miércoles, 31 de julio de 2013

DE NUEVO, EL “ARST INDÓMITA”

Cuando no, del placer ingente que supondría poder volver a actuar sobre el Tiempo, o al menos sobre su concepción y medida.

Y todo para, tal y como acontece en otra de las grandes citas de la Historia: Señor, haz que pase ante mí este cáliz.

Semejantes, cuando no muy similares, pueden ser sin duda las emociones, cuando no abiertamente los pensamientos, del que a estas horas es todavía nuestro Presidente del Gobierno.
Porque cuando mañana, temprano, a eso de las nueve de la mañana según informan los que ya se apostan como cronistas, a la vez que alguno, qué duda cabe, lanza sus propias apuestas; D. Mariano RAJOY se ponga delante de la tribuna de Oradores, esa que en tantas ocasiones ha estado al servicio de grandes retóricos, e incluso a veces de grandes políticos; y se vea en la tesitura de no poder mirar ni a izquierda ni a derecha, en busca de una sonrisa cómplice, o incluso de un silencio mordaz, sino que más bien lo que sentirá sea la soledad de aquél que manda, muy probablemente lo que haga será descubrirnos, más bien a los demás, la clase de político que en realidad es.

Porque la Tribuna no es un plasma. Al igual que los Srs. Diputados, a la sazón representantes tan dignamente elegidos como puede haberlo sido él, no son la caterva de panolis a los que por el contrario él sí que cree se dirige cada día.
Será entonces cuando el verse ajeno al marco protector de un plasma, nos vinculará de manera evidente y para siempre con el recuerdo eterno de la clase de político que en realidad puede estemos poco menos que sufriendo.
¿Lo recuerdan? “Para el tiempo que lleva sentado, demasiadas son las cosas hechas. ¡Por favor, váyase! ¡Libérenos de su presencia!

Porque, efectivamente, mañana no se examina en exclusiva el Sr. Presidente. Más bien al contrario, lo hace también su oposición.
En palabras del Sr. MAS, pronunciadas hoy mismo en la sede del Legislativo de Cataluña, a la sazón de la petición de dimisión como consecuencia del estado que están alcanzando las cosas allí curiosamente vinculadas a otro asunto de corrupción, el del Palau de la Música, Lo cierto es que las palabras pronunciadas guardan un curioso correlato con la actualidad, quién sabe so incluso dotándolas de cierto tinte de augurio. ¿Quieren que me vaya? Pues dejen de pedirlo de manera  velada, por los pasillos, y acudan al medio que tienen a su disposición. ¡Presenten una Moción de Censura y, por supuesto, gánenla!

Porque cuando mañana a partir de las nueve en punto de la mañana, el Sr. Presidente tome la palabra, él y solo él será el responsable de merecer seguir ostentando semejante cargo mientras se encuentre en el uso de la palabra.
Si finalizada la, no lo olvidemos, sesión de control, Mariano RAJOY sigue siéndolo, los únicos responsables estarán ya perfectamente identificados. La única cuestión pasará por saber si será necesario acusarles de algo tan ignominioso como mantenernos, una vez más, ligados a un títere.
Porque una vez centrados los asuntos, ésa y no otra será la cuestión. En vista de los acontecimientos, o más concretamente de la deriva que los mismos están tomando, y pienso de manera substancial en la llamada a declarar que el Juez RUZ ha hecho hoy mismo, nada menos que a los que han sido Secretarios Generales del Partido Popular en el transcurso de las últimas dos décadas; lo único que parece quedar claro es que de ésta ilesos, lo que se dice ilesos, no va a salir nadie.

En unos tiempos políticos como los actuales, en los que así mismo las formas políticas también han sido descuidadas; los permanentes cruces, cuando no las tan temidas puertas giratorias, lo impregnan todo. De tal manera qué, cualquier intento de mantener aislados los procedimientos atinentes a Ejecutiva, respecto de aquéllos destinados a ser objeto de la Orgánica; han terminado por convertirse en una paradoja.
Y tal y como ha quedado puesto de manifiesto tantas y tantas veces, tanto los objetivos, como por supuesto la manera de llegar a la consecución de los mismos, cambia según se trate de procedimientos conceptuales a la orgánica, respecto de los que son atribuibles a ejecutiva.
El problema surge definitivamente cuando vemos que, ante la imposibilidad manifiesta de mantener los diques estancos, la porquería lo inunda todo, manchando con su hedor a propios y a extraños.
Y una vez has entrado en contacto con la porquería, resulta poco menos que imposible no resultar afectado por la misma.

Por eso si mañana D. Mariano RAJOY acierta a salir indemne de su cita para con los ciudadanos, representados, tal y como hoy mismo resaltaba el ingente Alfonso ALONSO, por aquéllos que de manera democrática resultaron elegidos por los votos de los ciudadanos lo cierto será que, indefectiblemente, todo y todos quedarán para siempre magullados por el arañazo que le será asestado a la Democracia española. Un arañazo que, al menos a priori, resultará imperceptible pero del que, inexorablemente, acabará emanando tal cantidad de porquería que, la infección que le será propia será de tal calado que, bien podría terminar por llevarse por delante tanto a nuestra, no lo olvidemos, aún joven Democracia; como a la sucesión de conceptos sobre los que hemos apilado nuestra ilusión.

Porque lejos de prestar oídos a cantos de sirenas, y mucho menos de dar lengua a pregoneros inmersos por otra parte en lides cuando no en tesituras quién sabe si más acuciantes, lo cierto es que la, no lo olvidemos, comparecencia en Sede Parlamentaria del Sr. Presidente en pos de dar respuestas a las múltiples cuestiones surgidas en paralelo al Caso Bárcenas, arroja ya a priori un resultado conceptual, sorprendente por lo desasosegante.

Porque si mañana la responsabilidad, inherentemente asociada al hecho de una comparecencia en el Congreso de los Diputados, no es suficiente en sí misma para lograr que un personaje como D. Mariano RAJOY sucumba, entonces sí que consideraré firmemente llegado el momento de plantearme muchas cosas. Cosas ligadas directamente a cuestiones como las ya mencionadas líneas arriba, cuando he hecho referencia a la cuestión de las mayorías, y el complejo de caterva a la que las mismas acaban por condicionar.

Llegados a tal extremo, y por no extendernos mucho más, lo cierto es que los visos que están tomando los acontecimientos bien podríamos decir que tiñen de misión imposible el que el Sr. Presidente se ponga mañana ante sus Señorías ataviado tan solo con la verdad. Hacerlo le obligaría, sin duda, a volarse la cabeza como ROMMELL.   Y si los ciudadanos permitimos cualquier otra conducta no seremos dignos de mucha más compasión.

Cuando en 1582 la Iglesia Católica vio pender su supervivencia de un hilo a la sazón de un libro de COPÉRNICO publicado muchos años después de su muerte; un libro que ligaba la destrucción de la Humanidad a una fecha, concretamente el 12 de octubre; la Iglesia de Roma sacó a relucir todo su poder, y eliminó tal día del calendario.

Señor RAJOY, lamento comunicarle que, en contra de lo que le han contado, usted no goza de tanto poder.



Luis Jonás VEGAS VELASCO.

miércoles, 24 de julio de 2013

DE NUEVO A CUESTAS CON EL PARNASIANISMO.

No se trata de un error, ni mucho menos de una redundancia. Sencillamente, comprobar desde la menos violenta de las desazones cómo, muy a nuestro pesar, se cumplen no solo los protocolos, sino para peor las conclusiones sobre las que cimentamos nuestros argumentos, y por ende nuestras certezas se convierte, en contra de lo que una minoría malintencionada pueda pensar, en un verdadero suplicio.

Porque, definitivamente, y una vez más por supuesto sin pasión, necesitamos volver sobre nuestros pasos, o por qué  no, sobre los de quien corresponda, para tratar de dilucidar no ya las causas de la debacle en la que nos hallamos inmersos, sino más bien para tratar de comprender el grado de cumplimiento en el que se halla el plan de los que, indefectiblemente, han tejido semejante maraña.

Comulgo activamente con los que afirman que el actual estado de las cosas responde de manera inequívoca, a un plan perfectamente preconcebido. Me desmarco, no obstante de la mayoría de las fuentes cuando éstas se dedican a repartir culpas. Así, en un mero ejercicio de economía exponencial, ahorraré al amable lector el esfuerzo de revisar, compartiendo o no, largas listas de acusación  semejantes en estructura a las de Los Juicios de Nuremberg, para por el contrario resumir mi certeza, a la sazón que vórtice de mi diferenciación, diciendo que allí donde algunos ubican las causas, yo no hago sino ubicar los preceptos conceptuales.
Así, en definitiva, el aspecto financiero de esta crisis no es, en resumidas cuentas, sino la válvula de la olla a presión la cual, a base de girar y girar, no hace sino liberar presión del interior de la propia olla, impidiendo en consecuencia que la mencionada estalle.

Pero una vez más, y como no me canso de afirmar, lo que incluso Julián MARÍAS constató no sin pudor, es que España es diferente.

Y lo es  no solo por el hecho de que no estalle. Lo es más bien porque, como dirían los personajes de Cartas Marruecas, “…estallaremos dónde y cuándo lo creamos oportuno (…) que no así habrá de nacer nadie que nos venga a decir cómo habemos de hacer las cosas en este confín de España.”

¿Les suena? A propósito que hoy mismo la Comisión Permanente del Congreso, otra estructura más que, cómo no, ha sucumbido de la mano de las Mayorías Absolutas de la Derecha Reaccionaria (¿PP?) Ha tenido a bien despreciar la petición de comparecencia que  a efectos se pedía en sede parlamentaria, y que viene a reclamar a la excelsa figura del Sr. Presidente del Gobierno se digne a presentarse en la mentada plaza con el fin de que deje de hurtarnos ni por un segundo más a todos los españoles cuáles son sus opiniones a tenor de lo que todo el mundo, menos él al parecer conoce ya no solo como “el caso Bárcenas”, sino más bien como el caso que bien podría estar en condiciones de llevarse por delante ¿este sueño? De Democracia en el que creemos firmemente hallarnos instalados.
Porque es de eso, y no de otra cosa de lo que llegados a la presente hemos de comenzar a hablar.
De cómo un partido político puede llevar más de veinte años financiándose de manera aparentemente ilegal. De cómo sus dirigentes ajustaban el detrimento que habían sufrido en capacidad económica, pasando ésta a ser “sobrada”. De cómo grandes compañías, algunas procedentes de la privatización post’96 volvían al mercado mediante el pago previo de comisiones que acababan sirviendo para financiar campañas electorales que pasaban así a estar “enmerdadas” hasta el extremo de justificar el que tratemos de ilícito cualquier resultado por las mismas obtenido. Sí, por otro lado lo mismo que el PP ha hecho de manera evidente en lo concerniente a la puesta en práctica del Programa Electoral que lo encumbró.

Y es entonces que, una vez analizado todo lo anterior, hemos de volver inexorablemente al principio de todo nuestro entramado, para tratar de comprender en este caso cómo la realidad, supera con mucho a la ficción.

O más concretamente a cómo la ficción lo envuelve todo, sumiendo con ello a la realidad en toda una suerte de penuria incapaz ni tan siquiera de hacerse digna de sí misma.
Nos arroja así la actualidad a la necesidad de la mentira en pos de constatar desde la misma la posible verdad de la realidad.
Experimentamos con ello toda esa suerte de emociones solo concebibles desde la convicción de que, más pronto que tarde habremos de despertar de lo que solo puede ser un sueño.

Sueño, ficción, ilusión. Nostalgia, en una palabra, basada en una interpretación fraudulenta de un pasado que, de forma crédula, hemos llegado a asumir que siempre fue mejor.

Así, desde la filosofía del conejo que huye del incendio, nos hemos acostumbrado a decretar no ya como adecuado, sino realmente como maravilloso, toda una suerte de acontecimientos, realidades e incluso de estructuras, que no es ya que sean falacias, es que se acaban por revelar como burdas patrañas.

Y así no es que se caiga, es que se desmorona, todo un edificio fraudulento que entre todos, unos por acción, y otros por omisión, hemos permitido se construya.

Es así, nuestra realidad, un proceso abocado diariamente a la frustración, y al desasosiego. Emociones éstas solo comparables a las que sintió Ulises cuando retornó a casa.

Es por entonces que llegado el momento debido, tan solo el parnasianismo, interpretado en su vertiente política como el proceso del disfrute político en tanto que tal, o sea carente de motivación ajena; pueda garantizar la supervivencia de ciertos procederes.



Luis Jonás VEGAS VELASCO.

miércoles, 17 de julio de 2013

DE NUEVO, CROMWELL

Me dispongo un día más a enfrentarme a esta tarea como siempre libremente asumida, otrora agradable por naturaleza, y hoy, si cabe, algo más que laboriosa, como resulta de la constatación expresa que revierte de saber que, por primera vez en muchos años, no ya solo no las respuestas, sino incluso la reformulación correcta de las preguntas, ya no se halla al alcance de todos, esto es, en los libros.

Acudo así como ni puede ni debe ser de otra manera, a lo libros, en pos como digo no ya de las respuestas, sino más bien o tan siquiera en pos de los protocolos desde los que enarbolar una mínima por cuando menos responsable posibilidad de reubicación de la realidad; cuando me topo de frente con la cruda realidad, la cual adopta en este caso y para mi sonrojo, forma de cita directamente extractada de la hemeroteca. O para ser más exactos del nutrido fondo de armario en el que parece haberse convertido la hasta cuando menos ayer, bien repleta biblioteca de la caverna, escrita, como no puede ser de otra manera, en cavernario.

Es así que leo lo siguiente:

¿Cuál es el problema aquí? Que la gente en este país, gente que está rebuscando en la basura para comer, gente que ya se ha quedado sin ninguna ayuda porque se le ha acabado el paro, gente que lo está pasando muy mal, ve que hay un Gobierno que les ha llevado a la ruina pero que, por el otro lado, no hay nadie que les saque a protestar.”

Estas palabras, pronunciadas por D. Luis DEL PINO, podrían ser objeto, o más bien formar parte de cualquier análisis de actualidad, llevado a cabo todo él desde las más profundas y a la sazón convincentes bases; de no ser porque de otro lado, han de ser catalogadas como ciertamente premonitorias, al haber sido pronunciadas el 19 de mayo…¡DE 2011!

Siguiendo, eso si desde la mesura, con el exhorto fundado en el ataque de verbigracia en el que algunos de los integrantes del cuarto poder se encontraban sumidos hace algún tiempo, citaremos ahora, y lo haremos expresamente, a la nunca y tal vez suficientemente valorada azote del mal comunista. Me refiero a Isabel San SEBASTIÁN quien en febrero de 2010, se despachaba a gusto:

España es una leprosa cuyas campanillas de alerta (paro, deuda y déficit disparado) ahuyentan a cualquier dirigente que aspire a mantenerse libre del contagio. Somos los apestados de Europa. La “s” de los cochinos (pigs) que lastran la recuperación. Náufragos a la merced de las ocurrencias de un irresponsable.”

¿Cabe acaso, hoy por hoy, hacer algún apunte o matización? Pero si hasta la OCDE ha venido hoy mismo a dar validez científica al como por otro lado todos, sesudo comentario. Así, la previsión que de cara a la expectativa de paro para el año que viene sitúa nuestra tasa de desempleo para el 2014 en casi el 30%. Sí, definitivamente ya ni Grecia va a ser tan pig como por otro lado todo apunta a pensar que lo seremos nosotros.

Y ahora, si de verdad tienen tiempo y ganas, díganme si de verdad no es para sentir cuando menos, un atisbo de recelo.

Las citas traídas a colación no lo son ciertamente ni por su aparente grandilocuencia, ni por supuesto por el grado de aseveración que las mismas pudieron o no causar (vistas ciertamente con perspectiva, el grado de evidente envejecimiento de las mismas no es superado sino por las arrugas que en torno de los marcos oculares se comienzan a observar en los sendos autores.)
La causa de la colación ha de ser buscada ciertamente, en el estupor que me causa comprobar el efecto que por otra lado se suscita al ponerse de manifiesto, en los últimos tiempos con una intensidad verdaderamente inusitada, la importancia de los medios de comunicación, y de respectivamente, las líneas editoriales defendidas.

No entraremos por supuesto a discutir el derecho de adscripción ideológica del que todo el mundo y ninguno puede hacer gala. Sin embargo, y acudiendo para ello a cuestiones de racionalidad de protocolo, alejadas pues de las cuestiones ligadas al pensamiento, y por ende a lo ideológico; si que por otro lado nos parece licito resaltar el marcado abrazo al nihilismo que algunas cabeceras, Radios y Cadenas de TV están llevando a cabo en los últimos tiempos.

Llega pues el momento de ir centrando el tema, que a nuestro entender puede verse así trenzado:
¿Resulta pues lícita la absoluta absorción por ósmosis de la que algunos medios hacen gala?

Accediendo en la medida de lo posible a la Terminología de lo General de la que por otro lado la naturaleza hace permanente gala, doremos que el posicionamiento por ende natural de cara a lograr desplazamientos y movimientos, que de cara a lo que nos compete se traduzcan en este caso en beneficios evolutivos; pasa inexorablemente por la constatación y mantenimiento de los gradientes.

Gradientes son las diferencias de potencial que permiten el establecimiento de corrientes eléctricas. Gradientes son la diferencia de temperatura que provoca las corrientes marinas.
En esencia es el gradiente lo que provoca, en la medida en que abiertamente posibilita, el logro de dinámicas de cambio dentro de todo proceso ligado a la naturaleza. Dinámicas que, por otro lado se ven desfallecer en la medida en que fuerzas externas, y por ende artificiales, abogan abiertamente por la destrucción de las mismas asociando de manera tramposa y chantajista, el suceso de una inútil sociedad manifiestamente manipulada en pos del estatismo, como resultado de lo que se vendió como evidente ventaja de la paz social.

Porque en definitiva viene a resultar casi evidente que tan solo desde la inusitada defensa de las dos variables enunciadas, a saber flagrante participación de los Mass Media, auspiciados por las fuerzas de poder respectivamente interesadas, puede entenderse el tratamiento que de asuntos como el Caso BÁRCENAS se están llevando a cabo.

De que a estas horas no es que ya no haya dimitido el Sr  Presidente del Gobierno, sino de que ni tan siquiera lo haya hecho uno solo de los Ministros, aunque sea auspiciado por la indudable sensación de asco que tiene que provocar el intuir aunque solo sea el grado de sospecha que ahora mismo se cierne sobre todo el Gobierno, Debería por sí solo resultarnos representativo de cara a relatarnos a nosotros mismos el nivelazo que retrata a la caterva desde cuyo consentimiento todos nos pronunciamos, y cuyo mantenimiento a todos, por otro lado nos retrata.

Es entonces cuando procedo a avalar las opiniones de los ingentes Del PINO y San SEBASTIÁN, procediendo no obstante a integrarlas en otra cita, por otro lado mucho más antigua:

“No ocurría allí que el universo moral se hubiera podrido. Se había invertido, convirtiéndose en una especie de agujero negro, a causa de la presión de toda la maldad de la tierra. Era un abismo que absorbía y vaporizaba la historia, donde el lenguaje fluía vuelto del revés. (…) Moll, a quien correspondía la labor de introducir los cristales por el techo de los sótanos solía gritar a sus asistentes: -Vamos, les daremos algo para masticar.

¿Va ser en verdad que a tan poco somos de digno merecer?



Luis Jonás VEGAS VELASCO.

miércoles, 10 de julio de 2013

DE QUE LAS COSAS EN REALIDAD NO HAN CAMBIADO TANTO, SI HEMOS DE SEGUIR CITANDO A CROMWELL.

Habéis estado demasiado tiempo aquí sentado, para el bien que habéis hecho. Marchad os digo, y liberadnos de vos. ¡En el nombre de Dios, marchad!

Tales fueron las palabras que Lord Chamberlain, hasta ese preciso momento Primer Ministro de Inglaterra hubo de escuchar precisamente en boca de uno de sus compañeros y a la sazón correligionarios, la noche en la que el debate vinculado a la entrada o no de Inglaterra en la II Guerra Mundial fue ya del todo inevitable.

Y como suele ocurrir siempre que el Política las cosas se llevan hasta el terreno de lo inevitable, las consecuencias fueron desastrosas para el Lord, y lamentables en líneas generales para el país.

Tal y como sin duda a estas alturas a nadie se le habrá escapado, la elección del pasaje no es para nada banal, ni atribuye su consideración a aspectos en ningún caso superfluos. Más bien al contrario, y como a ningún observador atento se le escapará, el extracto responde, una vez más, a otro de los grandes momentos en los que la Historia no se reserva el menor recato, ni mucho menos muestra el menor pudor, a la hora poco menos que de anticiparse a los grandes acontecimientos; demostrando por otro lado, y una vez más la aparente certeza de la afirmación según la cual la Historia tiende en realidad a repetirse, al menos en lo concerniente a los grandes acontecimientos.

Pero la constatación de lo evidente, no nos salva de nuestras responsabilidades. Más bien, en el caso que nos ocupa, no sirve sino para amplificarlas, tanto si hacemos mención a lo concerniente al terreno ignoto de las responsabilidades, como si por otro lado dirigimos nuestros pasos hacia las consideraciones propias de las consecuencias.

Desde tales apreturas no se considerará reiterativo, sino que más bien se convertirá en un ejercicio de responsabilidad, traer de nuevo a colación es este medio certezas tantas veces repetidas según las cuales España, o la idea que tenemos de lo que es España, no es ya ni tan siquiera un circo.
El tiempo de la conmiseración pasó. Así, desde la convicción de que la constatación de la existencia de la dolencia constituye el paso previo otrosí imprescindible para comenzar el tratamiento, es desde donde comenzaremos ya el análisis del momento y del lugar que nos ha tocado vivir.

Y digo bien espacio y lugar porque, si nos detenemos aunque solo sea el tiempo justo para hacer una parada técnica, ésta sin duda nos servirá para avalar que lo que ocurre en España, precisamente ahora, no tiene cabida, constatación ni posibilidad de réplica en ningún otro lugar del occidente moderado y conocido.

Que España es diferente, es algo a lo que por otra parte nos hemos acostumbrado sobradamente. Y lo malo no es tanto precisamente esto, como más bien la obligación surgida casi en paralelo según la cual nuestras particularidades, o debería mejor decir en pos del mantenimiento de la coherencia semántica, nuestras circunstancias diferenciadoras; no solo han de ser asumidas, sino que éstas han de serlo en un contexto comprensible así mismo por un entorno europeo que, abocado a otras direcciones, si no abducido por otras realidades; se muestra sorprendido en grado sumo a tales ejemplos de tipificación diferencial.

Y cuando en esas estábamos van, y nos cambian una vez más las preguntas.

Cómo si no de otra manera habríamos de entender precisamente que sea entre los dirigentes del Gobierno, pertenecientes todos a la casta moral preconizada desde los más rancios sectores de la Derecha Cavernaria, donde precisamente surjan los actuales casos no ya de corrupción tanto política y económica, como sí los mayores ejemplos conocidos en la Historia Moderna de España, de procederes destinados, o al menos competentes para lograr el menoscabo de la integridad de la otrora su querida España

Puede alguien explicarnos, no ya tanto a mí, como sí por otra parte a esos varios millones de honrados votantes que hoy por hoy se sienten abochornados, como por otra parte también les ocurre a esos varios millares de personas que, convencidas de la honorabilidad del ejercicio político, han puesto su tiempo y sus conocimientos al servicio de sus congéneres mediante la adscripción a los más diversos cargos, entre los que pueden destacar los de alcaldes y ediles en sus respectivos municipios; que en realidad todo es poco menos que una farsa destinada a crear una vana ilusión detrás de la que, como vulgares ilusionistas, esconder las verdaderas prioridades, las cuales tal y como se va descubriendo pasan por poco más que el mero y desquiciante enriquecimiento de una cúpula obscena y la sazón, rocambolesca.

¿Van a poder? Yo creo que, llegados a las horas que ya son, con poco más que la sucesión de incongruentes declaraciones protagonizadas por el cúmulo de mequetrefes que hoy han salido a la palestra, muchos de los cuales mañana bien podrían hallarse inmersos en la causa, no constituyen para nada un colchón fiable de cara a que el Sr. Presidente auspicie a los mismos su continuidad.

Porque de eso y de nada más es de lo que se trata todo esto, llegado a estas alturas. De que a algunos se nos antoja surrealista el que con todo lo que ya ha quedado suficientemente probado, nadie se permita el lujo moral de dar por hecho que, aunque sea en calidad preventiva, a título de cortafuegos, va haciendo falta que alguien dimita.

Porque ya han pasado más de seis meses desde las famosas declaraciones del todo es mentira, salvo algunas cosas. Y desde entonces solo hemos hallado consuelo en el en relación a la segunda ya, tal.

Porque no podemos, ni mucho menos debemos aguantar un solo segundo más, la desvergüenza de esta caterva zarrapastrosa que a estas alturas se cree en disposición de seguir gobernando no ya tanto en su predisposición técnica o política, como más bien en las innumerables muestras de estulticia e idiotez que según siempre atendiendo a sus propias fuentes, les proporcionamos la población. Esa misma a la que a lo mejor dentro de mucho menos de lo que unos imaginamos, y otros esperan, han de volverse para pedirnos, una vez más el voto.

Para pedirnos un voto con el que, una vez más, alimentar a sus ídolos, forjar de nuevo sus armas y, en definitiva, llevar a cabo otro de sus rituales destinados a consagrarse en pos del mantenimiento, si es posible hasta el infinito, de este pábulo de ficción al que han reducido el sistema.

Porque es precisamente llegados a este momento, a este aquí, y por qué no, a este ahora, donde precisamente hemos de congraciarnos para reiterar de nuevo que nuestro país es una ficción. Una falacia montada sobre los incipientes cimientos de la autocomplacencia y el autobombo, destinados no obstante, y sin el menor género de dudas, a albergar la idea de que de verdad, habíamos pasado del blanco y negro a la alta definición, sin tener que pagar el elevado coste que en este caso constituyen los televisores de plasma.

Y es entonces y solo así que hemos de reiterarnos, en la constatación explícita de que de nuevo la responsabilidad, o la ausencia de la misma, se convierte en el último baluarte no a ser derribado, sino curiosamente aquél al que se aferran los actuales espectros políticos que por otro lado pueblan Moncloa, El Congreso, y lugares por el estilo. Solo desde semejante perspectiva podemos no ya comprender sino a lo sumo intuir, la ficción en la que se encuentran instalados los que todavía a día de hoy siguen apostando por D. Mariano RAJOY BREY.

Y mientras tanto, no es ya que  España sea un chiste, un circo o en el mejor de los casos un sainete. Es que sencillamente hasta D. Ramón Mª del Valle-Inclán ha pedido encarecidamente que nos abstengamos de usar sus queridos esperpentos  la hora de tratar de sintetizar el maremágnum de emociones que se equiparan a la hora de enfrentarnos a la procelosa labor de tratar de entender qué es, hoy por hoy, España.


Luis Jonás VEGAS VELASCO.



miércoles, 3 de julio de 2013

DE CUANDO LOS GOLPES NOS DESPIERTAN DEL SILENCIO ATRONADOR.

Se convierte a menudo, el silencio, en el más estrepitoso de los clamores, sobre todo cuando se halla amparado en la indigencia moral, que por otra parte se expresa de manera inequívoca, precisamente, a través de la desazón propiciatoria, a saber esa suerte de fórmula creada a modo de manejo, manipulación y en resumidas cuentas, manipulación; orquestada por las fuerzas de poder, o por aquéllas que las sustentan; y que tienen desde mediados de mitad del pasado siglo XX, un amplio y abonado campo, fruto de la constatación que las mencionadas fuerzas hacen del hecho a partir del cual la psicología pasa a ser, un terreno y un arma tan adecuada como podría serlo cualquier otra, en pos de las cuales canalizar, desarrollar o por qué no, gestar, un conflicto manipulado, en tanto que gestado.

Largas son las calendas, y cada vez más lacerante el efecto que recorrer el camino de retorno a las mismas en el tiempo nos provoca; que acudimos a estas humildes páginas no tanto a contar, como sí más bien a constatar, el para nosotros por otra parte inequívoco hecho del incondicional carácter de histórico que por el tipo, así como fundamentalmente por las consecuencias que los mismos desencadenarán en el futuro; permiten catalogar como de históricos los para nosotros poco más en realidad que momentos, que vienen a confirmar nuestra rutina.

Tal y como ocurre una vez más, y haciendo por ende bueno el presagio de saber que lo histórico tiende a repetirse; podemos hoy acudir aquí con la seguridad de que lo que digamos se apoya, curiosamente, en argumentos que si bien aún no se han desarrollado en todo su esplendor no es menos veraz que el conocimiento y constatación de las premisas que otrora les precedieron, nos permiten acordar con un grado de certeza próximo al de la realidad expresa, las consecuencias que el cumplimiento de las mismas traerán, inexorablemente, aparejadas.

Apliquemos pues, desnudo de pasión, y carente así de cualquier elemento precoz de generar zozobra sobre los considerandos, y conformaremos sin el menor género de dudas un canal de comunicación claro que, a modo a lo que ocurre en las profundidades remotas de los océanos con las corrientes térmicas, promueva la aparición de un canal realmente eficaz en el caso que nos ocupa de comunicación, destinado a permitir si no a abordar, los códices propios de desarrollo e intercambio de la información; siempre expresada en pos del enriquecimiento del escuchante atento, por definición.

Consideramos así pues, suficientemente trillados un día más los campos necesarios para poder ya afirmar, de manera no por reiterada menos contundente que, efectivamente, volvemos a participar a todas luces de la certeza de que, pese a quien pese, vivimos tiempos históricos.
Históricos tanto en el fondo y en las consecuencias propiamente atribuibles a los mismos, de lo cual no cabe duda; pero que atendiendo a otro orden de cosas, en este caso más cercanas a la forma que al fondo, si bien no por ello menos constatables o incluso importantes, nos arrojan a la comprobación una vez más de que la velocidad a la que hoy por hoy transitan los espacios y los tiempos, bien pueden convertirse en el catalizador que en este caso, rompiendo con ello la máxima conceptual que rige la constatación de todo elemento de esta naturaleza, no solo influye en el resultado, sino que además en este caso lo determina plenamente.

Y la comprobación acude a nosotros, como suele ocurrir en el caso de las grandes citas, de improviso, incluso podríamos decir que por sorpresa.

No sorprendemos hoy, más o menos, con la constatación expresa de la ejecución de la amenaza que las Fuerzas Armadas de Egipto lanzaron hace escasas jornadas contra el Gobierno, y en especial contra aquél que lo presidía.
Se trata de la última constatación expresa, de que la por otro lado tantas veces traída y llevada circunstancia de la cuestión militar, en resumidas cuentas el dilema que subyace en toda sociedad desde el preciso momento en el que el ejército se empeña en desarrollar una función para la que no fue concebido; no solo no ha sido realmente debatido sino que, tal y como está quedando puesto de manifiesto en los últimos tiempos, quién sabe si igualmente afecto por la efervescencia de los momentos que compartimos, tiende a manifestarse de manera cada vez más abrupta, trayendo por otro lado a nuestra memoria pensamientos y recuerdos quién sabe por otro lado por todos olvidados, aunque sin duda  por muchos no condenados.

Y traigo esto a colación, no tanto por el hecho en sí mismo, como sí en realidad por la veleidad que he podido comprobar a la hora de someter a análisis tanto al hecho en sí mismo, como por supuesto a las consecuencias que le son propias, en virtud de una primera derivada a título de corolario.
Porque ¿alguien en su sano juicio puede llegar a poner en duda que un movimiento organizado por el ejército, con el firme propósito de derrocar a un Presidente legítimamente elegido mediante sufragio, no constituye Golpe de Estado?
Pues a lo largo de toda la tarde me he devanado los sesos tratando de entender los argumentos de los que han defendido tal afirmación.

Traigo esto a colación, porque solo en un país en el que tales desinencias son plausibles, resulta igualmente comprensible ubicar el efecto, por no decir las consecuencias que protocolos como el abierto contra Bárcenas, asuntos como los ERES de Andalucía, o autos como el de la Jueza Alaya, no solo tienen sentido sino que hallan múltiples espacios en los que son coreados.

Sin duda, las cosas acaecen a velocidad realmente desmesurada.


Luis Jonás VEGAS.