar La Moncloa, era que había dos formas de conducirse en las políticas destinadas a salvar la crisis, las que abogaban por las soluciones de izquierdas, y las que aprovecharían para reinstaurar una Derecha más recalcitrante si cabe, dispuesta a obtener réditos de donde fuera.

Así, ya todo está perfectamente claro.

Luis Jonás VEGAS VELASCO.